viernes, 13 de septiembre de 2019

Textos de la Actividad Preparatoria para el VIII ENAPOL "Asuntos de Familia, sus enredos en la práctica" 2017


Conversación "Chicos Malos, Niños Solos"
Participantes: Liliana Bosia. Fabiana Chirino. Eugenia Flórez. Alejandra Hornos. Cecilia Restrepo. Susana Schaer

"Articulación entre Droga, Familia y Goce en la Época Actual" Maggie Jáuregui



Conversación “Chicos Malos, Niños Solos”

* Texto elaborado en el marco del IIIV ENAPOL 

A modo de introducción

Lo primero que nos llamó la atención al leer el título de nuestra investigación fue la coma. Vino a la memoria la famosa frase atribuida a Julio Cortázar: “la coma, esa puerta giratoria del pensamiento” (citado por Casa Hispana, 2013), a partir de la cual nos preguntamos acerca de qué valor darle en este título.

Sabemos por el diccionario de la Real Academia Española que la coma no solo tiene un valor de pausa, sino también efecto de yuxtaponer. En este sentido su función gramatical es unir dos o más elementos lingüísticos contiguos del mismo nivel jerárquico, sin partículas intermedias que los relacionen (RAE, 2017, Vd.).

Miller concuerda con la segunda función de este signo ortográfico y en su texto, Un esfuerzo de poesía (2016, p.249), expresa que la coma en un título es un operador amable, ya que no interpone sino que yuxtapone. Es decir, que pone una cosa junto a otra sin interposición de ningún nexo o elemento de relación, lo cual no desentonaría con nuestra época.

El título nos invitó, en tanto practicantes del psicoanálisis, a pensar en las
posibles maneras e invenciones a las que recurren algunos chicos y algunos niños para hacer lazo en la época en la que impera el pseudo discurso del capitalismo. Época en que los semblantes de antaño cayeron y la soledad y el desamparo se hicieron más patentes. “Chicos malos”, “niños solos”, yuxtapuestos; como opciones ubicadas en un mismo nivel jerárquico, a partir de la coma, ¿podrían constituirse en una opción más para los sujetos de nuestra época?

En este contexto, nos preguntamos sobre los significantes “Chicos malos” “niños solos”, ¿Cuál es su estatuto y funcionamiento?, así como la posibilidad de que éstos cobren el estatuto de modos de hacer con el malestar en la cultura, con el goce propio y la soledad estructural. En la vía de dar alguna respuesta a estos cuestionamientos, comenzaremos por cernir algo de estos significantes en nuestra época y su horizonte, preguntándonos ¿de qué soledad y de qué maldad se trata, con relación a los asuntos de familia?

Soledades: ¿de qué estofa la soledad de cada quién?

La soledad ha sido objeto de reflexiones y composiciones de muchos escritores, poetas y artistas, pero ¿de qué hablamos cuando decimos soledad? Podemos responder que hay la soledad con el Otro, con el semejante, pero también sin el Otro. Siguiendo a Ana Aromí (2015), podemos decir que la soledad del neurótico, que implica al Otro, oculta lo acompañado que está el sujeto por el objeto del fantasma. En este caso el sujeto está solo, y sin embargo acompañado por su síntoma o su fantasma, que es un modo de responder a lo real de la no relación sexual. Pero, por otro lado, encontramos también una modalidad de soledad vinculada a un goce autista, que no hace lazo.

La época actual promueve modos de goce solitarios vinculados a la circulación de objetos del mercado. Objetos con los que los sujetos pretenden cubrir la falta en ser; renunciando así al lazo con el Otro, que siempre entraña un enigma, un conflicto y un impasse. Hoy vemos múltiples expresiones de esta soledad, chicos pegados a los gadgets, goces solitarios en el ver, comer, comprar, etc. Híper conectados, llenos de cosas y objetos, pero también cada vez más solos, podría ser el axioma de los sujetos hoy.

De modo que ante un niño “solo”, es necesario ubicar, en su singularidad, qué goce tiene lugar, en un contexto en el cual la oferta del mercado dificulta más que en otras épocas, situar de qué soledad se trata.


