Segundo módulo del Espacio de Investigación Clínica "Síntoma y Sinthome"
El pasado miércoles 3 de agosto tuvo lugar el primer encuentro del segundo módulo del Espacio de Investigación Clínica de la Sección NELcf – Santa Cruz de la Sierra. “El síntoma y el sinthome” es el tema que nos invita al trabajo. Un trabajo que inicia ubicando que el cambio que de ortografía de la palabra síntoma apunta a una “evolución y progreso” en la enseñanza de Lacan y de ninguna manera a una “evolución y reemplazo.” De esto nos ocuparemos de esta evolución. El primer encuentro trabajamos con relación al texto freudiano “Inhibición, síntoma y angustia”, el segundo lo haremos alrededor de los capítulos “El secreto del síntoma y “Síntoma y pulsión” del curso de Jacques-Alain Miller, “El partenaire-síntoma”.
Les acercamos en este enlace el texto que presentó Edgar Marcelo Guzmán – integrante de GEPOL, Sucre– a quien agradecemos el animado trabajo y disposición para continuar en este espacio de investigación que genera encuentros en los que ubicar articuladamente episteme y clínica. En este primer encuentro Alejandra Hornos comentó la elaboración de Edgar y puso a la conversación el historial clínico de Isabel Von R para situar en la clínica el síntoma desciframiento, pero también el cuerpo como sustancia gozante.
El próximo miércoles 17 avanzaremos un paso más ubicando la articulación significante y goce. Lo que traerá como efecto el unlust del síntoma y la referencia al cuerpo, hito ineludible para el avance en la última enseñanza de Lacan.
Los esperamos el próximo miércoles 17 de agosto a las 19:00 en el espacio del ESIC.
Coordinación ESIC
Raúl Arancibia
Fabiana Chirino
Alejandra Hornos
El síntoma freudiano en
“Inhibición, síntoma y angustia”
Edgar Marcelo Guzmán
Integrante de GEPOL, Sucre
El síntoma psicoanalítico se presenta siempre en una doble vertiente, en el caso de “Inhibición, síntoma y angustia” de Freud, de la idea del síntoma como portador de un mensaje cifrado se desprende una lectura que introduce una nueva dimensión ligando el síntoma a la pulsión, relacionado con la inhibición y la angustia.
La primera aproximación está orientada por la inhibición. Freud la describe asociada a la función del yo sin ser per se algo patológico – cualidad que si es propia del síntoma - alcanzando esferas múltiples de la vida, como la función sexual, la nutrición, la locomoción e incluso la capacidad del trabajo. A partir de estas restricciones del yo, “el síntoma ya no podrá ser descrito como un proceso que ocurra dentro o actúe dentro del yo”.[1]
Entonces, más allá de la inhibición, se puede identificar inicialmente al síntoma como “…un signo sustitutivo de una expectativa de satisfacción de un instinto, un resultado del proceso de represión”[i]. El mismo Freud describe al yo como la instancia psíquica represora encargada de impedir el acceso a la consciencia a determinado tipo de contenido. La relación de la represión con lo sintomático es sin embargo cuestionada desde una reflexión previa ¿Cuál es el destino del impulso instintivo activado en el ello y que tiende a la satisfacción? ¿Cómo el displacer puede ser la satisfacción de un instinto? La solución freudiana es muy práctica: “…la descarga de excitación propuesta en el ello no tiene efecto a consecuencia de la represión, consiguiendo el yo inhibirla o desviarla”.[2]
A partir de una serie de razonamientos sobre la represión como intento de fuga, el papel del yo y el surgimiento de la angustia se van articulando para llegar a una idea: la del surgimiento del síntoma como impulso instintivo obstruido por la represión y la función del yo entre el ello y superyó. Esto evidencia la idea fundamental del yo como extensión del ello, siendo el yo la verdadera sede de la angustia, resultando esta la reproducción de un estado afectivo.
Freud recalca la importancia de reconocer en los afectos la implicación de sucesos traumáticos y la noción de pulsión como concepto límite, implicando de esta manera al cuerpo.
Sobre la fuente que origina la represión, Freud precisa que solamente en el caso de los estímulos externos existe un mecanismo protector que permite activar un intento de fuga en el yo, lo cual no implica la formación de síntomas. Esto es porque el síntoma surge del estímulo instintivo obstruido por la represión, es decir, proveniente del interior del organismo como concepto límite entre lo anímico y lo somático.
El síntoma entonces, es una satisfacción degradada que la represión logra sustituir implicando en su descarga el cuerpo del sujeto. De ahí que Freud afirme que:
“El yo domina tanto el acceso a la consciencia como el paso a la acción hacia el mundo exterior, y en la represión ejerce su poderío en ambas direcciones, por un lado sobre la representación instintiva y por otro sobre el impulso instintivo mismo”.[3]
A partir de este punto se retoma la noción del síntoma como un cuerpo extraño y como la lucha contra los estímulos instintivos encuentran su fin en la formación de síntomas. La lógica sería entonces, la lucha del yo contra el instinto da paso a la formación de síntomas y la lucha continúa contra el síntoma ya constituido.
De esta manera serían dos las posibilidades para el yo en su relación con el síntoma: la primera, restaurar y conciliar. Un ejemplo de esto, está dado por los síntomas histéricos en los que se evidencia las transacciones entre satisfacción y castigo. La segunda posibilidad se da cuando el síntoma es imposible de suprimirse y queda entonces la alternativa de una adaptación secundaria del yo al síntoma.
En el caso de las neurosis obsesivas y la paranoia, se evidencia la tendencia del yo a incorporarse al síntoma y fortalecer su fijación, lo que puede ser entendido como un beneficio secundario de la formación sustitutiva.
Continuando con el desarrollo propuesto por Freud, la relación del síntoma con la angustia se planeta a partir del cuerpo por medio de sensaciones físicas correspondientes a determinados órganos, principalmente los respiratorios y el corazón.
Por Alvaro Iriarte
De la entrevista clínica.
P. se presenta con el tema del consumo en primer lugar. Luego, por dudas en relación con su género u orientación sexual alega un término asociado al diagnóstico (aparentemente aprendido): “brote psicótico”.
En la entrevista realizada por Marcela Almanza puede escucharse que P. realiza una cronología entre el consumo y su orientación sexual, reordenando y algunas veces resignificando los momentos más importantes que la llevaron a estos temas. Identifica a los 5 o 6 años el recuerdo de los globos, cómo lo molestaba su hermano “gemelo”, a los 6 o 7 años las tijeras y los testículos. Todo esto sin que fuera un motivo relevante para su identidad y género, pero sí lo recuerda como algo que podría tener que ver con lo que le sucede.
A los 8 años fue su primer acercamiento a la música. También refiere el sentimiento que adviene en relación con haber abusado de sus primas. A los 12 años nuevamente cobra lugar el tema del hermano, la manera en la que se “reprimió” al ver un actor de la serie, también la batería y el “ruido”. A los 14 años probó por primera vez marihuana y luego consumió alcohol hasta los 18 años, volviendo a la marihuana a los 20 años, pero también continuando con el consumo de alcohol, cocaína y LSD.
A los 15 años decide por miedo al acoso un cambio de escuela de solo varones a una mixta. A los 18 años junto con el consumo de marihuana empieza a cuestionar su identidad sexual y esto se instala a los 22 años. Es en este transcurso que aparecen los “brotes psicóticos”. Se ve a sí mismo con una mitad derecha femenina y escucha la voz de su conciencia fragmentada: P. la buena y Rebeca, la maligna; quien lo insulta con violencia y reclamos produciendo miedo, tristeza y culpa por ser transgénero.
