Seminarios de Formación Permanente

 SEMINARIO DE FORMACIÓN PERMANENTE 2021

"AL ENCUENTRO DE UN REAL" 

Año a año, en Santa Cruz de la Sierra, la Asociación Psicoanalítica de Estudios Lacanianos sostiene su Seminario de Formación Permanente. Una invitación renovada, a un trabajo de lectura, investigación y conversación clínica, sobre temas que interrogan a los analistas en formación en su experiencia y en su práctica.

 

En esta ocasión, trabajaremos orientados por el texto que da el nombre a este primer módulo 2021: “Al encuentro de un real”, de Jacques Alain Miller, una de las clases del curso de la Orientación Lacaniana Silet, dictada el 15 de marzo de 1995. 
En ella propone partir de los cuatro conceptos fundamentales del Seminario XI, en el que Lacan procuró resumir los resultados de los diez primeros años de su enseñanza, a fin de dar paso a la continuación de la misma. Plantea que esta selección de los cuatro conceptos fundamentales freudianos, son retomados por Lacan, no para mantenerlos, sino para reducirlos y demostrar que en ellos obra una misma estructura. Miller ubica con precisión en esta clase que, a partir del seminario 11, se da un cambio de perspectiva de lo puede llamarse, el comienzo de la elaboración propiamente lacaniana.

 En los meses de mayo y junio, tres encuentros nos convocan a trabajar el argumento y pensar con otros, en la disciplina del comentario. Finalmente, nos encontraremos el 25 y 26 de junio con nuestra invitada internacional, María Hortensia Cárdenas –Miembro de la Nel y la AMP, AME de la Escuela Una, Directora Del CID Lima, quien dará una conferencia y nos acompañará tanto en poner a la conversación lo elaborado en las actividades preparatorias, como en las elaboraciones por venir.

 Nos espera un trabajo animado, causado por el deseo de formación, que a pesar del contexto adverso para los encuentros presenciales y sin retroceder, echa mano una vez más, ¡a las ventanas del zoom!

 

Directorio APEL SCZ

Fabiana Chirino

Liliana Bosia

Alejandra Hornos

 


No hay clínica sin real [1]

María Hortensia Cárdenas

 

 

Empiezo agradeciendo al Directorio de APEL Santa Cruz por la invitación a participar en este Seminario de formación permanente, a Fabiana Chirino con quien empezó la coordinación y en especial a Alejandra Hornos con quien mantuve intercambios y me transmitió el trabajo de preparación que realizaron en la asociación. He tenido el gusto de leer los textos que subieron al blog y considero que han hecho una buena investigación sobre el tema que nos va a permitir avanzar un poco más.

 

El título de la conferencia “No hay clínica sin real”, introducido por Jacques-Alain Miller,[2] se puede asociar directamente con “No hay clínica sin ética”,[3] famoso texto de Miller de alrededor de 1984. Es una frase repetida incansablemente: “No hay clínica sin ética”, quizás porque no se termina de asimilar; queda a cargo de cada uno tomar en cuenta sus alcances e implicancias. Podríamos abordar la ética en la clínica tanto desde la dimensión del sujeto ético, de aquel que asume su bien decir en la experiencia del análisis, un bien decir que no quiere decir hablar bien, no es un asunto de retórica. Más bien alude a la enunciación entre cuyas líneas corre el deseo. Pero para eso es necesario que el encuentro con el analista cobre un estatuto analítico. Entonces aquí entra a jugar su partida el deseo del analista que produciría que la interpretación no esté cargada de valores o ideales, sino que sea una cuestión de ética.

 

Recordemos que, al hablar de la práctica y los alcances de su poder, Lacan se propone diferenciar el psicoanálisis verdadero del falso, en tanto el primero le permite al sujeto aclarar su deseo más singular y el segundo, pensado como terapéutico, se reduce a una práctica de pedagogía correctiva, con fines de sugestión social y de servidumbre psicológica.[4] Por eso el énfasis que puso Lacan en la dimensión ética se sostiene en la producción de un deseo, que él nombró como deseo del analista, y que es producto del mismo análisis

 

El inconsciente es ético

 

Es una cuestión de ética del deseo que reafirma que el deseo es su interpretación, como elabora Lacan a lo largo de todo su Seminario 6.[5] Y el deseo no está desarticulado del inconsciente. Leo aquí una cita de Lacan en “Posición del inconsciente” que es un texto contemporáneo con el Seminario 11: “Los psicoanalistas forman parte del concepto de inconsciente, puesto que constituyen aquello a lo que éste se dirige. No podemos por consiguiente dejar de incluir nuestro discurso sobre el inconsciente en la tesis misma que enuncia, que la presencia del inconsciente, por situarse en el lugar del Otro, ha de buscarse en todo discurso, en su enunciación”.[6] Lacan afirma en el Seminario 11 que el estatuto del inconsciente es ético y no óntico.[7] Si fuese óntico tendría relación con el ser, que es todo lo contrario a lo que afirma Lacan en este seminario sobre cómo se presenta el inconsciente. Va abordándolo desde distintos sesgos, dice que el inconsciente aspira a ser, que es del orden del hallazgo, de lo no realizado, que surge como sorpresa, que tiene efecto de división, que es discontinuo, que no funciona, que fracasa, que es evanescente, que tiene una pulsación temporal, de apertura y cierre inmediato. Todas estas cualidades que coloca al inconsciente en una dimensión nueva, distinta a la del inconsciente freudiano. Sin embargo, hay que decir que no es sin el deseo del analista que se produce esa apertura. La propia presencia del analista es una manifestación del inconsciente, y a su vez, es la operación del deseo del analista la que hace emerger el inconsciente.

 

Si el inconsciente es del orden de lo no realizado, implica que o bien puede llegar a ser, o bien no puede llegar a surgir. Si hablamos del inconsciente tomamos en cuenta lo reprimido que “es aquello que se dice dada la ocasión, que un poco más y llegará a ser. Un poco más y llegará a manifestarse. Pero si puede llegar a ser, es dentro de la palabra. De eso se trata en la experiencia”.[8]

 

Entonces, tal como lo presenta Lacan desde el inicio de su enseñanza, no se trata de querer hacer el bien o ayudar o querer curar. No existe el inconsciente por fuera del deseo del analista. En última instancia, el deseo del analista busca obtener lo más singular de lo que constituye el ser, lo cual sólo se obtiene a través de una reducción en la experiencia analítica. ¿Cuál es el resorte que hace que la práctica sea efectivamente analítica y no pura sugestión? Es el deseo del analista puesto en acto el que hace posible liberar la palabra para que se anude al goce y produzca la suposición de saber y la creencia en el síntoma. Solo así el sujeto podrá ser llamado a su singularidad.

 

Pero esto último solo se puede alcanzar a partir de articular a la dimensión del deseo el concepto de lo real como experiencia en la clínica. Miller cae en cuenta mientras dictaba su seminario La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, que el esfuerzo de Lacan al dictar el Seminario 11 fue articular los cuatro conceptos: inconsciente, repetición, transferencia y pulsión en un concepto único: lo real. Dice que ese es el secreto del Seminario 11: traduce la experiencia de lo real en la cura”. Y añade que “la experiencia de referencia de los cuatro conceptos … es la experiencia referida a lo inasimilable”. [9]

 

Podemos ver en el Seminario 11 que Lacan hace una alusión a lo real, él plantea que la abertura que se produce con su carácter evanescente hace que el inconsciente sea no realizado, el inconsciente no es ni ser ni no ser, es no-realizado, no es nada, es un real que querría realizarse.[10] Lacan presenta el inconsciente del lado de lo no asimilable de lo real.

 

Un despertar abrupto

 

Lo real es abrupto, siempre introduce una discontinuidad.[11] Veamos cómo Lacan trabaja el sueño en este seminario. Conocen el sueño del padre que sueña que su hijo muerto está vivo y viene a decirle: padre, ¿acaso no ves que ardo? Horror que lo desvela, es un despertar abrupto, marcas de lo real que apuran el despertar y Freud lo interpreta como el deseo del padre de que su hijo viva un poco más. Es la interpretación por la vía del sentido abrochado al deseo. Hay los reproches entre un padre y un hijo; de uno: ¿no ves que ardo?, del otro: ¡no pude salvarlo! Su ser padre está puesto en cuestión. Como dice Lacan, el sueño gira en torno al “punto más cruel” de la pérdida del objeto: la muerte del hijo. Lo insoportable de este hecho se podría pensar que es lo central del sueño. Pero no es a eso a lo que apunta Lacan. El sueño se refiere a lo real en tanto “nadie puede decir qué es la muerte de un niño ‒salvo el padre en tanto padre‒ es decir, ningún ser consciente”.[12] Aquí el padre no es analizable en tanto inconsciente, el padre queda como ombligo ininterpretable que remite a lo real, un real no simbolizado. Es un tope a la experiencia, el agujero con el que se encuentra muestra que no todo puede descifrase, saberse. Hay que ir a buscar al padre más allá del sueño y del sentido.

 

Por ejemplo, el sueño del final de Raquel Cors, cuando logra librarse de la muerte, se agarra de los brazos del analista para luego soltarse, saltar y salir. Estos tres verbos implican un: “ya se acabó”. No solo se suelta del analista al final sino que, como ella dice: el analista le permitió soltar las horribles identificaciones de esa niña que casi muere. El psicoanálisis la salvó de no ser un falo muerto.[13]

 

Se sueña para seguir durmiendo dice Freud, Lacan añade que se despierta para seguir soñando. Estos sueños (el del padre y el de Raquel) muestran que “el despertar es uno de los nombres de lo real en tanto que imposible”.[14] ¿Un análisis está hecho para aprender a dormir o para aprender a despertarse? Miller ubica al psicoanálisis como el “duro deseo de despertar”[15] frente a lo que aparece como “el deseo de dormir de un sujeto irritado por lo real del síntoma”.[16]

 

“El goce es molesto”,[17] dice Lacan en el Seminario 19, el goce permanece e insiste más allá del padre edípico y del sentido que propone para resolverlo. El deseo del sueño tropieza con el goce implicado. “Esto es el inconsciente. Defino este saber […] como algo que solo puede plantearse a partir del goce del sujeto”.[18] Hace falta el consentimiento del sujeto en análisis para que esa zona oscura se revele. Pero, eso depende de la posición ética del analista.

