Carteles





Movimientos sociales y Goces que se ignoran



Fabiana Chirino O.

 

Los movimientos sociales, son formas de organización civil no formales, que surgen de manera espontánea ante eventos o políticas que afectan a los sujetos. Éstos expresan el malestar, rechazo o demanda a través de acciones colectivas, constituyendo redes informales que se sostienen “por un compromiso continuo de individuos y grupos que tienen un claro adversario y persiguen un objetivo común”[i].

 

Los movimientos sociales se caracterizan por: la realización de campañas públicas dirigidas a las autoridades; la creación de coaliciones y asociaciones con un fin específico; manifestaciones, declaraciones a y en los medios; y las demostraciones WUNC Valor (Worthiness, dignidad), Unidad, Número y Compromiso[ii].​

 

Encontramos una pluralidad de movimientos sociales (ambientalistas, feministas, animalistas, de defensa del aborto, de la vida, de la diversidad sexual, de los pueblos indígenas, de la democracia, etc.), articulados alrededor de un malestar que, sostenido por la identificación con otros, mueve a los sujetos a realizar acciones dirigidas a un Otro (Estado, gobierno, instituciones), para producir un movimiento de reinscripción de algo que quedó desalojado o segregado.

 

La segregación de la diferencia, la diversidad, la posibilidad de elegir, retorna y se presentifica en el escenario social de múltiples: protestas civiles, campañas en redes sociales, actos simbólicos de repudio o rechazo, hasta actos de confrontación violenta. Se trata movimientos que ponen en cuestión el ordenamiento social tributario de la lógica fálica y del sentido que ordena el mundo en categorías simbólicas.

 

Sin embargo, algo en los movimientos sociales, va más allá del goce fálico, que se mueve en una lógica de lo universal, de lo igual para todos, dando lugar a un goce Otro. Desde esa perspectiva, ¿que pueden enseñar los movimientos sociales acerca del goce femenino, como suplementario al goce fálico? ¿cómo leer desde la perspectiva del goce como tal, el devenir de algunos movimientos sociales que dan lugar a algo nuevo, a diferencia de otros, que conducen a lo mismo de lo cual se oponen?

 

Lacan en el seminario 16, De un Otro al otro (1968-1969), introduce una distinción entre dos tipos de goce. Por un lado, se encuentra el goce masculino o goce fálico, vinculado al registro simbólico, al campo de la palabra pensada como significante. Es un goce que ocurre o tiene lugar por fuera del cuerpo, como dirá Lacan más tarde en su texto La Tercera (1974), “escrito JO, define lo que antes designé como su carácter fuera-de-cuerpo[iii]. Y por otro lado, el goce femenino, goce Otro, Otro goce, que es un goce en el cuerpo y que a su vez, “está fuera- de-lenguaje, fuera-de-simbólico[iv].

 

En este seminario, Lacan señala que “el goce Otro es algo en lo que la posición femenina ya está ahí de entrada”[v]. Es decir, no se trataría de una distribución equitativa de los goces: para los hombres el goce masculino y para las mujeres el femenino, sino al contrario, el goce fálico es un goce universal en el que se inscribe todo ser hablante, hombres y mujeres; entre tanto, el goce femenino, es algo que "[...] subsiste siempre en ella, distinto y paralelo del que obtiene por ser la mujer del hombre, aquel que se satisface del goce del hombre"[vi].

 

Es por ello que la noción de suplementariedad, especifica la relación entre ambos goces, como algo diferente a la complementariedad, “La mujer tiene un goce que "[...] se basta perfectamente a sí mismo"[vii]  y que está fuera de toda relación o intercambio con el goce masculino. “No existe intercambio” significa que opera en paralelo, más allá del goce fálico, lo excede, ex – siste. No se trata de una oposición, biológica, lógica ni política, sino algo que no se inscribe, queda por fuera, excede al régimen fálico, que es del orden significante, el sentido y la ley. 

 

Lenguaje y sentido, se inscriben en la lógica fálica, pues tienen que ver con la estructura y el ordenamiento simbólico. En este contexto, lo femenino se puede ubicar como aquello que irrumpe, sutilmente, por los intersticios, propone otros usos, variaciones, van a contra sentido, se alojan en el sin sentido, que no es sin el sentido. Esto se evidencia, en el parloteo, como una práctica “femenina”, “En conflicto con esta norma el hablar femenino se inscribe en defecto, en negativo y en menos. Y se transparenta, en esas presentaciones del hablar femenino”[viii]. Así, el parloteo en femenino reinventa la lengua y “reencuentra su origen en lo real de la no-relación haciéndolo ex-sistir entre líneas” [ix].

 

O como el movimiento de las Preciosas, que Lacan identifica como un movimiento que no hizo escuela, no tuvo estructura, ni fundó una institución y donde “cada una podía hacer resonar, sus hallazgos singulares respecto a las reglas de discurso [x] y que sin embargo incluyó nuevas reglas en el mismo. Allí, el goce femenino es el que más allá del goce fálico introduce algo de una satisfacción en el cuerpo, del laleo, del sin sentido, que tiene resonancias en el cuerpo. Se trata de un goce que vivifica, que permite algo del orden de la novedad y de la creación “una lengua que se descompone tiene por efecto feminizar las relaciones humanas y producir una comunidad de goce, necesariamente fuera de la ley, ya que este “fuera-de-la-ley” es la condición de la creación”[xi].

 

Lacan señala que el goce femenino atañe a la sociedad entera, manifestándose en acto su función, generalizándolo “hasta convertirlo en el régimen del goce […] como tal”[xii]. Es lo que excede, y a su vez va en contra de la homeostasis, de la entropía comunitaria, del funcionamiento regular, para conmover y, en este movimiento, incluir variaciones, modificaciones, novedades. Francesca Bianchi, señala que “todos los que, sobrepasando los límites, tocan a la lengua, a la civilización y los modifican no están exentos de ser marcados de feminidad” [xiii].

 

Sin embargo, no todo movimiento social puede alojar lo femenino, el goce femenino como tal, pues los movimientos sociales pueden tener al menos dos salidas: confrontar al orden establecido, oponerse a él y constituir, por oposición, un orden que reemplaza al anterior, lo que implicaría cambiar de posiciones en una misma lógica fálica, dual, binaria, amo - esclavo, opresor - oprimido, víctima - victimario, etc. O, constituir un movimiento que, dé lugar a algo distinto, a una lógica no universalizante, que consienta al no todo.

 

Esta sería una ocasión, en la que se puede localizar lo femenino, entre centro y ausencia, como plantea Lacan en el Seminario 19[xiv] y que Miquel Bassols, precisa con claridad, “el goce Otro es una especie de Uno inaccesible. Lo femenino es definido como marcado siempre por una ausencia -por cierto, no una falta, ni una castración, que afectan irremediablemente a todo neurótico independientemente de su género-. La posición femenina está [...] entre centro y ausencia"[xv], entre el centro que es la función fálica y la ausencia que es el goce Otro.

 

La relación de suplementariedad del goce Otro, que no pretende unirse para formar un todo con el goce fálico. Es un goce que se presenta como indecible, indescifrable, es un goce del cuerpo, “que no existe y nada significa. Hay un goce suyo del cual quizá nada sabe ella misma, a no ser que lo siente: eso sí lo sabe"[xvi]. Por ello se conoce como goce hetero, por ser radicalmente Otro, tanto para hombres como para mujeres, por lo cual inquieta, perturba y genera en muchos casos, las más radicales represiones, odio y segregación.

 

Por ello, podríamos decir que, en todo movimiento social, hay un goce que se ignora, y que puede conducir a la deriva del goce fálico por la vía del exceso y de la destrucción de lo Otro, en uno mismo, o conducir a otra lógica que incluya eso segregado de manera creativa, se entreteja, pero a su vez de lugar a formas inéditas de lazo social.

 

El psicoanálisis, advertido de la contracara del goce que se ignora, en cada relación con el ideal, aguarda, sin esperar nada de lo que los movimientos sociales en la época actual pueden enseñar, apostando a la singularidad de cada sujeto, más allá de la masa, en relación al goce propio que lo habita y lo concierne.

 

 

 

Referencias



[i] Los politólogos Cas Mudde y Cristóbal Rovira Kaltwasser

[ii] Garza Talavera “Las teorías de los movimientos sociales y el enfoque multidimensional”. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-16162011000100007

[iii] Lacan, J. (1974). La Tercera. Pag 31

[iv] Lacan, J. (1974). La Tercera. Pag 34

[v] Lacan, J. (2009). Seminario 18. De un Discurso que no fuera Semblante. Buenos Aires: Paidós

[vi] Lacan, J. (2008). Seminario 16. De un Otro al otro. Buenos Aires: Paidós. pág. 351.

