sábado, 13 de agosto de 2022

Segundo Módulo del Espacio de Investigación "Síntoma y Sinthome"

El pasado miércoles 3 de agosto tuvo lugar el primer encuentro del segundo módulo del Espacio de Investigación Clínica de la Sección NELcf – Santa Cruz de la Sierra. “El síntoma y el sinthome” es el tema que nos invita al trabajo.  Un trabajo que inicia ubicando que el cambio que de ortografía de la palabra síntoma apunta a una “evolución y progreso” en la enseñanza de Lacan y de ninguna manera a una “evolución y reemplazo.” De esto nos ocuparemos de esta evolución. El primer encuentro trabajamos con relación al texto freudiano “Inhibición, síntoma y angustia”, el segundo lo haremos alrededor de los capítulos “El secreto del síntoma y “Síntoma y pulsión” del curso de Jacques-Alain Miller, “El partenaire-síntoma”.

 

Les acercamos en este enlace el texto que presentó Edgar Marcelo Guzmán – integrante de GEPOL, Sucre– a quien agradecemos el animado trabajo y disposición para continuar en este espacio de investigación que genera encuentros en los que ubicar articuladamente episteme y clínica. En este primer encuentro Alejandra Hornos comentó la elaboración de Edgar y puso a la conversación el historial clínico de Isabel Von R para situar en la clínica el síntoma desciframiento, pero también el cuerpo como sustancia gozante.  

 

El próximo miércoles 17 avanzaremos un paso más ubicando la articulación significante y goce. Lo que traerá como efecto el unlust del síntoma y la referencia al cuerpo, hito ineludible para el avance en la última enseñanza de Lacan.

 

Los esperamos el próximo miércoles 17 de agosto a las 19:00 en el espacio del ESIC.

 

 

Coordinación ESIC

Raúl Arancibia

Fabiana Chirino

Alejandra Hornos

 

 

 

lunes, 30 de mayo de 2022

Presentación Clínica en el Centro de Salud Mental Blanca Añez de Lozada



Hablando a las paredes
Resonancias de una presentación Clínica

  

                           Evelyn Schejtman

  

 

“Lo que se aprende, se capta al vuelo, de la boca de uno o de otro, y nunca se está demasiado seguro de asir algo con la mano, o nada… Son impresiones que quisiera transformar en enseñanzas”.

Jacques-Alain Miller, “Enseñanza de la presentación de enfermos”.

 

Primer momento, el paciente se dirige hacia el escenario del auditorio en compañía de Viviana Berger, dejando por detrás a la audiencia, en una atmósfera silenciosa, de escucha atenta y discreta.

 

Es un hombre de 27 años, internado por primera vez de forma voluntaria, a causa de problemas de “consumo de drogas”, que inician a sus 14 años. Es él, a quien se le da la palabra, para encontrar quizás allí, sin saberlo, “un rostro de su destino”[1]. Es ella, una psicoanalista que, con sutiles y precisas preguntas, de manera suave y gentil, ira jalando los hilos que encuentre para proseguir la entrevista e ir armando la lógica del caso. Y así ambos, van haciendo surgir aquello que resonará en lo que cada uno escucha, dando la posibilidad de que se transforme en enseñanza.

 

Durante la entrevista, surgen pequeños fragmentos de su vida, que por sí solos no llegan a tener una historización. Comienza a hablar para luego apagarse, así como aquel cuerpo que se muestra adolorido, roto, inmanejable; en el que requiere del consumo para apagarlo y encenderlo, así como de los tatuajes para adormecerlo y, “el encierro” para engrilletarlo. Habla de un “submundo” en el que se desplaza, sin la posibilidad de una imagen que le permita colocar un borde, que lo proteja de la inminente re-caída.

 

Sin retroceder, la analista va armando el tejido, fina labor clínica que devuelve aquello que aparece como una posible solución: la “familia” como lugar donde encuentra algo del sentimiento de la vida y le brinda una dirección; “cocinar”, como aquello que le puede proporcionar un espacio y un tiempo para unir lo que quedo “quebrado”, y que, ligado al arte, podrían armar una consistencia.