 

Función del padre, función del analista

 

La función del padre siempre es fallida porque no puede dar sentido al goce y por eso traumatiza. En el Seminario 19 Lacan dirá que “un psicoanalista reproduce […] una producción de la neurosis. […] Todo padre traumático está en suma en la misma posición que el psicoanalista. La diferencia es que el psicoanalista, por su posición, reproduce la neurosis mientras que el padre traumático la produce inocentemente”.  La neurosis es una solución y es producto del padre que traumatiza, que transmite el no-todo femenino en sus arreglos con una mujer, cuando hace de su mujer causa de su deseo. Trauma entendido como acontecimiento de cuerpo, la marca que queda por la invasión de goce, imposible de significar por el padre.

 

Decir que el analista y los padres traumatizantes están en el mismo lugar significa que el analista puede encarnar los poderes de la palabra, de la misma manera que en una neurosis los significantes traumatizantes han marcado el cuerpo de un sujeto de un modo preciso. La extracción de goce que se produce permite definir un acceso a lo imposible de atravesar, lo imposible del saber. Por ejemplo, la voz opaca del testimonio de María Cristina Giraldo queda vaciada de goce pero también queda la materia del inconsciente como tal. Esa materia del inconsciente es lo real del goce.

 

No hay clínica sin real implica un psicoanálisis orientado hacia lo real, que a su vez significa no orientarse completamente por lo simbólico. En otras palabras, no orientarse solo por el Nombre del Padre sino también por el goce concernido en el síntoma y en el fantasma. Es decir, servirse del padre para ir más allá del sentido, extremar los límites de la experiencia del análisis para llegar a lo imposible. Decirlo así supone orientarse por el final del análisis hasta llegar a bordear y nombrar un goce singular que escapa a la ley.

 

Servirse del padre

 

El esfuerzo en un análisis es nombrar lo innombrable. El padre sirve para nombrar. Los testimonios del pase lo demuestran. ¿Qué es un padre para un hijo? No lo sabemos, cada uno está en análisis en cuanto hijo y no como padre. Lo que hay para cada uno es su propia versión del padre y el consentimiento que da a lo que se inscribe como programa del goce. Veamos con qué ficción María Cristina Giraldo nombra al padre en singular. En su caso el padre es el que consiente al estrago, es un padre débil que no puede poner límite al capricho, al estrago materno. Para María Cristina ser objeto del goce de su madre se articula a su empuje a callar al Otro, como su madre, posición fantasmática, punto de fijación y arrebato. Sin embargo, el acontecimiento de cuerpo se dio en las piernas sueltas. Lo real queda delimitado a partir del acontecimiento. El elemento traumático son los pies, “las piernas al aire, sin soporte”, dice María Cristina, cuando siendo niña el padre la carga frente al ataúd del abuelo y le explica que “no necesita zapatos, no va a caminar porque murió”.[19] ¿Qué nombra con ese padre? La irrupción de un goce que hace síntoma con lo que cojea, con lo que tropieza, y con eso se acomoda. Fue su manera de servirse del padre. ¿Cómo lo nombra al final del análisis? El esguince en la voz es el nombre de su sinthome, su manera de nombrar la opacidad del goce. Con esa invención puede darle la vuelta al uso de la voz en el fantasma. Encuentra una nueva manera de servirse del padre, dicho de esta manera por María Cristina en su sexto testimonio: “el padre que esguinza en el acontecimiento de cuerpo, el goce excedente del estrago materno; el padre como nombre en la producción de una torsión en el uso fantasmático de la voz, el padre sinthome que castra esa relación directa con el goce del Otro materno”.[20] Finalmente, lo único que un padre puede transmitir a sus hijos es saber cómo arreglárselas con el goce opaco.

 

La repetición se funda en el goce

 

Entones, podemos plantear que no es solamente por la vía del inconsciente, articulado al sujeto supuesto saber transferencial, que avanzamos en el análisis. Como dice Miller en el texto que da el marco a este seminario de formación, “Al encuentro de un real”, lo que nos orienta es el concepto de repetición, que no tiene nada que ver con la transferencia en palabras de Lacan.[21] Como continúa Miller en ese texto, la transferencia está articulada al cierre del inconsciente a causa de la realidad sexual del inconsciente. Lo sexual establece la juntura entre lo real y el concepto de transferencia. Es lo real sexual que más adelante Lacan sancionará como no hay relación sexual. Hay la repetición de los significantes, pero sobre todo, la repetición “tiene valor de evitación de lo real como sexual”.[22] Lo que descubre Lacan en este seminario es la permanencia del objeto, a partir de lo cual la repetición siempre lleva al mismo lugar, es la “permanencia de lo real en el mismo lugar” y la transferencia presentifica el objeto.

 

Lo interesante es el lugar de la pulsión que articula la transferencia y la repetición para producir goce. La relación del sujeto del inconsciente con el goce presente en la realidad sexual se traduce con la fórmula del fantasma ($ ◊ a). Es ahí donde desemboca el Seminario 11 con los cuatro conceptos fundamentales: en la relación del sujeto del inconsciente y el objeto a. El ser del sujeto encuentra su complemento en el objeto: sujeto y goce quedan íntimamente articulados. Aquí entramos a una dimensión diferente a la de la repetición de la cadena significante que “nunca acierta en lo real” sino que la repetición se funda en el goce, y toda la repetición significante “se introduce en el ser humano a través del goce”. La repetición significante no solo nunca acierta en lo real, el goce que el Otro no atrapa, sino también busca el goce. El fantasma busca el goce, que es la relación del sujeto con el goce bajo las modalidades del objeto a.

 

El fantasma y el acceso a lo real

 

Un análisis promete una cita con lo real y eso, podría decirse, es contingente, tal como lo demuestran los testimonios de pase. Comencemos por el fantasma y preguntemos: ¿el fantasma atrapa algo de lo real? La respuesta de Lacan es que el fantasma es defensa, pero también es la única vía de acceso al mismo real, Como dice Lacan en “La lógica del fantasma”: “…no hay otra entrada del sujeto en lo real que no sea el fantasma”.[23]

 

Para decirlo así tenemos que tomar en cuenta que no hay el real o lo real de la clínica para todos. Lo que hay es Un real en cada caso, lo singular que testimonian los AEs. El concepto de Un real es de la última enseñanza de Lacan, quien ha abordado lo real de distintas maneras a lo largo de sus seminarios y, como se ha dicho muchas veces, el Seminario 11 inaugura un segundo momento en la enseñanza de Lacan, más precisamente desde el abordaje de lo real.

 

Si el fantasma incluye al objeto a, este es un resto de lo simbólico que nos da una idea de lo real. El testimonio de Graciela Brodsky ilustra el paso del fantasma al encuentro con Un real. En su testimonio ubica el momento traumático infantil de la risa de los padres después de una fiesta, a la que ella no puede dar sentido y que se anuda a un síntoma fóbico en la infancia. Y en un segundo momento, la fiesta del final, que es la fiesta al final de unas Jornadas de la ECF en la que ve a su analista en la pista de baile, él anima el baile y ella está en la mesa de mujeres solas, se angustia. La angustia la encaminó hacia el tramo final del análisis.

 

Con la angustia cae el velo que la protegía con la ficción fantasmática de ser la única, un significante amo siempre presente, y el axioma arruinarle la fiesta al otro. El analista partenaire supo jugar con ella en la transferencia y le hizo creer ser una excepción, que ella se la creyó, hasta la fiesta del final inolvidable. Graciela indica que “el lazo en la transferencia es un lazo sinthomático, que anuda el goce del sujeto y de su cuerpo a un partenaire circunstancial”.[24]

 

La fiesta del final trae abajo el significante ser la única, ella es una más entre las mujeres, las del mal conjunto, queda excluida de la fiesta. Es una escena que se enlaza a la fiesta edípica en la que los padres gozaban sentándola sobre un mueble alto mientras ella lloraba. Después tiene un sueño el que ella ordena: “¡que se acabe la fiesta!”. Estos tres elementos: ser única, quedar excluida de la fiesta y ¡que se acabe la fiesta! le permiten reconstruir su vida y su análisis. En la neurosis infantil, con su síntoma fóbico, ella descubre que ya estaba presente la satisfacción fantasmática de arruinarle la fiesta al otro: ella lloraba y el otro dejaba de hacer lo que hacía.

 

Faltará nombrar lo que no tiene nombre en el último tramo del análisis. El analista hace una interpretación en francés de la que ella olvida el verbo de la frase, una palabra que diría de su manera de aplastar, hundir el deseo del otro. Después de mucho buscar la palabra, el analista se la repite, pero ella no la reconoce, no es su palabra, “mi palabra no es de este mundo”; la palabra que nombraba su ser desapareció, y no hubo un saber que pudiera colmar el agujero que cavó. El analista dice: “Es el nombre que falta en el mar de los nombres propios”.[25] Es la palabra inexistente del (S A/), lo imposible de decir que estuvo desde el inicio y marcó su encuentro traumático con el Otro de lalengua en la escena del llanto ante la risa de los padres.

 

En Sutilezas analíticas Miller indica que más allá de la fractura del fantasma,[26] de un fantasma que daba sentido, queda el fuera de sentido. Esto es así porque la factura produce una separación entre el efecto de sentido y el producto de goce. La fractura del fantasma aísla lo que resta: el sinthome como aparato de goce. “Hacer el pase es una invitación a fabricar sentido, pero sentido que denota el sinthome”.[27] Graciela dice que sin el anudamiento del sinthome no se podría arribar a lo que sería ilocalizable, ilegible. Y es para hablar de ese nombre propio impronunciable que decide hacer el pase. Lo real saca a la luz la experiencia de los límites del análisis, se topa con el agujero y no hay más que decir.