[vii] Lacan, J. (2008). Seminario 16. De un Otro al otro. Buenos Aires: Paidós. pág. 359

[viii] La Sagna, P. (2022). Las mujeres, la lalengua y la serpiente, un trío de origen. Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/las-mujeres-la-lalengua-y-la-serpiente-un-trio-de-orygen/  

[ix] La Sagna, P. (2022). Las mujeres, la lalengua y la serpiente, un trío de origen. Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/las-mujeres-la-lalengua-y-la-serpiente-un-trio-de-orygen/

[x] La Sagna, P. (2022). Las mujeres, la lalengua y la serpiente, un trío de origen. Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/las-mujeres-la-lalengua-y-la-serpiente-un-trio-de-orygen/

[xi] La Sagna, P. (2022). Las mujeres, la lalengua y la serpiente, un trío de origen. Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/las-mujeres-la-lalengua-y-la-serpiente-un-trio-de-orygen/

[xii] Biagi-Chai, F. (2022). La instancia social de la mujer. Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/la-instancia-social-de-la-mujer/  

[xiii] Biagi-Chai, F. (2022). La instancia social de la mujer. Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/la-instancia-social-de-la-mujer/  

[xiv] Lacan, J. (2012). Seminario 19. O peor, Buenos Aires: Paidós. pág. 118

[xvi] Lacan J. (2008), Seminario 20, Aún, Buenos Aires, Paidós. Pág. 90









Lecturas del axioma “La mujer no existe


Ma. Fátima Escóbar Nogales

Psicoanalista de orientación lacaniana           


 

Introducción

Al leer algunos argumentos para La Gran Conversación[1], me resonaron algunos planteamientos sobre el axioma “La mujer no existe”, donde las  nociones como “la mujer”, “lo femenino”, “la sexualidad femenina”, “las mujeres”; parecen usarse de forma equivalente, sinónimas o equívocas. Dado el lugar que tiene la palabra en el psicoanálisis, pongo a la conversación con mis colegas de este cartel, una aproximación al entendimiento de aquellas nociones planteadas y las interrogantes que me provocaron.

El nombre “impropiamente femenino”

En su argumento, Cristiane Alberti, retomando las fórmulas de la sexuación, afirma: “La “parte llamada mujer”, por su lado, no responde a ningún universal sino solamente a una relación contingente con el falo. No está toda tomada en la dimensión fálica, ya que en la raíz de ese no-todo, Lacan postula un goce propiamente femenino: un goce indecible del cuerpo, sin forma, ni razón. Si se la dice a esa parte “impropiamente” femenina, es en el sentido en el que es la sexualidad femenina la que permite que se la perciba mejor: en términos imaginarios, el continente negro freudiano o el sentimiento oceánico; en términos lógicos, el infinito o el no-todo”[2].

Una lectura a la letra de la cita, la autora reconoce que nombrar “goce femenino” es impropio, y, por doble motivo: 1) porque si se la dice a esa parte “impropiamente” femenina, es en el sentido en el que es la sexualidad femenina la que permite que se la perciba mejor; 2) porque el goce femenino, como nos recuerda la psicoanalista, “si las mujeres se encuentran sin una verdadera mediación, expuestas a ese goce suplementario no tienen monopolio, también vale para los hombres”. Amén de que estos dos sexos pueden colocarse en cualquiera de los lados de la fórmula, ya que poco importa si se trata de hombres o mujeres, importa que son cuerpos hablantes.

Interpretamos en primer lugar en estos dos motivos, un uso, sino sinónimo al menos equivalente de todos estos términos: “la mujer”, “mujeres”, “sexualidad femenina”, “goce femenino”, etc. Y, en segundo lugar, aquel nombre “impropio femenino” generalizado.

El principio femenino generalizado a los hombres

Si lo femenino atañe a ambos sexos en términos de goce, “goce femenino”, y es común a ambos sexos, querría decir, que este “goce femenino”, hace “iguales” o “semejantes” en ese punto a hombres y mujeres, al menos no los diferencia, ahí no estaría la diferencia. En esta línea podemos entender los equívocos de la lengua, que leemos en los títulos de algunos argumentos como, de Eva Bachiola, que reza “Inextinguible demanda de lo femenino- no es un asunto sólo de mujeres”, O el título de Lebovits-Quenehen, Anaëlle: “Si la mujer no existe, ¿son los hombres mujeres como las otras?” O en el texto de Marie Hélene Brousse, quien señala: “Nuestros únicos instrumentos de trabajo son las palabras y los sonidos. Desde este punto de vista, las mujeres son hombres como los otros. Ellas se alinean en la categoría de “seres hablantes”[3]. Así mismo en el texto de Cristiane Alberti, afirma que, el paso decisivo dado por Lacan es por lo tanto haber planteado que el “principio femenino[4] puede entonces generalizarse a los hombres y se aclara como el principio de un goce que se sostiene más allá del sentido fálico. Proporciona así su estatus más profundo al goce".

Dejar así este impropio “principio femenino generalizado”, conlleva favorecer el malentendido fundamental de la lengua, que como sostiene el mismo Lacan -con referencia a sus fórmulas y grafos-, puede dar lugar a una y cien interpretaciones.

En esta misma línea están las lecturas de afirmaciones tales como: “que la mujer tiene una gran libertad con respecto al semblante”[5]. O “imposible encontrarle un lugar en el mundo y que en cualquier lugar –madre, esposa, hija- no dejará nunca de suscitar la rebelión, debido a que una parte de lo femenino es completamente insituable”. O lo femenino como lo profundo, lo oscuro, a lo que falta una esencia femenina, lo que es un goce sin límite, sin nombre, sin marco fantasmástico, etcétera, ¿no devienen en atributos que hacen a un conjunto, a un colectivo? ¿Qué distingue a una rebelión femenina de una rebelión masculina?

 Así, hablar y escribir acerca de La mujer no existe conlleva que se malentienda lo que se maldice: “no hay relación sexual”

Pero, los atributos no explican la frase La mujer no existe. Según Anaëlle Lebovits-Quenehen, “entender que el artículo definido La antepuesto a mujer, apunta a una definición, a una esencia, que es la que justamente no hay, por eso Lacan escribe tachándo el artículo La.  No hay una esencia ni definición de mujer, por ende, tampoco hay colectivización, eso quiere decir que las mujeres no coinciden con ese goce que las habita”[6].  Entonces, aquellos atributos podrán acaso ser enlistados del lado de lo que existe.

 

El goce femenino-lo que existe

En el psicoanálisis de orientación lacaniana, hablamos y leemos por doquier acerca del goce femenino, atribuibles a la parte mujer de las fórmulas de la sexuación. Entonces hay goce femenino, lo que no hay es La Mujer. Anaëlle Lebovits-Quenehen, aclara la diferencia entre lo femenino y la feminidad. La feminidad designa aquello en lo que participan las mujeres (cultura), lo femenino, en cambio, designa lo real, un goce en el que las mujeres no coinciden con ellas mismas Tenemos ahí, que, si bien no hay definición de mujer, hay la feminidad y hay el goce femenino, ambos atribuidos a la mujer o a las mujeres, ¿de la cultura?... y a los hombres!  Aquí también leemos un pasar de hablar en singular a hablar en plural: mujer, mujeres, y en singular de femenino y de feminidad; sin dejar de reparar en otra afirmación: “las mujeres no coinciden con ellas mismas”, vale decir, hay un goce femenino, pero, en ese goce femenino, las mujeres que no existen, no coinciden con ellas mismas.

Por su parte Laurent Dumuolin, sostiene en su título que hay “Dos sexos, un cuerpo, ningún universo”.  Excepciones, singularidades y particularidades no constituyen sino tratamientos de la única universalidad: La mujer no existe. Universalidad paradójica puesto que es aquella que veta… ¡toda universalidad! Y tal vez enlistar todas las no existencias en psicoanálisis: No hay acto sexual, No existe el Otro, No hay universo de discurso, No hay relación sexual.  

Finalmente, y para cerrar: ¿Cuál es la función de seguir con el equívoco del nombre “goce femenino”, si es asunto de mujeres y de hombres, por qué seguir llamándolo femenino?

 



[1] Asociación Mundial de Psicoanálisis: Argumentos hacia la gran conversación. Consultado en fecha 07 de febrero de 2022. Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/category/argumentos-es/

[2] Alberti, Cristiane; La mujer no existe.  Consultado en fecha 5 de marzo de 2022, hrs. 23:00. Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/la-femme-nexiste-pas-2/

El subrayado es nuestro.