También se presenta la ansiedad que le producía quedar en evidencia sobre su atracción al mismo género ante los amigos de su primo y al resto de personas, lo que lo condujo al consumo de drogas. Identifica el primer “brote psicótico” al imaginarse como abusado por el padre, la bofetada del tío también es imaginada como un abuso. Ubica no haber hecho nada con las primas, pero, aun así, tiene la sensación de haber sido abusado y también culpable.
Relata la supuesta represión de los padres al “hipnotizar” y bloquear su lado femenino. Hablar en inglés le quita esa preocupación de no tener género, ya que este idioma no tiene género gramatical a diferencia del español que tiene dos géneros y todos los sustantivos pertenecen a uno de ellos. En inglés, aunque sí que se puede distinguir femenino y masculino, los sustantivos no tienen un género asociado. P. refiere ser energía y al suicidarse siente que se librará de su cuerpo de hombre, lo que también le da placer, un placer de libertad y sentimientos encontrados.
La entrevistadora logra mediante un ordenamiento cronológico y una descripción de la sintomatología sin terminología psicopatológica una introducción al caso general.
Del saber médico psiquiátrico.
En psiquiatría comenzamos con los datos generales del paciente, el motivo de consulta y al recabar la información dirigimos al paciente para que relate de forma secuencial lo sucedido desde el inicio de la sintomatología hasta la actualidad. Especificamos los antecedentes familiares, patológicos y no patológicos, realizamos un examen físico, el examen mental y valoramos pedir exámenes complementarios.
Antes del primer episodio psicótico ya vemos en P. desde su niñez ciertos rasgos que nos hacen pensar que él se sostenía mediante la música para no entrar en peleas entre compañeros y así “mantenerse al medio” de las situaciones que le provocaban molestia, ansiedad y sentimientos encontrados que no podía nombrar en ese entonces. Es en el momento que acude a las drogas que se produce un desencadenamiento, una ruptura biográfica de la que no hay marcha atrás: su sexualidad cuestionada. A partir de entonces, estos síntomas en el cuerpo denotan posibles distorsiones en la imagen corporal, al parecer pseudo-alucinaciones, ya que la voz de su consciencia “Rebeca” arremete contra él, ideas delirantes de daño y control bien sistematizadas exacerbadas. Este cuadro psicótico evoluciona descuidando los recursos que le daban estabilidad e incrementa de manera contradictoria para él ya que, si bien en un principio apaciguaba la ansiedad, luego incrementaba la posibilidad de generar episodios psicóticos.
Desde lo médico cabe preguntar más detalles acerca del consumo, tratamientos previos y verificar si no hay un deterioro o lesión orgánica.
De la escucha y la intervención.
Muy aparte de realizar todo este esquema de atención psiquiátrica que seguro P. la recibe en la institución donde está internada, es interesante dar lugar al mismo tiempo a que el sujeto trascienda, ubicando estos significantes que Marcela Almanza muestra en la presentación clínica y cómo de ésta, se puede obtener un resultado terapéutico mediante la palabra. Remarcar “hay una vida alrededor de lo que comentaste”, así como ubicar la música como forma de viabilizar el “ruido” no dando paso a que se incremente “esto” delirante con los padres y el Otro persecutorio; apunta a este efecto terapéutico. También se visibiliza como el idioma puede llegar a ser un recurso para apaciguar los síntomas en este paciente.
Desde este enfoque de diálogo entre visiones “terapéuticas” se puede rescatar una complementariedad haciendo de las diferencias una ventaja de transmisión e investigación sobre los temas que en común nos apasionan, no dejar de ser “víctimas, victimarios” y más allá de ello.
* Texto elaborado tomando como referente “La niña transexual”. De una Presentación clínica realizada por Marcela Almanza, año 2019.
Comentario del texto: “Enseñanza de la presentación de enfermos”
de Jacques-Alain Miller
Judith Serrano Serrano
“Si hay una enseñanza de la presentación de enfermos es justamente esta: Buscar la certeza”.
Jacques-Alain Miller [1]
Miller hace esta afirmación a partir de la intervención de Lacan en una presentación de enfermos que concluye de la siguiente manera:
“Al final, el médico plantea la pregunta que le dictan la ley y la humanidad: “¿Es peligroso para su mujer?” Yo temo, yo lo creo…”. “No”, responde Lacan, seguro de la estructura, “lo es para sí. Mucho me temo que vuelva a intentar suicidarse”. [2]
En el mismo texto, advierte que la presentación de enfermos va más allá de una exposición de saber, que no se trata de una enseñanza como tal;
"Enseñanza, Lacan no profesa ninguna en ese lugar. Lo que se aprende, se capta al vuelo, de la boca de uno o de otro, y nunca se está demasiado seguro de asir algo con la mano, o nada”. [3]
Si bien no se trata de una enseñanza como tal, si posee un efecto de transmisión. Esta práctica tiene un efecto de transformación subjetiva en el que participa. Cada quien obtienen su experiencia de la verdad en relación con el saber y el goce, lo que se cristaliza como efectos de formación en transferencia. [4]
¿A qué se refiere entonces Miller cuando resume la enseñanza de esta práctica en un solo objetivo, “buscar la certeza”? Lacan se refiere de la siguiente manera: “Tenemos necesidad de la certeza porque solo ella puede transmitirse, pues se demuestra” [5]
La importancia de esta radica justamente en lo que del sujeto dice, Lacan en el seminario sobre la psicosis lo dice así:
“Lo que está en juego no es la realidad. El sujeto admite, por todos los rodeos explicativos verbalmente desarrollados que están a su alcance, que esos fenómenos son de un orden distinto a lo real, sabe bien que su realidad no está asegurada, incluso admite hasta cierto punto su irrealidad. Pero, a diferencia del sujeto normal para quien la realidad está bien ubicada, él tiene una certeza: que lo que está en juego —desde la alucinación hasta la interpretación— le concierne”. [6]
Daniel Millas en su escrito La Certeza en la Clínica Psicoanalítica, hace alusión a las palabras de Lacan en relación a la exigencia que pone en la búsqueda de la certeza como ejercicio fundamental y fin dentro de la práctica del psicoanálisis y enlaza la certeza con el goce, afirmando que: “Primero es la experiencia de goce que otorga la certeza, luego el esfuerzo de dar testimonio de la misma”, De ahí la importancia de dejarse enseñar por los pacientes, ya que es a partir de sus dichos donde se podrá localizar el decir de un sujeto. Es en la dialéctica que se evidencia en la entrevista, que quien administra intenta restituirle al enfermo su estatuto de sujeto, invitándolo a que tome la palabra acerca de cómo se las ha arreglado con su goce, con sus respuestas o defensas. El entrevistador consiente por su parte a ser testigo y secretario de los significantes que se ponen en juego durante la entrevista, se encuentra en una “posición sumisa” como la denomina Rosa Lagos. [7]
La presentación de enfermos es para Lacan una práctica heredada de la medicina, en la que el saber y el maestro están en primer lugar, dejando al paciente como objeto de estudio. Es en este sentido que Lacan la toma, pero cambia el enfoque de esta, propiciando el pasaje de una clínica de la mirada a la clínica de la escucha, en la que el que entrevistador se deja enseñar por el paciente, según sus propias palabras, "al precio de una sumisión completa, aun cuando sea advertida, a las posiciones propiamente subjetivas del enfermo"(Lacan),[8]en donde solo es posible encontrar la certeza a condición de no suponerla.
Referencias bibliográficas
[1] Miller, Jacques-Alain. Matemas I. Manantial, Buenos Aires, 2007, p. 167.
[2] Ídem p. 167.
[3] Ibid. p.155.