 

Entonces, siempre terminamos topándonos con lo imposible. Lacan enseña que más allá del fantasma hay lo imposible de la no relación sexual. El fantasma intenta velar la no relación sexual y se arma de ficciones buscando volver posible lo imposible. Si lo real está del lado de lo que no cesa de no escribirse, de lo imposible, el atravesamiento del fantasma, caído el velo del fantasma, producirá la confrontación con un no radical: el no hay relación sexual. Pero el nudo real del fantasma también dejará al descubierto lo que hay, la pulsión que siempre vuelve al mismo lugar. Hay la dimensión de lo real pulsional del fantasma que en un análisis se puede construir y desentrañar, y hay lo real del acontecimiento del cuerpo que se atrapa con el sinthome del final del análisis. ¿Cómo abordar estas dos dimensiones? Para acercarnos un poco más a la orientación por el final del análisis, Miller[28] propone una elaboración con relación a la posición del analista que oscila entre dos escuchas: la que acoge las variaciones del sentido que trae el analizante, que acompaña el desciframiento inconsciente, y la escucha que se transforma en lectura de lo escrito de la iteración del goce del síntoma, que es incurable y queda como acontecimiento del cuerpo.

 

Lo que se dice en un análisis se escucha orientado por lo real, por lo que no cesa de no escribirse. Tomemos en cuenta lo que dice Miller sobre el fantasma en la clínica: “Hay una cierta paradoja en que, en nuestra clínica, el término de fantasma se haya encontrado en cierto modo borrado cuando al mismo tiempo nos apasionamos por identificar y cernir el fin del análisis, como si, por una escisión, reserváramos la pregunta por el fantasma para el fin del análisis y lo borráramos del lado de la clínica. Es el lugar en donde se jugará para Lacan el fin del análisis cuando definirá el pase como la solución al impasse esencial del sujeto en su relación al significante”.[29] En los testimonios de pase podemos ver la lectura que cada AE hace del anudamiento del fantasma y lo real. El fantasma está soportado por lo real y también vela lo real, se puede constituir como una defensa ante lo real. “En la última enseñanza de Lacan fantasma y pulsión serán fusionados en el sinthome como modo de gozar”.[30]

 

La ética y lo real en la clínica

 

Quisiera dar una última vuelta por el deseo del analista para volver a poner sobre la mesa la juntura que hay entre la ética y lo real en la clínica. No solo en la experiencia analítica que conduce al analizante al final de análisis, previa fractura del fantasma, sino también en la formación del analista. Me parece preciso cómo Silvia Salman ubica la emergencia del deseo del analista. Es decir, a partir del momento en que “el analista haya cesado de desconocer la función que tiene el objeto a en su deseo para así reintegrarlo a su causa. O en otros términos (…) cuando ya no se está obligado a robar el goce a escondidas del fantasma, que es el que le daba una significación al goce. Este pasaje de analizante a analista implica una nueva topología del objeto, que pone de manifiesto el lugar de la causa y ya no del velo. Correr el velo del fantasma permite hacer surgir ese vacío que el objeto obturaba, y entonces el analista en calidad de resto de la operación analítica podrá ocupar ese lugar para otros”.[31] El deseo del analista tiene como condición que el analista sepa lo que quiere para poder operar con la escucha-lectura (leer el inconsciente, leer el síntoma) y transferirlo al analizante: eso condensa la formación del analista. Es el efecto de formación de haber podido reintegrar su deseo a su causa. Pero todo esto puede ser efectivo si es que se ha dejado atrás el fantasma una vez atravesado, porque el fantasma no sirve para la dirección de la cura. Lo que se hace operativo es el saber hacer con el síntoma que nunca se reduce a cero, saber hacer con él en la práctica analítica.

 

No hay clínica sin real es traducido por Lacan como lo real imposible de soportar. Lo que busca el inconsciente en la experiencia analítica es una elucubración de saber sobre Un real. Como dice Miller, el inconsciente busca darle sentido a la libido una vez instalada la experiencia analítica, “esa es la condición para que el inconsciente sea interpretable” y lo que el inconsciente interpreta vía la transferencia del sujeto supuesto saber es lo real. Pero no para confirmar que hay un saber en lo real, sino que cada uno obtiene un saber sobre lo real. Es importante remarcar esta distinción. El recorrido analítico es un forzamiento a bordear lo fuera de sentido de lo real, más allá de las ficciones que cada uno se armó fantasmáticamente para soportar lo real. El “ouir” de Alejando Reinoso o el “esguince en la voz” de María Cristina Giraldo son el puro encuentro con lalengua y sus efectos de goce en el cuerpo. “Lo real del inconsciente es el cuerpo hablante”.[32] Es el encuentro contingente del final, de lalengua con el cuerpo, que produce un significante nuevo por fuera de la trama ficcional, que se repete según su programa de goce y sin solución. Lo que resta al final es un modo de gozar advertido, absolutamente singular e irreductible.

 

 

 



[1] Conferencia dictada en el Seminario de Formación Permanente “Al encuentro de un real” de APEL-Santa Cruz, 25 de junio 2021.

[2] Miller, J.-A., “Nuevas inquisiciones clínicas”, Seminarios en Caracas y Bogotá, Paidós, Buenos Aires, 2015, p. 478.

[3] Miller, J.-A., “No hay clínica sin ética”, Matemas I, Manantial, Buenos Aires, 1986.

[4] Lacan, J., “El psicoanálisis verdadero y el falso”, Freudiana 4/5, Barcelona, 1992.

[5] Lacan, J., El Seminario, Libro 6, El deseo y su interpretación, Paidós, Buenos Aires, 2014.

[6] Lacan, J., “Posición del inconsciente”, Escritos 2, Siglo XXI Editores, México, 2003, p. 813.

[7] Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 42.

[8] Miller, J.-A., “El desnivel entre ser y existencia”, Freudiana 68, ELP, Barcelona, mayo/agosto 2013, Clase del curso de la Orientación lacaniana “El Ser y el Uno” del 23 de marzo de 2011, inédito.

[9] Miller, J.-A., “Nuevas inquisiciones clínicas”, op. cit., p. 471.

[11] Miller, J.-A., “Nuevas inquisiciones clínicas”, op. cit., p. 530.

[12] Ibíd., p. 67.

[13] Cors, R., “27 – 28 – Uno” Primer testimonio, Bitácora Lacaniana. Número extraordinario, Grama, Buenos Aires, abril 2019.

[14] Miller, J.-A., “Despertar”, Matemas I, Manantial, Buenos Aires, 1994, p. 117.

[15] Ibíd.

[16] Ibíd., p. 118.

[17] Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 213.

[18] Ibíd., p. 77.

[19] Giraldo, M. C., “La voz opaca”, Bitácora Lacaniana, Número Extraordinario, Grama, Buenos Aires, abril 2017, p. 52

[20] Giraldo, M. C., “Tres hombres”, Bitácora Lacaniana N° 7, Grama, Buenos Aires, 2018, p. 133.

[21] Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, op. cit., p. 41.

[22] Miller, J.-A., “Al encuentro de un real”, Revista Lacaniana Nº 28, Grama, Buenos Aires, 2020, p. 29.

[23] Lacan, J., “La lógica del fantasma”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 346.

[24] Brodsky, G., “Partenaires”, Revista Lacaniana Nº 13, Grama, Buenos Aires, 2012.

[25] Lacan, J., “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”, Escritos 2, op. cit., p. 799.

[26] Miller, J.-A., Sutilezas analíticas, Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 161.

[27] Ibíd., p. 162.

[28] Miller, J.-A., “El desnivel entre ser y existencia”, op. cit.

[29] Miller, J.-A., “Presentación del Seminario 6 de Jacques Lacan”, http://www.jornadaseol.com/026/index.php?file=lecturas/textos-de-orientacion/presentacion-del-seminario-6.html

[30] Ibíd.

[31] Salman, S., “Restos de un análisis”, El orden simbólico en el siglo XXI, Grama, Buenos Aires, 2012, p. 289.

[32] Miller, J.-A., “El inconsciente y el cuerpo hablante”,  https://www.wapol.org/es/articulos/Template.asp?intTipoPagina=4&intPublicacion=13&intEdicion=9&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=2742&intIdiomaArticulo=1    



El estatuto real del goce [1]

María Hortensia Cárdenas

 

Sigamos una vez más el hilo del goce en la enseñanza de Lacan. Para llegar al estatuto real del goce es necesario precisar lo que escapa al significante. La noción de sinthome es impensable sin ubicar el “no hay” que Miller desarrolla en el Paradigma 6.[2] Este paradigma es el de la no-relación, en el que el goce prescinde del Otro y el lugar del goce es el cuerpo. Hay una inversión respecto a todo el recorrido de Lacan. Los primeros 5 paradigmas hacen este recorrido: primero el significante es causa de goce, y luego el significante emerge del goce, ya que lo conmemora. La introducción misma del significante depende del goce, y el goce es impensable sin el significante. Hay una "circularidad primitiva" entre el significante y el goce. A partir de aquí se redefinirá también la dirección de una cura y la noción de síntoma, donde ya el partenaire no va a ser el Otro sino el goce. El paradigma 6 toma como punto de partida el goce que reconduce a un Uno solo separado del Otro, hay goce, hay lo real.

 

Empecemos con la oposición conceptual entre ser y existencia, entre el ser y el Uno, para introducir lo  real que cambia todo. El ser carece de ser, es una paradoja, y es por eso que Lacan define el ser del sujeto del inconsciente como una falta en ser. El inconsciente no tiene más ser que el sujeto mismo. La expresión want to be apunta no solo al acto de want sino también al deseo que hay en want, a la voluntad implicada ahí, el deseo de ser: want to be. Es esto mismo que encontramos en el deseo del analista que anima la operación analítica y que apunta a un deber ser del inconsciente. Por eso es que Lacan dice en el Seminario 11 que el estatuto del inconsciente es ético, porque es relativo al deseo, en primer lugar del deseo del analista y lo que se opera en la transferencia de ese deseo.

 

Ahora, dando un salto podemos decir que más allá del ser está lo real. ¿Cómo llegamos ahí? Por la vía del síntoma, eso que se repite y produce malestar. Claro que un síntoma tiene una dimensión de verdad articulada al ser pero también otra de real. No basta interpretar un síntoma y producir efectos de verdad para curarlo. El síntoma es persistente, siempre queda un resto que insiste. Lo real del síntoma es fuera de sentido.

 

El cuerpo

El cuerpo siempre está implicado en el síntoma, el goce es lo propio del cuerpo. Un síntoma testimonia que ha habido un acontecimiento que marcó su goce, un goce que haría falta que no fuese, como dice Lacan en el Seminario Aún, después del cual el goce se trastornó y se desvió. Lalengua toca el cuerpo produciendo al mismo tiempo una desnaturalización del goce, el cuerpo humano no es el del gato que ronronea, como dice Lacan en “La tercera”, el ronroneo es el goce del gato. En cambio, lalengua desnaturaliza el goce y al mismo tiempo genera un goce humano, no natural, un plus de goce.

