Hablando a las
paredes
Resonancias de
una presentación Clínica
“Lo que se aprende, se capta al vuelo, de la boca de uno o de otro, y nunca
se está demasiado seguro de asir algo con la mano, o nada… Son impresiones que
quisiera transformar en enseñanzas”.
Jacques-Alain Miller, “Enseñanza de la presentación de enfermos”.
Primer momento, el
paciente se dirige hacia el escenario del auditorio en compañía de Viviana
Berger, dejando por detrás a la audiencia, en una atmósfera silenciosa, de
escucha atenta y discreta.
Es un hombre de
27 años, internado por primera vez de forma voluntaria, a causa de problemas de
“consumo de drogas”, que inician a sus 14 años. Es él, a quien se le da la
palabra, para encontrar quizás allí, sin saberlo, “un rostro de su destino”[1]. Es ella, una
psicoanalista que, con sutiles y precisas preguntas, de manera suave y gentil, ira
jalando los hilos que encuentre para proseguir la entrevista e ir armando la
lógica del caso. Y así ambos, van haciendo surgir aquello que resonará en lo
que cada uno escucha, dando la posibilidad de que se transforme en enseñanza.
Durante la
entrevista, surgen pequeños fragmentos de su vida, que por sí solos no llegan a
tener una historización. Comienza a hablar para luego apagarse, así como aquel
cuerpo que se muestra adolorido, roto, inmanejable; en el que requiere del
consumo para apagarlo y encenderlo, así como de los tatuajes para adormecerlo y,
“el encierro” para engrilletarlo. Habla de un “submundo” en el que se desplaza,
sin la posibilidad de una imagen que le permita colocar un borde, que lo
proteja de la inminente re-caída.
Sin retroceder,
la analista va armando el tejido, fina labor clínica que devuelve aquello que
aparece como una posible solución: la “familia” como lugar donde encuentra algo
del sentimiento de la vida y le brinda una dirección; “cocinar”, como aquello que
le puede proporcionar un espacio y un tiempo para unir lo que quedo “quebrado”,
y que, ligado al arte, podrían armar una consistencia.
A pesar de estar
presente una numerosa audiencia, en la que no había una barrera física que los separe,
el paciente y el clínico se encontraban en un espacio totalmente aislado, sostenido
por el silencio y la quietud, casi completa, del público expectante. Se crea tal atmósfera, que al final de la
entrevista, algo sucede de forma sorpresiva, que hace resonar a ese “coro
antiguo”: Él se dirige al auditorio, arropado por el tejido armado con su
decir, para subirse al pedestal y dirigir un consejo: “Si ven a alguien que
está en este problema… pongan un stop, porque te come la vida”.
Segundo momento, se
abre la caja de resonancia. En la sala solo se encuentran: la analista que hace
la entrevista, los colegas de la Escuela, el personal médico, y los
participantes del ESIC. Comparten aquello que les resonó, dando lugar a una
conversación y a la extracción de la lógica del caso.
Algo se enseña, pero también algo se pone al trabajo. Las preguntas que me surgen
son: los fenómenos del cuerpo del paciente, ¿pueden ser leídos como fenómenos
elementales, que no fueron convenientemente capturados por lo simbólico? ¿Se
trata allí de una falta de consistencia, en la que las identificaciones no
alcanzan para armar un yo y un cuerpo para habitar?, ¿Aquel “quiebre” de los 7
años, puede ser leído como el momento de desencadenamiento? Y por último, ¿qué
nos enseña la psicosis en la infancia sobre las formas contemporáneas de la locura?
[1] Jacques-Alain Miller, “Enseñanza de la
presentación de enfermos”, Pág. 155
Entremedio
Samantha Rojas
Asociada a la Sección Nel Santa Cruz
Mi
experiencia con el dispositivo de presentación de enfermos en su sentido
clásico y fuera del sensacionalismo hollywoodense, son sin duda las
representaciones en blanco y negro del “gran Charcott”: un médico imponente
frente a un gran auditorio mostrando la innovación de su tratamiento. Entremedio
de ese auditorio curioso y expectante estaba un joven médico que, sentado allí,
se interrogaba cada vez más por el sufrimiento psíquico: Sigmund Freud. Sin
duda el joven médico fue tocado por esas experiencias; así como todos los que
asistimos a la versión psicoanalítica lacaniana de la presentación clínica el
pasado jueves, valga decir que dista bastante del “modo Charcot”, pero en acto también fuimos
interrogados, tocados e incluso conmovidos.