 

A pesar de estar presente una numerosa audiencia, en la que no había una barrera física que los separe, el paciente y el clínico se encontraban en un espacio totalmente aislado, sostenido por el silencio y la quietud, casi completa, del público expectante.  Se crea tal atmósfera, que al final de la entrevista, algo sucede de forma sorpresiva, que hace resonar a ese “coro antiguo”: Él se dirige al auditorio, arropado por el tejido armado con su decir, para subirse al pedestal y dirigir un consejo: “Si ven a alguien que está en este problema… pongan un stop, porque te come la vida”.

 

Segundo momento, se abre la caja de resonancia. En la sala solo se encuentran: la analista que hace la entrevista, los colegas de la Escuela, el personal médico, y los participantes del ESIC. Comparten aquello que les resonó, dando lugar a una conversación y a la extracción de la lógica del caso.

Algo se enseña, pero también algo se pone al trabajo. Las preguntas que me surgen son: los fenómenos del cuerpo del paciente, ¿pueden ser leídos como fenómenos elementales, que no fueron convenientemente capturados por lo simbólico? ¿Se trata allí de una falta de consistencia, en la que las identificaciones no alcanzan para armar un yo y un cuerpo para habitar?, ¿Aquel “quiebre” de los 7 años, puede ser leído como el momento de desencadenamiento? Y por último, ¿qué nos enseña la psicosis en la infancia sobre las formas contemporáneas de la locura?



[1] Jacques-Alain Miller, “Enseñanza de la presentación de enfermos”, Pág. 155




Primer encuentro preparatorio para la presentación clínica en el Centro de salud mental Blanca Añez de Lozada.

 







“Víctima, victimario y más allá…” *

 


Por Alvaro Iriarte

 

De la entrevista clínica.

P. se presenta con el tema del consumo en primer lugar. Luego, por dudas en relación con su género u orientación sexual alega un término asociado al diagnóstico (aparentemente aprendido): “brote psicótico”.

 

En la entrevista realizada por Marcela Almanza puede escucharse que P. realiza una cronología entre el consumo y su orientación sexual, reordenando y algunas veces resignificando los momentos más importantes que la llevaron a estos temas. Identifica a los 5 o 6 años el recuerdo de los globos, cómo lo molestaba su hermano “gemelo”, a los 6 o 7 años las tijeras y los testículos. Todo esto sin que fuera un motivo relevante para su identidad y género, pero sí lo recuerda como algo que podría tener que ver con lo que le sucede.

 

A los 8 años fue su primer acercamiento a la música. También refiere el sentimiento que adviene en relación con haber abusado de sus primas. A los 12 años nuevamente cobra lugar el tema del hermano, la manera en la que se “reprimió” al ver un actor de la serie, también la batería y el “ruido”. A los 14 años probó por primera vez marihuana y luego consumió alcohol hasta los 18 años, volviendo a la marihuana a los 20 años, pero también continuando con el consumo de alcohol, cocaína y LSD.

 

A los 15 años decide por miedo al acoso un cambio de escuela de solo varones a una mixta. A los 18 años junto con el consumo de marihuana empieza a cuestionar su identidad sexual y esto se instala a los 22 años. Es en este transcurso que aparecen los “brotes psicóticos”. Se ve a sí mismo con una mitad derecha femenina y escucha la voz de su conciencia fragmentada: P. la buena y Rebeca, la maligna; quien lo insulta con violencia y reclamos produciendo miedo, tristeza y culpa por ser transgénero.

 

También se presenta la ansiedad que le producía quedar en evidencia sobre su atracción al mismo género ante los amigos de su primo y al resto de personas, lo que lo condujo al consumo de drogas. Identifica el primer “brote psicótico” al imaginarse como abusado por el padre, la bofetada del tío también es imaginada como un abuso. Ubica no haber hecho nada con las primas, pero, aun así, tiene la sensación de haber sido abusado y también culpable.

 

Relata la supuesta represión de los padres al “hipnotizar” y bloquear su lado femenino. Hablar en inglés le quita esa preocupación de no tener género, ya que este idioma no tiene género gramatical a diferencia del español que tiene dos géneros y todos los sustantivos pertenecen a uno de ellos. En inglés, aunque sí que se puede distinguir femenino y masculino, los sustantivos no tienen un género asociado. P. refiere ser energía y al suicidarse siente que se librará de su cuerpo de hombre, lo que también le da placer, un placer de libertad y sentimientos encontrados.

La entrevistadora logra mediante un ordenamiento cronológico y una descripción de la sintomatología sin terminología psicopatológica una introducción al caso general.

