Cartel: Un día imperfecto, cuento de Giovanna Rivero.
"Un día imperfecto" Una posible escritura del odiamoramiento. Teresita Díaz
"Un día imperfecto. Pasaje al Acto y Escritura". Fabiana Chirino
"Un día imperfecto. La violencia de un acto" Liliana Bosia
Un día Imperfecto - Cuento de Giovanna Rivero
Giovanna Rivero, escritora cruceña, autora del cuento "Un día Imperfecto", el cual fue utilizado en el cartel express denominado Remolinos, nos relata en su voz la vida de Marcelino.
Este cartel tuvo la finalidad de instaurar un espacio donde pensar la escritura ligada al psicoanálisis de la orientación lacaniana. Los Productos del Cartel fueron presentados en el ultimo Encuentro de Bibliotecas de la Nel, el 8 de julio del 2019 junto al vídeo a continuación:
“Un día imperfecto”[1]
Una posible escritura del odiamoramiento*
Por: Teresita Díaz – Asociada APEL Santa Cruz
A
partir de la lectura del cuento de la escritora cruceña Giovanna Rivero, “Un día
imperfecto”, surge para mí un primer interrogante acerca de qué enseña la
literatura al psicoanálisis. Es Jacques Alain Miller en “Piezas Sueltas” quien
me acerca una frase de Jacques Lacan en relación a una posible respuesta, “… el psicoanálisis recibe de la literatura, en el sentido
que la literatura brinda algo al psicoanálisis. Esta no es la palabra del
santurrón que se humilla ante el artista que siempre nos llevaría la delantera
mientras que nosotros, con nuestra tosquedad, solo podríamos intentar alcanzar
lo que él por intuición abrió como espacio”.2 Lo que
el artista por intuición abre como espacio, marca la vertiente desde la
que Lacan nos invita a esta articulación posible entre el arte y el
psicoanálisis.
![]() |
Fabiana Chirino y Teresita diaz. Psiconalistas, asociadas de APEL SCZ |
En
esta ocasión tenemos la palabra del artista que sabe de las pasiones y de cómo
hacer con ellas en su acto creador y es así que Giovanna Rivero, nos dice en
una entrevista que “la escritura (…) es como la vida, es su siamesa, es su
espalda o su rostro. Hay épocas en la vida en que se escribe por explorar,
porque hay deseo creativo, una pulsión de crear algo con la palabra y hay
épocas en que se escribe por dolor solamente”.3 Este decir de la
escritora, nos remite a la función de la escritura, y dos dimensiones en su uso,
una de un impulso creativo teñido por lo lúdico y otra como una tramitación
posible del dolor.
De
la colección de cuentos, “Sangre Dulce”, “Un día imperfecto” nos aproxima en su
estilo narrativo a un uso particular de la escritura, con sus artificios,
metáforas, metonimias y sobre todo el uso de un desplazamiento y mejor aún, de
un aplazamiento del sentido final, o del desciframiento del cierre. Encontramos
reiteradas veces al leer el cuento, el efecto de “eso” que la autora bordea sin
decirlo, sin revelar de una vez. ¿No es
acaso esto, lo que nos enseña Lacan sobre lo real? Lo real, o trozo de real, solo podemos
bordearlo, sin asirlo. En “El ser y el Uno” Miller dirá de lo real “…que
aparece allí, esencialmente en el pensamiento como lo evitado y como aquello
que no se encuentra precisamente en el orden”4, cada vez que “eso”
se aproxima, aparecen detalles, que sin estar de más y sin alterar la narrativa
lógica de la historia hacen borde, detalles que están allí para señalar lo real.
La
prosa de la autora convierte la escritura en un torbellino de detalles que
giran cada vez a mayor velocidad, al
modo de “… los círculos que Marcelino, va dejando en la arena, y que se
encaraman en galaxias desordenadas…” continúa escribiendo las formas en que las
pasiones producen sus embrollos “como los sentimientos, como la rabia y el
amor, y esas ganas de hacer gemir a Carmen”.