[4] Lagos, Rosa. Boletín N° 13 Presentación de Enfermos. Disponible en:
http://www.nel-santiago.org/index.php?file=Boletines/013.html
[5] Lacan, Jacques. Introducción Alemana a los Escritos en Uno por Uno, N° 4, Eolia, Buenos Aires, 1995, p. 13.
[6] Lacan, Jacques. Seminario 3. La Psicosis. Paidós, Buenos Aires, 1986. P. 91.
[7] Millas, Daniel. La Certeza en la Clínica psicoanalítica. Disponible en:
https://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:vZ_RD8XzE8MJ:https://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/practicas_profesionales/162_hospital_dia/material/docentes/la_certeza_clinica_psicoanalitica.pdf+&cd=20&hl=es&ct=clnk&gl=bo&client=firefox-b-d
[8] Lacan, Jacques., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”. En: Escritos 2, Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, p. 511.
Resonancias del primer módulo del Espacio de Investigación Clínica
en Sección NELcf Santa Cruz de la Sierra*
Por Jaqueline Vitor
El ESIC es para mí un espacio de encuentro, donde
se destaca algo en común, el “psicoanálisis”. Al ser parte de este Espacio de
Investigación Clínica resuena en mí la pregunta que María Hortensia Cárdenas
nos planteó en la presentación de este espacio: ¿a qué se llama investigar en
psicoanálisis? La cito:
“Investigación implica una búsqueda a la espera de lo nuevo, de un
encuentro, de un hallazgo. Es decir, que no implique meramente, la repetición
de lo ya sabido y en esto no tenemos seguridad del encuentro, ya que es
contingente. Partimos de lo no-sabido y tomamos en cuenta las referencias y los
textos para avanzar en la búsqueda de un tema. Pero lo más importante en la
investigación es dejarse llevar, estar animado por un deseo de saber. Para
hacer algo con esa inquietud de saber, es necesario asumir que el saber está en
falta, si no fuera así, no habría deseo de saber”. [1]
En esta cita destaco la búsqueda de lo nuevo,
de un encuentro que es contingente y la importancia de tomar en cuenta las
referencias y los textos para avanzar en la búsqueda de este saber que está en
falta. Tomar en cuenta las referencia y los textos, es tener fundamentos y
dejarse guiar por Freud, Lacan, Miller, Sinatra, pero también dejarse guiar por
los nuevos escritos de Nieves Soria, José María Álvarez y de cada miembro y asociado
de Apel (ahora Sección de la Nel) que desde Santa Cruz-Bolivia aporta al
Psicoanálisis Lacaniano.
Dentro de estos aportes quisiera destacar lo
planteado por Raúl Arancibia y Teresita Díaz en nuestro primer tema;
“Fundamentos de las entrevistas clínicas”. Raúl
Arancibia destacó la propuesta de Miller en su
texto “Introducción a un discurso del método psicoanalítico” en el que indica
que “el que viene a vernos como analistas no es un sujeto; es alguien a quien le gustaría ser un paciente”. [2] Entonces me pregunto y ¿cuándo el que viene a
vernos en el consultorio no es alguien a quien le gustaría ser un paciente? Es
decir, se hace presente a la cita porque un otro determinó o indicó que fuera.
En esto planteo, sabiendo que cada caso es único ¿Cómo llegar a una demanda del
paciente, cuando lo que lo que movió al paciente a estar en el ambiente de
análisis es una demanda institucional?
Tal vez para esta pregunta no haya una sola
respuesta porque además de dejarnos orientar por la teoría, también tengamos
que dejarnos orientar por la sorpresa de la subjetividad como lo hizo Sinatra
en el caso “Solo una”. [3] Algunos sujetos
derivados por la institución, llegan al consultorio con la intención de “solo
una”, es decir de solo presentarse ese día o solo cumplir con el tiempo de
“terapia” establecido por un juez porque es obligado a hacerlo. ¿Cómo
intervenir en estos casos? ¿Cómo separar la demanda de la institución de una
demanda propia del entrevistado? ¿Cómo aprovechar este “tiempo” de un día, una
semana o unos meses indicados por la institución de modo que se pueda salir del
terreno de lo obligatorio para llegar a algo de la subjetividad?
Teresita nos planteó el caso de un niño
institucionalizado que se presentó al consultorio porque “le dijeron que fuera”.
En el transcurso de la sesión “el niño le pregunta “¿Ya me puedo ir?” y se va. Cuando
escuchaba a Teresita me preguntaba si el niño volvería, esto no es seguro para
el analista. En este caso el niño volvió como efecto de la intervención
realizada por la analista quien dijo enfáticamente “este es un espacio para ti”.[4] Esta afirmación resonó en mí porque en un
ambiente institucional, ubicar que este espació es para el entrevistado, es
ubicar que el entrevistado es bienvenido que cuenta con un espacio, con un
tiempo solo para él donde se acoge y respeta su subjetividad.
Quizás algunos encuentros en la institución
no lleguen a un análisis propiamente dicho y no se presenten los aspectos
propios de entrevistas preliminares como la rectificación subjetiva y la
introducción al inconsciente. No obstante, si nos direccionamos al
psicoanálisis aplicado podemos encontrar algo de lo analítico en los trabajos
en estos espacios institucionales y como decimos en el encuentro “aunque sea
solo una sesión se puede dar algo que toque la subjetividad, algo que sea
inolvidable, algo que favorezca que el entrevistado pueda regresar al
consultorio en este proceso o en otro pero ya no solo por la demanda de la
institución, sino porque ya se encuentra algo de esta primera avaluación hecha
por el paciente, que llega al analista en la posición de hacer una demanda
basada en una autoevaluación de sus síntomas y pide un aval del analista sobre esa
autoevaluación. Como plantea Miller;
“En la práctica lacaniana todo paciente,
todo aquel que quiere ser un paciente, es considerado como un candidato, y el
analista tiene que responder con un espíritu de responsabilidad muy profundo, y
es por eso que, a partir de la bienvenida, entra en juego el acto analítico”.
[5]
Notas
[1] Conferencia dada en el marco de la presentación del Espacio de Investigación Clínica, ESIC, de APEL Santa
Cruz, el 16 de febrero de 2022.
[2] Miller, J. –A. (1997) “Introducción al método psicoanalítico”, Buenos
Aires, Paidós, p. 16.
[3]
Sinatra, E. S. (2004) “Las entrevistas preliminares y la entrada
en análisis”, Buenos Aires, IC, p. 11.
[4] Tema “Fundamentos de las entrevistas
clínicas”. Primer módulo del Espacio de Investigación
Clínica, ESIC, de NEL Santa Cruz, el 16 de marzo de 2022.
[5] Miller, J. –A. (1997) “Introducción al método psicoanalítico”,
Buenos Aires, Paidós, p.18.
El
rasgo propio de la práctica psicoanalítica
Dayana Delgado Villegas
“…el rasgo propio de nuestra práctica es no
tener patrones. Entonces, debemos indicar que, si en la práctica no tenemos
patrones, tenemos principios. Y es necesario tratar de formalizar esos
principios”[1].
Jacques Alain Miller en Introducción
al Método Psicoanalítico
En
esta cita encuentro el motivo del título de mi texto, ya que en psicoanálisis
no se trata de seguir etiquetas ni envolvernos en el enjambre de
estandarización, sino por el contrario, se trata de dar lugar a la
subjetivación del que viene con intención de analizarse.