 

Del saber médico psiquiátrico.

En psiquiatría comenzamos con los datos generales del paciente, el motivo de consulta y al recabar la información dirigimos al paciente para que relate de forma secuencial lo sucedido desde el inicio de la sintomatología hasta la actualidad. Especificamos los antecedentes familiares, patológicos y no patológicos, realizamos un examen físico, el examen mental y valoramos pedir exámenes complementarios.  

 

Antes del primer episodio psicótico ya vemos en P. desde su niñez ciertos rasgos que nos hacen pensar que él se sostenía mediante la música para no entrar en peleas entre compañeros y así “mantenerse al medio” de las situaciones que le provocaban molestia, ansiedad y sentimientos encontrados que no podía nombrar en ese entonces. Es en el momento que acude a las drogas que se produce un desencadenamiento, una ruptura biográfica de la que no hay marcha atrás: su sexualidad cuestionada. A partir de entonces, estos síntomas en el cuerpo denotan posibles distorsiones en la imagen corporal, al parecer pseudo-alucinaciones, ya que la voz de su consciencia “Rebeca” arremete contra él, ideas delirantes de daño y control bien sistematizadas exacerbadas. Este cuadro psicótico evoluciona descuidando los recursos que le daban estabilidad e incrementa de manera contradictoria para él ya que, si bien en un principio apaciguaba la ansiedad, luego incrementaba la posibilidad de generar episodios psicóticos.

 

Desde lo médico cabe preguntar más detalles acerca del consumo, tratamientos previos y verificar si no hay un deterioro o lesión orgánica.

 

De la escucha y la intervención.

Muy aparte de realizar todo este esquema de atención psiquiátrica que seguro P. la recibe en la institución donde está internada, es interesante dar lugar al mismo tiempo a que el sujeto trascienda, ubicando estos significantes que Marcela Almanza muestra en la presentación clínica y cómo de ésta, se puede obtener un resultado terapéutico mediante la palabra. Remarcar “hay una vida alrededor de lo que comentaste”, así como ubicar la música como forma de viabilizar el “ruido” no dando paso a que se incremente “esto” delirante con los padres y el Otro persecutorio; apunta a este efecto terapéutico.  También se visibiliza como el idioma puede llegar a ser un recurso para apaciguar los síntomas en este paciente. 

 

Desde este enfoque de diálogo entre visiones “terapéuticas” se puede rescatar una complementariedad haciendo de las diferencias una ventaja de transmisión e investigación sobre los temas que en común nos apasionan, no dejar de ser “víctimas, victimarios” y más allá de ello.

* Texto elaborado tomando como referente La niña transexual”. De una Presentación clínica realizada por Marcela Almanza, año 2019. 

 

lunes, 16 de mayo de 2022

Resonancias del primer módulo del ESIC

 





Resonancias del primer módulo del Espacio de Investigación Clínica

 en Sección NELcf Santa Cruz de la Sierra*
 

                                                                                                           Por Jaqueline Vitor

 

El ESIC es para mí un espacio de encuentro, donde se destaca algo en común, el “psicoanálisis”. Al ser parte de este Espacio de Investigación Clínica resuena en mí la pregunta que María Hortensia Cárdenas nos planteó en la presentación de este espacio: ¿a qué se llama investigar en psicoanálisis? La cito:

“Investigación implica una búsqueda a la espera de lo nuevo, de un encuentro, de un hallazgo. Es decir, que no implique meramente, la repetición de lo ya sabido y en esto no tenemos seguridad del encuentro, ya que es contingente. Partimos de lo no-sabido y tomamos en cuenta las referencias y los textos para avanzar en la búsqueda de un tema. Pero lo más importante en la investigación es dejarse llevar, estar animado por un deseo de saber. Para hacer algo con esa inquietud de saber, es necesario asumir que el saber está en falta, si no fuera así, no habría deseo de saber”. [1]

En esta cita destaco la búsqueda de lo nuevo, de un encuentro que es contingente y la importancia de tomar en cuenta las referencias y los textos para avanzar en la búsqueda de este saber que está en falta. Tomar en cuenta las referencia y los textos, es tener fundamentos y dejarse guiar por Freud, Lacan, Miller, Sinatra, pero también dejarse guiar por los nuevos escritos de Nieves Soria, José María Álvarez y de cada miembro y asociado de Apel (ahora Sección de la Nel) que desde Santa Cruz-Bolivia aporta al Psicoanálisis Lacaniano.