Del mal, a la maldad

La maldad habita en el origen del lazo social, efecto del enredo pulsional en tanto satisfacción del sujeto. Freud nos advertía en su texto de 1930 El Malestar en la cultura, que el humano no es un ser “amable” a causa de la cuota de agresividad que viene aparejada con la pulsión, por lo que considera, que una civilización se construye producto de someter la agresividad, la destrucción y la crueldad propias del ser humano (Freud, 1992).

Partiendo de las conceptualizaciones de Freud, Lacan hace sus propias elaboraciones respecto de la agresividad y la pulsión en su artículo La agresividad en psicoanálisis. Miller se ocupa de este trabajo y subraya que Lacan toma el concepto kleiniano de posición depresiva en la que el sujeto se identifica con un objeto malo interno. Destacando que Melanie Klein entendió la estructura paranoica del yo más allá de la imagen del semejante. También señala, en este texto, el “extremo arcaísmo de la subjetivación de un kakón” (Miller, 2011, p. 136-137), precisando que  más allá de las identificaciones con la imagen del otro, habría  una relación con un objeto malo inimaginable. En este sentido, Silvia Elena Tendlarz nos recuerda que Lacan utiliza el significante “Kakon” (del griego: malo, desgracia, dolor) para nombrar lo real del goce en sus primeras elaboraciones, cuando aún no había conceptualizado lo real (1988).

Cuando Lacan comienza a sistematizar su teoría de lo simbólico, lo hace devaluando la dimensión de lo pulsional que fuera central en la teoría freudiana. Sin embargo, como señala Eric Berenguer en su texto Discurso y vínculo social (2008) progresivamente y a partir de las exigencias de su clínica reconsidera el concepto de lo simbólico e incluye en él a la pulsión. Así, en el Seminario V sostiene que no-todo se puede simbolizar, por ende algo queda como resto. A ese resto, que también funciona como punto de partida del deseo, Lacan lo llamó goce (Berenguer, 2008).

Ya en su Seminario VII Lacan ubica lo pulsional como central. El principio del placer aparece como una barrera frente al goce y establece una oposición entre la homeostasis del placer y los excesos constitutivos del goce. Ubica el bien del lado del placer y lo malo del lado del goce, siendo el síntoma la evidencia del carácter estructuralmente disarmónico de la relación al goce. Es con su síntoma, que el sujeto enuncia que el goce es malo (Lora, 2016).

En este mismo seminario, Lacan también añade una consideración de orden topológico: “lo más exterior llega a ser lo más interior, a la par que conserva –esto es lo paradójico- un carácter de exterioridad, pero de exterioridad íntima” (citado por Miller, 2015, p.48)Y en esta misma línea, Miller, en su texto “Extimidad”, dice que en lo más íntimo del sujeto hay algo extraño a él, le es extraño a la vez que le concierne, es como un núcleo que le es inalcanzable y lo nombra vacuola de goce (2010).

Miller nos aporta una precisión más en este tema, al indicar que el Kakón es uno de los nombres del objeto como éxtimo. El ser golpeado en el exterior es el ser más íntimo del sujeto, no se trata de una proyección ya que “el Kakón es el ser del sujeto identificado al objeto como plus de goce” (Citado por Tendlarz, 1988). Entonces si el objeto plus de goce, autoerótico, encarna el goce como mal, es sólo a través del lazo social, en su acción sobre el otro, que toma la forma de maldad o crueldad.

En este sentido, decir maldad o decir crueldad, es referirse a una modalidad de goce. Modalidad que reduce al Otro a otro y en ese sentido, a la condición imaginaria más radical: “o yo o el otro”; por lo tanto, a una condición de puro objeto. Sirviéndose del concepto del Kakón, Lacan explica el pasaje del mal a la maldad y del ejercicio de ella hacia el otro y/o también hacia uno mismo (Citado por Tendlarz, 2004).

En resumen, la subjetivación del Kakón, el desarrollo del goce en lo real y el objeto a como plus de goce; son las conceptualizaciones que dan soporte a pensar el mal, un kakón, como algo estructural en el sujeto.