Lacan
en su seminario veinte, dice que el amor no es sin odio, dos caras de una misma
moneda que ubica a modo de un funcionamiento moebiano nombrándolo
“odiamoramiento”. Por la cara del odio,
suelen aparecer manifestaciones como la rabia, la venganza, el acto agresivo, violento; por medio
del cual itera lo que no logra inscribirse. Lo que repite vela el programa de
goce de cada uno en juego, un real no regulado y es ahí donde el amor puede
presentarse como pasión, amor no civilizado. En esta vertiente podemos ubicar
los numerosos casos de feminicidio muy al orden del día en Bolivia. Así lo
anuncia el periódico “EL Espectador” del 17 de junio del presente año5;
Horror en Bolivia: en menos de una semana ocho mujeres fueron asesinadas
salvajemente.
Rivero,
escribe que las pasiones que cruzan a Marcelino, él mismo no las puede
entender, siendo víctima de una pasión desatada por el amor propio, herida de
esposo, de macho. Desde el psicoanálisis sabemos que la virilidad está
articulada al fantasma y es un intento de llenar la falla de la castración
fundamental de todo ser hablante, falla que habla de la condición fundamental
de desarmonía en las relaciones entre los hombres y las mujeres, lo que Lacan
formula con el aforismo “no hay relación sexual”.
La
escritura de Rivero, sin decirlo, nos va llevando a la pregunta por la
existencia, al dolor de existir. No hay un significante que nombre el ser de un
sujeto parlante. Cada uno tendrá su propia forma de decir sobre su existencia y
de su deseo como excéntrico a toda satisfacción. Lacan dirá en su semanario Las formaciones del inconsciente, que “…aquello
a lo cual confina el deseo, no solo en sus formas desarrolladas, enmascaradas,
sino también en sus formas pura y simple, es el dolor de existir.”6.
Un ex-sistir que habla de una exterioridad íntima del ser del sujeto, más allá
de cualquier contingencia.
La
autora en su relato va dando cuenta de las contingencias que contrarían el
curso de la existencia singular, de Marcelino:
“…
índice y pulgar son los únicos que le quedan. El trapiche se llevó los otros
dedos, esa jornada fue perdida, no pudieron hacer la jalea con el jugo de caña
porque la sangre lo había teñido […] Anoche cuando el patrón decidió
reemplazarlo en la zafra “porque tus dedos no sirven pa agarrar montones”
volvió temprano. […]la vida, no juega a favor, ni los minutos que rebotan como
dados amaestrados, jamás un seis, un as. Y menos en ese preciso instante…”.
Antes
del desenlace del movilizador relato, Rivero escribe de las certezas que
“corroen el alma”, certeza que empujan al acto final.
“Otras certezas se posan en su cerebro, moscas verdes de ojos
fosforescentes, con la mierda de la traición en sus patas.”
Respecto
al pasaje al acto “la bofetada” que Dora
da al Sr. K. a la que Lacan alude en el Seminario de “La angustia”, como un momento anterior del pasaje al acto,
parafraseando lo contingente de cómo esto hace destino, escribe “…semejante
bofetada, es uno de aquellos signos, de aquellos momentos cruciales en el
destino, que podemos ver resurgir de generación en generación, con su valor de
cambio de agujas en su destino”[i],
y que lo que era ya no será más.
“Heridas, heridas que se gangrenan y corroen
lo poco de carne sana que le queda, por ejemplo, en el pulgar y el índice…”
Lo
poco de carne sana que le queda, entre el pulgar y el índice, no alcanza, no
abre una hiancia que posibilite que en ese lugar venga todo aquello que pueda
significar un objeto que permita mantener el estatuto de sujeto, por ejemplo de
macho o viril, el que hace gemir y llorar a Carmen.
En
el cuento se borra allí justamente en la última línea, donde se precipita y
bascula el ser del sujeto. La autora escribe,
“… con
voz atragantada. Hace presión con el pulgar, para que el índice Aguante el
trabajo sobre el gatillo. Y dispara.”
[1]CUENTO: “Un día imperfecto” de Giovanna Rivero.