 

Tenemos un cuerpo, lo llevamos a cuestas sin mayor conciencia de él, a menos de que surja dolor, cansancio, placer o angustia. Las contingencias corporales producen el corte que permiten conocer el cuerpo, pero no al cuerpo en su totalidad sino pedazos. El cuerpo goza de objetos, el primero de ellos el objeto a

 

El cuerpo que goza es la razón del psicoanálisis. Este postulado empezó a tomar consistencia en la enseñanza de Lacan a partir de El Seminario La angustia. Los seminarios previos centran su elaboración en el significante, el falo, la castración y el Edipo hasta que, por la vía de la angustia, nos conduce al cuerpo y sus órganos a partir de una serie de acontecimientos corporales. El plano real cobra una nueva cara cuando indica que la angustia tiene como causa la inminencia de un objeto irrepresentable y, sin embargo, enraizado en el cuerpo.

 

El cuerpo es el lugar de la angustia y el objeto a recorta el cuerpo bajo distintas modalidades que detallan pedazos del cuerpo que son causa de goce, que dan cuerpo al goce. El objeto a como un elemento de goce en el cuerpo será el inicio de un desarrollo de lo que no es significante, y presenta por primera vez un objeto que no es como los demás, con una dimensión totalmente novedosa: un resto irreductible a la simbolización

 

En el trayecto de un análisis mediado por la transferencia, nos topamos con una paradoja: el Otro contiene otra cosa que produce amor, que es causa: el objeto a. En su curso “El ser y el Uno” Miller precisa que el objeto no es más que el medio para la vía de retorno de la pulsión sobre sí misma y, por lo tanto, es un lugar de vacío susceptible de ser ocupado por diferentes objetos.[3]  No olvidemos que el objeto a es el núcleo elaborable del goce, es lo que tiene sentido del goce. Lo que se puede elaborar del goce fálico y del goce del Otro que el sujeto supone, pasa por el objeto a. El objeto como conjunto vacío está marcado por los significantes que se identificaron a él y se repite. Esto hace que el Otro no sea Uno. Precisemos más: el campo del Otro es el del significante y por lo tanto el del desierto de goce. Por eso el Otro no existe porque no goza. La existencia se define a partir del goce, del cuerpo que se goza.

 

Si no es el sujeto entonces son los objetos de la pulsión los que hablan como la enunciación inconsciente. El inconsciente está hecho de la relación con nuestro cuerpo. La pulsión es palabra. Más adelante Lacan hará una nueva lectura de la pulsión en su última enseñanza: “las pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir”.[4] Aquí ya no se trata de una resonancia semántica, de sentido, sino de una resonancia corpórea que conmueve el cuerpo pero que no quiere decir nada. Si el síntoma viene de lo real y prosigue por lo simbólico buscando sentido, es una apuesta para la interpretación el desabonar al sujeto de su pasión del significante y hacer sonar el cuerpo. Lo que resuena en el cuerpo es la producción del síntoma desde lo real y que es ineliminable. Lacan en “Televisión” dice que el inconsciente testimonia de un real que le es propio,[5] pero que es un real que se impone en la experiencia analítica. Son los dichos del analizante los que nos llevan a un real inherente al análisis. Es la repetición de un excedente de goce, inaccesible al lenguaje, de un goce ininteligible. La cuestión que surge aquí es cómo el sujeto puede cernir ese real por una vía que no es el sentido y hacerse responsable de su goce singular. Tomemos el ejemplo del testimonio de Alejandro Reinoso. Grita ¡tengo hambre! Su abuelo con un tono muy serio: Tú no sabes lo que es el hambre. Aquí se produce la emergencia del objeto voz que traumatiza el goce del niño. El objeto voz quedó silenciado.: ¡quédate callado! A partir de ahí él será serio, educado, estudios, afectivamente moderado, pensar antes que hablar, se construye un carácter, una serie de síntoma y el fantasma.

 

Cómo se lee un síntoma

El psicoanálisis gira en torno a la problemática que existe entre el sentido y el sinsentido, entre lo interpretable y lo ininterpretable, entre el significante y la pulsión,  Más allá de la escucha en análisis está la lectura del síntoma que consiste en privar al síntoma de sentido. Es pasar de la interpretación freudiana orientada por el Nombre del Padre a la interpretación a partir del nudo de lo simbólico, imaginario y real, de lo que no produce sentido. Esto es lo complicado porque la escucha tiene que ver con el sentido y cuanto más sentido, más sentido hay. Por eso Lacan advierte de no engordar el síntoma con el sentido porque de ahí no salimos,” no hacemos más que prolongar su subsistencia”.[6]

 

Lacan busca mantener a distancia la palabra y el sentido que transmite a partir de la escritura como fuera de sentido, como letra, a partir de su materialidad, la materialidad de la escritura. El S1 está entre el simbólico y lo real, es la letra del síntoma que no cesa de escribirse. Es la letra como síntoma en el cuerpo que hace acontecimiento en el cuerpo. Es decir, “la letra en tanto que produce el acontecimiento de goce que determina la formación de los síntomas”.[7] Lacan dice en el Seminario R.S.I.[8]  que el síntoma es un desborde de lo real en lo simbólico, el síntoma es efecto de lo simbólico en lo real, lo que del inconsciente se traduce como una letra. En el caso de Alejandro Reinoso es la voz silenciada anudada al serio. El niño grita ¡tengo hambre! y se produce la respuesta del abuelo que aplasta el grito obligándolo a comportarse como corresponde con la expresión ¡tú no sabes lo que es el hambre!, y a partir de ahí hay que saber. A partir de lo incomprensible, intrusivo e insensato del trauma se construye una respuesta. Es el trabajo psíquico que implica paliar el efecto del trauma, de eso que carece radicalmente de sentido y produce que uno se sumerja en la perplejidad más total o bien fuerza a la construcción ficcional del fantasma, para darle un sentido al trauma e incluirlo en la trama de una hystoria.

 

La raíz misma del síntoma es la adicción, la reiteración inextinguible del mismo Uno, la reiteración de lo mismo, el retorno del mismo acontecimiento. En “El ser y el Uno” Miller enseña: “El goce repetitivo, el goce llamado de adicción y en el que se sitúa el sinthome no tiene relación más que con el significante Uno, con el S1 solo, lo que significa que no entra en relación con el S2 que representa al saber. El goce repetitivo se encuentra fuera del saber. Podemos decir que es autogoce del cuerpo por el sesgo del S1 sin el S2. Lo que hace la función de S2 en la materia, la función del Otro, es el cuerpo mismo”.[9]

 

Miller dice que la interpretación como efecto de reducción del sentido pasa por la dialéctica del deseo y los efectos de verdad. Pero de lo que se trataría con la interpretación que apunta a la fijeza del goce, a la opacidad de lo real, es reducir el síntoma a su fórmula inicial, es decir, al encuentro material de un significante y del cuerpo, es decir, al choque puro del lenguaje sobre el cuerpo.[10] Tenemos el conocido ejemplo que dio Lacan de Michael Leiris cuyo goce de hablar del laleo de niño es aplastado por su madre que corrige la forma correcta de decir la palabra felizmente en francés, que el niño dice lizmente. La madre marca en ese instante la intromisión del lenguaje en el goce de lalengua aplastado por la ley, traumatiza el goce del niño.

 

Lalengua

Siempre cuando vemos un caso lo importante es ubicar la posición particular del sujeto, con sus respuestas al goce y las soluciones que encuentra. Desde los inicios de su enseñanza Lacan nos señaló que en el cachorro humano, prematuro biológicamente, tiene la experiencia de cuerpo fragmentado, una experiencia que parte del encuentro con lalengua, sin sentido, previa al lenguaje. Esa que requiere de un consentimiento (Bejahung)  para salir de ese sinsentido, para que pase al lenguaje. Entonces hay soluciones o respuestas fallidas ‒aunque todas lo sean‒ algunas se desestabilizan ante el encuentro con lo que sujetaba y daba un lugar en el mundo. El cuerpo no se constituye naturalmente; Lacan dijo que es el lenguaje el que le regala al sujeto un cuerpo.

 

La lalengua es previa a la estructura por eso se indica que el goce conduce siempre a esa lalengua anterior. En el Seminario Aún Lacan dice que el lenguaje está hecho de lalengua. Lacan radicaliza su posición: “Si dije que el lenguaje es aquello como lo cual el inconsciente está estructurado, es de seguro porque el lenguaje, en primer lugar, no existe. El lenguaje es lo que se procura saber respecto de la función de lalengua”.[11] El inconsciente es un saber hacer con lalengua. El inconsciente es real, cuando no se pueden ordenar los significantes ya que al menos tiene que haber dos en los cuales uno pueda asumir el valor de otro. Como hemos dicho, lalengua desnaturaliza el cuerpo. La neurosis inventa los recursos para dar sentido a lo que tiene a partir de lo cual o hay perplejidad o la construcción de una hystoria que es el fantasma.

 

El goce en juego

El goce es en plural, podemos verlo en la diferencia entre síntoma y fantasma: hay un goce del síntoma y hay un goce del fantasma. Estos dos goces están juntos y disjuntos. En algún punto quizás no se diferencian pero consiguen diferenciarse cuando algo del goce abrochado al síntoma deja de saciarse en el fantasma, puede articularse por fuera del padre y producirse un nuevo arreglo con el goce. Del acontecimiento de cuerpo que introduce un exceso imposible de nombrar pasamos a recubrirlo de sentido con el fantasma y con eso construimos nuestra vida, es la hystoria (con y) que nos contamos para tener sentido. El síntoma y el fantasma definen el modo de gozar de cada uno enlazado al Otro. En el camino del análisis surge la pregunta por el ser y sus declinaciones, como por ejemplo: soy el objeto del deseo del Otro, o qué soy en el fantasma del Otro, o qué clase de objeto soy. El ser del sujeto puesto en juego que precipitaría a un sujeto al análisis en la búsqueda de su ser de sujeto. El fantasma es lo que para el sujeto hace de pantalla a lo real y cuya travesía se supone que le permite acceder a lo real. Pero el fantasma no es solo pantalla, pantalla de lo real, sino a un mismo tiempo ventana sobre lo real. En este sentido el fantasma es una función de lo real, una función subjetivada, singularizada, de lo real.