Quiero
empezar por el final de la experiencia misma. ¿Por qué no se aplaudió? ¿Se
podría aplaudir en alguna circunstancia? En mi opinión eso sería poner el
dispositivo al nivel del entretenimiento y el espectáculo. Y aunque tanto en
éste y en la presentación clínica se juega algo del goce escópico, una
entrevista clínica es contraria a un espectáculo. El compromiso con el entrevistado, la
institución en la que se encuentra, el previo trabajo que realiza el auditorio
y la ética del psicoanálisis, lo diferencian.
Como
espectadora, atenta al divino detalle, me encontré en soledad con esos cuerpos
que hablan. ¡Casi esperaba que el inconsciente amorfo aflorara ahí para
personificarse! No apareció de esa manera, pero sin duda, su consistencia en la
escucha y el decir fue inevitable.
Para
terminar, Freud decía que un análisis es como un juego de ajedrez, sabemos cómo
inicia y acaba, pero no las jugadas entre medio. En la presentación clínica,
podemos ver a un psicoanalista en acto y análogamente al juego de ajedrez,
pudimos apreciar el inicio de esas jugadas, los silencios, los gestos, la
emergencia de las palabras de un sujeto que puede decir algo de su sufrimiento.
Bibliografía
JURADO,
Jorge Aldo “Goce y pulsión escópica. Un esbozo sobre la mirada” Ver en:
https://www.acheronta.org/acheronta20/jurado.htm
La exposición en una presentación de enfermos
Asociada
NELcf-SCZ
El
día 9 de junio de 2022, quedará como una fecha memorable para la NELcf-Santa Cruz
de la Sierra, y para el psicoanálisis de orientación lacaniana en Bolivia, por
la realización de una actividad inédita en el contexto: la presentación
clínica, acaecida en el Centro de Salud Mental, Blanca Añez de Lozada-CSM-BAL.
Dicha presentación clínica, a cargo de Viviana Berger, miembro de la Asociación
Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL), contó con
la asistencia del médico tratante y terapeutas del CSM-BAL, con la asistencia de
miembros y asociados de Secciones NEL-Cochabamba, NEL-La Paz, además de amigos
y simpatizantes.
De
inicio, recordar con Lacan del Seminario 3 (1956), que el objetivo de la
presentación de enfermos, es lo vivo de la práctica psicoanalítica, es “para
encontrar en los datos más inmediatos” (Lacan, 1956, p. 110). Se trata de un saber
expuesto, que evite “que se estreche nuestro horizonte” (Lacan, 1956, p. 107),
problematizando la clínica y haciendo avanzar el psicoanálisis; una posición
que Lacan mantuvo hasta el final de su enseñanza, por ejemplo, en el Seminario
23, donde retoma la presentación de Primeau[1] -quien
dio un testimonio sobre las palabras impuestas y la deslocalización del goce- Lacan
pregunta a su auditorio: “¿Cómo es que todos nosotros no percibimos que las
palabras de las que dependemos nos son, de alguna manera impuestas?” (p. 93).
Retomemos
la presentación clínica. Viviana Berger, en el lugar del analista y las
intervenciones desde la ética del psicoanálisis, dejó por fuera toda perspectiva
de posible mostración, creando la condición para el despliegue del saber, que
estuvo claramente del lado del entrevistado.
El
reto en esta resonancia será escribir sobre qué saber podemos extraer de dicha
presentación clínica, como apunta Francoise Leguil, y Lazarus-Matet (2010), lo
que se aprende se caza al vuelo y solo se extraen, pequeñas migajas, cada uno
las suyas…Pero también hubo un trabajo de elaboración de saber colectivo,
posterior a la presentación, donde la entrevistadora y los asistentes,
trabajamos en posición de analizante, en función de formalizar la experiencia,
a partir de la posición de trabajo de cada uno, a partir de las propias marcas
y ajustado a la singularidad de cada uno. Veamos entonces lo fijado como
transmisión.