[3] Brousse, Marie-Hélene; Un asunto de desaparición: L (ella) se ha largado. Consultado en fecha 03 de febrero de 2022. Disponible en https://www.grandesassisesamp2022.com/es/une-affaire-de-disparition-l-sest-barre/

[4] El destacado es nuestro.

[5] Lacan, Jacques; El Seminario, Libro XVIII. Argentina, Ed. Paidós, 2009, pág. 34.

[6] Lebovits-Quenehen, Anaëlle; Si la mujer no existe, ¿son los hombres mujeres como las otras? Consultado en fecha 02 de marzo de 2022, en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/category/argumentos-es/



EL GOCE COMO TAL

Alejandra Hornos Harasimuk

 

La cuestión de la diferencia sexual entre hombres y mujeres, no escapa a la lógica binaria de la diferencia significante, a la que estamos sometidos por el hecho de habitar el lenguaje. Se trata de una lógica que no puede más que hablar de aquello representable en la dimensión sexual, entendida como “género”. Una categoría que, a pesar del actual empuje a su multiplicación, acaba por reproducir la estructura binaria del lenguaje.

 

Jacques Lacan, en un primer tiempo de su enseñanza, refiere la diferencia de los sexos con los significantes “hombres” y “mujeres”, una lógica fálica que funciona con el símbolo de la presencia o de la ausencia, fálico o castrado. Luego, en relación a la diferencia entre significantes, advierte que no se encuentra el significante que pueda definir a La mujer. Un desencuentro que tiene su antecedente en Freud, quien señaló que no hay una inscripción de la diferencia de los sexos en el inconsciente, sino que solo existe el símbolo fálico para representarlos en su divergencia.

 

Lacan retoma esta cuestión en los años setenta y piensa una nueva lógica sobre la feminidad más allá del Edipo, de la lógica fálica y de la diferencia hombre-mujer. Elabora las fórmulas de la sexuación para abordar las discrepancias entre la posición masculina y femenina en relación al goce y ubica el concepto de “no-todo”. Hasta 1974, elabora y comenta sus fórmulas, destacándose los textos de L’étourdit (1972), Televisión (1973) y el seminario 20 (1972-73). En su última enseñanza, concluye que el único real que cuenta para el ser hablante es el goce como tal, tornándolo singular en función del modo de gozar del propio cuerpo. Se trata de posiciones de gocefemenina y masculinaque no remiten necesariamente ni al real biológico del sexo, ni a la forma del cuerpo como imagen y tampoco al género como simbólico.

 

Es el estudio de la sexualidad femenina lo que permitió a Lacan, correr el velo que recubre a ese goce desconocido. Lo desarrolla en Aún, para encontrarlo más tarde también en el varón. Presente en él, pero oculto “[…] bajo las fanfarronadas[AHh1]  del goce fálico.”[1], Miller señala que se manifiesta claramente en los hombres que eligen no pasar por el goce fálico, como los místicos, que lo sienten como efecto de una ascesis. También se revela en quienes ubican en el lugar del Otro, otra cosa que el cuerpo de la mujer, e instalan en él a Dios o a lalengua y gozan de eso. Así se evidencia, que “[…] el goce como tal, no tiene la más mínima relación con la relación sexual.”[2]

 

Ser macho no obliga a colocarse de ese lado de las fórmulas de la sexuación, pueden hacerlo también del lado del no-todo. Lacan advierte que hay allí, hombres que están tan bien como las mujeres y no por ello deja de irles bien. A pesar de lo que a manera de falo les estorba, “sienten, vislumbran la idea que hay un goce que está más allá”.[3] Los seres hablantes pueden colocarse de uno u otro lado de la sexuación independientemente de su anatomía.

 

Del lado mujer de las fórmulas de la sexuación, La (tachada) indica que no hay universal todo y hace vértice disparando una flecha doble. Una, pasa del otro lado al Fi, lugar de los comunes asuntos humanos y la otra se va hacia el S(A/), a modo de escape a un sitio indecible y singular. La doble flecha origina un resquicio hacia donde lalengua conduce al hombre no-todo o mujer no-toda. Son los bordes donde se escribe la fórmula del lado mujer, una que escribe el goce de una mujer como tal. Un goce del que quizás nada sabe, pero lo siente. Sentirlo “no les ocurre a todas”[4], ni a todos. 

 

Jacques-Alain Miller en El Ser y el Uno, refiere que lo designado por Lacan como el goce femenino lo introdujo en su última enseñanza. Un goce que no apunta a un binarismo, en el que la mujer tendrá el goce femenino y el hombre el masculino. Si bien en un primer momento, Lacan cernió lo específico de cada goce, en un segundo tiempo “[…] lo que entrevió por el lado del goce femenino lo generalizó hasta hacer de él el régimen del goce como tal”.[5] Un goce sustraído de la maquinaria edípica y reducido al puro acontecimiento del cuerpo.

 



*Elaboración en el cartel preparatorio para la publicación de SCILICET 2022. Hacia la Gran conversación virtual de la AMP: “La mujer no existe”.

Presentado en “Cartelizados” en APEL SCZ en marzo del 2022.

[1]Miller, J.-A. (2011) “El desnivel entre el ser y la existencia”, Revista Freudiana, 68, Barcelona, ELP, 2013, p.

[2]Ibíd.

[4] Lacan, J., (1972- 1973) El seminario, Libro 20, Aún, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 90.

[5]Miller, J.-A. (2011)  “¿Qué es lo real?”, Revista Freudiana, 61, Barcelona, ELP, 2011. p.


 [AHh1]Se jacta de lo que no es, apariencia y hojarasca 



LOS LOBOS ESTÁN AQUÍ

PEDOFILIA, PERVERSIÓN, PROGRESISMO*

 

Alejandro Ovando

 

En 1697, el francés Charles Perrault publica Cuentos de Mamá Oca[1]. Ocho cuentos infantiles escritos en prosa, inspirados en las historias que las nanas contaban a los niños. Caperucita Roja es el segundo de estos cuentos, una historia en la que una hermosa niña es engañada por un lobo, quien la invita a desnudarse, a acostarse en la cama con él y luego la engulle. En la moraleja del cuento, una advertencia para las niñas en relación al lobo: temor a este porque puede presentarse como un joven apuesto, seductor, de buena retórica, pero en realidad es un depredador listo para devorar niñas con sus colmillos enormes. La versión de Perrault fue alterada por los Hermanos Grimm, quienes a fin de suavizarla, agregaron el personaje del cazador que rescata a la ingenua niña. Pero, cuando se trata de depredadores de niños, ¿es acaso posible un final feliz?

Las relaciones sexo-afectivas entre niños y adultos no siempre han sido tan mal vistas. Sin ir demasiado lejos, en el siglo pasado surgieron los movimientos pro-pedofilia, que enlistaban entre sus filas a científicos y artistas notables, también a distintas organizaciones sociales y políticas. Estos gozaron, en su momento, de un lugar de reconocimiento en las esferas sociales europeas y estadounidenses.

Estos movimientos no han muerto y tampoco están dormidos, solo han retrocedido ante la actual cruzada adulta por proteger a las infancias. La North American Man / Boy Love Association (NAMBLA)[2] es una organización activa que cuenta con miembros que la sostienen, a través de donaciones económicas, desde el año 1978; incluso cuenta con un programa que ofrece apoyo a sujetos encarcelados por pederastía y a sus familias. Se opone a las leyes relativas a la edad de consentimiento y demanda la expulsión de la pedofilia de la lista de parafilias.

En tanto a esto último, parece hallarse cierto avance. Léase sobre el distingo entre la orientación sexual pedófila y el trastorno de pedofilia, señalado en el DSM-5[3]. De esta diferenciación han tomado su yesca las comunidades pedófilas, aunque ciertamente algunas han avanzado más allá. NAMBLA, por ejemplo, distingue también entre el abuso sexual de un menor y una relación sexual mutuamente consensuada entre un niño y un adulto. ¿Puede realmente un niño consentir a las intenciones sexuales de un sujeto adulto? “Ceder no es consentir”, indica Hamann[4] en su texto, el cual invito a leer.

Otra propuesta de NAMBLA y de los movimientos pro-pedofilia en general es que el niño es portador de una sexualidad que es coartada por las instituciones sociales y por los padres. Sexualidad que ellos conocen y que están dispuestos a rescatar en nombre de los derechos humanos y la libertad. Este argumento, ¿no sitúa acaso a estos movimientos en el lugar de quien posee la verdad en relación a la voluntad de goce del Otro? No arguyo aquí que todo sujeto de orientación sexual pedófila sea un perverso, señalo la desmentida en uno de los principales argumentos del activismo pedófilo.