 

Consideremos el orden simbólico. La noción de sentido funda al Otro, a partir del sentido el Otro se distancia de lo real. El sentido es lo que permite creer que el Otro es primero. El Otro del lenguaje es completo, no está afectado por la inconsistencia. Es el Otro de la estructura del lenguaje donde nada falta en el Otro, donde el Otro es todo. Muy diferente de lalengua que es lo más singular e íntimo de la lengua de cada uno.

 

La última enseñanza de Lacan muestra que el Otro habla del goce, el lenguaje es un aparato de goce, pero no solamente porque el objeto a está en el Otro. Lacan postula finalmente que el Otro es el cuerpo, y es el cuerpo que se goza, no se trata más del goce articulado a la ley del deseo sino que corresponde al traumatismo contingente que se fija en el cuerpo. Pero recordemos que el S1 del inconsciente real, ese que es goce autoerótico, es el que hizo resonar algo en el cuerpo y después el sujeto –no sin el Otro– le dio un sentido. Volvamos a decirlo: el Uno solo no tiene Otro pero el Otro no es sin el Uno. El lugar del Otro ‒dice Miller‒ “es un lugar hecho a partir del eclipse del Uno originario”.[12]

 

De este modo, el Uno con mayúscula es el soporte de cada significante, es causa y materia de las ficciones que se crean no sin esa marca de goce en el cuerpo. El goce primero perdido es reducido a la captura del sujeto en el lenguaje. Se produce un menos de goce del Uno que perturba el goce y a partir del cual el Otro puede tomar su lugar. Este menos que afecta el goce del Uno lleva a apelar a otra cosa: al Otro y al juego significante.

 

De la lectura del Seminario 20 podemos extraer que Lacan establece que el verdadero partenaire del sujeto en cuanto al goce es el objeto a, que es el que sustituye al Otro cuando el objeto toma la forma de la causa del deseo. Es decir que el verdadero partenaire del sujeto está hecho de su propia pérdida de goce, de su objeto perdido. La sexualidad femenina cobra un interés mayor en este punto. Del lado macho, el hombre piensa que aborda a la mujer; pero no es así ya que solo aborda la causa de su propio deseo desde el objeto a, como se puede apreciar en los fantasmas masculinos. Del lado mujer, ella es no-toda porque su goce es dual: hay la relación con el falo pero también con el goce femenino, el del goce como tal. La mujer tiene una relación con el Otro en el goce, el Otro está en el goce mismo, es así como podemos entender la proposición de Lacan: “el goce femenino es radicalmente Otro”.[13] En “La tercera” Lacan precisa: “El síntoma es irrupción de esa anomalía en que consiste el goce fálico, en la medida en que en él se expande y se despliega esa falta fundamental que califico como no-relación sexual”.[14] Es decir, no hay relación sexual, hay síntoma, hay goce. No hay relación sexual es no hay complementariedad entre dos regímenes de goce, el de un goce con sentido y otro por fuera de sentido, por fuera de lugar y sin representación. Hay el goce en tanto tal, el goce a secas, sin localización, ni nombre, ni representación que Lacan llama goce femenino.

 

La contingencia

Nuestra práctica orientada por lo real en juego es también una brújula, estamos advertidos de que el sujeto está, siempre, del lado del mal encuentro. Jacques-Alain Miller señala que Lacan pasa del registro de lo simbólico a lo real a partir de la lógica matemática y del tropiezo con lo imposible. La fórmula no hay relación sexual tiene como correlato el sentido sexual, en tanto la no relación es correlativa del encuentro en la relación amorosa. Se ve aquí la oposición entre lo necesario de la no relación sexual y el encuentro que es contingente. Lo contingente del encuentro con el goce deviene necesario y se repite para hacer semblante de “hay relación”.

 

El real del psicoanálisis es el de la no relación y es el real de la modalidad del encuentro, de la contingencia. Porque se constata que todo lo relacionado entre los sexos tiene que ver con la contingencia, se puede inferir que en esa relación no hay una necesidad que trabaje. El acento está puesto en la contingencia y no en la necesidad.

 

El inconsciente se reduce a un saber y por eso puede ser interpretado. En un primer momento, la interpretación apunta al sentido del inconsciente, produce efectos de verdad pero que no tienen que ver con lo real. Hay una juntura imposible entre lo verdadero y lo real. De este modo se opera una  reducción del síntoma. La interpretación hace aparecer un efecto de  verdad pero también hace resonar el goce encerrado. En el análisis se constata que hay un agujero con lo que es contingente; se comprueba que la contingencia aparece sobre el fondo de lo imposible, que es lo real. “Lo que  es del orden del acontecimiento propiamente dicho es lo que no podría ocurrir; todo aquello que sale del círculo de lo posible. Ese es el sentido exacto que Lacan da a la contingencia”. [15]

 

En el registro de la contingencia se sitúa la experiencia de goce. Se apunta en el análisis a elucidar el sentido que tomó la contingencia que se expresa a partir de hechos de repetición. En El sinthome Lacan indica que hablamos sin saber que somos hablados, sin conocer el sentido que toman las contingencias.[16] Además, cada uno tiene su propia construcción “delirante” como respuesta al agujero en el saber sobre lo sexual. En el análisis se teje la trama de sentido, “organizando, articulando, sistematizando los elementos de azar que la preceden”. [17] Es el trabajo de reducción del significante y del goce.

 

Miller se pregunta [18] por qué una palabra del Otro tomó un valor decisivo para un sujeto. La respuesta la encuentra más allá de la articulación significante, la remite a la contingencia de una historia particular, a algo que se encuentra y cesa de no escribirse. La tesis de Miller es que “todo lo que concierne en el análisis al goce, a los modos de goce, a la emergencia del modo de goce particular de un sujeto es siempre del orden de la contingencia.” [19] El encuentro determina la modalidad de goce que para cada uno es singular.

 

La interpretación por fuera del sentido apunta a deshacer la articulación de destino. Es la vía hacia el sinthome que reconduce “al sujeto a los elementos absolutos de su existencia contingente”. [20] Con el sinthome no se trata más de resolver el enigma del goce, es el tope con lo incurable, con lo irreductible del goce, de lo que no se puede saber más, que permanece invariable. Es la reducción al sinthome con la que se obtiene el “yo soy eso” en su diferencia más absoluta, en lo que tiene de incomparable.

 

Lo real

Hagamos un breve recorrido por lo real en la enseñanza de Lacan. Él lo retoma en “La tercera”. Primero lo dijo como lo real es lo que vuelve siempre al mismo lugar, como los astros. Es una repetición estúpida, dice Miller, y como tal en ese momento Lacan descalifica lo real.

 

Luego es lo real como imposible es diferente al mundo de la representación, no se puede acceder a lo real por la representación. Por eso es que lo real está tan cerca a la ciencia que se dedica a buscar respuestas a lo real y escribe fórmulas. Lo real no está del lado de lo representable, de lo universal, del todo. Lacan nunca quedó satisfecho con lo real como imposible. En psicoanálisis lo real es diferente a lo real como imposible de la ciencia.

 

En el Seminario 20 tenemos a lo real como impasse. Pero impasse no como lo que impide, como resistencia, sino que, luego de una larga secuencia de trabajo en el análisis, el analizante se topa con el impasse, como punto de llegada. Lacan dice que lo real solo puede inscribirse como impasse de la formalización. Después de todo el recorrido que se hizo se topa con lo real que entra en el campo de lo simbólico, un real que ingresa después de un largo trabajo y no por efecto de trauma o contingencia.

 

Lacan dice: “Lo real no puede inscribirse sino con un impasse de la formalización”.[21] Es decir, los impasses bien estructurados permiten tocar lo real, lo que no significa que lo simbólico accede a lo real. En el Seminario Aún Lacan dice de “los límites, los puntos de impasse, de sin salida, que muestran a lo real accediendo a lo simbólico”.[22] “No siempre un impasse merece ser leído como estancamiento”.[23] Si seguimos a Lacan en “La tercera” cuando dice: “Llamo síntoma a lo que viene de lo real”, ¿no sería ahí, el síntoma, un impasse bien estructurado?

 

Para Miller anhelar el impasse bien estructurado es aquel que se demuestra, es decir, el sinthome. Un impasse es un atolladero, es problema, fracaso. ¿Qué se hace con eso? Esa es una pregunta por el sinthome, hay que soportar con el sinthome, eso es el psicoanálisis: saber fracasar mejor, aprender del fracaso.

 

Este es el hilo conductor de los seminarios de Lacan, así es como él avanzaba en su enseñanza.

 

Después Lacan define la clínica psicoanalítica como lo real en tanto es lo imposible de soportar.[24] Entonces, lo insoportable es un modo de manifestación, de presentación de lo real. Soportar según el diccionario significa e implica sostener algo, cargar un peso, aguantar, también sufrir. Se necesita un cuerpo para soportar, hace falta un cuerpo.[25]

 

Última definición de lo real en Lacan: lo real en psicoanálisis es un real sin ley, lo dice en el Seminario 23. Así se diferencia el real del psicoanálisis del de la ciencia. Pero es sin ley y fuera de sentido, donde la relación causa-efecto –el del inconsciente transferencial‒ no vale al nivel de lo real sin ley, no vale sino como una ruptura entre causa y efecto.

 

Es importante considerar esto en la clínica. Miller lo señala[26] que no vale la pena buscar una relación de causa-efecto entre los acontecimientos de la infancia y la masividad del carácter real de lo que se presenta. Lo real no tiene pre-historia, no tiene causalidad. La frase de Lacan, lo real es sin ley, frase verdaderamente límite, significa que no busquemos una relación causa-efecto con los elementos menudos de la primera infancia”.

 

Graciela Brodsky plantea que a partir de esta orientación se produce una reformulación de la teoría del trauma. “El trauma no es causa, el trauma no pertenece a la historia, no es causa, no es efecto. Está escrito en el cuerpo, es siempre actual. No es relato de una historia en lo que dice un paciente en sesión sino comentario de una experiencia.