Chicos malos, niños solos: asuntos de familia

La familia, como institución, ha sufrido diferentes transformaciones como efecto de los cambios políticos, económicos y socio – históricos que se han desarrollado a lo largo de las épocas. De este modo, el Otro social reinante, influye en las diferentes maneras en las que se conforman las familias y los lazos familiares.

Al respecto, el psicoanálisis desde sus inicios reveló que no hay un lazo “natural” entre madre e hijo o entre padre e hijo, sino relaciones históricas e historizadas, que constituyen una verdadera matriz que marca a cada sujeto. Cuando hablamos de familia estamos hablando de una compleja estructura de relaciones simbólicas que muchas veces trascienden los lazos de sangre.

Para que las funciones madre y padre sean tales, es necesario algo más que engendrar un hijo, es necesario que opere una atribución subjetiva por parte de los padres, pero también es necesario que los hijos consientan a ella. De modo que, sea cual fuere la forma que tome la familia actual y las funciones que hoy le toque realizar, para los psicoanalistas lo esencial en la función de la familia es “lo irreductible de una transmisión que es de un orden diferente de la de la vida según las satisfacciones de las necesidades, pero que conlleva una constitución subjetiva, lo que implica la relación con un deseo que no sea anónimo” (Lacan, 2012, p.393).

La transmisión que se juega en una familia, es una transmisión anudada a la función del deseo, uno que no sea ni anónimo ni universal, el cual requiere estar encarnado en alguien particular, lo que posibilitará la constitución de un nuevo sujeto. De este modo, la función de una familia es la de transformar un organismo vivo en un sujeto humano, es decir un sujeto del deseo, a partir de “darle un lugar simbólico, un lazo de parentesco, una posición en las generaciones y una identidad civil” (Spurrier, 2011)
La familia, entonces, transmite algo del orden de la ley y del deseo (simbólico), pero también transmite algo del orden del goce, del mal y del Kakón (real), presente por estructura en el sujeto y en los lazos que teje con el otro. Al respecto, Lacan en su Seminario La Angustia, retomando a Freud, y señala que en lo simbólico hay un real, que se constituye en un agujero, quedando lo real dentro de lo simbólico, pero no subjetivado (2007). A esto Freud lo denominó lo siniestro, aquello familiar pero sin embargo extraño y que remite al goce propio e irreductible imposible de tramitar por la vía simbólica.

Lo siniestro, entendido como maligno nos remite a ese punto de real en lo simbólico, el Kakón, presente también al interior de los asuntos de familia. Aspectos que – en la clínica- se escuchan en el discurso de los sujetos al referirse a tramas familiares que involucran algo de la circulación de un goce secreto, prohibido o transgresor, en relación a un Otro. Entonces, situar en la clínica lo sintomático de lo malo, permitirá ubicar la punta de la madeja, para comenzar a desenredar algo del goce propio enlazado a los lazos familiares.

Hoy, época en que el Otro no existe, como la calificó Miller (2005), llegan a la consulta – cada vez más- niños y adolescentes paradójicamente, inmersos en una soledad llena de objetos que la tecnología pone al alcance de sus manos, o bien, anclados en una maldad que imposibilita hacer lazo. Ambos aspectos dan cuenta de la dificultad de estos sujetos de hacer con el goce que los habita, pero también de la dificultad de sus padres para transmitir algo del orden de un límite y un deseo, que les permita una inscripción simbólica y la posibilidad de tramitar algo de este goce.

“Chicos malos”, “niños solos” pueden ser significantes con los que el Otro (familiar, escolar, social, etc.) califica a los niños y adolescentes que presentan alguna dificultad para sostener un lazo. Pero, por otro lado, se trata de modos de goce que no pueden reducirse a categorías diagnósticas ni a propuestas educativas, en tanto dan cuenta de aspectos constitutivos a la condición de ser hablante, como hemos ubicado anteriormente.