Por
lo que habrán leído en la bibliografía sugerida para este encuentro, el
diagnóstico diferencial es polémico, dada la estrecha relación con la
psiquiatría desde sus inicios. Esta palabra que etimológicamente viene del
griego diagnōstikós y significa “a través del conocimiento”[2] en el sentido de ser capaz
de discernir, de reconocer; no fue en sus inicios un término médico. Es recién
en el renacimiento que cobra su especificidad médica en cuanto a entender la
causa de las enfermedades.
El
diagnóstico es un tiempo de discernir, cernir la singularidad del paciente,
necesario para la intervención del analista. No existe un estándar en la
práctica analítica, tomará el tiempo que requiera el poder llegar a un
diagnóstico acerca de la estructura de quien consulta, para tratar de concluir
algo de lo subjetivo, ya sea que corresponda a una Neurosis, Psicosis o una
Perversión.
Una
persona que consulta, no es un paciente todavía, hay un candidato a paciente,
una demanda de ser admitido como tal. Hay entonces, en una primera instancia, una
avaluación de su síntoma, o de sus síntomas; viene es a buscar un aval. A
partir de este momento, podrá ser admitido como paciente o no. En la avaluación subjetiva se trata de poder
localizar el lugar desde el que habla el sujeto.
En
el texto de referencia, Miller reflexiona sobre los principios metódicos del
análisis y ubica tres niveles: Avaluación clínica, Localización subjetiva e
Introducción al inconsciente. Entre la primera y la segunda sitúa “la
subjetivación” y entre la segunda y la tercera a “la rectificación subjetiva”.
El diagnóstico es un proceso en el que se podrá ubicar las posibilidades que
tiene cada sujeto de lograr estos movimientos subjetivos. Es una transversal en
el dispositivo.
En
ocasiones será difícil poder determinar la estructura del sujeto, más aún en
estos tiempos en que en la práctica se hace difícil poder dar un diagnóstico de
la estructura del paciente. Tiempos en que la biociencia y la tecnología dan
una respuesta inmediata hacia el malestar y la idea ficticia de control sobre
el síntoma. Ubieto y Pérez refieren que hoy en día “la gente se sitúa en una posición adánica y espera que la ciencia y la
tecnología funcionen como proveedores de solución a los problemas de la vida
cotidiana”[3]
Cuando
sospechamos de un paciente psicótico tratamos de ubicar los fenómenos
elementales, fenómenos que pueden existir antes del delirio y antes del
desencadenamiento. Fenómenos de automatismo, la irrupción de voces, del
discurso de otros, fenómenos que se presentan en la más íntima esfera psíquica
y que pueden haber tenido lugar en la infancia o en la adolescencia. Fenómenos
que conciernen al cuerpo, de extrañeza, despedazamiento, descomposición, de
distorsión de la percepción del tiempo o de dislocamiento espacial. Fenómenos
que conciernen al sentido y a la verdad, que no son abstracciones; cosas de la
experiencia analítica, es decir son del orden de la certeza absoluta, respecto
a la identidad, a la hostilidad de un extraño.
Son rarezas
en las que el sujeto tiene la certeza de que el mundo y todas sus dinámicas van
dirigidos directamente hacia él. Miller menciona que hay una encrucijada entre
la elección de la histeria y la psicosis “en
el caso de fenómenos corporales, por ejemplo, por la distancia tomada con
relación al cuerpo, o el sentimiento del cuerpo como otro, es difícil
distinguir entre psicosis e histeria”[4]
A través
del análisis de casos, podemos orientarnos sobre la práctica, esto nos ayuda a
ir verificando como dentro de la consulta y en cada caso hay un síntoma
singular que será abordado con sutileza en relación a la apuesta del analista.
En
el libro de Viviana Berger “fundamentos
de las entrevistas clínicas de orientación lacaniana” Guy Briole menciona
que la “…orientación no implica una
conducta que haya que seguir, ni una consigna, debe ser pensada, elaborada por
cada uno a partir de lo que para el haya resonado del paciente.”[5] Cada uno irá aprendiendo
desde la misma práctica y de acuerdo a la intervención que haga. No es una
clínica como evoca Miller “de la última
palabra” sino viva, progresiva, propia de cada sujeto.[6]A partir de aquí cada
analista practicante intentará hacer una apuesta en su clínica siguiendo su
singularidad e inventará una forma de hacer en su práctica.
[1] Miller, J.-A., “Introducción al método psicoanalítico”,
Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 14.
[2] http://etimologias.dechile.net/?diagnosis
[3]
Ubieto J,R. y Perez Alvarez, M. “Niñ@s Hiper: Infancias hiperactivas, hipersexualizadas, hiperconectadas”,
España. Ned Ediciones, 2018, p. 33.
[4] Miller,
J.-A., “Introducción al método psicoanalítico”, Paidós, Buenos Aires, 1997, p.
25.
[5]
Berger, V. “fundamentos de las entrevistas clínicas de orientación lacaniana”,
Mexico, Akasha, p. 14.
[6] Cf. La conversation clinique, UFORCA,
Paris, Le Champ freudicen èditeur, junio 2020.
La
división subjetiva, una condición para la entrada en análisis
Judith
Serrano Serrano
Natalia llega muy angustiada a su
primera entrevista y refiere: - “Soy consciente de que ese hombre no me
conviene, quiero dejarlo pero no puedo, ¡dígame cómo hago!”
Para Lacan en el sujeto existe un saber no sabido:
«El inconsciente es testimonio de un
saber en tanto que en gran parte escapa al ser que habla. Este ser permite dar
cuenta de hasta dónde llegan los efectos de lalengua por el hecho de que
presenta toda suerte de afectos que permanecen enigmáticos. Estos afectos son
el resultado de la presencia de lalengua en tanto que articula cosas de saber
que van mucho más allá de lo que el ser que habla soporta de saber enunciado.» 1
J. Lacan, Seminario 20. Aún.
Frente al encuentro con un real el
sujeto se defiende, pero cuando sus armas no son suficientemente efectivas, se
produce un malestar y ante eso insoportable el sujeto busca alivio, en algunos
casos se inclinan por la psicoterapia y sus diversas prácticas, como fue el
caso de Natalia.
Buscan
en la psicología una respuesta a su malestar, hacen una cita y a veces, se
encuentran con un analista. Antes de
conocerlo ya le suponen un saber, podríamos decir incluso, que la transferencia
antecede a la llamada. Es a partir del amor de transferencia que se va
construyendo un lazo durante los primeros encuentros para progresivamente, dar
lugar al propio inconsciente. De ahí la
importancia de este tiempo previo, definido por
Lacan como: “Entrevistas preliminares”.
Un tiempo
en el que se pone en marcha la trasferencia como dispositivo analítico y se pone
a trabajar al sujeto para que pueda producir un saber que no está adquirido aún.
El que se irá construyendo en la medida que el sujeto consienta a querer saber y ceder algo de goce.
Este trabajo previo es fundamental ya que
permite generar las condiciones indispensables que precipitan el atravesamiento
del umbral y dar inicio al análisis como tal. Las entrevistas preliminares se
constituyen en un tiempo lógico para el sujeto de la demanda, ya que pasa del “instante
de ver”, como resultado de su encuentro con lo real, a un segundo momento que
es el “tiempo de comprender”, para luego y en el mejor de los casos llegar al “momento
de concluir”.