Disponible One line: https://www.shortstoryproject.com/es/story/un-dia-imperfecto/
1- Disponible One line: https://www.shortstoryproject.com/es/story/un-dia-imperfecto/
2- J-Alain Miller; Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller, “Piezas Sueltas”, pág. 87, Paidós, Bs As 2013.
3- Disponible One Line: https://apelscz.blogspot.com/2019/03/biblioteca
4- - J-Alain Miller; Curso de La Orientación Lacaniana, “El ser y el Uno”, curso no publicado del 2011, pag29
5- Disponible One Line: https://elespectador.com/noticias/
6- Jacques Lacan; El Seminario, “Las formaciones del inconsciente””, Paidós, Bs AS 1999, pág.346.
7- Jacques Lacan; EL Seminario, La angustia, Paidós, Bs As 2006, pág.129.
*Producto de
Cartel Exprés, desde abril a junio de 2019, en el Marco de la propuesta de
Bibliotecas: Remolinos, Psicoanálisis y Arte.
Cartel “Psicoanálisis Y Literatura”
“Un día Imperfecto, Pasaje Al Acto Y ESCRITURA” *
Fabiana
Chirino O.
El cuento “Un día
imperfecto” de Giovana Rivero, narra la historia de Marcelino, un hombre que –
tiempo atrás- ha perdido tres dedos de su mano derecha en el trapiche de la
hacienda donde trabajaba y que ahora, pierde su trabajo y encuentra a su mujer,
dirá la autora, “cabalgando en caballo de otro potrero”. Metáfora que localiza en
Carmen - esposa de Marcelino y madre de sus dos hijos- algo del goce femenino, no
todo regulado por la ley simbólica.
En el cuento se
describe una escena, en la que Marcelino pasa de la abstracción del
pensamiento, cuando se encontraba sentado haciendo “círculos en la arena con su
dedo índice”, a la decisión y de allí, al acto. “De pronto, el índice huérfano,
descolgado de la axila del pulgar, se detiene. No hay indecisión en la mano
monstruosa”, escribe Rivero.
Decidido, Marcelino
ordena a los dos niños esperar allí, mientras va a buscar el arma que heredó de
su padre. “Aquí me esperan –dice Marcelino- incorporándose para ingresar a la
choza. Los niños se quedan quietos”. Ubicándose allí en una posición de objeto,
desde la cual no hay signo de objeción ni resistencia al goce del Otro. “Él
sabe – continua Rivero- que lo que Carmen más ama en el mundo son sus hijos”, localizándolos
allí como objeto de deseo de la madre, pero a su vez como objeto al que la pulsión
de muerte de Marcelino se dirige.
El final del
cuento, no presenta un cierre de sentido, sino por el contrario abre más de una
posibilidad para el desenlace de la escena. Queda un agujero de sentido que
lleva al lector a “poner de lo suyo” para concluir el relato. Solo se sabe que
Marcelino pasa al acto de disparar. “Ustedes saben por qué lo hago –dice
Marcelino, con la voz atragantada. Hace presión con el pulgar, para que el
índice aguante el trabajo sobre el gatillo. Y dispara”.
Sea que el
desenlace termine en un triple homicidio o con un doble homicidio y un suicidio,
lo que finalmente se ubica en el centro de todo acto, es la muerte del propio
sujeto. Muerte, que está relacionada con la destitución subjetiva, cuando el
sujeto sale de la escena, atraviesa el campo del Otro y del lenguaje, para
“dejarse caer”.
Lacan, en el
Seminario de La Angustia señala que “este dejar caer es el correlato esencial
del pasaje al acto”[i]. Dejar
caer donde el sujeto “aparece borrado al máximo por la barra” – siendo – “el
momento del pasaje al acto el de mayor embarazo del sujeto”[ii].
Se trata de un momento donde la angustia, en tanto afecto que no engaña, se desencadena
para cada sujeto a partir de una contingencia, un encuentro con lo real, donde “se
revela – para cada cual- algo de lo más singular de su existencia”, que es su
modo de gozar[1].