 

Dentro de estos aportes quisiera destacar lo planteado por Raúl Arancibia y Teresita Díaz en nuestro primer tema; “Fundamentos de las entrevistas clínicas”. Raúl Arancibia destacó la propuesta de Miller en su texto “Introducción a un discurso del método psicoanalítico” en el que indica que “el que viene a vernos como analistas no es un sujeto; es alguien a quien le gustaría ser un paciente”. [2] Entonces me pregunto y ¿cuándo el que viene a vernos en el consultorio no es alguien a quien le gustaría ser un paciente? Es decir, se hace presente a la cita porque un otro determinó o indicó que fuera. En esto planteo, sabiendo que cada caso es único ¿Cómo llegar a una demanda del paciente, cuando lo que lo que movió al paciente a estar en el ambiente de análisis es una demanda institucional? 

 

Tal vez para esta pregunta no haya una sola respuesta porque además de dejarnos orientar por la teoría, también tengamos que dejarnos orientar por la sorpresa de la subjetividad como lo hizo Sinatra en el caso “Solo una”. [3] Algunos sujetos derivados por la institución, llegan al consultorio con la intención de “solo una”, es decir de solo presentarse ese día o solo cumplir con el tiempo de “terapia” establecido por un juez porque es obligado a hacerlo. ¿Cómo intervenir en estos casos? ¿Cómo separar la demanda de la institución de una demanda propia del entrevistado? ¿Cómo aprovechar este “tiempo” de un día, una semana o unos meses indicados por la institución de modo que se pueda salir del terreno de lo obligatorio para llegar a algo de la subjetividad?

 

Teresita nos planteó el caso de un niño institucionalizado que se presentó al consultorio porque “le dijeron que fuera”. En el transcurso de la sesión “el niño le pregunta “¿Ya me puedo ir?” y se va. Cuando escuchaba a Teresita me preguntaba si el niño volvería, esto no es seguro para el analista. En este caso el niño volvió como efecto de la intervención realizada por la analista quien dijo enfáticamente “este es un espacio para ti”.[4] Esta afirmación resonó en mí porque en un ambiente institucional, ubicar que este espació es para el entrevistado, es ubicar que el entrevistado es bienvenido que cuenta con un espacio, con un tiempo solo para él donde se acoge y respeta su subjetividad.

 

Quizás algunos encuentros en la institución no lleguen a un análisis propiamente dicho y no se presenten los aspectos propios de entrevistas preliminares como la rectificación subjetiva y la introducción al inconsciente. No obstante, si nos direccionamos al psicoanálisis aplicado podemos encontrar algo de lo analítico en los trabajos en estos espacios institucionales y como decimos en el encuentro “aunque sea solo una sesión se puede dar algo que toque la subjetividad, algo que sea inolvidable, algo que favorezca que el entrevistado pueda regresar al consultorio en este proceso o en otro pero ya no solo por la demanda de la institución, sino porque ya se encuentra algo de esta primera avaluación hecha por el paciente, que llega al analista en la posición de hacer una demanda basada en una autoevaluación de sus síntomas y pide un aval del analista sobre esa autoevaluación. Como plantea Miller;

“En la práctica lacaniana todo paciente, todo aquel que quiere ser un paciente, es considerado como un candidato, y el analista tiene que responder con un espíritu de responsabilidad muy profundo, y es por eso que, a partir de la bienvenida, entra en juego el acto analítico”. [5]

 

Notas


 

*Texto presentado en el espacio del ESIC: “Resonancias”. Primer eje de trabajo Entrevistas clínicas de orientación lacaniana.11 de mayo del 2022.

[1] Conferencia dada en el marco de la presentación del Espacio de Investigación Clínica, ESIC, de APEL Santa Cruz, el 16 de febrero de 2022.

[2] Miller, J. –A. (1997) “Introducción al método psicoanalítico”, Buenos Aires, Paidós, p. 16.

[3] Sinatra, E. S. (2004) “Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis”, Buenos Aires, IC, p. 11.

[4] Tema “Fundamentos de las entrevistas clínicas”. Primer módulo del Espacio de Investigación Clínica, ESIC, de NEL Santa Cruz, el 16 de marzo de 2022.