Estos nombres de goce pueden articularse y entrampar la posición subjetiva de niños y adolescentes, por ejemplo: solo, malo; solo y malo o por malo, solo. Fijando dicha articulación un modo de gozar singular: aislamiento, desinterés por el lazo con el otro, sujeción a las pantallas, agresión al otro diferente, “bullyng”, etc.

Podríamos pensar, la soledad, cuando se manifiesta en la vertiente del aislamiento, y la maldad en su dimensión de agresión o acto; como respuestas sintomáticas a lo real de la no relación sexual. En tanto respuesta, ambas posiciones pueden constituirse, paradójicamente, en un “arreglo” ante la falta estructural, como un modo de hacer con lo insoportable, y posiblemente hacerse un lugar en relación al Otro.

Sin embargo, la contracara de este arreglo es la segregación. Pues si hay “chicos malos”, habrán “buenos chicos”, distinción con la que las instituciones, procuran dejar por fuera lo diferente. Miller en su seminario Extimidad, señala que la segregación recae sobre el modo de gozar (diferente) del Otro, produciendo a su vez la segregación del propio sujeto (2010).

Ya en la Proposición del 9 de octubre de 1967, Lacan advertía al respecto: la segregación es “estrictamente efecto del discurso de la ciencia, si bien le es correlativo” (2012, p. 276), en tanto el discurso capitalista empuja a la lógica del para todos, segregando la diferencia y por tanto no tolerando los modos de vida distintos.

Así, la segregación es producto de la relación, entre el avance de la ciencia y las consecuencias en las estructuras sociales a causa de su progreso, que hace de ella el amo moderno, que dispone de un modo de ser y de producir un tipo donde las particularidades de cada uno y de su grupo étnico y social desaparecen (Lacan, 2012). En palabras de Ana Rurth Najles, esta es otra manera de decir que el Otro no existe “interpretamos este camino de la segregación como la pérdida del estatuto de ser hablante, para caer en el estatuto del objeto de manipulación, por parte del mercado; objeto plus de goce homologable a cualquier objeto producido por la tecnología” (2000, p. 26).

Este estatuto del sujeto como objeto plus de goce, promovido por el amo actual, nos conducen a pensar también en el modo en que algunas familias ubican a los niños o adolescentes, como objetos sobre quienes recae cierta maldad o crueldad. Aspectos que la prensa tanto escrita como visual muestra de manera descarnada.


La apuesta del psicoanálisis

En este contexto, se puede pensar en la maldad de los chicos o en la soledad de los niños como síntomas en relación al discurso y mirada evaluadora del Otro, que determina -en función de estándares comportamentales- lo que es esperado, conveniente o funcional al lazo entre los sujetos.

El psicoanálisis irá en otra dirección, lo hará a contramano de este discurso, evidenciando - una vez más- ser su reverso. En este contexto, el analista ofrece su presencia para que el sujeto pueda ubicar algo de la soledad y del mal estructural, sin caer en el desierto o la desesperanza. En tanto el goce pueda acotarse en un análisis, habrá posibilidades de hacer un otro arreglo con el propio goce, quizás, más amable.

Participantes

Liliana Bosia
Fabiana Chirino
Eugenia Flórez
Alejandra Hornos
Cecilia Restrepo
Susana Schaer


Referencias Bibliográficas

Aromí Ana, (2015). La soledad y la experiencia analítica: sus paradojas, sus partenaires. Entrevista para el boletín de las XXIV Jornadas Anuales de la EOL “Lo que dice y hace el psicoanálisis”. Recuperado en:http://blog.elp.org.es/all/cat19/la-soledad-y-la-experiencia-analitica-sus-paradojas-sus-partenaires-anna-aromi/  

Berenguer, Enric. (2008). Discurso y vínculo social. Bogotá, Colombia: Net Educativa. Pág 14 -15.


Diccionario de la Real Academia Española. Recuperado en: http://dle.rae.es/?id=9sIscNy|9sIyM38|9sJpnVo

Freud Sigmund. (1992), El Malestar en la cultura, apartado V, Obras completas, Tomo XXI. Ed. Amorrortu: Buenos Aires, págs. 105 -112

Lacan, J. (2007). Del cosmos al Unheimlichkeit. En: Seminario 10 La Angustia. Buenos Aires: Paidós.

