lunes, 30 de mayo de 2022

Presentación Clínica en el Centro de Salud Mental Blanca Añez de Lozada



Hablando a las paredes
Resonancias de una presentación Clínica

  

                           Evelyn Schejtman

  

 

“Lo que se aprende, se capta al vuelo, de la boca de uno o de otro, y nunca se está demasiado seguro de asir algo con la mano, o nada… Son impresiones que quisiera transformar en enseñanzas”.

Jacques-Alain Miller, “Enseñanza de la presentación de enfermos”.

 

Primer momento, el paciente se dirige hacia el escenario del auditorio en compañía de Viviana Berger, dejando por detrás a la audiencia, en una atmósfera silenciosa, de escucha atenta y discreta.

 

Es un hombre de 27 años, internado por primera vez de forma voluntaria, a causa de problemas de “consumo de drogas”, que inician a sus 14 años. Es él, a quien se le da la palabra, para encontrar quizás allí, sin saberlo, “un rostro de su destino”[1]. Es ella, una psicoanalista que, con sutiles y precisas preguntas, de manera suave y gentil, ira jalando los hilos que encuentre para proseguir la entrevista e ir armando la lógica del caso. Y así ambos, van haciendo surgir aquello que resonará en lo que cada uno escucha, dando la posibilidad de que se transforme en enseñanza.

 

Durante la entrevista, surgen pequeños fragmentos de su vida, que por sí solos no llegan a tener una historización. Comienza a hablar para luego apagarse, así como aquel cuerpo que se muestra adolorido, roto, inmanejable; en el que requiere del consumo para apagarlo y encenderlo, así como de los tatuajes para adormecerlo y, “el encierro” para engrilletarlo. Habla de un “submundo” en el que se desplaza, sin la posibilidad de una imagen que le permita colocar un borde, que lo proteja de la inminente re-caída.

 

Sin retroceder, la analista va armando el tejido, fina labor clínica que devuelve aquello que aparece como una posible solución: la “familia” como lugar donde encuentra algo del sentimiento de la vida y le brinda una dirección; “cocinar”, como aquello que le puede proporcionar un espacio y un tiempo para unir lo que quedo “quebrado”, y que, ligado al arte, podrían armar una consistencia.

 

A pesar de estar presente una numerosa audiencia, en la que no había una barrera física que los separe, el paciente y el clínico se encontraban en un espacio totalmente aislado, sostenido por el silencio y la quietud, casi completa, del público expectante.  Se crea tal atmósfera, que al final de la entrevista, algo sucede de forma sorpresiva, que hace resonar a ese “coro antiguo”: Él se dirige al auditorio, arropado por el tejido armado con su decir, para subirse al pedestal y dirigir un consejo: “Si ven a alguien que está en este problema… pongan un stop, porque te come la vida”.

 

Segundo momento, se abre la caja de resonancia. En la sala solo se encuentran: la analista que hace la entrevista, los colegas de la Escuela, el personal médico, y los participantes del ESIC. Comparten aquello que les resonó, dando lugar a una conversación y a la extracción de la lógica del caso.

Algo se enseña, pero también algo se pone al trabajo. Las preguntas que me surgen son: los fenómenos del cuerpo del paciente, ¿pueden ser leídos como fenómenos elementales, que no fueron convenientemente capturados por lo simbólico? ¿Se trata allí de una falta de consistencia, en la que las identificaciones no alcanzan para armar un yo y un cuerpo para habitar?, ¿Aquel “quiebre” de los 7 años, puede ser leído como el momento de desencadenamiento? Y por último, ¿qué nos enseña la psicosis en la infancia sobre las formas contemporáneas de la locura?