En el caso de Natalia, se puede
observar como intenta pasar del instante de ver al momento de concluir, sin
darse el tiempo de comprender lo que a ella le pasa y su relación con ese goce tan
propio pero que al mismo tiempo es vivido como extraño. La intervención de un
analista posibilitará el transcurrir de los momentos lógicos ya que, “(…) lo
esencial en la experiencia para abrir el espacio analítico es el sujeto (…) el
sujeto no pertenece al registro de los datos (…). A nivel de la objetividad el
sujeto no existe, y es responsabilidad del analista producir, crear, otro nivel
propio al sujeto. Es el efecto de una decisión del analista, cuestión ética del
psicoanálisis”. 2
Un analista no da nada por sentado, al
contrario, intenta invertir la demanda solicitando y al sujeto que hable y así,
a través de la enunciación, localizar la posición del sujeto posibilitando un
cambio de posición, un movimiento. Para esto es necesario que el analista se
ubique en el lugar del S2, pero a manera de semblante, dando lugar al SsS
(Sujeto supuesto Saber).
Como resultado del acto analítico el
sujeto es empujado al trabajo, maniobra destinada a romper el lazo entre S1 y
S2, de manera tal que al diferenciar al enunciado de la enunciación se produzca
la División Subjetiva. Esta hace referencia a la posición
del sujeto frente a su decir, logrando implicarse en lo que le sucede y se
responsabilizándose de su malestar.
Una vez atravesado el umbral los
efectos son evidentes, como bien lo describe Miller: “Un análisis que comienza
se desarrolla en un atmósfera de revelación. No empieza entonces necesariamente
cuando se emprende un proceso de encuentros regulares sino a partir del momento
en que el sujeto hace el esfuerzo de trasladar el acontecimiento del
pensamiento a la palabra. Así, el análisis se desarrolla, regularmente si me
permiten, como un fuego artificial de revelaciones.” 3
Natalia después de varias entrevistas,
logra preguntarse: - ¿Por qué aguanté tanto? La implicación subjetiva cobró lugar.
Bibliografía
1 Lacan, J. (2006). Seminario 20 Aún.
Buenos Aires: Eolia- Paidós
2 Miller, J.-A. (1998). Introducción
al método psicoanalítico. Buenos Aires: Eolia-Paidós,
Nueva Biblioteca Psicoanalítica. Pag. 66.
3 Miller Jacques-Alain. (2011) Sutilezas
analíticas. Paidós. Buenos Aires. Pag. 111
Acerca de las demandas en las
entrevistas preliminares
Teresita Díaz
Freud
en 1931 publica “La iniciación del tratamiento”1, un texto dirigido
a los analistas en un esfuerzo de reunir ciertas reglas y consejos sobre la
práctica del tratamiento psicoanalítico, en él nombra a las entrevistas
preliminares como ensayo. Es el nombre que Freud da a un tiempo de
preámbulo en el tratamiento.
Del
latín prae: antes y el adjetivo Liminaris: relativo al umbral,
inicial; entrevistas preliminares será como las nombra Lacan en la clase
del 2 de diciembre 1971, en “El saber del psicoanalista” que podemos ubicar en
la siguiente frase:
“Todos saben, muchos ignoran, la
insistencia que pongo ante quienes me piden consejo sobe las entrevistas
preliminares en el análisis. Eso tiene una función, para el analista por
supuesto esencial” 2.
Este
interés va hasta su última enseñanza cobrando relieve en relación al pase, o
momento de concluir: así como “No hay
entrada en análisis sin entrevistas preliminares” tampoco finales, “el cómo
terminan” depende del “cómo comienzan”.
Jacques
Alain Miller, en su texto “Cómo inician los análisis”3 -donde
despliega la caracterización de algunos comienzos- se refiere a que estos
inicios son tan singulares como cada caso. Los hay alegres, otros envueltos en
llantos, otros agenciados por la urgencia, los que adormecen, los que llegan
con desconfianza y hasta llegan a preguntar si será usted a quien debo
consultar. En dicho capítulo menciona los cuatro casos celebres de Freud, como el
paciente que presenta pánico a modo del hombre de los lobos, con reticencia como
lo hace Dora. Hay quienes comienzan traídos por un familiar o amigo, como el
caso de la joven homosexual, o como con Juanito que quien consulta es su padre y
solo Freud tuvo una entrevista con el pequeño. Los inicios son
indefectiblemente, tan inéditos como únicos.
Los
inicios están precedidos por significantes, identificaciones, posiciones
fantasmáticas que seguirán elaborándose a lo largo de un análisis y que irán
cayendo, como las fichas del ajedrez hasta el momento de concluir, donde solo
quedarán dos o tres para decir de que goza el sujeto.
Miller
propone en el texto mencionado, una reducción teórica a tres, respecto de la
variedad empírica bajo la cual se presentan los comienzos analíticos. Se juegan
allí desde el inicio: la transferencia, la demanda y la interpretación.
De
estos tres primeros voy a tomar la demanda para dejar la transferencia versus
interpretación para otros grupos de investigación del EISIC. Esto no quiere
decir que haya un orden preestablecido, los tres conceptos se juegan desde el
inicio.
¿La
demanda es al inicio una demanda de análisis? ¿Cómo se pone en forma una
demanda? ¿Qué articulación entre la demanda y el síntoma? Estas son las
preguntas que orientaron este derrotero.
Cuando
un sujeto consulta o hace un pedido se dirige a alguien desde un registro
imaginario, busca que el analista le diga algo para restablecer el equilibrio en
su vida, le dé una fórmula para desembarazarse de aquello que no puede dejar de
hacer, por síntomas en el cuerpo o simplemente porque lo envió el médico o un
familiar.
Se trata
entonces de trasformar ese pedido, en una demanda. La demanda de análisis se construye,
es un efecto de construcción, donde hay un analista con un deseo de analizar.
El silencio es en este punto el operador fundamental para que surja la
posibilidad que, desde la dimensión imaginaria de lo dicho que obtura, haga
surgir la pregunta por la causa de su queja implicándolo en la misma. Solo así,
será posible una experiencia de análisis en la que un analista propicie la
emergencia del sujeto del inconsciente y, por tanto, un saber inconsciente.
La
construcción de la demanda posibilita la apertura del inconsciente y la puesta
en forma del síntoma. Desde esta perspectiva el síntoma es posible de descifrar,
de leerse, de transportar un sentido en el que debe aparecer la pregunta por la
causa. Si el síntoma transporta un sentido oculto es porque allí operó la
represión. Se trata del síntoma desde el punto de vista de la clínica del
deseo, del sujeto escindido, del sujeto de la falta. Esto nos ubica en la
clínica de la neurosis: histeria u obsesión.
Es la clínica del nombre del padre, lo cual ya es un indicador diagnóstico que
orientará la dirección de la cura.
En
el caso de la psicosis, no hay síntomas, lo que hay son fenómenos elementales
por la forclusión del nombre del padre y el tratamiento se orientará hacia la
suplencia de dicha falla, que permita regular el goce que la metáfora paterna
no veló, por ende, lo no velado vuelve en lo real.
Podemos
preguntarnos acerca de la época actual, si es tan frecuente que las demandas se
comporten dirigiéndose al Otro, dado que este Otro contemporáneo, muestra la
debilidad estructural y una generalización de la metáfora paterna. ¿Los nuevos síntomas siguen el régimen
significante de la equivalencia síntoma igual a metáfora?
Para
ir concluyendo, las entrevistas prelimares constituyen un tiempo de
construcción de la demanda, que del lado del paciente que viene con un pedido
primero tiene una doble transformación: la localización del sujeto con un saber
inconsciente y el de la rectificación subjetiva o sea su responsabilidad
esencial en lo que le ocurre, vía transferencial para que la queja que porta el
síntoma de un giro por la pregunta que lo causa.
En
relación al analista, la demanda podrá ser tal si la regla fundamental de la
abstinencia y la renuncia al poder de sugestión que su lugar le podrían
adjudicar, quedan a un lado y prima el deseo de analizar, porque de lo
contrario sería una terapia sugestiva que desviaría la dimensión ética del psicoanálisis,
la de hacer existir al sujeto del inconsciente.