Para Lacan, el
pasaje al acto implica el momento en que el sujeto “desde el lugar de la escena
en la que como sujeto fundamentalmente historizado, puede únicamente mantenerse
en su estatuto de sujeto- se precipita y bascula fuera de la escena”[iii].
Es lo que muestra el cuento, en el momento en que Marcelino cae de la escena
del Otro, a partir del despido por parte del patrón y el descubrimiento de la
escena de su mujer gozando con otro, que lo precipita fuera de la escena, pero
que a su vez revela algo del goce más singular en Marcelino.
Este
precipitarse, como señala Miller, es un “acto verdadero” puesto que implica “el
suicidio del sujeto”. Muerte o suicidio en la medida en que, a partir del acto,
el sujeto ya “no es el mismo antes que después. Es lo que justifica el término
de mutación”, algo en su estatuto y en su relación con el significante, muta.
Después de disparar, Marcelino no será nunca más el mismo.
En esta lógica,
el pasaje al acto implica una transgresión, dice Miller, “es delincuente”, respecto
al orden simbólico que atraviesa, “no hay acto verdadero que no comporte un
atravesamiento, (…) de un código, de una ley, de un conjunto simbólico”[iv].
Por otro lado, el pasaje al acto también pone en juego la pulsión de muerte, que
como lo recuerda Miller, es un concepto “homologado, ante todo, a la pulsión de
muerte”[v]
que para Lacan, va más allá de lo simbólico y constituye la dimensión del goce.
De allí que, todo
acto verdadero – señala Miller- “apunta al corazón del ser: el goce”. Condición de goce del sujeto que, a su vez
prescinde del Otro, pues en el pasaje al acto, el sujeto abandona “los
equívocos del pensamiento, de la palabra y del lenguaje, se sustrae a los
equívocos de la palabra, así como a toda dialéctica del reconocimiento”. El pasaje
al acto ya no se dirige al Otro, no busca ni su reconocimiento ni su
interpretación. Como localiza Miller, se constituye en un “¡no!
Un no proferido al Otro”.
Este será el
punto que distinga radicalmente el pasaje al acto del acting out, que por el
contrario se desarrolla en una escena constituida por la palabra y donde, el
sujeto “necesita del Otro, necesita del espectador”[vi].
En “Un día imperfecto”, Marcelino muestra que se trata de una decisión que ya
no apunta al Otro, que no busca reinscribir en el campo del Otro ninguna
demanda, ninguna reivindicación, ningún mensaje. No se trata de indignación ni de la búsqueda
de restitución de la dignidad del sujeto, sino de un acto solitario y mudo.
En este
contexto, ¿qué se puede decir del acto y de la escritura? La escritura es también
un acto, un intento de inscribir a través del significante algo de lo real
insoportable. Toda escritura bordea lo real, sin poder aprehenderlo del todo; donde
los significantes enlazados transportan una significación que bordea lo
imposible de decir, del desencuentro amoroso, la pasión, la angustia y la
muerte.
La escritura es
una manera de inscribir algo del orden de lo traumático, como muestran desde la
antigüedad las tragedias, que “cuentan el modo en que el sujeto es traumatizado
por las palabras”[vii].
Al respecto
podemos retomar la lectura del Miquel Bassols sobre el texto de Lacan de
Lituratierra, donde hace una distinción entre la letra y el significante “la
letra de entrada, no se dirige al Otro”, enfatizando que “la letra está en lo
real – mientras que- el significante está en lo simbólico”[viii],
a nivel de la letra se produce un abarrancamiento, como un efecto de surco, una
huella, una inscripción o escritura, mientras que a nivel del significante se
produce un efecto de chorreamiento de sentido o significación de los
significantes sobre el sujeto. El acto de escribir se ubicaría en la doble
vertiente de la significación del lado de la articulación significante, pero
además como inscripción de algo de lo real y que más allá del sentido, que es
siempre fugado, transporta algo del goce singular.