Por otro lado, sorprende que el movimiento pedófilo no encuentre su lugar en el progresismo actual, en la época en la que todo goce pretende el estatuto de derecho. Sucede que el progresismo no se ha sustraído de la infantolatría que señalaba André[5] en el 99, solo parece haberla modificado. El niño, el bien más preciado, deben ser protegidos de la violencia apartándolos de los pedófilos, no imponiéndoles un género o no negándoles el acceso a tratamientos hormonales y a procedimientos quirúrgicos si deciden mutar su sexo.

Los lobos están aquí, han estado siempre. Se revelan al mundo con sus activismos o se esconden bajo sus sotanas. Su discurso encarna la desmentida de la castración, de forma más o menos elaborada: “amor”, “libertad”, “derechos humanos”, “inclusión”; agréguese alguna de estas promesas a cualquier discurso y se verá crecer el número de sus seguidores.

 

 



*Elaboración en el cartel “Laberinto de la sexualidad: posición sexual y elección de objeto”, cartel preparatorio a las XII Jornadas de la NEL: “¿Sexualidad(es)?” Presentada en “Cartelizados” en APEL SCZ.

[1] Perrault, Ch.; Los cuentos de mamá Oca. Historias y cuentos de tiempos pasados, Titivillus, 2016, 64.

[2] https://www.nambla.org/

[3] Asociación Americana de Psiquiatría; Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5®) (5ta ed.), Asociación Americana de Psiquiatría, Arlington, 2014, 949.

[5] André, S., “La significación de la pedofília”, https://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=159

     

UN NOMBRAMIENTO QUE SIRVA PARA RESPIRAR

Dayana Delgado Villegas

 

Camino a las jornadas 2022 y conformando un cartel hacia éstas, me convoca al trabajo esta pregunta ¿Qué estatuto tiene para el adolescente la nominación de género?

Freud nos habla sobre la pubertad en tres ensayos sobre teoría sexual en el apartado “La metamorfosis de la pubertad” allí hace referencia a los cambios corporales como el crecimiento, las transformaciones que se manifiestan en el orden del cuerpo. Señalaría como parte de la metamorfosis el cambio en la elección de objeto que supone un duelo por la pérdida del objeto edípico y la puesta en juego del complejo del semejante, el prójimo y la identificación con los pares.

La tormenta puberal desafía la estructura, sorprende, causa angustia, y promueve el tiempo en que el sujeto pone a prueba las bases con las que se constituye, cuya escritura se inaugura en la primera infancia. Lacan, por su parte, toma la obra de Wedekind “el despertar de la primavera” para abordar la pubertad y los despertares sexuales propios de esa época.

Un despertar significante que remite a un pasaje. Un despertar, efecto de un relámpago que en tiempos puberales comienza a ser convocado por los cambios corporales, los deseos inconscientes y por las fantasías que allí concurren a anudarse en un segundo tiempo de la sexualidad, que ha sido inscripta en sus fundamentos primeros por los efectos leídos a posteriori y que el Complejo de Edipo ha dejado como marca estructural en la historia infantil del sujeto.

La transformación, y otras expresiones de la irrupción de lo real en dimensiones varias, producen una conmoción estructural que se conoce con el nombre de adolescencia. una manifestación perceptible de una complejidad estructural, o como manifestación que denuncia lo traumático de la sexualidad, algo que no puede ser puesto en palabras. Entonces, referirse a la adolescencia es referirse a un síntoma.

La precipitación de los cambios corporales, reestructuran también la relación con el espejo. La estructura se moviliza por la irrupción del goce pulsional y se traduce en las consecuencias a nivel del lazo social, que supone el lazo sexual. En la llamada adolescencia está la posibilidad de lograr otro modo de satisfacción, dada por el encuentro con el otro sexo y la posibilidad del acto sexual.

Será en este punto en el cual, todo sujeto se encontrará con ese real que, Lacan nombrará La no relación sexual, por lo cual en el Seminario 21, dirá: “Todos sabemos porque todos inventamos un truco para llenar el agujero en lo real. Allí donde no hay relación sexual, eso produce traumatismo, entonces uno inventa, uno inventa lo que puede, por supuesto”[1]

El adolescente queda sujeto al S1 e intenta encontrar sentido a esto que le está pasando, a su existencia. En esta búsqueda constante de sentido, el adolescente anhela poder encontrar algo que lo alivie y le ayude a soportar este evento, a veces perturbador, que tiene que ver con lo real.

En esta búsqueda de nombrar algo de lo que le pasa, el adolescente optará por ponerse en el lugar que mejor le convenga para aliviar su sufrimiento, ya que en esta época de pluralización de los nombres del padre y el empuje de goce femenino, el adolescente cae en una suerte de desalojamiento y desregulación, frente a esta estas nuevas formas de gozar. Miquel Bassols advierte algo a propósito del goce de transgresión con la que el sujeto se encuentra en esta época “…y es que cuanta más imposición haya de goce, menos puede elegir su forma propia de gozar y más queda agarrado en esa lógica del capitalismo y neoliberalismo[2].

Dada que la adolescencia es una etapa lógica, debe ser superada, debe hallar una solución ante esta imposibilidad de la relación sexual, la imposibilidad de encontrar una medida común entre los sexos. Cada sujeto debe “inventar, mas allá de la supuesta identidad fálica, su forma sintomática de hacer con lo real del goce sexual”[3] nos dice Bassols. 

Entonces, me evoca pensar que cada uno desde su singularidad, optará por nominar eso que le acontece y se aferrará a esa nominación a capa y espada. Para Juan Carlos Indart “Las subjetividades se encuentran a la deriva, producto de un fracaso de la función del padre, y el orden social crea una suerte de solución sobre la base del encasillamiento de esas subjetividades según un nombramiento laboral”[4], agregaría también que este nombramiento también puede concernir a otra dimensión que no sea solo la laboral. Un nombramiento que puede ser para el sujeto una especie de arreglo, un respiro más ante este momento que puede ser vivido como padecimiento. Será solo en la intervención del uno por uno y apuntando hacia lo singular, que podremos leer lo que sucede o acontece con ese sujeto en este momento particular de su vida.

  



*Elaboración en el cartel Cartel #12 hacia las XII Jornadas de la NEL ¿Sexualidad(es)? Presentada en “Cartelizados” en APEL SCZ en marzo del 2022.

[1] Lacan, J., Seminario 21, Los no incautos yerran (1973-1974), Clase 8, del 19 de febrero de 1974, inédito.

[2] Bassols, M., “LGTB+ entrevista a Miquel Bassols”, Registros, Goces, tomo arcoíris, N° 15, marzo de 2020, p. 23.

[3] Bassols, M., “La diferencia de los sexos no existe en el inconsciente, sobre el informe de Paul B. preciado dirigido a los analistas”, Grama, Buenos Aires, 2021, p. 66.

[4] Indart, J.C., “Sobre el Ideal y el ser nombrado para”, UMSAM EDITA, Buenos Aires, 2019, p. 43.



                   




URGENCIAS SUBJETIVAS, ANGUSTIA Y ACTOS

 

Fabiana Chirino O.

 

¿Qué precipita una urgencia subjetiva?. Una urgencia surge como efecto de un encuentro con lo real, pero también por la ruptura de la trama de sentido que permitiría significar, interpretar y dar una explicación a esa emergencia. Correlativa a estas dos coordenadas, se puede incluir la caída del Otro; algo en el campo del Otro aparece como inconsistente, no responde y el sujeto se vive como “dejado caer” de ese lazo.

 

La emergencia de lo real sin ley, es vivido como lo “umheimlich”, en relación a la trama de sentido y a la organización simbólico imaginaria del mundo. Se trata de un momento en el que “el sujeto – señala Guillermo Belaga- pierde su anclaje y se sitúa en el borde de un abismo experimentando el vértigo entre fascinación y la amenaza”[i].

 

Eric Laurent asocia la urgencia a la condición de trauma, pues el trauma se presenta como un agujero en el interior de lo simbólico. Allí donde lo simbólico es el sistema de las representaciones, a través de las cuales el sujeto busca reencontrar la presencia de un real, puesto que “lo simbólico incluye el síntoma, en su envoltura formal, y también lo que no llega a hacer síntoma”[ii], lo traumático es encontrarse allí, con un agujero.

 

Sin embargo, para Eric Laurent, el traumatismo de lo real implicaría lo contrario, que hay simbólico en lo real, y que es lo que caracteriza a la estructura misma del lenguaje, “es el lenguaje que es real, o al menos, el lenguaje parásito fuera de sentido del viviente”[iii]. Por ello, en la dirección de la cura se pasará de tramitar por la palabra el encuentro con lo real, a reinventar un Otro que no existe más. En palabras de Laurent, “hace falta causar un sujeto para que reencuentre reglas de vida con un Otro, que ha sido perdido”. Desde esta perspectiva, el traumatismo tiene en el centro la no relación sexual, la falta de una regla que permita hacer con el trauma sexual, por lo cual lo que queda es la invención.