[1] Jacques-Alain Miller, “Enseñanza de la presentación de enfermos”, Pág. 155





Entremedio

Samantha Rojas

Asociada a la Sección Nel Santa Cruz

 

 

Mi experiencia con el dispositivo de presentación de enfermos en su sentido clásico y fuera del sensacionalismo hollywoodense, son sin duda las representaciones en blanco y negro del “gran Charcott”: un médico imponente frente a un gran auditorio mostrando la innovación de su tratamiento. Entremedio de ese auditorio curioso y expectante estaba un joven médico que, sentado allí, se interrogaba cada vez más por el sufrimiento psíquico: Sigmund Freud. Sin duda el joven médico fue tocado por esas experiencias; así como todos los que asistimos a la versión psicoanalítica lacaniana de la presentación clínica el pasado jueves, valga decir que dista bastante del “modo Charcot”, pero en acto también fuimos interrogados, tocados e incluso conmovidos.

Quiero empezar por el final de la experiencia misma. ¿Por qué no se aplaudió? ¿Se podría aplaudir en alguna circunstancia? En mi opinión eso sería poner el dispositivo al nivel del entretenimiento y el espectáculo. Y aunque tanto en éste y en la presentación clínica se juega algo del goce escópico, una entrevista clínica es contraria a un espectáculo.  El compromiso con el entrevistado, la institución en la que se encuentra, el previo trabajo que realiza el auditorio y la ética del psicoanálisis, lo diferencian.

Como espectadora, atenta al divino detalle, me encontré en soledad con esos cuerpos que hablan. ¡Casi esperaba que el inconsciente amorfo aflorara ahí para personificarse! No apareció de esa manera, pero sin duda, su consistencia en la escucha y el decir fue inevitable.

Para terminar, Freud decía que un análisis es como un juego de ajedrez, sabemos cómo inicia y acaba, pero no las jugadas entre medio. En la presentación clínica, podemos ver a un psicoanalista en acto y análogamente al juego de ajedrez, pudimos apreciar el inicio de esas jugadas, los silencios, los gestos, la emergencia de las palabras de un sujeto que puede decir algo de su sufrimiento.

 

 

Bibliografía

JURADO, Jorge Aldo “Goce y pulsión escópica. Un esbozo sobre la mirada” Ver en: https://www.acheronta.org/acheronta20/jurado.htm

 

 

 

La exposición en una presentación de enfermos

 



Ma. Fátima Escóbar Nogales

Asociada NELcf-SCZ

 

El día 9 de junio de 2022, quedará como una fecha memorable para la NELcf-Santa Cruz de la Sierra, y para el psicoanálisis de orientación lacaniana en Bolivia, por la realización de una actividad inédita en el contexto: la presentación clínica, acaecida en el Centro de Salud Mental, Blanca Añez de Lozada-CSM-BAL. Dicha presentación clínica, a cargo de Viviana Berger, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL), contó con la asistencia del médico tratante y terapeutas del CSM-BAL, con la asistencia de miembros y asociados de Secciones NEL-Cochabamba, NEL-La Paz, además de amigos y simpatizantes.

De inicio, recordar con Lacan del Seminario 3 (1956), que el objetivo de la presentación de enfermos, es lo vivo de la práctica psicoanalítica, es “para encontrar en los datos más inmediatos” (Lacan, 1956, p. 110). Se trata de un saber expuesto, que evite “que se estreche nuestro horizonte” (Lacan, 1956, p. 107), problematizando la clínica y haciendo avanzar el psicoanálisis; una posición que Lacan mantuvo hasta el final de su enseñanza, por ejemplo, en el Seminario 23, donde retoma la presentación de Primeau[1] -quien dio un testimonio sobre las palabras impuestas y la deslocalización del goce- Lacan pregunta a su auditorio: “¿Cómo es que todos nosotros no percibimos que las palabras de las que dependemos nos son, de alguna manera impuestas?” (p. 93).

Retomemos la presentación clínica. Viviana Berger, en el lugar del analista y las intervenciones desde la ética del psicoanálisis, dejó por fuera toda perspectiva de posible mostración, creando la condición para el despliegue del saber, que estuvo claramente del lado del entrevistado.