 

Troumatisme

El trauma está desde el principio, tiene una dimensión estructural y constituyente para el sujeto, es inasimilable e ineliminable, esa es la tesis freudiana. Al trauma Freud lo plantea en dos tiempos. En un primer tiempo hay un acontecimiento que queda inadvertido, hasta que en un segundo tiempo un segundo acontecimiento da sentido al acontecimiento primero, y entonces el trauma se convierte en actual, se actualiza. Por ejemplo, cuando G. Brodsky dice que en la fiesta de las Jornadas de la ECF se actualiza la fiesta de sus padres riéndose cuando ella estaba encima del armario. El segundo tiempo resignifica el primer tiempo y el trauma vuelve a tener la fuerza del impacto que tuvo en su primer momento.

 

Lacan piensa el trauma de otra manera a partir de su última enseñanza.[27] A partir de esta última enseñanza sobre el trauma G. Brodsky plantea que habría que leer los testimonios de otra manera. En su caso considera que no es que el primer acontecimiento quede fuera de la construcción a la espera de uno segundo que lo resignifique. No es que la fiesta de la ECF viene a dar sentido al primer momento de la fiesta de los padres. La fiesta del primer momento ya es una construcción. Es el esfuerzo del analizante por encontrar la causalidad de sus síntomas. Es el principio de razón suficiente aplicado a la vida de uno. El trauma se construye, el trauma es el sentido que se da a la irrupción del sinsentido en la vida y el trauma se convierte en el colmo del sentido en lo que explica el síntoma, en lo que explica la propia construcción del fantasma. Desde esta lógica, el trauma viene después del síntoma, no es la causa del síntoma. El trauma del acontecimiento está escrito en el cuerpo, es actual. Es una experiencia en el cuerpo sinsentido, una experiencia que afecta el goce del cuerpo, al cual se le da sentido y ese sentido incluye al trauma mismo.

 

Hay una dimensión necesaria del trauma que proviene de la estructura misma del lenguaje, que es incompleto e inconsistente, que deja siempre un resto imposible de nombrar, que se llama real y que acompaña a un goce sin nombre que llamamos el goce como tal. Lacan crea el concepto de troumatisme que incluye la palabra trou en francés que significa agujero. Lalengua cava un agujero en lo simbólico porque revela la insuficiencia de lo simbólico, y al mismo tiempo introduce en el cuerpo un plus de goce que lo simbólico no consigue nombrarlo. A esta combinación entre lo que se cava como agujero y lo que se introduce como exceso, que es lo imposible de nombrar, lo recubrimos con sentido, con eso que llamamos fantasma, y con esa construcción repleta de sentido, interpretamos nuestra vida. Con la ventana del fantasma miramos a lo real.



[1] Conferencia en el Seminario de Formación Permanente “De lo real y la doctrina del goce en la enseñanza de Lacan”, organizado por APEL - Santa Cruz, 13 y 14 de noviembre de 2020.

[2] Miller, J.-A., La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 2003, p. 269.

[3] Miller, J.-A., Curso de la Orientación Lacaniana, “El ser y el Uno”, clase del 25 de mayo de 2011, inédito

[4] Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 18.

[5] Lacan, J., “Televisión”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 585.

[6] Lacan, J., “La tercera”, Revista Lacaniana N° 18, Grama/EOL, Buenos Aires, 2015, p. 28.

[7] Miller, J.-A., “Leer un síntoma”, Revista Lacaniana de Psicoanálisis N° 12, Grama, Buenos Aires, 2012.

[8] Lacan, J., Seminario 22, R.S.I., clase del 21 de enero de 1975, inédito.

[9] Miller, J.-A., op. cit., clase del 23 de marzo del 2011.

[10] Ibíd.

[11] Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Buenos Aires, 1985, p. 167.

[12] Miller, J.-A., Curso de la Orientación Lacaniana, “El ser y el Uno”, clase del 16 de marzo de 2011.

[13] Miller, J.-A., La fuga del sentido, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 221. También: Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aun, op. cit., p. 100.

[14] Lacan, J., “La tercera”, op. cit., p. 29.

[15]  Miller, J.-A.: La erótica del tiempo, Tres haches, Buenos. Aires., 2001, p. 45. 

[16]  Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, op. cit., p. 160.

[17] Miller, J.-A., Sutilezas analíticas, Paidós, Buenos Aires, 2011, p. 89.

[18]  Miller, J.-A., El partenaire-síntoma, Paidós, Bs. As., 2008, pág. 356.

[19]  Ibíd., pág. 357.

[20] Miller, J.-A., Sutilezas analíticas, op. cit., p. 89.

[21] Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Buenos Aires, 1985, p. 112.

[22] Ibíd., p. 113.

[23] Tudanca, L., “Impasses”, Papers 9, Un Real para el siglo XXI, IX Congreso de la AMP, París, 2014, http://www.congresamp2014.com/Papers/Papers-009.pdf

[24] Lacan, J., “Apertura de la Sección Clínica, 1976”, inédito.

[25] Brodsky, G., “La clínica y lo real”, http://www.congresamp2014.com/es/template.php?file=Textos/La-clinica-y-lo-real_Graciela-Brodsky.html

[26] Miller, J.-A., La conversación clínica, UFORCA, Grama, Buenos Aires, 2020.

[27] Cf., Brodsky, G., “Trauma”, conferencia organizada por el Grupo Lacaniano Montevideo, 11 de noviembre de 2020, inédito.

      

Gabriela Urriolagoitia en Santa Cruz de la Sierra

Seminario de Formación Permanente. Modulo II



Reseña del Seminario de Formación Permanente APEL SCZ 
“Las psicosis ordinarias desde la clínica continua -discontinua” 
Módulo II – 2020 



Los días 6 Y 7 de marzo, tuvo lugar en Santa Cruz de la Sierra el segundo módulo del Seminario de Formación Permanente de Asociación Psicoanalítica de Estudios Lacanianos. Gabriela Urriolagoita -analista, miembro de la NEL y la AMP- fue nuestra invitada. Previa apertura del Seminario por Liliana Bosia en su función de coordinadora del grupo asociado, Alejandra Hornos presentó el argumento que orientó este encuentro. Una resonancia del módulo anterior, formalizada en un texto por Gustavo Navarro (Asistente al módulo I) y el comentario del texto de J.A. Miller “Efecto retorno sobre las psicosis ordinarias” realizado por Liliana Bosia; se constituyeron en el marco previo al desarrollo que hiciera Gabriela. 

Nuestra invitada, retomó el texto “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, destacando la referencia en que Lacan advierte que el “desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto”, está relacionado a la ausencia de significación fálica. El sentimiento de vida, asociado a la identificación a la imagen fálica —φ en el Esquema R— es de donde el sujeto obtiene “su ser de vivo”. Esto dio lugar al preciso desarrollo de Gabriela respecto a los efectos del agujero en la significación fálica —Los agujeros P0 - Φ0— que orientan el diagnóstico diferencial. Recordó que en el esquema de Lacan, ambas escrituras designan los abismos que pueden surcarse en lo imaginario y lo simbólico, por la forclusión y la falta.

Con gráficos y matemas, Gabriela logró situar la juntura íntima como sede del goce de la vida en el síntoma; traduciéndose así en una continuidad simbólica-libidinal en la existencia subjetiva que facilita al sujeto tomar su lugar en la cadena significante y tener “el sentido de la vida”. De esta
manera, refirió que si bien los traumas irrumpen, angustian y el marco simbólico-libidinal se sostiene; puede que dicha continuidad no esté inscripta y es en este punto que el campo de las psicosis se evidencia. Ya sean psicosis de las catástrofes en relación con el mundo libidinal y de las significaciones, o la de los sutiles signos de ruptura que tienen el correlato de las externalidades. Finalmente, retomando los dos tiempos de la erótica del tiempo, logró “poner en letras lo real”, que se juega en las externalidades en las psicosis ordinarias.

Los comentarios de textos de Arianne León (Iniciativa Oruro: EPL) Raúl Arancibia (Asociado APEL) animaron la conversación permitiendo cernir algo más de los conceptos teóricos expuestos. 

Fátima Escobar, Alejandra Hornos y Maggie Jauregui; mediante la exposición de casos clínicos, propiciaron la conversación clínica necesaria, que permitió con la orientación de Gabriela “poner en letras” lo real en juego en las psicosis. Una conversación que ubicó sutilezas y detalles, para poder hacer “cada vez mejor” en nuestra práctica clínica.

Nuestro cálido agradecimiento a Gabriela Urriolagoitia por la generosidad y precisión en su transmisión. También a los colegas que asistieron en nuestra ciudad y quienes asistieron vía Skype; quienes una vez más -desde Oruro, Sucre, Cochabamba y La Paz- confían en APEL SCZ como uno de los lugares en que se forman los analistas de la orientación lacaniana, un lugar en el que la Escuela habita.



Los comentari

os de textos d
Presentación - 2do Modulo del Seminario de Formación Permanente "Psicosis Ordinaria. Desde la Clínica Continua - Discontinua"

En el marco del segundo modulo del SFP, Gabriela Urriolagoitia desarrolla la enseñanza que su practica he investigación le ha arrojado sobre la psicosis ordinaria.




Gabriela Urriolagoitia en Santa Cruz de la Sierra

Seminario de Formación Permanente


Una de las actividades que sostienen los miembros de APEL-SC para su formación como psicoanalistas es un Seminario de Formación Permanente anual que consta de dos módulos. El Seminario de Formación Permanente  es una instancia de formación que asegura a intervalos regulares y de manera continuada, una enseñanza fundamental de psicoanálisis, en donde teoría y clínica se articulan, siguiendo la orientación lacaniana.

Esta actividad se realiza con la sostenida colaboración de los miembros de la NEL en Bolivia quienes con la transmisión de su enseñanza acompañan desde hace cinco años con esta actividad de intención. En este espacio de trabajo se ha trabajado el tema psicosis y el año pasado se ha comenzado a trabajar el  goce a partir del Seminario XX.


Este seminario Encore (Aún) hay que entenderlo en su vertiente homofónica como Lacan nos convoca a hacerlo: En-corps (En-cuerpo). Todo lo que del goce parece funcionar sin el Otro es el eje que sostiene esta enseñanza en movimiento a la que Lacan nos tiene acostumbrados.