[5] Miller, J. –A. (1997) “Introducción al método psicoanalítico”, Buenos Aires, Paidós, p.18.

miércoles, 6 de abril de 2022

 



El rasgo propio de la práctica psicoanalítica

Dayana Delgado Villegas

 “…el rasgo propio de nuestra práctica es no tener patrones. Entonces, debemos indicar que, si en la práctica no tenemos patrones, tenemos principios. Y es necesario tratar de formalizar esos principios”[1].

Jacques Alain Miller en Introducción al Método Psicoanalítico

 

En esta cita encuentro el motivo del título de mi texto, ya que en psicoanálisis no se trata de seguir etiquetas ni envolvernos en el enjambre de estandarización, sino por el contrario, se trata de dar lugar a la subjetivación del que viene con intención de analizarse.

Por lo que habrán leído en la bibliografía sugerida para este encuentro, el diagnóstico diferencial es polémico, dada la estrecha relación con la psiquiatría desde sus inicios. Esta palabra que etimológicamente viene del griego diagnōstikós y significa “a través del conocimiento”[2] en el sentido de ser capaz de discernir, de reconocer; no fue en sus inicios un término médico. Es recién en el renacimiento que cobra su especificidad médica en cuanto a entender la causa de las enfermedades.

El diagnóstico es un tiempo de discernir, cernir la singularidad del paciente, necesario para la intervención del analista. No existe un estándar en la práctica analítica, tomará el tiempo que requiera el poder llegar a un diagnóstico acerca de la estructura de quien consulta, para tratar de concluir algo de lo subjetivo, ya sea que corresponda a una Neurosis, Psicosis o una Perversión.

Una persona que consulta, no es un paciente todavía, hay un candidato a paciente, una demanda de ser admitido como tal. Hay entonces, en una primera instancia, una avaluación de su síntoma, o de sus síntomas; viene es a buscar un aval. A partir de este momento, podrá ser admitido como paciente o no.  En la avaluación subjetiva se trata de poder localizar el lugar desde el que habla el sujeto.

 

En el texto de referencia, Miller reflexiona sobre los principios metódicos del análisis y ubica tres niveles: Avaluación clínica, Localización subjetiva e Introducción al inconsciente. Entre la primera y la segunda sitúa “la subjetivación” y entre la segunda y la tercera a “la rectificación subjetiva”. El diagnóstico es un proceso en el que se podrá ubicar las posibilidades que tiene cada sujeto de lograr estos movimientos subjetivos. Es una transversal en el dispositivo.

En ocasiones será difícil poder determinar la estructura del sujeto, más aún en estos tiempos en que en la práctica se hace difícil poder dar un diagnóstico de la estructura del paciente. Tiempos en que la biociencia y la tecnología dan una respuesta inmediata hacia el malestar y la idea ficticia de control sobre el síntoma. Ubieto y Pérez refieren que hoy en día “la gente se sitúa en una posición adánica y espera que la ciencia y la tecnología funcionen como proveedores de solución a los problemas de la vida cotidiana[3]

Cuando sospechamos de un paciente psicótico tratamos de ubicar los fenómenos elementales, fenómenos que pueden existir antes del delirio y antes del desencadenamiento. Fenómenos de automatismo, la irrupción de voces, del discurso de otros, fenómenos que se presentan en la más íntima esfera psíquica y que pueden haber tenido lugar en la infancia o en la adolescencia. Fenómenos que conciernen al cuerpo, de extrañeza, despedazamiento, descomposición, de distorsión de la percepción del tiempo o de dislocamiento espacial. Fenómenos que conciernen al sentido y a la verdad, que no son abstracciones; cosas de la experiencia analítica, es decir son del orden de la certeza absoluta, respecto a la identidad, a la hostilidad de un extraño.

Son rarezas en las que el sujeto tiene la certeza de que el mundo y todas sus dinámicas van dirigidos directamente hacia él. Miller menciona que hay una encrucijada entre la elección de la histeria y la psicosis “en el caso de fenómenos corporales, por ejemplo, por la distancia tomada con relación al cuerpo, o el sentimiento del cuerpo como otro, es difícil distinguir entre psicosis e histeria[4]

A través del análisis de casos, podemos orientarnos sobre la práctica, esto nos ayuda a ir verificando como dentro de la consulta y en cada caso hay un síntoma singular que será abordado con sutileza en relación a la apuesta del analista.