El reto en esta resonancia será escribir sobre qué saber podemos extraer de dicha presentación clínica, como apunta Francoise Leguil, y Lazarus-Matet (2010), lo que se aprende se caza al vuelo y solo se extraen, pequeñas migajas, cada uno las suyas…Pero también hubo un trabajo de elaboración de saber colectivo, posterior a la presentación, donde la entrevistadora y los asistentes, trabajamos en posición de analizante, en función de formalizar la experiencia, a partir de la posición de trabajo de cada uno, a partir de las propias marcas y ajustado a la singularidad de cada uno. Veamos entonces lo fijado como transmisión.

Con relación a la exposición del paciente, los significantes “encierro”, “preso”, “grilletes”, con los que nombra: ora la cocaína, ora el alcohol, ora los fármacos, ora la casa, ora la cárcel, ora el hospital, ora el cuerpo, etc. Nos enseña ciertos arreglos/desarreglos, testimonio de una deslocalización del goce, sin haber encontrado –quizás aún- un recurso que establezca una función de límite que no alcanzan a hacer las sustancias, la cocina y el tatuaje, el partenaire y la paternidad. “Enseñanzas de los enfermos en la presentación” decimos con Miller, citado por Schejtman (2015). Desde esta perspectiva, “el discurso analítico toma uno por uno a los sujetos desparejos” (Miller, 2008, p. 328), con sus arreglos singulares, con sus pequeños recursos que permiten una respuesta y un tratamiento ante el agujero de la no relación sexual.

Con relación a la exposición de la analista entrevistadora. Recordemos con Berger (2019) que “el presentado también es el analista”. Una transmisión en acto sobre cómo preguntar, sobre el cuidado con el vacío de significación, sobre el cierre… Ya en la conversación, el comentario de una asistente a Viviana: “Lo ordenaste a este hombre!”. Al escuchar este comentario me pregunté ¿Se ordenó? ¿Qué se ordenó para este paciente?  ¿Los acontecimientos cronológicos que como ser de lenguaje puso sobre la mesa el sujeto o los que resultaron del acontecimiento “encuentro con el deseo de una analista”? La entrevistadora, por su parte, ubicó un “dolor de existir”, muy temprano en la vida de este sujeto; localiza un antes y un después de los siete años, en palabras del paciente, “como si mi vida se hubiera quebrado”. Luego la errancia: “Quería estar muerto”. “Disfrutar lo más que podía y luego partir a los 21 o a los 27”, un sin sentido.

Nos queda recuperar las resonancias con relación al propio paciente, los efectos de su encuentro con un analista y de su testimonio, devenido tal por la presentación (Miller, 2003). Recuperar también, las resonancias del lado del equipo tratante, que, por sus consultas realizadas, daban cuenta de una renovación del interés por el caso, abriendo nuevas perspectivas acerca del diagnóstico, el tratamiento, y el tratamiento posterior al alta.

Finalmente, preguntarnos: ¿Cuál es el estatuto del partenaire, el amor y la sexualidad en la psicosis?

 

Bibliografía

Berger, Viviana; ¿Por qué las presentaciones de enfermos serían el dispositivo adecuado para

el sujeto psicótico”, Cythere 2, FAPOL, 2019.

Lacan, Jacques; El seminario. Libro 3: La psicosis. Paidós, Barcelona, 1981.

Lacan, Jacques; El seminario. Libro 23: El sinthome. Paidós, Barcelona, 2006.

Miller, Jacques Alain; “El conciliábulo de Angers (Efectos de sorpresa en la psicosis)”. De la

sorpresa al enigma. En Los inclasificables, Paidós, Buenos Aires, 2003.

Miller, Jacques Alain; Todo el mundo es loco. Paidós, Buenos Aires, 2008.

Schejtman, Fabián; “Prólogo”. En: Las presentaciones de enfermos en Lacan. Grama, Buenos Aires, 2015. 



[1] Hago referencia aquí, al caso, Primeau, en una presentación de enfermos realizada por Jacques Lacan, el 13 de febrero de 1976, cuatro días después, en la clase del 17 de febrero, Lacan retoma en su seminario el saldo de saber extraído de la presentación. Haciendo una referencia explícita a su paciente, quien daba testimonio de cómo la palabra le era impuesta.       



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