Lacan, Jacques (2012), Nota sobre el niño. En: Otros Escritos. Buenos Aires: Paidós. Pág. 393.

Lacan, J. (2012), Alocución sobre las psicosis del niño. En: Otros Escritos. Buenos Aires: Ed. Paidós, Pág. 382

Lacan, J. (2012). Proposición del 9 de octubre. En: Otros escritos. Buenos Aires: Ed Paidós, Pág. 276.

Lacan, Jacques (2013), La Agresividad en Psicoanálisis, En: Los Escritos. Buenos Aires: Biblioteca Nueva Siglo XXI.
Lora, María Elena (Marzo 2016), Un Real, el Horror y la Crueldad en la época actual. Ajayu, 14 (1).

Miller, Jacques Alain (2005), Seminario El Otro que no existe y sus comités de ética. Buenos Aires: Paidós

Miller, Jacques Alain (2010), Capitulo III Racismo. En: Seminario Extimidad. Buenos Aires: Paidós.

Miller, Jacques Alain (2011), La asunción de la muerte, En; Donc. La lógica de la cura, Buenos Aires: Paidós. Págs. 136,137.

Miller, Jacques Alain (2015), Seminarios en Caracas y Bogotá. Buenos Aires: Paidós. Pág. 48.

Miller, Jacques Alain (2016), Un esfuerzo de poesía. Buenos Aires: Paidós. Pág. 249

Najles, Ana Ruth (2000), El niño globalizado, segregación y violencia. ACFB, Bolivia: Plural Editores. Pág. 26.

Spurrier, P. (2011). El psicoanálisis, la familia y la educación. Revista Varieté – Nel México. Septiembre 2001. Recuperado en:  www.nel-mexico.org>variete>edicion

Tendlarz, S. E. (1988). Acerca del Kakon. Revista Malentendido n°3. Pág 21-23. Recuperadoen:http://www.silviaelenatendlarz.com/index.php?file=Articulos/Experiencia-analitica/Acerca-del-Kakon.html





UNA ARTICULACIÓN ENTRE DROGAS, FAMILIA Y GOCE EN LA EPOCA ACTUAL. 



Maggie Jáuregui O.