En el libro de Viviana Berger “fundamentos de las entrevistas clínicas de orientación lacaniana” Guy Briole menciona que la “…orientación no implica una conducta que haya que seguir, ni una consigna, debe ser pensada, elaborada por cada uno a partir de lo que para el haya resonado del paciente.”[5] Cada uno irá aprendiendo desde la misma práctica y de acuerdo a la intervención que haga. No es una clínica como evoca Miller “de la última palabra” sino viva, progresiva, propia de cada sujeto.[6]A partir de aquí cada analista practicante intentará hacer una apuesta en su clínica siguiendo su singularidad e inventará una forma de hacer en su práctica.

 



[1]   Miller, J.-A., “Introducción al método psicoanalítico”, Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 14.

[2] http://etimologias.dechile.net/?diagnosis

[3] Ubieto J,R. y Perez Alvarez, M. “Niñ@s Hiper: Infancias hiperactivas, hipersexualizadas, hiperconectadas”, España. Ned Ediciones, 2018, p. 33.

[4] Miller, J.-A., “Introducción al método psicoanalítico”, Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 25.

[5] Berger, V. “fundamentos de las entrevistas clínicas de orientación lacaniana”, Mexico, Akasha, p. 14.

[6] Cf. La conversation clinique, UFORCA, Paris, Le Champ freudicen èditeur, junio 2020.

domingo, 27 de marzo de 2022

 


Acerca de las demandas en las 
entrevistas preliminares

Teresita Díaz 

Freud en 1931 publica “La iniciación del tratamiento”1, un texto dirigido a los analistas en un esfuerzo de reunir ciertas reglas y consejos sobre la práctica del tratamiento psicoanalítico, en él nombra a las entrevistas preliminares como ensayo. Es el nombre que Freud da a un tiempo de preámbulo en el tratamiento.

Del latín prae: antes y el adjetivo Liminaris: relativo al umbral, inicial; entrevistas preliminares será como las nombra Lacan en la clase del 2 de diciembre 1971, en “El saber del psicoanalista” que podemos ubicar en la siguiente frase:

 “Todos saben, muchos ignoran, la insistencia que pongo ante quienes me piden consejo sobe las entrevistas preliminares en el análisis. Eso tiene una función, para el analista por supuesto esencial” 2.

Este interés va hasta su última enseñanza cobrando relieve en relación al pase, o momento de concluir:  así como “No hay entrada en análisis sin entrevistas preliminares” tampoco finales, “el cómo terminan” depende del “cómo comienzan”.

Jacques Alain Miller, en su texto “Cómo inician los análisis”-donde despliega la caracterización de algunos comienzos- se refiere a que estos inicios son tan singulares como cada caso. Los hay alegres, otros envueltos en llantos, otros agenciados por la urgencia, los que adormecen, los que llegan con desconfianza y hasta llegan a preguntar si será usted a quien debo consultar. En dicho capítulo menciona los cuatro casos celebres de Freud, como el paciente que presenta pánico a modo del hombre de los lobos, con reticencia como lo hace Dora. Hay quienes comienzan traídos por un familiar o amigo, como el caso de la joven homosexual, o como con Juanito que quien consulta es su padre y solo Freud tuvo una entrevista con el pequeño. Los inicios son indefectiblemente, tan inéditos como únicos.

Los inicios están precedidos por significantes, identificaciones, posiciones fantasmáticas que seguirán elaborándose a lo largo de un análisis y que irán cayendo, como las fichas del ajedrez hasta el momento de concluir, donde solo quedarán dos o tres para decir de que goza el sujeto.

Miller propone en el texto mencionado, una reducción teórica a tres, respecto de la variedad empírica bajo la cual se presentan los comienzos analíticos. Se juegan allí desde el inicio: la transferencia, la demanda y la interpretación.

De estos tres primeros voy a tomar la demanda para dejar la transferencia versus interpretación para otros grupos de investigación del EISIC. Esto no quiere decir que haya un orden preestablecido, los tres conceptos se juegan desde el inicio.

¿La demanda es al inicio una demanda de análisis? ¿Cómo se pone en forma una demanda? ¿Qué articulación entre la demanda y el síntoma? Estas son las preguntas que orientaron este derrotero.