Hasta este momento de su enseñanza, el goce era siempre secundario respecto del significante, en Aún, el lenguaje y su estructura se ubican en un lugar secundario derivados de lo que llama lalengua. Entendiendo lalengua como la palabra antes de su ordenamiento gramatical y lexicográfico y por tanto separada del lenguaje.


Lacan plantea entonces una inclusión  originaria y privilegiada del goce, entendiendo su esencia como efecto de la condensación de dos términos freudianos. Por un lado, la libido entendida  en cuanto energía del deseo sexual y por el otro, la pulsión de muerte; por cuanto puede entenderse que todo lo que llega al límite del placer es goce.


Es en este contexto, Lacan planteó las estructuras de la sexuación con la finalidad de articular el goce propio de cada sexo; ubicando del lado hombre el goce fálico, finito y localizable y del lado de la mujer un goce Otro, suplementario al fálico; infinito en tanto no localizable. Efecto de lo planteado con anterioridad, el amor y el deseo se visibilizan en cada caso, según estas dos formas de goce.






Los miembros de la Asociación Psicoanalítica de Estudios Lacanianos de la ciudad de Santa Cruz (APEL - SC), agradecen a la NEL en Bolivia y especialmente a la psicoanalista Gabriela Urriolagoitia de la Delegación La Paz; quien hizo posible que el primer módulo de nuestro Seminario de Formación Permanente de este año tuviera lugar en nuestra ciudad los días 17 y 18 de mayo.

Gabriela Urriolagoitia con su enseñanza, transmisión y orientación, acerca de los capítulos 6 y 7 del Seminario XX de Jacques Lacan;  así como también con indicaciones clínicas precisas y rigurosas para la conducción de un análisis; ha aportado significativamente una vez más, a nuestra formación como psicoanalistas de la orientación lacaniana.   




A CONTINUACIÓN SE PUBLICAN ALGUNOS DE LOS COMENTARIOS REALIZADOS POR MIEMBROS DE APEL EN EL CONTEXTO DE ESTE SEMINARIO...



¿Qué quiere una mujer?

Liliana Bosia

¿Qué quiere una mujer?, es la famosa pregunta  sobre el deseo de una mujer que Freud no pudo responder. Freud se preguntó  por el deseo y Lacan lo hizo por el goce femenino. Lacan dirá “hay un goce de ella…hay un goce suyo del cual quizá nada sabe ella misma, a no ser lo que siente: eso sí lo sabe” (1).
Me parece interesante para entender este goce propio de la mujer, este otro goce, recurrir al seminario de La angustia, dado que en este seminario Lacan comienza una estructuración diferente de la posición femenina que terminará conceptualizándola diez años después.

Miller señala que en el seminario X Lacan ya presenta lógicamente la relación entre los sexos: “a la mujer no le falta nada”. Miller en su texto “La angustia Lacaniana” nos dice que con esta frase Lacan borra todas las construcciones que descansaban en la privación, la frustración, la castración, el falo imaginario y simbólico. Lacan alcanza una verdad que no es la verdad de la castración.


Es sorprendente la frase de Lacan porque hasta ese momento lo que saltaba a la vista en el psicoanálisis es que la mujer está afectada por la falta. Esta es una nueva evidencia que se aparece cuando Lacan pone entre paréntesis la significancia del falo para dar lugar al falo órgano.


Y aquí nos encontramos, según Miller, con una inversión inicial porque en el camino del goce, el varón es quien está perturbado, es quien encuentra de manera electiva el (- fi) bajo la forma de la detumescencia, es decir de cierto “no poder”. De modo tal que resulta el varón quien se relaciona con la falta, si se toman las cosas en el nivel de la copulación.


Entonces en el sujeto masculino la relación con el deseo y el goce es confusa, complicada. En  cambio en cuanto al goce, al goce copulatorio, el sujeto femenino no pierde nada en el asunto, y en cuanto al deseo, la mujer tiene con el deseo del Otro una relación directa, no está mediada por (-fi), no tiene como intermediario al (-fi).


En este seminario decir que el falo está implicado como órgano quiere decir que está implicado como instrumento del deseo en la copulación humana. Si bien el falo significante está presente en el seminario de La Angustia, lo está como señuelo, esto es como un emblema de potencia, que conduce al sujeto masculino a la impostura y puede conducir a  la mujer, si se identifica con él, a la mascarada.


Para Lacan la forma que tiene la mujer de superar la envidia del pene es ofrecer al deseo del hombre el objeto de la reivindicación fálica, el objeto no detumescente para sostener su deseo y esto es hacer de sus atributos femeninos los signos de la omnipotencia del hombre. La mascarada es entonces, convertirse toda ella en falo y en eso está un poco de su goce.


Me pareció interesante situar esta relación entre goce y deseo como  antecedente de lo que luego Lacan conceptualizará como las lógicas de la sexuación  en la última parte de su enseñanza. En el seminario XX, que nos dirá  que “hay un modo de gozar para todos los que hablan, es el goce al que siempre le falta algo, justamente por el hecho de hablar. A este goce se lo ha llamado goce fálico y en este sentido todos lo que hablan (y no son psicóticos) gozan de ese modo, no son hombres sino que gozan del lado hombre. (2)


Pero hay otro goce, un goce loco, un goce deslocalizado, otro para el cual no hay significante universal,  estrago del cual solo una mujer puede hablar.

Notas:
(1)      Lacan, s XX “Aun”, ed. Paidos, pag. 90
(2)      Graciela Musachi, art. “ Otra vuelta de tuerca sobre la femeneidad, los femenismos y el mal entendido”, Habla, mujer, del estrago de tu goce.
Bibliografia:
Lacan, s XX, Aun, ed. Paidos
Lacan, Sx, La Angustia, ed. Paidos
Miller, La angustia Lacaniana, ed.Paidos

Fabiana Chirino O.

"Hay un goce de ella, de esa ella que no existe y nada significa. Hay unce suyo del cual quizás nada sabe ella misma, a no ser que lo siente: eso si lo sabe. Lo sabe desde luego cuando ocurre. No les ocurre a todas" (Lacan; 2006: 90).

Para desarrollar el análisis de la cita, partiré de la noción de goce, que en Freud se encuentra inicialmente relacionado con la satisfacción (Befriedigung) que producía el acto sexual; sin embargo en el texto de Tótem y Tabú, Freud relacionará el goce con el privilegio del padre de la horda primitiva de “gozar” de todas las mujeres, lo que ya implica un exceso; mientras que en Más allá del principio de placer, localiza un goce que tiene como función mantener el equilibrio entre las tenciones. De modo que el goce puede ser obtenido por la vertiente del dolor o sufrimiento (Porge; 2000).

Para Lacan, el goce se presenta inalcanzable, opaco, en la medida en que resulta inaccesible en relación a la satisfacción de la pulsión, la cual consiste en “rodear a su objeto y por consiguiente no encontrarlo como tal cada vez y entrar a la insistencia de la repetición” (Porge; 2000: 242).  En este sentido, el goce se vive en el cuerpo, es un acontecimiento del cuerpo dado que el significante marca y mortifica al cuerpo. “Se plantea entonces la cuestión de la conexión de lo sexual y del goce, del sujeto determinado por el significante, lugar real de un goce y de la diferencia sexual” (Porge; 2000: 244).

En el caso de la mujer, Lacan plantea que el goce que la habita es enigmático incluso para ella. Surgen entonces las preguntas: de qué goza una mujer cuando goza?, cuál es su goce?, que despierta todo tipo de polémicas acerca de su inexistencia. Se trata de un goce del que nada se puede decir en la medida en que es no todo regulado por el falo, ya que la mujer es no-toda fálica: “ya que si bien por un lado habita el lenguaje por otro no-toda ella lo habita” (Porge; 2000: 245).

Por ello el goce de la mujer es denominado Otro goce, uno que no está regulado por el falo, que más bien va más allá del falo. En el caso de la mujer se daría una especie de desdoblamiento, puesto que está regulada por el falo, pero a la vez, no toda regulada por el falo. Este desdoblamiento evidencia dos tipos de goce diferentes, que corresponden a las dos modalidades y posiciones en las fórmulas de la sexuación, donde los dos sexos pueden adoptar una de las dos posiciones sexuales: de hombre o de mujer.

Entonces, para las mujeres existen dos tipos de goce diferentes, por un lado el goce llamado fálico es decir el goce ligado al significante, a lo simbólico es decir a la castración. “Algunas mujeres sólo obtienen este goce, es decir están ubicadas del lado hombre de las fórmulas de la sexuación, en esta posición queda detenida la histérica identificada al hombre en lo que Freud denominó la fase fálica” (Miller; 2010: 165). Se trata del Goce del objeto que se opone al goce de la falta que es el goce más allá del falo, el que le corresponde a la mujer. "Si hay algo que verdaderamente falta en el ser hablante, no es tanto el objeto "a" sino ese agujero en el Otro que se articula S(A), fuera totalmente de lo simbólico" (Porge; 2000: 252).

Es de esta ausencia del Otro de lo que goza la mujer y lo que le sirve para alcanzarlo, se trata de la esa ausencia del significante de la mujer, por lo que Lacan escribe La mujer con la La tachada. Por lo tanto no es el goce fálico, el goce ligado al significante el que posibilita el acceso al goce suplementario de la mujer, sino que es precisamente de esa ausencia de significante de lo que la mujer goza. Por ello nada puede decir de este goce que la habita, pero sin embargo se vive en el cuerpo, como tormento, como exceso, como acto sacrificial.

En el capítulo VI del seminario XX, Lacan señala que la mujer no-toda se inscribe en la función fálica, que ella se desdobla, si por un lado tiene relación con el falo, por otro en la relación sexual es radicalmente Otra, por ello está íntimamente relacionada con Dios, sin nombre, de allí que Lacan afirma que la mujer es uno de los nombres de Dios.