 

¿Cómo se presentan las urgencias en nuestra época? Inés Sotelo, señala que se manifiestan en el sujeto confrontado a un exceso, algo que lo desborda y rebasa, y que se vive como “ruptura aguda, quiebre del equilibro con el que la vida se sostenía, quiebre de los lazos con los otros, con el trabajo, con los pensamientos, con el propio cuerpo, irrupción de lo real, fuera de sentido”[iv]. Esto implica que, en la urgencia subjetiva, el sujeto aparece no solo barrado, en condición de angustia sino también borrado, pues en muchas ocasiones no logra implicarse en aquello que aconteció y que lo precipita a una conclusión abrupta.

 

En la urgencia subjetiva la angustia tiene su lugar. Lacan en el seminario 10 refiere que “la angustia es señal de lo real”[v], es el afecto que no engaña por ser índice de lo real, y que por la vía del sin sentido conduce a la dimensión de lo real del síntoma. No engaña, porque no se deja atrapar ni por lo imaginario ni por lo simbólico, “designa lo real, el goce, en la medida que lo imaginario y lo simbólico solo pueden girar a su alrededor”[vi]. Es ante la caída de la trama de sentido, que el sujeto se encuentra con este real, que angustia y que solo puede vivirse en el cuerpo.

 

Ante la angustia, el acting out y el pasaje al acto se presentan como formas no elaboradas, señala Lacan en el seminario 10, puesto que no se manifiestan por la vía del significante, sino aparecen como fenómeno. En ambas se ponen en juego tanto la escena como el objeto, “el sujeto se mueve en dirección a evadirse de la escena. Es lo que nos permite reconocer el pasaje al acto en su valor propio, y distinguir de él lo que es muy distinto, ya lo verán ustedes, a saber, el acting out”[vii].

 

En el acting out, el objeto a se presenta en la escena, se trata de un acto que escenifica algo de la presencia de un objeto, mientras que en el pasaje al acto el sujeto se encuentra bajo la barra, se borra de la escena, “su estructura es un fuera de escena, que no deja lugar al juego significante y su correlato es el dejar caer”[viii]. El pasaje al acto, es definido por Lacan como la identificación absoluta con el objeto, por lo cual el sujeto se precipita fuera de la escena, en cuanto el acting out, es la mostración del sujeto en tanto objeto, apuntando a ser alojado en el Otro. Son dos formas de acto frente a la angustia.   

 

En ambos casos, se trata de un grito que no es aún llamado, que para que se constituya como tal, es necesario un Otro que escuche. Allí la presencia de un analista jugará un papel fundamental ya que ante el acting out, la orientación dada por Lacan es la de no interpretar, darle sentido, sino hacer pasar por la palabra lo que se presentó como puro acto, mostración, escena. Para lo cual el analista abre un paréntesis, un tiempo y un lugar para la escucha, de eso que por la vía de la angustia empuja a una conclusión.

 

Esta lectura, nos conduce a pensar en los tiempos lógicos propuestos por Lacan en su texto “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada”[ix], instante de ver, tiempo de comprender y momento de concluir. En la urgencia subjetiva, se produce un pasaje del tiempo de ver, a la urgencia de concluir, se precipita una conclusión que puede conducir al pasaje al acto o al acting out, o el sujeto puede detenerse en un instante de ver, cargado de angustia, paralizado, inmóvil. Lo que falta es el tiempo de comprender.

 

En este contexto, la intervención analítica, hará un espacio para comprender algo de lo acontecido, lo que no es posible sin el despliegue del discurso del sujeto, sus significantes S1- S2, la trama de sentido que puede elaborar al respecto, y donde se escuchará implicado desde una posición respecto de un Otro y de un objeto. Inés Sotelo lo plantea de la siguiente manera “frente a la prisa por concluir que atraviesa a quienes participan de la urgencia, el analista propone una pausa, en principio para leer lo que acontece”[x].

 

Un analista en posición, alojará esta condición y apuntará a restablecer algo de ese entramado que se soltó, para localizar allí algo del sujeto, las coordenadas subjetivas donde se produjo la urgencia, más allá de los hechos y contingencias, ese algo que el evento tocó en el sujeto, allí “la urgencia empezará a hacerse propia”[xi], dirá Inés Sotelo. Esto fundamentalmente porque la urgencia puede localizarse en múltiples y distintos lugares, en los padres, en la institución, en el colegio, en el Otro o en el sujeto mismo, será necesario escuchar finamente para no presuponer el lugar de la emergencia o urgencia.

 

Por ello, podríamos decir que en la urgencia subjetiva pasamos de un real, del encuentro con el sin sentido, a la articulación significante de lo que irrumpió en lo real, para luego, nuevamente, moebianamente, una vez puesto en forma el síntoma, volver a hacer desconsistir esa trama de sentido gozado que mortifica al sujeto. Del trauma a la significación, y retorno, del sin sentido de lo real, al sentido del síntoma y nuevamente al sin sentido del goce.

 

A un primer tiempo de la irrupción, el acto del analista abrirá un segundo tiempo, donde se propicia el tratamiento de lo real por lo simbólico, separando al sujeto de los significantes que lo alienan, nombran, mortifican, hacen gozar. Se trata de  una escansión, donde “el analista interviene en la medida que detiene el discurso del paciente, por medio de lo que interpreta, y por ese acto mayor que consiste en decir que se terminó”[xii]. Conclusión que atraviesa cada sesión, cada análisis, cada entrevista, cada urgencia.

 

Por lo tanto, al actig out y al pasaje al acto, se puede articular otro acto, el del analista que, como todo acto, produce consecuencias, marca un antes y un después. El analista, en posición será quien escuche al sujeto, y a través de su acto, reinscriba algo del sujeto que quedo abolido por el acto o dividido por la angustia. El acto analítico, se verificará apress coup, al encuentro dado en el consultorio privado, en el espacio institucional, en la sala de urgencias médicas, en las calles, cualquier lugar donde los analistas ejercen su práctica. El modo en que se aloje y opere frente a la urgencia subjetiva, determinará el derrotero de la angustia del sujeto, la cual podrá quedar acallada, silenciada, desestimada, o podrá ser puesta al trabajo, con consecuencias en la relación del sujeto con su inconsciente y su modo de goce, esta última es la apuesta del psicoanálisis de la orientación lacaniana.

 

  

Referencias



[i]  Belaga, G. (2009). Trauma, ansiedad y síntoma, respuestas clínicas. Perspectivas de la clínica de la urgencia. Buenos Aires, Grama, pág. 35.

[ii] Laurent, E. (2009). En Revés del trauma. Perspectivas de la clínica de la urgencia. Buenos Aires, Grama, pág. 19

[iii] Ídem

[iv] Sotelo, I. (2009). Qué hace un psicoanalista en la urgencia?. Perspectivas de la clínica de la urgencia. Buenos Aires, Grama, pág. 26

[v] Lacan, J. (2007). Seminario 10. La Angustia. Buenos Aires, Paidós, pág. 171

[vi] Miller, J. A. La angustia lacaniana. Buenos Aires, Paidós, pág

[vii] Lacan, J. (2007). Seminario 10. La Angustia. Buenos Aires, Paidós, pág. 129

[viii] Rojas, A. (2007). La angustia en las primeras entrevistas. Perspectivas de la clínica de la urgencia. Buenos Aires, Grama, pág. 51

[ix]  Lacan, J. (1984). El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Los Escritos. Tomo I. Buenos Aires, Siglo XXi, pág. 

[x]  Sotelo, I. (2009). Qué hace un psicoanalista en la urgencia?. Perspectivas de la clínica de la urgencia. Buenos Aires, Grama, pág. 29

[xi] Sotelo, I. (2009). Qué hace un psicoanalista en la urgencia?. Perspectivas de la clínica de la urgencia. Buenos Aires, Grama, pág. 29

[xii] Miller, J.A. (1998) Signos del goce, Buenos Aires, Paidós. 

CUERPOS EN URGENCIA, SUJETOS SIN PALABRA”

 

Mariela Camacho Subieta

Asociada a NEL Delegación Cochabamba

Cartel: Urgencias subjetivas

Mas Uno: Fabiana Chirinos. Miembro AMP, NEL


Muchas personas acuden a consultas solas, acompañadas o derivadas por otros profesionales, con malestares que se manifiestan en su cuerpo; malestares, de los cuales la medicina no puede dar explicación. Las demandas de atención frente a dicho malestar, se encuentran desprovistos de preguntas, implicación o división subjetiva.