Siguiendo a Jacques
Alain Miller, existe una distinción entre una literatura del fantasma y otra literatura
del sinthome[ix],
la primera refiere a una escritura que conduce al Edipo y al sentido, que
estaría de lado del significante y significación, mientras que la escritura del
sinthome implica un modo de hacer con el goce Uno, es el efecto de la letra de
goce como escritura. Es desde esta perspectiva, que la escritura tendrá distintos
estatutos para cada sujeto, por ejemplo, para un sujeto psicótico “puede ser
una invención, un tratamiento para vaciar el goce y al mismo tiempo fijarlo en
una letra”, como para otro escritor puede ser una manera
de hacer con la angustia, de “alejar lo malo”, “reparar la herida fundamental,
la desgarradura”, “exorcizar, conjurar y reparar” [x],
dando cuenta de un goce singular implicado en su escritura y en el objeto de su
obra.
Toda escritura
implica algo del goce de quien escribe, pero no todos los sujetos pueden
escribir su goce. La escritura se producirá como efecto contingente de un
encuentro afortunado, donde algo se hace letra, inscribiendo un surco, una
marca, siempre alrededor de un vacío.
Notas
[i] Lacan, Jacques (2006). Seminario 10 Las
Angustia. Buenos Aires, Argentina: Paidós. Pág 128
[iv] Miller, Jacques Alain (2012) Jacques Lacan:
observaciones sobre su concepto de pasaje al acto. Blog de la Nel Medellín.
Disponible en: http://nel-medellin.org/miller-jacques-alain-jacques-lacan-observaciones-sobre-su-concepto-de-pasaje-al-acto/
[v] Miller, Jacques Alain (2012) Jacques Lacan: observaciones sobre su
concepto de pasaje al acto. Blog de la Nel Medellín. Disponible en: http://nel-medellin.org/miller-jacques-alain-jacques-lacan-observaciones-sobre-su-concepto-de-pasaje-al-acto/
[vi] Miller, Jacques Alain (2012) Jacques Lacan: observaciones sobre su
concepto de pasaje al acto. Blog de la Nel Medellín. Disponible en: http://nel-medellin.org/miller-jacques-alain-jacques-lacan-observaciones-sobre-su-concepto-de-pasaje-al-acto/
[vii] Moraga, Patricia
(2019) “¿Es el psicoanálisis un modo
(entre otros) de narrar?”. AMP Blog. Disponible en: http://uqbarwapol.com/es-el-psicoanalisis-un-modo-entre-otros-de-narrar-patricia-moraga-espanol/
[viii] Bassols, Miquel (2014). Lituratierra, en Cuadernos
del INES N° 9. Lima, Perú: Centro de Investigaciones y docencia en
Psicoanálisis de Lima. Pág 139
*Producto de Cartel Exprés, desde abril a junio de 2019, en el Marco de
la propuesta de Bibliotecas: Remolinos, Psicoanálisis y Arte.
Un día imperfecto, la violencia de un acto *
Cartelizante: Liliana Bosia
Producto del cartel de Bibliotecas Remolinos: Psicoanálisis y literatura. Una lectura sobre la tríada Odio, Cólera e Indignación
Más Uno: Teresita Díaz
La primera lectura del cuento de Giovana Rivero “ Un día imperfecto” me dejo sin palabras y con una sensación de extrañeza que me tocó el cuerpo.
En un lenguaje descriptivo, justo de palabras, las suficientes y en un tono casi monótono y desafectado, Rivero nos cuenta una historia como tantas otras que leemos a diario en el periódico o vemos en el informativo de la TV. Una historia de amor, odio, engaño, reproches, resignación y obediencia , agresividad y violencia. Agresividad y violencia aparecen abruptamente en las ultimas oraciones del cuento, aunque la autora nos haya ido preparando para ellas.
Pero el último acto, al que nos induce pensar la autora, ¿es un acto pasional?, producto de la cólera que irrumpiendo desde lo real (pulsión) se conjuga con la indignación y no puede ser tramitado por las palabras?; ó ¿es un acto meditado y preparado desde la venganza?