Desde la época de Freud, la familia cumple la función de refrenar el goce y hacer circular el deseo, lugar donde los niños pueden aprender a hacer con la pulsión, como sostiene Anna Aromí “la idea es que la familia es el marco temporal durante el cual unos adultos se prestan para que los niños experimenten con el goce en un escenario protegido. Protegido sobre todo de las consecuencias de ese goce” (Aromí, A. 2014).
El efecto de este goce regulado es el deseo que circula en la singularidad de cada configuración familiar, es lo que queda del objeta a desprendido, objeto inalcanzable que mueve a desear, de ahí la función de residuo que tiene la familia, conformada alrededor de la falta, la castración.
Cuando ese objeto inalcanzable, causa de deseo, hace un ascenso al cenit social, dando cuenta de un pasaje más allá de los límites, de lo sin medida, “de la innovación frenética” que plantea Miller en Comandatuba (2004) es que ya no es el deseo, sino el goce lo que toma acento, el imperativo a gozar de la época actual. Esto opera sobre la familia como lo hace en otros sectores de la cultura, surgiendo nuevas formas de lazos familiares, que por lo frenético de los cambios, suelen ser más frágiles.
El modo de goce contemporáneo está determinado, ya no desde la negativización del goce sino desde su expresión sin límites y en este sentido, la toxicomanía muestra el estado actual de lo social, “dado que el objeto a pierde su estatuto de causa de deseo, debido a que la droga ocupa el lugar mítico, es decir, el de la ilusión de haber alcanzado el objeto” (Lora, M.E. y Calderón, C. 2010)
En 1975 Lacan hace algunas puntualizaciones que son las que actualmente han permitido desarrollar esta temática desde el psicoanálisis de orientación lacaniana. En el segundo día del Cierre de Jornadas de Estudios de Carteles de la Escuela Freudiana (13 de abril de 1975), señala que la angustia está localizada en un momento preciso del desarrollo y para ejemplificarlo alude al Caso Juanito de Freud. El momento en que se desencadena la angustia en Juanito es cuando “se da cuenta de que está casado con su pito”, plantea Lacan y continúa diciendo: “Ustedes me perdonarán llamar a esto así, es lo que generalmente se llama pene o pistola y que se hincha advirtiendo que no hay cosa mejor para hacer falo”. Sostiene que la castración es un goce, porque “ella nos libera de la angustia” (Lacan 1975), permite liberarse de la angustia que produce estar casado con el pene, salir del goce fálico a través de un goce que la castración permite, “en la medida en que se opera la castración, donde hay menos falo”, limita el goce, “el menor goce, eso es lo que quiere decir ´menos se goza mejor´” (Lacan 1975)
Es en este aspecto que sostiene que “todo lo que permite escapar a ese casamiento es evidentemente bien recibido” planteando que la droga puede ser una forma de evadir la angustia. En lugar de la castración que libera la angustia porque hay menos goce, “resulta el éxito de la droga” agregando que “no hay ninguna otra definición de la droga que ésta: es lo que permite romper el casamiento con la cosita de hacer pipí” (Lacan 1975).
La droga es una forma de hacer con la angustia distinta a la encontrada por Juanito, quien logra dominar, aunque sea en parte, a su cosita de hacer pipí, con palabras. El padre, que oficia de intermediario de las palabras de Freud, viabiliza un lugar para que Juanito hable, y es lo que lo conduce hacia la operación de la castración.
Entonces, una de las acepciones de Drogas en Familia puede estar refiriendo a lazos familiares marcados por modalidades de goce de la actualidad, que aluden por un lado, a tramitar la angustia a través de la droga  y no a través de la castración, de modo que  “la droga nos introduce a un modo de ruptura con el goce fálico” (Laurent 1988); y por otro lado, a tramitar la frustración ante la falta estructural del signo de amor realizándose una compensación pulsional mediante la droga. Tanto el no a la castración como la dificultad de tolerar la frustración ante la ausencia de signos de amor, aluden a satisfacciones pulsionales sin límite (Indart, J.C.  s/a) que caracterizan a la época actual.
Es necesario remarcar que el rechazo del falo en las toxicomanías abre al sujeto la posibilidad de un goce sobre el cuerpo que lo acerca al autoerotismo y a un retorno del goce pulsional que prescinde del ordenamiento fálico. No es un retorno por forclusión del Nombre del Padre,  ya que la toxicomanía se presenta en cualquiera de las estructuras.
Referencias:
·        Aromí, Anna (2014) ¿Qué es una familia? Conferencia en Universidad del Claustro de Sor Juana, México DF. Obtenible en: http://www.nel-mexico.org/index.php?sec=Actividades-internacionales&file=Actividades-internacionales/Textos-Conferencias/14-09-05_Anna-Armoni.html

·        Indart, J.C. (s/a) Clínica de la Frustración, hoy. Seminario CID

·        Laurent, Eric (1988) Tres observaciones sobre la Toxicomanía. En Sinatra, Sillitti y Tarrab (Comps)Sujeto Goce y Modernidad II. Bs. As. Ed. Atuel. Obtenible en Wapol.org: http://wapol.org/es/las_escuelas/TemplateImpresion.asp?intPublicacion=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=168&intIdiomaArticulo=1

·        Lora, M.E. y Calderón, C. (2010) Un abordaje a la Toxicomanía desde el Psicoanálisis.  Revista Ajayu. Ed. Marzo 2010. Universidad Católica Boliviana. La Paz. Obtenible en: http://www.ucb.edu.bo/publicaciones/ajayu/v8n1/v8n1a8.pdf

·        Miller, Jacques Alain (2004) Conferencia en Comandatuba IV Congreso de la AMP. Comandatuba - Bahia. Brasil. Obtenible en:
http://www.congresoamp.com/es/template.php?file=Textos/Conferencia-de-Jacques-Alain-Miller-en-Comandatuba.html



 

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