En algunas ocasiones frente a eso de lo que no se sabe nada, es en el DSM que encuentran un nombre, acudiendo así a consulta personas con diagnóstico de ataques de pánico, stress post traumático, u otros, describiendo los malestares físicos que los aquejan, pero sin preguntas sobre sus causas. Muchos de los términos asociados a estas demandas son la “urgencia” en su atención, y el “Trauma” que pudiera haber causado.

Nos encontramos así, con un cuerpo afectado por lo real, sin un pasaje por lo simbólico. Son presentaciones donde la libido afecta de manera directa al cuerpo, sin la posibilidad de una construcción inconsciente que lo anime, y sin una representación psíquica de ello, dificultando el inicio de un análisis. Como lo había notado Freud tempranamente en uno de los textos del Tomo I, allí menciona que:

"..la tensión física crece, alcanza su valor de umbral con el que puede despertar afecto psíquico, pero razones cualesquiera el anudamiento psíquico que se le ofrece permanece insuficiente, es imposible llegar a la formación de afecto sexual porque faltan para ello las condiciones psíquicas: así la tensión física no ligada psíquicamente se muda en.. Angustia" (Freud, Borrador E, 2011, pág. 232)

Esta desviación o “desacarrilamiento”,  como lo llama Freud, dificulta un análisis, y parece ser la característica de los síntomas contemporáneos. Estos síntomas se caracterizan porque la persona se encuentra aprisionada en el punto mismo de su sufrimiento.

Este sufrimiento es el que en un momento de urgencia es llevado a consulta. Estas consultas pueden estar dadas por un acontecimiento en la vida de la persona, que marca un antes y un después, imposible de simbolizar.

Si en el lenguaje común, la urgencia implica la necesidad de una atención pronta, para el psicoanálisis la urgencia es pensada como un momento de irrupción, involucra un encuentro con lo inesperado, que tiene como saldo el haber producido una conmoción para el sujeto, confrontándolo con algo de lo insoportable. “La urgencia reúne la presencia de un padecimiento sin velo, sin trama, con la cuestión del tiempo” (Delgado, 2005, pág. 79).

Este padecimiento sin velo implica la caída de la escena psíquica, que al introducirse la dimensión del tiempo, en un primer momento da lugar a la dimensión del apremio y la prisa, y es necesario que opere un segundo tiempo que introduzca una suspensión, un tiempo para comprender.

 Sin embargo, en estos casos donde acuden sujetos tomados por el malestar en su cuerpo sin posibilidad de articular nada sobre éste, se encuentra un instante de ver, detenido en una afectación del cuerpo.

Es a partir de la lectura de la afectación corporal, que el analista puede introducir en esa detención, un tiempo de espera, dando una connotación de acontecimiento corporal a aquello que no es posible decir a través de la palabra.

 “La pulsión es siempre la experiencia de una urgencia subjetiva en relación a ese tiempo infinito del lenguaje” (Bassols, 2016). Aquí la urgencia de la pulsión introduce un límite temporal en el cuerpo hablante, posibilitando - si hay alguien que lo lea - la emergencia de una urgencia subjetiva.

Es la palabra, que permite hacer lugar a la emergencia de angustia y tratar algo. “…es el lenguaje el que induce una experiencia del tiempo” (Bassols, 2016)

Esta experiencia del tiempo, que es siempre subjetiva, afecta al cuerpo y es solo en su vinculación al lenguaje que se puede articular algo desde lo simbólico que permita significar esta experiencia traumática, significación que siempre será singular.

Lo que posibilita el encuentro con un analista

El encuentro con un analista no es sin consecuencias. Cuando hablamos de urgencia, el fin no es encontrar un alivio a ese desorden pulsional, es una apuesta por un más allá que permita sostener un tiempo de comprender, hacer pasar el acontecimiento por la palabra para que así el sujeto pueda subjetivar la urgencia y construir sus propias coordenadas.

La operación analítica, permite la apertura del inconsciente "yo no soy, pienso" reanuda el tiempo lógico, en donde el sujeto puede representarse” (Delgado, 2005, pág. 81).

Esta intervención apuntará a poner palabras a esa urgencia de la pulsión enmudecida que causó una disrupción en el cuerpo. No sin alojar el tiempo de decisión del sujeto para transitar su propio recorrido.

Trabajos citados

Bassols, M. (2016 de Febrero de 2016). El cuerpo hablante: sobre el inconsciente en el siglo XXI. Obtenido de Freudiana: https://freudiana.com/el-cuerpo-hablante-y-sus-estados-de-urgencia/

Delgado, O. (2005). Angustia y trauma. En G. C. Belga, La urgncia generalizada 2. Ciencia, política y clínica del trauma (págs. 75-92). Buenos Aires: Grama.

Freud, S. (2011). Borrador E. En S. Freud, Obras completas. Tomo I (págs. 228-234). Buenos Aires: Amorrortu.

 

 





 SUEÑO, DEFENSA Y DESPERTAR*

 

Fabiana Chirino O.

 

 

En el cuento Ruinas Circulares, Jorge Luis Borges narra el sueño de un hombre, que en el acto de soñar crea lo soñado. Es el hacedor, que emprende la tarea de crear un hombre, fibra por fibra, cada componente de un cuerpo que luego cobrará vida “quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad”, escribe Borges. “Noche tras noche, el hombre lo soñaba dormido”[i].

 

Cuando finalmente “en el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó”, el soñador se resistió a dejar ir a su creación, pues temía que el fuego develara que su hijo no era un hombre, sino “la proyección del sueño de otro hombre. ¡qué humillación incomparable, qué vértigo!”. Sin embargo, cuando el temido incendio ocurrió, el soñador “Caminó contra los jirones de fuego. Éstos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión”, dándose cuenta de que “él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo”. Eso, finalmente lo despertó.

 

Ruinas circulares, nos permite localizar la circularidad entre sueño y vigilia, de donde solo se puede salir a partir del despertar. Eric Laurent, ubica la oposición entre sueño y despertar como natural y casi biológica en Freud, sin embargo, Lacan subvierte “la evidencia del límite entre la vigilia y el dormir para despertarnos, a nosotros sus lectores, a otra cosa[ii]. Un despertar vinculado a lo real, que es lo que conmueve esta circularidad.

 

El sueño teje una trama simbólica e imaginaria, constituyéndose en un semblante que opera como defensa frente a lo real. Miller en “La experiencia de lo real en la cura analítica”, distingue la dimensión del semblante, donde se articula lo simbólico y lo imaginario, se representa el deseo y se articula una verdad, de la dimensión de lo real donde “no hay un saber”, pues lo real “escapa a la significantización, a la Aufhebung significante y que precisamente la Aufhebung fálica, deja de lado”[iii]. Por tanto, el sueño en su dimensión de semblante, “se inscribe allí, donde en lo real no hay saber”[iv].  

 

En el sueño, de un lado se encuentra la defensa, la dimensión de sentido, “el aparato mismo de significante – significado, que no es más que semblante en relación con lo real”[v], y por otro, la dimensión de lo real, que escapa al sentido, a la significación y que, por lo mismo, sorprende y despierta. Esto nos conducirá a su dimensión interpretativa, al punto no simbolizable, llamado por Freud, el ombligo del sueño.

 

A esta dimensión apunta la última enseñanza de Lacan, con la noción de inconsciente real, para decir que no se trata ya de la interpretación de sentido, sino del uso del sueño. Ya que alimentar el sentido por la vía de la interpretación, conduce a la repetición y circularidad, a un despertar para seguir soñando. Esta perspectiva, señala Miller, plantea que el psicoanálisis “o explota las relaciones del significante y el significado que no valen más que como semblantes respecto de lo real, o bien el psicoanálisis es una excepción capaz de perturbar la defensa contra lo real”[vi]. Indicando a la vez que perturbar la defensa es la “matriz misma de la operación analítica” [vii].

 

Sin embargo, estas dos dimensiones y funciones del sueño tendrán en la práctica clínica su lugar y su tiempo. En primer lugar, será necesario pasar por el camino de la lógica y del sentido, que implica “acompañar al analizante, autorizarlo a destapar todas las asociaciones posibles sobre un sueño” [viii], para en un segundo momento, conducirlo a un punto fuera de sentido. En esta perspectiva el sueño se convierte en instrumento del despertar”.