Con
relación a la exposición del paciente, los significantes “encierro”, “preso”, “grilletes”,
con los que nombra: ora la cocaína, ora el alcohol, ora los fármacos, ora la
casa, ora la cárcel, ora el hospital, ora el cuerpo, etc. Nos enseña ciertos
arreglos/desarreglos, testimonio de una deslocalización del goce, sin haber
encontrado –quizás aún- un recurso que establezca una función de límite que no
alcanzan a hacer las sustancias, la cocina y el tatuaje, el partenaire y la
paternidad. “Enseñanzas de los enfermos en la presentación” decimos con Miller,
citado por Schejtman (2015). Desde esta perspectiva, “el discurso analítico
toma uno por uno a los sujetos desparejos” (Miller, 2008, p. 328), con sus
arreglos singulares, con sus pequeños recursos que permiten una respuesta y un
tratamiento ante el agujero de la no relación sexual.
Con
relación a la exposición de la analista entrevistadora. Recordemos con Berger
(2019) que “el presentado también es el analista”. Una transmisión en acto
sobre cómo preguntar, sobre el cuidado con el vacío de significación, sobre el
cierre… Ya en la conversación, el comentario de una asistente a Viviana: “Lo
ordenaste a este hombre!”. Al escuchar este comentario me pregunté ¿Se ordenó? ¿Qué
se ordenó para este paciente? ¿Los
acontecimientos cronológicos que como ser de lenguaje puso sobre la mesa el
sujeto o los que resultaron del acontecimiento “encuentro con el deseo de una
analista”? La entrevistadora, por su parte, ubicó un “dolor de existir”, muy
temprano en la vida de este sujeto; localiza un antes y un después de los siete
años, en palabras del paciente, “como si mi vida se hubiera quebrado”. Luego la
errancia: “Quería estar muerto”. “Disfrutar lo más que podía y luego partir a
los 21 o a los 27”, un sin sentido.
Nos
queda recuperar las resonancias con relación al propio paciente, los efectos de
su encuentro con un analista y de su testimonio, devenido tal por la
presentación (Miller, 2003). Recuperar también, las resonancias del lado del
equipo tratante, que, por sus consultas realizadas, daban cuenta de una
renovación del interés por el caso, abriendo nuevas perspectivas acerca del
diagnóstico, el tratamiento, y el tratamiento posterior al alta.
Finalmente,
preguntarnos: ¿Cuál es el estatuto del partenaire, el amor y la sexualidad en
la psicosis?
Bibliografía
Berger,
Viviana; ¿Por qué las presentaciones de enfermos serían el dispositivo adecuado
para
el sujeto psicótico”, Cythere 2, FAPOL, 2019.
Lacan,
Jacques; El seminario. Libro 3: La psicosis. Paidós, Barcelona, 1981.
Lacan,
Jacques; El seminario. Libro 23: El sinthome. Paidós, Barcelona, 2006.
Miller,
Jacques Alain; “El conciliábulo de Angers (Efectos de sorpresa en la
psicosis)”. De la
sorpresa
al enigma. En Los inclasificables, Paidós, Buenos Aires, 2003.
Miller,
Jacques Alain; Todo el mundo es loco. Paidós, Buenos Aires, 2008.
Schejtman,
Fabián; “Prólogo”. En: Las presentaciones de enfermos en Lacan. Grama, Buenos
Aires, 2015.
[1] Hago referencia aquí, al caso, Primeau, en una presentación de
enfermos realizada por Jacques Lacan, el 13 de febrero de 1976, cuatro días
después, en la clase del 17 de febrero, Lacan retoma en su seminario el saldo
de saber extraído de la presentación. Haciendo una referencia explícita a su paciente,
quien daba testimonio de cómo la palabra le era impuesta.
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