Freud plantea en su texto de 1929," El malestar en la cultura" que hay un malestar que aqueja al sujeto, y ese malestar es causado por la cultura. Freud pone en el origen de la constitución subjetiva a la pulsión de muerte y esto lo lleva a considerar a la agresión como la condición que aqueja a los lazos sociales, ya que la pulsión de muerte es orientada al mundo exterior manifestándose como impulso de agresión y se pone al servicio de la auto conservación. De manera que toda civilización es construida a partir de someter la agresividad, la crueldad y la destrucción que le son propias al ser humano. [1]
Lacan articula la agresividad al narcisismo. En su artículo “El Estadio del Espejo” plantea la agresividad como constitutiva de la subjetividad en la conformación del yo. Entonces nos dirá, que de lo que se trata es de que el yo se constituye a partir de la transformación que sufre el sujeto por la identificación narcisista a una imagen, la propia, que es vivida como la imagen de un otro. El sujeto asume una imago que proviene del exterior y la constitución del yo se da bajo una premisa de exclusión que para el sujeto se da bajo la forma lógica de “ o él o yo “. Lógica que pone a la rivalidad determinante de la relación del sujeto con los otros los semejantes.
Quedando de este modo la agresividad en el eje imaginario y será la identificación idílica al padre, que permite la constitución del Ideal del yo, que a través de la función pacificante y normativa de las relaciones del yo y la cultura del complejo de Edipo le permitirá al sujeto introducir una distancia en esta relación dual y mortífera. [2]
Lacan en el Seminario V diferencia violencia y agresividad: “La agresividad provocada en la relación imaginaria con el otro con minúscula no se puede confundir con el conjunto de la potencia agresiva.”…”la violencia es ciertamente lo esencial en la agresión, al menos en el plano humano. No es la palabra, incluso es exactamente lo contrario. Lo que puede producirse en una relación interhumana es o la violencia o la palabra”.[3]
Entonces si bien la violencia es esencial en la agresión, para Lacan hay una oposición excluyente entre la violencia y la palabra , de modo tal que siguiendo el principio planteado por él de que sólo se puede reprimir lo que demuestra haber accedido a la estructura de la palabra, la agresividad al acceder a la represión queda del lado de la articulación significante. Diferente es lo que ocurre con la violencia, ésta queda excluida de la palabra, por ende de la articulación significante. Esto quiere decir que queda por fuera de la escena y por lo tanto la podemos considerar un pasaje al acto frente al sin salida de la agresividad. Si bien la violencia puede ser una respuesta para el sujeto, es una respuesta que queda por fuera de la articulación significante. Podemos tomar este cuento como un ejemplo de lo que queda por fuera de la cadena significante y se monta en un acto.
Ahora bien, se puede pensar una articulación entre literatura y psicoanálisis a partir de la pregunta ¿ qué escribe la escritura?. Gustavo Dessal nos dice que para él la literatura es la puerta secreta por la que se puede pasar a la infancia, es decir “a las marcas originarias que el discurso del Otro ha dejado en nuestro cuerpo. Esas marcas son el alfabeto secreto con el que la escritura cifra su mensaje”. [4]
La escritura es una posibilidad, para algunos sujetos, de bordear, de cernir algo de lo real. Es poder decir algo sobre un real, como la muerte en este cuento por ejemplo, real para el cual no hay representación. Es la posibilidad de poner en palabras algo de ese real que se vuelve insoportable. “Escribimos para hacer resonar el silencio de lo que no ha podido alojarse en el inconsciente, pero que sin embargo está allí, como un agujero en el saber”. [5]
NOTAS
- Freud, S.(1992), El Malestar en la cultura, apartado V, Obras completas, Tomo XXI. Ed. Amorrortu: Buenos Aires, págs. 105 -112
- Lacan, J. El Estadio del Espejo, en Escritos I, Siglo XXI ed.
- Lacan, J. Los circuitos del deseo, en el Seminario V. Paidós ed. 1999, pág. 467,468
- Dessal, G. Mi pequeña teoría, en Revista Enlaces #24. [ICF-CIC de BA], pág. 12
- Dessal, G. Ídem, pág. 13
No hay comentarios:
Publicar un comentario