Las
demandas como los síntomas no quedan por fuera de la época, ¿si antes las
demandas eran de tratamientos, en la época actual se trata de tratamiento de
las demandas para hacer existir el inconsciente?
1 Freud,
S. “Sobre la iniciación del tratamiento (1913)”. Obras completas. Volumen XII.
Buenos aires: Amorrortu Editores, 2007.
2 Lacan,
Jaques. “Sobre el saber del psicoanalista”, “Seminario 19 …O Peor”. Clase del 2
de diciembre de 1971.Buenos Aires, Editorial Paidós.
3 Miller,
J. –A. “Comienzos de análisis”. Donc La lógica de la cura. Pag283-300. Buenos
Aires. Editorial Paidós, 2011
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Investigación
y enseñanza en psicoanálisis [1]
María Hortensia Cárdenas
La investigación
¿A qué se llama investigar en
psicoanálisis? No es tan sencillo responder a la pregunta porque no hay nada
definido al respecto. Pero sí tenemos demostraciones sobre qué es investigar en
psicoanálisis con los Seminarios de Lacan o con los seminarios de Jacques-Alain
Miller. Son modalidades particulares de investigación y de enseñanza. Partimos
de una pregunta que trata de ubicar un problema a investigar. Investigación implica una búsqueda a la espera
de lo nuevo, de un encuentro, de un hallazgo. Es decir, que no implique
meramente, la repetición de lo ya sabido. Y en esto no tenemos seguridad del
encuentro, ya que es contingente.[2] Partimos
de lo no-sabido y tomamos en cuenta las referencias y los textos para avanzar
en la búsqueda de un tema. Pero lo más importante en la investigación es
dejarse llevar, estar animado por un deseo de saber.[3]
Para hacer algo con esa inquietud de saber, es necesario asumir que el saber
está en falta, si no fuera así, no habría deseo de saber.
¿Cómo proceder? Miller propone la
precisión del detalle como brújula en la investigación.[4] El
psicoanálisis demuestra que en el discurso el sentido siempre se escabulle,
“como de un tonel”, dice Lacan, y que por lo mismo sus efectos son imposibles
de calcular.[5]
Saben a lo que se refiere con esa fuga del tonel, el líquido que se sale por
las ranuras, imposible de detener. Es así como enseña Lacan que los efectos de
discurso sean imposibles de calcular: no hay cómo tapar los agujeros del tonel,
forma parte del malentendido de la lengua. Podemos deslizarnos por cadenas de sentido,
pero siempre nos toparemos con un agujero, el límite de lo real, ahí donde no
hay más saber.
La precisión del detalle, como brújula
en la investigación, apuesta por la particularidad, la especificidad, que
conduzca a “seguir un movimiento de aproximación cada vez más fino” y no
perderse ni enredarse en búsquedas infinitas. “Más vale algo pequeño, pero
nuevo”, nos enseña Miller. Si duda, la novedad de un hallazgo puede producir
cierta satisfacción en lo que uno investiga y produce, así sea porque se
encuentra una respuesta a la falta de saber.
Pero para que se produzca el encuentro
con algo nuevo, es necesario que haya un bagaje acumulado, es decir, textos de
referencia que den el marco conceptual. Se toman en cuenta algunos sesgos,
algunos detalles, algunas elaboraciones realizadas por otros. Solo con un saber
acumulado previo se puede producir la posibilidad de encontrar presentado lo
nuevo.
Campo de investigación
Podemos preguntarnos cuál es el campo de
investigación del psicoanálisis. En primer lugar, en torno al saldo de saber en
un análisis sobre el funcionamiento del propio inconsciente. En segundo lugar, se
podría responder que es el campo de la práctica analítica y del estudio de
casos lo que nos interesa. Freud nos ha dejado sus enseñanzas sobre los casos
que investigó. El psicoanálisis empezó así: del saber obtenido de la escucha de
sus pacientes, Freud fue construyendo todo el marco conceptual del
psicoanálisis. Sus casos paradigmáticos son una demostración de los esfuerzos
que hizo por corregir sus errores. Freud tomó en cuenta sus fracasos para
enfocar las curas de manera diferente. El caso Dora tuvo repercusiones en
Freud, es lo que se puede apreciar después en el análisis del caso de la joven
homosexual.
Por su lado, Lacan aborda el caso Dora
en muchos momentos a lo largo de su enseñanza tomando en cuenta los avances de sus
elaboraciones. El caso Juanito es trabajado en el Semanario La relación de
objeto, en 1957, y lo vuelve a trabajar 1975 en la “Conferencia en Ginebra
sobre el síntoma” desde una nueva perspectiva. Tomo como ejemplos a Freud y a
Lacan, pero en cada caso la práctica analítica puede cambiar.
Se puede investigar sobre la práctica, y
este es un punto importante porque la práctica cambia, no hay nada fijo ni
concluido y por diversas razones. Y cambia no solo por efectos de formación en
cada uno, también se puede plantear que con la transmisión y enseñanza de
Jacques-Alain Miller, sobre la ultimísima enseñanza de Lacan, ha ocurrido un
giro importante en la práctica de la comunidad analítica en las Escuelas. Por
supuesto, no es sin la primera enseñanza de Lacan que nos ponemos a investigar
sobre la muy última enseñanza. De aquí se deduce que otra dimensión de la
investigación en psicoanálisis es el estudio de algunos puntos cruciales de la
teoría. Por ejemplo, el programa de investigación que se abrió en la comunidad
analítica sobre la psicosis ordinaria planteada como una “invención” de Miller.
La clínica de las psicosis deja de ser abordada solo desde el significante al
incluir al objeto a.
Obtener un saber nuevo con la investigación
tiene efectos de enseñanza para el o los investigadores. Sin embargo, no hay
investigación sin transmisión, de lo contrario sería un saber muerto al no
cobrar vida con el interés y la conversación que pueda surgir del hallazgo. El
punto de fuga, tan propio del psicoanálisis mismo, nos lleva siempre a dar una
vuelta más en torno a algo que no está resuelto, incluso refutando el saber
anterior, tal como fue la experiencia de Lacan en sus más de 30 años de
investigación y enseñanza.
La enseñanza
“El banquete de los analistas” nos
invita a servirnos de la enseñanza de Lacan. En este seminario Jacques-Alain
Miller nos precisa que, cuando Lacan fundó su Escuela, creó su propio banquete,
en donde se come su enseñanza.
A partir de aquí quisiera mencionar
algunos puntos que me parecen cruciales a toda consideración sobre lo imposible
de la investigación y lo imposible de la enseñanza en psicoanálisis. ¿Por qué?
1.- “En una Escuela todo es de orden
analítico” –nos dice Miller en “Teoría de Turín acerca del sujeto de la
Escuela”.[6]
Añade que esto es un axioma, es decir, un principio tan claro y evidente que no
necesita demostración. El concepto de Escuela responde a la estructura misma de
la experiencia analítica.
2.- La enseñanza participa de este
orden. En la Escuela la transmisión de la doctrina psicoanalítica no es ajena
de un efecto-sujeto como consecuencia de la transferencia.
3.- Hay la causa psicoanalítica. La
Escuela aloja esta causa y esto es lo que pone a trabajar. La enseñanza forma
parte de la experiencia de la Escuela y lleva en sí las marcas de esta causa.
4.- La enseñanza sólo es posible de un
sujeto a otro, de uno a uno, en lo que se transmite. Lacan nos enseña que el
discurso analítico es del uno por uno y no del para-todos. Lo particular de la
experiencia anula lo universal.