El goce fálico conducirá al goce suplementario para cada uno de los sexos, pues lo que no se encuentra en el ser humano es la complementariedad sexual, basada en una simetría de los sexos. Donde cada uno de los sexos asume una posición respecto al falo, sea tener (masculino) o ser (femenino) “cada uno de los sexos se diferencia en su forma de enunciar y declarar su relación con el falo” (Porge; 2000: 251). Debido a que no hay en el lenguaje significante garante de lo masculino y de lo femenino, el acto sexual adquiere el valor de otorgar cierta garantía de unión, de encuentro, ante la relación sexual que no existe en la medida en que no existe un significante que nombre cabal y definitivamente esta unión, que solo se produce a nivel del fantasma “Cada uno de los sexos no tiene que vérselas solamente con el uno contable, sino con la idea de pareja como Uno, con la unión de los dos”, porque no existe.

Notas:
Lacan, Jacques (2006). Seminario XX “Aún”. Buenos Aires: Paidós
Miller, Jacques Alain (2010). Buenos Aires; Paidós
Porge, Erick (2000). “Jacques Lacan un Psicoanalista”. España: Síntesis


De maldecir a la mujer a mal-decir mujer

Alejandra Hornos H.

“Para que el alma resulte ser se la diferencia de la mujer, y desde el comienzo. A ella se la mal-dice mujer, se la alma dice (on la dit-femme, on la diffâme).”

“Una carta de almor”, El Seminario, libro 20. Aún (Pág.103)

Jaques Lacan encuentra en la perspectiva del alma un recurso, un modo para soportar el mundo. Refiere que solo podría llamarse alma lo que permite a un ser, un ser que habla, sobrellevar lo intolerable del mundo. Concluirá entonces, que ante lo insoportable del mundo: se alma.

En relación a soportar la intolerable inexistencia de la relación sexual, con un goce que rehusa decirse, Lacan plantea que a la mujer se la mal-dice. Efecto de un acontecer histórico, este ser mujer enigmático, del que pocos hombres e incluso las mismas mujeres pueden decir algo, evidencia que solo se dice de ellas lo que en relación al significante fálico se articula: la dimensión madre. Es sabido que ante lo extraño, lo enigmático, lo que no tiene respuesta advenga la resistencia. Ante lo innombrable de La/ mujer y un otro goce que la habita y la diferencia; se la alma-dice mujer, se la nombra solo desde el lugar que se hace soportable.

En varios momentos de la historia la mujer fue maldecida, acusada de usar supuestos poderes sobrenaturales fue perseguida y hasta quemada en la hoguera. Pero en lo cotidiano, en los lazos amorosos, familiares, fraternos, es percibida también muchas veces Como ese “continente oscuro”, ya lo ubicaba Freud, un continente del que poco se sabe, un continente que transgrede y por tanto es percibido con frecuencia del lado de la locura.

Lacan nos orienta del maldecir a la mujer al mal-decir mujer a través de alma-decirla. Refiere que solo atender un aspecto de su goce y su deseo no es precisamente un bien-decir. Algo significativo de ella no está dicho y es más: no lo estará. Que no sea atrapado por el significante, no necesariamente implica que no exista, de hecho ex-siste, se evidencia en el lazo; aunque no todas lo evidencien.

Lacan hace en este tema una referencia a Cornelia, quien fuera una mujer culta y de carácter fuerte quien luego de la muerte de su esposo (153 a. C.), rechazó casarse con el rey de Egipto,  para consagrarse a la educación de sus hijos. Formó parte de la familia que más se entregó a la defensa de la cultura helenística en Roma. A edad muy avanzada, le fue erigida una estatua de bronce en el  Foro Romano, de la cual se conserva la base con el epígrafe: Cornelia Africani F. Gracchorum  - Cornelia, hija del africano y madre de los Gracos. Fue la primera estatua de una mujer expuesta al público en Roma.

Lacan refiere que lo más famoso de las mujeres que ha guardado la historia, es lo más infame que puede decirse, pero “le queda el honor de Cornelia”, dirá; aunque esto solo diga de una mujer como madre. Cornelia llevó con gran entereza y altruismo sus infortunios, pues había sobrevivido a su padre, a su esposo, a sus hijos y demás familiares y amigos. Sus últimos años de vida, transcurrieron en su villa de los campos misenos, hablando de su padre y de sus hijos a sus visitantes, como si se tratara de hombres de una época pasada. Conocida como la “madre de los Gracos”, soportó con entereza los años de lucha de sus hijos, quienes quisieron llevar a cabo reformas agrarias significativas que los llevaron a encontrar la muerte. Esta matrona romana, defendió la causa de sus hijos y trabajó incesantemente para ganar partidarios. Cornelia: una mujer hija, una mujer madre; sin-embargo ¿qué de mujer en Cornelia? La mujer está embargada, en ella se evidencia la mal-dicha mujer.  


No solo por azar Dante Alighieri la cita en la Divina Comedia, como un espíritu que se encuentra en el Limbo, en un mundo entre los vivos y los muertos, como suspendida, apartada de su íntima esencia. Es por todo lo anteriormente expresado que Lacan a modo de posibilitar un registro de este algo más en relación al goce de la mujer, propone y desarrolla en su teoría ese goce Otro que va más allá del goce fálico en un intento de dejar de lado el citado mal-decir mujer y entonces: decirla en otros términos.

Mónica Pelliza en Santa Cruz de la Sierra

Seminario de Formación Permanente


Monica Pelliza, psicoanalista. Miembro de la la Nel y la AMP

Durante los días 27 y 28 de abril, APEL – Santa Cruz, tuvo la oportunidad de contar con la presencia de la analista Mónica Pelliza, AME de la AMP y la Nel; quien fue nuestra invitada para llevar a cabo el segundo módulo del Seminario de Formación Permanente, durante el transcurso de este año. “Neurosis obsesiva”, es el título propuesto para este Seminario, un título simple que cobrará su especificidad al finalizar el mismo. Se trata de un trabajo, orientado a desplegar algunas perspectivas de una relectura de aspectos referidos por Freud y por Lacan en momentos previos de su enseñanza; para adentrarnos en formulaciones que Lacan produce en el último período de su enseñanza.




Epistemología y clínica se tejieron en una transmisión en movimiento, propia de la que se espera en nuestra orientación. La vasta experiencia clínica de la invitada y los casos presentados por los miembros de la Nel y asociados de APEL permitió un trabajo intenso en el que el propósito fue un trabajo entre todos. 



A Mónica Pelliza, nuestro más sincero agradecimiento por su disposición, transmisión y enseñanza en estos dos días de intenso trabajo. Una transmisión, epistemológica y clínica pero también una transmisión que refiere a la disposición del analista de la orientación lacaniana al trabajo de Escuela. Ha sido ésta, una oportunidad de trabajo, que renueva y vivifica nuestro sostenido deseo.








Mónica Pelliza en Santa Cruz
Reseña del Seminario de Formación Permanente


Monica Pelliza, psicoanalista. Miembro de la Nel y la AMP.
En la primera sesion del modulo "Neurosis Obsesiva"

Durante los días 16 y 17 del corriente, APEL - Santa Cruz, tuvo la oportunidad de contar con la presencia de la analista Mónica Pelliza, AME de la AMP y la Nel; quien fue nuestra invitada para llevar a cabo el primer módulo del Seminario de Formación Permanente en este 2017. "Neurosis obsesiva", fue el título que Mónica propuso para este seminario, un título simple al que seguramente alguna particularidad se le agregará a lo largo del trabajo, siendo su propuesta la de construir conocimiento a partir de la clínica y sus particularidades en la actualidad.








Retomar el Seminario V de Lacan y volver a varios textos de Freud en los que Mónica ubicó algunas cosas "ya pesquisadas" respecto al diagnóstico diferencial con la psicosis, fue el material base para comenzar a sumar otro material en la medida que avanzó el trabajo. La "Disciplina del comentario" fue el dispositivo de apertura de debate del material teórico y la "Discusión clínica" en base a casos presentados por los miembros de APEL se constituyó en el material necesario para seguir avanzando. Las neurosis obsesivas y las psicosis ordinarias, en relación al diagnóstico diferencial en la práctica actual, se instituyó en la punta de flecha de construcción de conocimiento en este seminario. Eje que nos pone en la vía de preparación para las próximas jornadas de la Nel en Bolivia, y al próximo Congreso de la AMP.


Asociadas de APEL SCZ junto a Monica Pelliza, miembro de
de la Nel y la AMP.




El seminario permitió un intenso trabajo en dos días en que el propósito fue un "trabajo entre todos": espacio de exposición, presentación, intercambio y discusión. Mónica Pelliza logró dar curso a una "enseñanza en movimiento", modalidad propuesta por el psicoanálisis de nuestra orientación, esa que mueve y en ese movimiento crea resonancias, las cuales al ser atendidas se plasmarán en productos. Ya fue hecha la propuesta: A escribir para el próximo módulo, plasmar en escritura lo que resuena!





A Mónica nuestro más sincero agradecimiento por su disposición, transmisión y enseñanza en estos días de intenso trabajo. Una oportunidad que renueva y vivifica nuestro sostenido deseo.



Gabriela Urriolagoitia en Santa Cruz
Reseña del Seminario de Formación Permanente


Gabriela Urriolagoitia, psicoanalista. Miembro de la Nel y la AMP
Los miembros de la Asociación Psicoanalítica de Estudios Lacanianos de la ciudad de Santa Cruz (APEL - SCZ), agradecen a la NEL en Bolivia y especialmente a la psicoanalista Gabriela Urriolagoitia de la Delegación La Paz; quien hizo posible que el primer módulo de nuestro Seminario de Formación Permanente de este año tuviera lugar en nuestra ciudad los días 17 y 18 de mayo.

Gabriela Urriolagoitia con su enseñanza, transmisión y orientación, acerca de los capítulos 6 y 7 del Seminario XX de Jacques Lacan;  así como también con indicaciones clínicas precisas y rigurosas para la conducción de un análisis; ha aportado significativamente una vez más, a nuestra formación como psicoanalistas de la orientación lacaniana.   




Gabriela Urriolagoitia en Santa Cruz

Reseña del Seminario de Formación Permanente




El Seminario de Formación Permanente es un espacio de formación para los analistas Miembro de Apel SC. Gabriela Urriolagoitia, Miembro de la Nel La Paz y Miembro de la AMP;  es quien nos acompaña desde hace tres años en este enriquecedora actividad. Durante el 2015 el tema que nos ocupó fue "La histeria". Se ha trabajado en esta oportunidad los textos: "La Dirección de la cura y los principios de su poder"  y el Capítulo III del Seminario XXIII.





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