 

Ruinas circulares, muestra el punto de engaño de la trama de sentido. Allí ubicamos la dimensión del sueño como índice de verdad, pues la trama simbólica algo de la verdad inconsciente y del goce del sujeto, transporta. Sin embargo, el sueño ubica un índice de un real, “cuando lo real atraviesa la pantalla del sueño y aparece la angustia como signo de lo real”[ix], de una satisfacción que no cesa de no inscribirse, que permanece oscura, sin sentido, sin referencia al Otro y que está del lado del inconsciente real.

 

Permanecer en la vertiente de la verdad y su interpretación, conduciría a que el analista como el soñador soñado de Borges, quede atrapado en la circularidad del sueño, ya que como Marie Helene Brousse ubica, el analista podía ser el soñador[x].

 

Para Lacan, el sueño interpreta, esa es su dimensión de índice de real, su lado “ombligo”. Aquel que “interpreta el traumatismo inaugural”, dirá Marie Helene Brousse. El ombligo, es “un agujero en el saber, un agujero que resuena y produce ondas”[xi], los que tiene efectos en el cuerpo. Será lo que toca el cuerpo, lo real, lo que finalmente, despierta.

 

*Texto producto del Cartel “Sueño, Índice de Verdad o Índice de real” orientado hacia el XII Congreso de la AMP. Cartel conformado por Maite Russi, Denisse Ramírez, Andrés Alamo, Fabián Gómez, y Fabiana Chirino (Más Uno). El texto fue presentado en las Jornadas de Carteles de la Delegación Nel La Habana, “Bricolage…acerca de los sueños y sus usos” realizadas el 5 de Junio de 2020

 

 

Citas                 



[ii] Laurent, E., “El despertar de un sueño o el esp de un sue. Blog de la Asociación Mundial de Psicoanálisis”, http://uqbarwapol.com/el-despertar-del-sueno-o-el-esp-de-un-sue-eric-laurent-ecf/

[iii] Miller, J. A. Lo real en la experiencia de la cura, Paidós, Buenos Aires, 2018. p. 31

[iv] Idem

[v] Ibíd., p. 32

[vi] Ibíd., p. 34

[vii] Idem

[viii] Laurent, E., “El despertar de un sueño o el esp de un sue”. Blog de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, http://uqbarwapol.com/el-despertar-del-sueno-o-el-esp-de-un-sue-eric-laurent-ecf/

[ix] Fuentes, A. “Vaivén”. Paper 4. Sueño, Real, Verdad, https://congresoamp2020.com/es/el-tema/papers/papers_004.pdf, p. 22.

[x] Brousse, M. H. El artificio, reverso de la ficción. ¿Qué hay de nuevo sobre el sueño 120 años después?”. Textos de Orientación Congreso de la AMPhttps://congresoamp2020.com/es/articulos.php?sec=el-tema&sub=textos-de-orientacion&file=el-tema/textos-de-orientacion/19-09-11_el-artificio-reverso-de-la-ficcion.html.

[xi] ídem

e

Encuentro de Cartelizantes. Marzo 2020





       


Noche de Cartel
Junio 2019





El miércoles 19 de junio en el Centro Cultural Simón I. Patiño participamos de una Noche de Carteles, dos cartelizantes transmitieron sus recorridos y experiencias singulares en relación a lo que un cartel deja como enseñanza. 


En esta oportunidad, se trató del cartel denominado “Del Sujeto al Ser Hablante”, cuyo Más Uno fue Ana Ricaurte, Miembro de la NEL Guayaquil. El mismo comenzó en el año 2017, momento en que La Federación Americana de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana (FAPOL), abre un nuevo espacio llamado Iniciativa Universitaria de Formación e Investigación (IUFI) con el objetivo de favorecer el acercamiento de los estudiantes universitarios a las Escuela.


Cartelizantes : Ana Rosa Arispe, Psicóloga y Maggie
 Jáuregui, Psicoanalista Asociada de APEL SCZ
Durante la Conversación de esta Noche de Carteles, cabe destacar el comentario de una de las estudiantes universitarias asistentes: “Lo que el cartel ha producido en mí es un deseo sostenido por la formación como analista”, señalando que esta primera experiencia le ha permitido acercarse a las actividades que la Asociación Psicoanalítica de Estudios Lacanianos de Santa Cruz (APEL SCZ) sostiene en su función de lugar en el que se forman los analistas de nuestra orientación.




Producto de Cartel IUFI "Del Sujeto al Ser Hablante"


El obsesivo: Tántalo, Rana y Ser Hablante


Maggie Jáuregui O.  Asociada  APEL- Santa Cruz
Cartel IUFI “Del Sujeto al Ser Hablante”
Más Uno: Ana Ricaurte


El obsesivo es un Tántalo, dice Lacan en el Seminario 5, para dar cuenta del lugar del obsesivo respecto al deseo, Tántalo “es un ejemplo proverbial de tentación sin satisfacción, su castigo consistió en estar en un lago con el agua a la altura de la barbilla (…), bajo un árbol de ramas bajas repletas de frutas. Cada vez que Tántalo, desesperado por el hambre o la sed, intenta tomar una fruta o sorber algo de agua, estos se retiran inmediatamente de su alcance”[1]

Maggie Jaureggie, Psicoanalista Asociada de APEL SCZ
El obsesivo, para mantenerse con el deseo insatisfecho como Tántalo, “se lo hace sostener al Otro, precisamente mediante la prohibición del Otro” [2], dirá Lacan. En este mismo seminario describe las “hazañas del obsesivo”, dando cuenta del escenario que monta en el lazo con los otros semejantes. Estas relaciones tienen que estar sostenidas bajo la garantía del Otro, que lo hace existir. Porque no es lo que le pasa con el otro semejante lo que cuenta para el obsesivo, sino que “el que es importante es el Otro ante quien todo esto ocurre. Éste es el que hay que preservar a toda costa, el lugar donde se registra la hazaña, donde se inscribe su historia”[3].

En La Pirámide Obsesiva, Juan Carlos Indart puntualiza que, cuando un obsesivo cuenta de sus relaciones, sus escenas con el otro semejante, “es un error situar en esas escenas la cuestión del deseo del obsesivo y que es un error suponer que ahí se sitúa la defensa”[4].  Lo esencial de la defensa del obsesivo es ofrecerse como aval del Otro. Hay como un desdoblamiento del yo; una parte se mantiene en sus escenas con los otros semejantes, mientras otra parte del yo está en lo defensivo, procurando que se sofoque cualquier emergencia del deseo, que se obture la falla, se anule la castración del Otro, porque implica su propia castración. Así lo plantea Lacan:
“Está permanentemente ocupado manteniendo al Otro, haciéndolo subsistir mediante formulaciones imaginarias de las que se ocupa más que nadie (…) pues este Otro es la condición esencial de su propio mantenimiento como sujeto. No podría subsistir como sujeto si el Otro fuese efectivamente anulado”[5].
En esta contradicción se mantiene el obsesivo, se defiende del Otro, busca anular el deseo del Otro,  pero a la vez es su garante de que el deseo permanezca, como Tántalo. Desde ahí, sitúa obstáculos para no acceder a su deseo y realiza “hazañas” con sus semejantes bajo la mirada del Otro, a quien se dirige siempre.

Entonces, lo obsesivo no está en su relato, en lo que cuenta sino que él se encuentra, con su goce, como espectador invisible de sus propias escenas, eso es lo obsesivo. “En ninguna de las narraciones de los problemas que tiene con los objetos está lo obsesivo del obsesivo” sostiene Indart[6], dando cuenta del riesgo de que, en la intervención clínica, el analista quede atrapado como espectador del relato del obsesivo, perdiendo el rumbo del goce en el que se sostiene el registro de su hazaña. Lo enfatiza Lacan en diferentes momentos, esta relación entre el “goce de un espectáculo”, nombrado en El Psicoanálisis y su enseñanza[7] y la caracterización del yo del obsesivo como un “yo fuerte”, planteado en el escrito sobre El Estadío del Espejo[8].

En el Seminario 23, Lacan dirá que el obsesivo “es como la rana que quiere volverse tan grande como el buey”[9], dando a notar la fábula en que la rana de tanto hincharse, explota. “El mantenimiento de esta imagen de él - sostiene en el seminario 10 - es lo que hace que el obsesivo persista en mantener toda una distancia respecto de sí mismo, que es, precisamente, lo más difícil de reducir en el análisis”[10]

Esta es la forma que tiene el obsesivo de suturar la división subjetiva, sostenida en un yo fuerte que le permite mantener la ilusión de que todo sería calculable y controlable, desafiando el imposible de evitar las contingencias.  Inflado, como la rana de la fábula, alude también a la representación del propio cuerpo, un cuerpo sin agujeros, “es constante en Lacan – dice Luis Tudanca – la referencia a la geometría clásica para referirse al imaginario corporal: geometría de la sierra, de la bolsa, burbuja, esfera. Y ese es el campo del sentido”[11]. Un yo perfectamente construido sin agujeros, sin fallas que permitan alguna ruptura que ubique al sujeto del inconsciente. Pero más allá de ese yo, el obsesivo goza, y es éste goce el que permite bordear algo de lo real, algo que agujeree ese cuerpo geométrico.