5.- “La enseñanza del psicoanálisis solo
puede transmitirse de un sujeto a otro por las vías de una transferencia de
trabajo”.[7] Transmitir, –entendido como trasladar,
transferir– implica en sí a la transferencia.
Recordemos aquí lo que Lacan menciona sobre la transferencia de trabajo:
que otro tome el relevo de su propio trabajo mediante la transferencia de
trabajo. Es por recurrencia, es decir, de uno a otro, regresa al lugar de donde
salió. Lo que se transmite es un llamado a una transferencia de trabajo que
produce enseñanza.
6.- Pero, ¿cómo
enseñar lo que el psicoanálisis enseña? En este punto tenemos que resaltar
lo que la experiencia analítica enseña, incide sobre el sujeto de la
experiencia. Una enseñanza abierta para todos toma un camino distinto. Aquí nos
podemos preguntar ¿cómo hacer para que alguien, uno, se sienta concernido con
lo que el psicoanálisis enseña si no ha tenido la experiencia? Es ahí, ante los
que no conocen la experiencia, que la transmisión tiene una oportunidad. ¿Se puede transmitir el amor al saber? Recordemos que
el reclutamiento para el psicoanálisis parte de la ignorancia y por eso hay
enseñanza.
7.- Transferencia y saber van de
la mano tanto desde la perspectiva del trabajo de transferencia como de la
transferencia de trabajo. Toparse con el saber ignorado del inconsciente
produce una respuesta de amor de transferencia. Si la transferencia y el saber
están articulados desde un inicio, la enseñanza también se da desde un inicio.
Es paulatina, pero responde a momentos lógicos que abrochan un saber con otro
porque tienen efectos de verdad. La verdad no se enseña.
8.- Diferenciamos enseñanza de
aprendizaje. No es posible transmitir todo. Hay algo que siempre escapa al
sentido. Además, hay algo que parece
escondido, que puede transmitirse como agalmático. El saber escondido tiene
efecto de amor. “... En el psicoanálisis hay (…) algo inestimable”,[8] dice
Miller.
9.- El efecto producido en el que
es enseñado debe inducir al trabajo. La transferencia de trabajo está
íntimamente articulada a la enseñanza, no es posible una sin la otra. El saber
en posición de verdad tiene efectos de transferencia.
10.- En su
seminario, El banquete de los analistas, Miller destaca que lo que Lacan
quería transmitir era sobre todo un estilo, es decir, transferir trabajo, un
estilo de trabajo.[9] No se trata de transmitir conceptos,
contenidos o fórmulas. Se trata en la transferencia de trabajo de transferir un
estilo de trabajo. Si en la Escuela hay analistas marcados por un deseo,
causados por el psicoanálisis, esto se puede transmitir con un estilo, efecto
de las consecuencias que se extraen de la experiencia analítica.
12.- No existe un acuerdo entre
la enseñanza de saberes epistémicos y la formación. Tomo en cuenta la bella
frase que Séneca le dice a Lucilius respecto a los saberes que se pueden
aprender: “Todos esos saberes, no debemos aprenderlos, sino haberlos aprendido.
Es una condición previa”.[10] Esta
condición previa para la formación nos sitúa otra vez en tiempos lógicos, no
hay primera vez para el aprendizaje y se basa en “saber ignorar lo que se
sabe”.
Efecto de formación
La investigación en psicoanálisis, si
está anudado al propio análisis y control, puede producir transformaciones con
efectos de formación. Como dice Lacan, un poco sorprendido, esta transformación
del practicante puede ocurrir de la noche a la mañana, cuando uno menos lo
piensa, de una práctica que se hace más simple y más eficaz antes incluso de
hacerse más transparente.[11] Con
este efecto de transformación subjetiva, que el practicante puede constatar ‒que
es contingente, que se presenta como un chispazo‒, se puede plantear que no hay
una formación lineal, en la que se empieza de cero hasta llegar a una meta. Más
bien, la formación del analista está hecho de discontinuidades, que marcan un
antes y un después en la práctica. No es acumulativa ni continua, son
encuentros que producen efectos de división subjetiva. Está hecha de rupturas
como consecuencia de un encuentro que revela una falla en el saber, de algo que
no puede ser aprehendido con los recursos imaginarios y simbólicos, son momentos
de ruptura que dejan marca.
¿De qué saber se trata? “Lacan quiso al
mismo tiempo analistas que no fuesen “mediocres” sino expertos y sabios. Sin
duda quiso también que sepan poner en paréntesis competencia y conocimientos
para acoger lo inaudito del caso, pero eso supone que tengan esa competencia y
esos conocimientos”.[12]
Es así como Miller enseña acerca de saber ignorar lo que se sabe. Se
hace a un lado de saber que se tiene para dar lugar a una lectura y escucha
nueva para que pueda surgir algo del no-saber.
Lacan estaba interesado en saber si lo
que enseña sirve para algo. Es lo que habría para cada uno que se
deja enseñar: si lo que Lacan enseña, sirve para algo. En última instancia,
en el psicoanálisis, desde su condición de práctica, todo lo que hacemos en la
enseñanza, en los carteles, en las investigaciones, lecturas, estudios, etc. es
para atender mejor a los pacientes. (JAM)
Hay un real
En la “Proposición
del 9 de octubre de 1967 sobre el analista de la Escuela”,[13]
Lacan plantea que el analista no existe. No existe la clase del analista, no
hay una definición del analista que pudiese generalizarse para todos. El
analista no existe y hablamos de formación del analista, que es la manera con
la cual bordear lo real en juego en la formación. En torno a este agujero gira
la investigación en la Escuela. La Proposición de Lacan es que el analista no
existe, pero hay analista que se puede verificar por medio del dispositivo del
pase. Con el pase Lacan definió el psicoanalista como el resultado de su
análisis. El pase es el dispositivo privilegiado de investigación de un saber
agujereado, que busca encontrar y verificar lo que hay de analista al final de
un análisis.
Si el analista no existe, por lo tanto,
hay un real. La Escuela es para investigar qué es un analista. La Escuela está
asentada sobre la falla de que no se sabe qué es un analista. Y es esta falla
misma la que orienta. Es la brújula que nos permite hacer un recorrido en una
formación agujereada, asistemática, fuera de la norma, pero con la falla como
norte. Pero, por supuesto, no es una formación a la deriva. Lacan incluye a la
Escuela como el quinto concepto fundamental del psicoanálisis, un cuarto nudo
para los tres registros, donde cada uno puede anclar una formación que puede mostrarse
inconsistente. En este punto quiero resaltar que se trata de una inmersión
en la Escuela que, como dice Miller, es “la inmersión del sujeto en un medio
que agita la falta de saber de aquello que más le importa”.[14]
La Escuela es el lugar de la formación del analista que va más allá de los
conocimientos y las competencias. Nos topamos con una falla en el saber sobre
lo que es un analista. Por eso la Escuela es el lugar donde se busca, se
inventa, no se cierra el saber, más bien, se parte del hecho de saber
ignorar que se sabe.
La idea de inmersión en aguas agitadas
pone en evidencia que no hay lugar para la comodidad en la Escuela; cada uno se
lanza al agua y nada como puede en la soledad del acto y encuentra un modo de
responder a esa falla en el saber.
Por otro lado, a falta de un predicado
universal del analista, la Escuela participa de la lógica del no-todo y va a
contrapelo de la identificación. Miller precisa que la estructura del grupo
analítico es ser “el grupo de los sin grupo”[15]
y, sin embargo, existe el colectivo que se abre camino cada vez que nos
reunimos para el trabajo. Entiendo el colectivo desde el uno por uno, como las
notas musicales en una partitura que hacen un conjunto de partes singulares.