Cuando un sujeto consulta o hace un pedido se dirige a alguien desde un registro imaginario, busca que el analista le diga algo para restablecer el equilibrio en su vida, le dé una fórmula para desembarazarse de aquello que no puede dejar de hacer, por síntomas en el cuerpo o simplemente porque lo envió el médico o un familiar.

Se trata entonces de trasformar ese pedido, en una demanda. La demanda de análisis se construye, es un efecto de construcción, donde hay un analista con un deseo de analizar. El silencio es en este punto el operador fundamental para que surja la posibilidad que, desde la dimensión imaginaria de lo dicho que obtura, haga surgir la pregunta por la causa de su queja implicándolo en la misma. Solo así, será posible una experiencia de análisis en la que un analista propicie la emergencia del sujeto del inconsciente y, por tanto, un saber inconsciente.

La construcción de la demanda posibilita la apertura del inconsciente y la puesta en forma del síntoma. Desde esta perspectiva el síntoma es posible de descifrar, de leerse, de transportar un sentido en el que debe aparecer la pregunta por la causa. Si el síntoma transporta un sentido oculto es porque allí operó la represión. Se trata del síntoma desde el punto de vista de la clínica del deseo, del sujeto escindido, del sujeto de la falta. Esto nos ubica en la clínica de la neurosis:  histeria u obsesión. Es la clínica del nombre del padre, lo cual ya es un indicador diagnóstico que orientará la dirección de la cura.

En el caso de la psicosis, no hay síntomas, lo que hay son fenómenos elementales por la forclusión del nombre del padre y el tratamiento se orientará hacia la suplencia de dicha falla, que permita regular el goce que la metáfora paterna no veló, por ende, lo no velado vuelve en lo real.

Podemos preguntarnos acerca de la época actual, si es tan frecuente que las demandas se comporten dirigiéndose al Otro, dado que este Otro contemporáneo, muestra la debilidad estructural y una generalización de la metáfora paterna.  ¿Los nuevos síntomas siguen el régimen significante de la equivalencia síntoma igual a metáfora?

Para ir concluyendo, las entrevistas prelimares constituyen un tiempo de construcción de la demanda, que del lado del paciente que viene con un pedido primero tiene una doble transformación: la localización del sujeto con un saber inconsciente y el de la rectificación subjetiva o sea su responsabilidad esencial en lo que le ocurre, vía transferencial para que la queja que porta el síntoma de un giro por la pregunta que lo causa.

En relación al analista, la demanda podrá ser tal si la regla fundamental de la abstinencia y la renuncia al poder de sugestión que su lugar le podrían adjudicar, quedan a un lado y prima el deseo de analizar, porque de lo contrario sería una terapia sugestiva que desviaría la dimensión ética del psicoanálisis, la de hacer existir al sujeto del inconsciente.

Las demandas como los síntomas no quedan por fuera de la época, ¿si antes las demandas eran de tratamientos, en la época actual se trata de tratamiento de las demandas para hacer existir el inconsciente?

 

Freud, S. “Sobre la iniciación del tratamiento (1913)”. Obras completas. Volumen XII. Buenos aires: Amorrortu Editores, 2007.

Lacan, Jaques. “Sobre el saber del psicoanalista”, “Seminario 19 …O Peor”. Clase del 2 de diciembre de 1971.Buenos Aires, Editorial Paidós.

Miller, J. –A. “Comienzos de análisis”. Donc La lógica de la cura. Pag283-300. Buenos Aires. Editorial Paidós, 2011

 

domingo, 6 de marzo de 2022

Presentación de productos de Carteles

 

EL GOCE COMO TAL

Alejandra Hornos Harasimuk

 

La cuestión de la diferencia sexual entre hombres y mujeres, no escapa a la lógica binaria de la diferencia significante, a la que estamos sometidos por el hecho de habitar el lenguaje. Se trata de una lógica que no puede más que hablar de aquello representable en la dimensión sexual, entendida como “género”. Una categoría que, a pesar del actual empuje a su multiplicación, acaba por reproducir la estructura binaria del lenguaje.

