“Víctima, victimario y más allá…” *
Por Alvaro Iriarte
De la entrevista clínica.
P. se presenta con
el tema del consumo en primer lugar. Luego, por dudas en relación con su género
u orientación sexual alega un término asociado al diagnóstico (aparentemente
aprendido): “brote psicótico”.
En la entrevista
realizada por Marcela Almanza puede escucharse que P. realiza una cronología
entre el consumo y su orientación sexual, reordenando y algunas veces
resignificando los momentos más importantes que la llevaron a estos temas.
Identifica a los 5 o 6 años el recuerdo de los globos, cómo lo molestaba su
hermano “gemelo”, a los 6 o 7 años las tijeras y los testículos. Todo esto
sin que fuera un motivo relevante para su identidad y género, pero sí lo
recuerda como algo que podría tener que ver con lo que le sucede.
A los 8 años fue su
primer acercamiento a la música. También refiere el sentimiento que adviene en
relación con haber abusado de sus primas. A los 12 años nuevamente cobra lugar
el tema del hermano, la manera en la que se “reprimió” al ver un actor de la
serie, también la batería y el “ruido”. A los 14 años probó por primera vez
marihuana y luego consumió alcohol hasta los 18 años, volviendo a la marihuana
a los 20 años, pero también continuando con el consumo de alcohol, cocaína y LSD.
A los 15 años
decide por miedo al acoso un cambio de escuela de solo varones a una mixta. A
los 18 años junto con el consumo de marihuana empieza a cuestionar su identidad
sexual y esto se instala a los 22 años. Es en este transcurso que aparecen los
“brotes psicóticos”. Se ve a sí mismo con una mitad derecha femenina y escucha
la voz de su conciencia fragmentada: P. la buena y Rebeca, la maligna; quien lo
insulta con violencia y reclamos produciendo miedo, tristeza y culpa por ser
transgénero.
También se presenta
la ansiedad que le producía quedar en evidencia sobre su atracción al mismo
género ante los amigos de su primo y al resto de personas, lo que lo condujo al
consumo de drogas. Identifica el primer “brote psicótico” al imaginarse como
abusado por el padre, la bofetada del tío también es imaginada como un abuso.
Ubica no haber hecho nada con las primas, pero, aun así, tiene la sensación de
haber sido abusado y también culpable.
Relata la supuesta
represión de los padres al “hipnotizar” y bloquear su lado femenino. Hablar en
inglés le quita esa preocupación de no tener género, ya que este idioma no tiene género gramatical a
diferencia del español que tiene dos géneros y todos los sustantivos pertenecen
a uno de ellos. En inglés, aunque sí que se puede distinguir femenino y
masculino, los sustantivos no tienen un género asociado. P. refiere ser energía y al suicidarse siente que se librará
de su cuerpo de hombre, lo que también le da placer, un placer de libertad y
sentimientos encontrados.
La
entrevistadora logra mediante un ordenamiento cronológico y una descripción de
la sintomatología sin terminología psicopatológica una introducción al caso
general.
Del
saber médico psiquiátrico.
En psiquiatría
comenzamos con los datos generales del paciente, el motivo de consulta y al
recabar la información dirigimos al paciente para que relate de forma
secuencial lo sucedido desde el inicio de la sintomatología hasta la
actualidad. Especificamos los antecedentes familiares, patológicos y no
patológicos, realizamos un examen físico, el examen mental y valoramos pedir
exámenes complementarios.
Antes del primer
episodio psicótico ya vemos en P. desde su niñez ciertos rasgos que nos hacen
pensar que él se sostenía mediante la música para no entrar en peleas entre
compañeros y así “mantenerse al medio” de las situaciones que le provocaban
molestia, ansiedad y sentimientos encontrados que no podía nombrar en ese
entonces. Es en el momento que acude a las drogas que se produce un
desencadenamiento, una ruptura biográfica de la que no hay marcha atrás: su
sexualidad cuestionada. A partir de entonces, estos síntomas en el cuerpo
denotan posibles distorsiones en la imagen corporal, al parecer
pseudo-alucinaciones, ya que la voz de su consciencia “Rebeca” arremete contra
él, ideas delirantes de daño y control bien sistematizadas exacerbadas. Este
cuadro psicótico evoluciona descuidando los recursos que le daban estabilidad e
incrementa de manera contradictoria para él ya que, si bien en un principio
apaciguaba la ansiedad, luego incrementaba la posibilidad de generar episodios
psicóticos.
Desde lo médico
cabe preguntar más detalles acerca del consumo, tratamientos previos y
verificar si no hay un deterioro o lesión orgánica.
De
la escucha y la intervención.
Muy aparte de
realizar todo este esquema de atención psiquiátrica que seguro P. la recibe en
la institución donde está internada, es interesante dar lugar al mismo tiempo a
que el sujeto trascienda, ubicando estos significantes que Marcela Almanza
muestra en la presentación clínica y cómo de ésta, se puede obtener un
resultado terapéutico mediante la palabra. Remarcar “hay una vida alrededor de
lo que comentaste”, así como ubicar la música como forma de viabilizar el
“ruido” no dando paso a que se incremente “esto” delirante con los padres y el
Otro persecutorio; apunta a este efecto terapéutico. También se visibiliza como el idioma puede
llegar a ser un recurso para apaciguar los síntomas en este paciente.
Desde este
enfoque de diálogo entre visiones “terapéuticas” se puede rescatar una
complementariedad haciendo de las diferencias una ventaja de transmisión e
investigación sobre los temas que en común nos apasionan, no dejar de ser
“víctimas, victimarios” y más allá de ello.
* Texto elaborado tomando como
referente “La niña transexual”. De una
Presentación clínica realizada por Marcela Almanza, año 2019.