Cada uno en relación con la causa, lo que a cada uno lo causa, que lo coloca en
la soledad de la misma, pero que tiene a la Escuela para alojar aquello que más
le importa.
Entonces, cada uno entra a la Escuela y
se las arregla como puede. Por la vía de la transferencia se elige al analista,
cada uno controla con quien quiere, la Escuela brinda espacios de trabajo con
seminarios, conferencias, conversaciones, también espacios de investigación,
con los carteles de manera privilegiada. Eso forma parte de la inmersión en la
Escuela que no gira en torno al saber por el conocimiento sino en tratar de
encontrar respuestas a las preguntas cuyas respuestas no están definidas. A eso
me refiero con una transformación subjetiva en la que no hay nada asegurado por
mucho que cada uno lleve cursos, participe de espacios de lectura e
investigación. Y no hay reglas sobre cómo proceder. No hay transformación
asegurada, no hay un método o procedimiento para llegar a una solución
homogénea.
Como las flores japonesas
¿Cómo entender lo que Lacan dice en El
triunfo de la religión, que sus Escritos no son para comprender sino
para que se los lea? Y que, aunque no se los comprenda, eso provoca algo,
provoca querer saber lo que no se comprende. Luego agrega: “No lo hice a
propósito para que no los comprendan, fue una consecuencia de las cosas. Yo
hablaba, daba clases muy coherentes y muy comprensibles, pero como solo las
transformaba en escritos una vez por año, el resultado era un escrito que, en
relación con el caudal de lo que había dicho, constituía un concentrado
completamente increíble, que es preciso poner en el agua como las flores
japonesas para verlo desplegarse. Esta comparación tiene su valor”.[16]
Bien, es preciso poner en agua las flores para verlas crecer. La investigación
y la enseñanza dan vida a esas flores.
[1] Conferencia dada en
el marco de la presentación del Espacio de Investigación Clínica, ESIC, de APEL
Santa Cruz, el 16 de febrero de 2022.
[2] Cf. Miller, J.-A.,
“El ruiseñor de Lacan”, Del Edipo a la sexuación, Paidós, Buenos Aires,
2001, p. 245.
[3] Cf. Gorostiza, L.,
“¿Investigación en Psicoanálisis?”, 2002,
https://www.psicomundo.com/foros/investigacion/gorostiza.htm
[4] Miller, J.-A., “La
clase inaugural”, Revista Descartes Nº 11/12, Anáfora, Buenos Aires,
julio 1993.
[5] Lacan, J.,
“Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos”,
Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 579.
[6] Miller, J.-A.,
“Teoría de Turín acerca del sujeto de la Escuela”,
https://www.wapol.org/es/Template.asp
[7] Lacan, J., “Acto de
fundación”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 254.
[8] Miller, J.-A., El
banquete de los analistas, Paidós, Buenos Aires, 2000, p. 16.
[9] Ibíd., p. 173.
[10] Miller, J.-A., “Para
introducir el efecto-de-formación”, https://elp.org.es/para-introducir-el-efecto-de/
[11] Lacan, J.,
“La cosa freudiana o el sentido del retorno a Freud en psicoanálisis”, Escritos
1, Siglo XXI Editores, México, 2003, p. 387.
[12] Miller,
J.-A., “Respuesta
al Che vuoi? sobre la formación del analista”, El Caldero de la
Escuela Nº 87, EOL, noviembre 2001.
[13] Lacan, J.,
“Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el analista de la Escuela”, Otros
escritos, op. cit.
[14] Miller, J.-A., “Respuesta al Che vuoi? sobre la formación del
analista”, op. cit.
[15] Ibíd.
[16] Lacan, J., El
triunfo de la religión, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 85.
PRESENTACIÓN
ESIC
ARGUMENTO
Fabiana Chirino O.
El Espacio de
Investigación Clínica ESIC, es un
espacio bisagra, que aloja a estudiantes, egresados y profesionales de las
distintas disciplinas de las ciencias sociales, interesados en el psicoanálisis
de orientación lacaniana. Es un espacio de trabajo de APEL Santa Cruz sobre
aspectos de la clínica psicoanalítica, en términos de investigación, externo al
ámbito universitario.
En la universidad
el psicoanálisis tiene su lugar, como disciplina que aborda la subjetividad, los
padecimientos subjetivos y propone una intervención desde una práctica y ética.
Así mismo los psicoanalistas en Santa cruz, tienen lugar en las universidades desde
donde transmiten aspectos epistémicos y clínicos del psicoanálisis de la
orientación lacaniana.
Sin embargo, el
saber del que se trata en la universidad, en el discurso universitario, es un
saber cerrado, incompleto porque siempre se puede saber algo más, pero cerrado,
porque se asienta en S1 Significantes amo de la teoría, “Freud Dixiy”, “Lacan
Dixit”. Saber que además es transmitido por el docente desde el lugar de un
gran Otro, mientras que los estudiantes reciben este saber y lo reproducen, más
o menos fielmente.
En el campo
académico la investigación tiene su lugar, uno privilegiado. Se plantea en términos
de preguntas, que conduce a la búsqueda de respuestas en los datos provenientes
de la realidad, y a verificar hipótesis formuladas a priori.
Al respecto, Lacan,
siguiendo a Picasso, decía “yo no busco, encuentro”, aludiendo su posición respecto
al discurso científico, que se dedica a encontrar lo que ya sabía que estaba
allí,
“Quisiera, desde ahora, evitar un malentendido. Se me
dirá: de todas maneras, el psicoanálisis es una investigación. Pues bien,
permítaseme enunciar, incluso para los poderes públicos, para quienes este
término de investigación, desde hace algún tiempo, parece servir
de schibbolet, de pretexto para unas cuantas cosas, que no me fío de dicho
término. En lo que a mí respecta, nunca me he considerado un investigador. Como
dijo una vez Picasso, para gran escándalo de quienes lo rodeaban: no busco,
encuentro.
Por lo demás, en el campo de la investigación llamada
científica hay dos dominios perfectamente deslindables: el dominio donde se
busca y el dominio donde se encuentra” (Lacan, 1964 (1987), pág. 15)[i]
Lacan subvierte
esta relación con el saber, y apunta a dejarse sorprender, por el encuentro de
lo que desconocía.
El ESIC, propone
seguir esta orientación, dejarnos sorprender, por la lectura de distintos temas
que atañen a la clínica psicoanalítica, por lo que surja en la conversación con
otros, en el encuentro con la clínica, en los intercambios con los analistas invitados.
Es un espacio no
universitario, extrauniversitario, que aloja las transferencias generadas en el
encuentro de los estudiantes con el psicoanálisis y con docentes analistas
analizantes, que supieron transmitir algo más que contenidos y conceptos, eso
es, un deseo que deja huellas, que no cierra, sino que abre al deseo propio,
respecto del saber.
Eso es el ESIC, que
tiene una estructura y un funcionamiento, lo suficientemente flexible para
alojar la invención, lo nuevo y el encuentro. Rigurosos en el trabajo, flexibles
frente a las contingencias de la experiencia.
Se trabajará bajo
la modalidad de temas, los cuales se elaborarán en tres encuentros, dos
epistémicos de investigación y otro de trabajo con los invitados, analistas de
las distintas escuelas de la AMP, que vienen investigando sobre el tema y cuyo
trabajo se plasma en publicaciones.
El trabajo de estos
temas, se organizará por equipos quienes se encargarán de la definición de los
contenidos de trabajo, la bibliografía, la convocatoria del invitado y la
difusión de la actividad.
[i] Lacan, J. (1964) “Los
cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” en El Seminario de Jacques Lacan. Libro
11. Buenos Aires. Paidós. 1987.
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