 

Jacques Lacan, en un primer tiempo de su enseñanza, refiere la diferencia de los sexos con los significantes “hombres” y “mujeres”, una lógica fálica que funciona con el símbolo de la presencia o de la ausencia, fálico o castrado. Luego, en relación a la diferencia entre significantes, advierte que no se encuentra el significante que pueda definir a La mujer. Un desencuentro que tiene su antecedente en Freud, quien señaló que no hay una inscripción de la diferencia de los sexos en el inconsciente, sino que solo existe el símbolo fálico para representarlos en su divergencia.

 

Lacan retoma esta cuestión en los años setenta y piensa una nueva lógica sobre la feminidad más allá del Edipo, de la lógica fálica y de la diferencia hombre-mujer. Elabora las fórmulas de la sexuación para abordar las discrepancias entre la posición masculina y femenina en relación al goce y ubica el concepto de “no-todo”. Hasta 1974, elabora y comenta sus fórmulas, destacándose los textos de L’étourdit (1972), Televisión (1973) y el seminario 20 (1972-73). En su última enseñanza, concluye que el único real que cuenta para el ser hablante es el goce como tal, tornándolo singular en función del modo de gozar del propio cuerpo. Se trata de posiciones de gocefemenina y masculinaque no remiten necesariamente ni al real biológico del sexo, ni a la forma del cuerpo como imagen y tampoco al género como simbólico.

 

Es el estudio de la sexualidad femenina lo que permitió a Lacan, correr el velo que recubre a ese goce desconocido. Lo desarrolla en Aún, para encontrarlo más tarde también en el varón. Presente en él, pero oculto “[…] bajo las fanfarronadas[AHh1]  del goce fálico.”[1], Miller señala que se manifiesta claramente en los hombres que eligen no pasar por el goce fálico, como los místicos, que lo sienten como efecto de una ascesis. También se revela en quienes ubican en el lugar del Otro, otra cosa que el cuerpo de la mujer, e instalan en él a Dios o a lalengua y gozan de eso. Así se evidencia, que “[…] el goce como tal, no tiene la más mínima relación con la relación sexual.”[2]

 

Ser macho no obliga a colocarse de ese lado de las fórmulas de la sexuación, pueden hacerlo también del lado del no-todo. Lacan advierte que hay allí, hombres que están tan bien como las mujeres y no por ello deja de irles bien. A pesar de lo que a manera de falo les estorba, “sienten, vislumbran la idea que hay un goce que está más allá”.[3] Los seres hablantes pueden colocarse de uno u otro lado de la sexuación independientemente de su anatomía.

 

Del lado mujer de las fórmulas de la sexuación, La (tachada) indica que no hay universal todo y hace vértice disparando una flecha doble. Una, pasa del otro lado al Fi, lugar de los comunes asuntos humanos y la otra se va hacia el S(A/), a modo de escape a un sitio indecible y singular. La doble flecha origina un resquicio hacia donde lalengua conduce al hombre no-todo o mujer no-toda. Son los bordes donde se escribe la fórmula del lado mujer, una que escribe el goce de una mujer como tal. Un goce del que quizás nada sabe, pero lo siente. Sentirlo “no les ocurre a todas”[4], ni a todos. 

 

Jacques-Alain Miller en El Ser y el Uno, refiere que lo designado por Lacan como el goce femenino lo introdujo en su última enseñanza. Un goce que no apunta a un binarismo, en el que la mujer tendrá el goce femenino y el hombre el masculino. Si bien en un primer momento, Lacan cernió lo específico de cada goce, en un segundo tiempo “[…] lo que entrevió por el lado del goce femenino lo generalizó hasta hacer de él el régimen del goce como tal”.[5] Un goce sustraído de la maquinaria edípica y reducido al puro acontecimiento del cuerpo.

 



*Elaboración en el cartel preparatorio para la publicación de SCILICET 2022. Hacia la Gran conversación virtual de la AMP: “La mujer no existe”.

Presentado en “Cartelizados” en APEL SCZ en marzo del 2022.

[1]Miller, J.-A. (2011) “El desnivel entre el ser y la existencia”, Revista Freudiana, 68, Barcelona, ELP, 2013, p.

[2]Ibíd.

[4] Lacan, J., (1972- 1973) El seminario, Libro 20, Aún, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 90.

[5]Miller, J.-A. (2011)  “¿Qué es lo real?”, Revista Freudiana, 61, Barcelona, ELP, 2011. p.


 [AHh1]Se jacta de lo que no es, apariencia y hojarasca 

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