Los tatuajes, el gimnasio, la cirugía estética y otros tratamientos del cuerpo en la época actual pueden ser síntomas contemporáneos que se emparentan con lo que hace el obsesivo con el cuerpo: reforzar el imaginario corporal redondo, pero también pueden ser síntomas del fracaso de esa perfección imaginada. La vigorexia es uno de los excesos de esta época que se nombra como la obsesión por la imagen corporal, un cuerpo esbelto y musculoso.

Sostienen Claudio Godoy y Fabián Schejtman que el obsesivo tiene un modo fundamental de “saber hacer con la imagen”, con la Imagen yoica, “es en esa constante auto-observación controlada en la que radica su modo defensivo propio”[12], sosteniendo que esa es su “armadura obsesiva, es decir, su sinthome específico”[13].

El sinthome del ser hablante, dirá Miller, “se manifiesta como un acontecimiento de cuerpo, una emergencia de goce”[14], dando cuenta de que, será el encuentro con algo contingente, algo que agujeree ese cuerpo geométrico, controlado, la explosión de esa rana inflada, lo que permita abordar algo de lo real del goce del obsesivo. La ruptura del sinthome que lo anuda permite situar la intervención analítica como corte, para que el ser hable.


Referencias

· Freud, S. (1909) A propósito de un caso de Neurosis Obsesiva. Tomo X. Ed. Amorrotu. Bs. As.
· Godoy, C y Schejtman F. (2009) “La neurosis obsesiva en el último período de la enseñanza de j. lacan”. Anuario de investigaciones. Vol. XVI Facultad de Psicología – UBA. Bs. As.
· Indart, J. (2001) La Pirámide Obsesiva. Ed. Tres Haches. Bs. As.
· Lacan, J.; (1962-63) Seminario 10. La angustia, Ed. Paidós, Bs. As., 2006
· Lacan, J.; (1949), “El estadío del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, en Escritos 1, Ed. Siglo XXI, México
· Lacan, J.; (1957), “El psicoanálisis y su enseñanza”, en Escritos 1, Ed. Siglo XXI, México,
· Lacan, J. (1957-1958) Seminario 5. Las formaciones del Inconsciente. Ed. Paidós. Bs. As.
· Miller, J. A. (2016) El Inconsciente y el Cuerpo Hablante. Presentación del tema del X Congreso de la AMP en Río de Janeiro. Versión Digital.
· Tudanca, L. (2015) Lo imaginario enraizado en el cuerpo, artículo compilado en El cuerpo Hablante, Parlêtre, sinthome, escabel. Ed. Grama. Bs. As.
· Wikipedia. La enciclopedia libre. Espacio web.


Del Cartel IUFI: Del Sujeto al Ser Hablante. De junio 2017 a marzo 2019
Más Uno: Ana Ricaurte
Cartelizantes: Maggie Jáuregui. Ana Rosa Arispe. Janeth Llanos



[1] Wikipedia. La enciclopedia libre. Espacio web.
[2] Lacan, J. (1957-1958) Seminario 5. Las formaciones del Inconsciente. Ed. Paidós. Bs. As. Pág. 423
[3] Ibid Pág. 427
[4] Indart, J. (2001) La Pirámide Obsesiva. Ed. Tres Haches. Bs. As. Pág. 76
[5] Lacan, J. (1957-1958) Seminario 5. Las formaciones del Inconsciente. Ed. Paidós. Bs. As. Pág. 495
[6] Indart, J. (2001) La Pirámide Obsesiva. Ed. Tres Haches. Bs. As. Pág. 71
[7] Lacan, J.; (1957), “El psicoanálisis y su enseñanza”, en Escritos 1, Ed. Siglo XXI, México, 1984. Pág. 434
[8] Lacan, J.; (1949), “El estadío del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, en Escritos 1, Ed. Siglo XXI, México, 1984. Pág. 101
[9] Lacan, J.; (1975-76), El seminario, libro 23: El sinthome, Bs. As., 2006. Pág. 18              
[10] Lacan, J.; (1962-63), El seminario, libro 10: La angustia, Ed. Paidós, Bs. As., 2006. Pág. 348
[11] Tudanca, L. (2015) Lo imaginario enraizado en el cuerpo, en El cuerpo Hablante, Parlêtre, sinthome, escabel. Ed. Grama. Bs. As. Pág. 89
[12] Godoy, C y Schejtman F. (2009) “La neurosis obsesiva en el último período de la enseñanza de j. lacan”. Anuario de investigaciones. Vol. XVI Facultad de Psicología – UBA. Bs. As.
[13] Ibid.
[14] Miller, J. A. (2016) El Inconsciente y el Cuerpo Hablante. Presentación del tema del X Congreso de la AMP en Río de Janeiro. Versión Digital.





Productos de Cartel. Psicoanálisis con niños.
Más Uno: Ana Ruth Najles 



En el espacio de "Psicoanálisis y Ciudad " a realizarse todos los miércoles en la Fundación Simón I. Patiño en el mes de abril del 2018 se trabajo los productos del cartel "Clínica psicoanalítica de la orientación lacaniana con niños". Compartimos los artículos que serán el eje de trabajo en nuestras conversaciones de los días miércoles de este mes. Estos textos son producto del trabajo de Cartel realizado por algunas psicoanalistas asociadas de APEL. Cartel cuyo más uno fue la psicoanalista Ana Ruth Najles, miembro de la EOL y la AMP.


El niño, la cuidadora y una lógica institucional.

Samantha Rojas

Todas las organizaciones internacionales de asistencia social o desarrollo humano, proponen una política o plan de acción singular para el participante de sus servicios.  Respecto a las instituciones o casas de acogida de NNJA (sigla utilizada para denominar a los niños y niñas desde sus 0 a 23 años) las particularidades de cada institución, tiene resonancias que se entraman en el tejido singular del ser hablante.
Antiguamente era tuición de la iglesia, el cuidar de los niños errantes y huérfanos de guerra.  El primer orfanato conocido como tal, fue creado a modo de invención por San Vicente Ferrer en 1410, al ver en las calles de Valencia cantidad de niños en condición de abandono. Desde entonces a la fecha, las formas de acogida han cambiado. El Hacer religioso ya no es del todo confiable y surge la ciencia, como en todo, a dar herramientas y cátedras para cuidar a un niño.

En este contexto, una institución entre otras que se dedica al cuidado de niños y niñas, plantea como intervención la conformación de grupos de niños que estén al cuidado de una mujer que ejerza con estos un rol materno: se les llama familia. En este invento singular se identifican dos ideales que comandan su accionar: La madre y la Hermandad. Como cualquier ideal funciona para algunos y para otros no. Para los que no, el psicoanálisis nos enseña del carácter superyoico que hace síntoma.

Quien ocupa el rol materno, tiene como tarea que su cuidado no solo sea afectivo, sino efectivo. Los resultados que evidencien los niños (notas escolares, comportamientos, capacidad de expresión de ideas, entre otros) que cuida, signarán su trabajo o que tan buena madre es.  En algunos casos, esta mujer no solo logra ubicarse como alguien necesario afectivamente para los niños, sino que frente a ese niño, es un deseo no anónimo lo que hace lazo. En otras situaciones, quien sostiene el rol, cambia por periodos, ya sea porque decidió abandonar el empleo o porque se determina que no es una “buena madre.” No hay test psicológico, dinámica, técnica de última generación que garantice un deseo no anónimo en el cuidado de niños de cualquier mujer u hombre. Por otro lado, la presencia de otra cosa más allá del niño es importante, que el niño no obture la falta en la madre que es también una mujer.
Cabe preguntarnos en qué familia la fraternidad aplaca la pulsión. Tótem y tabú, da cuenta del arreglo fraterno para matar al padre; acto que trae sospecha y separación. El intento de borrar la diferencia y la rótula social de huérfano o niño de hogar solo remarca el carácter agresivo entre los que conviven: “No es mi hermanoquiero que se vayaantes que llegara todo era mejor.” La hermandad entonces, es un acto subjetivo tal que no alcanza (para todos) al sostenerse en el ideal de amor o igualdad.

Greta Stecher, menciona  que el superyó es el resto de un goce experimentado por el sujeto niño, cuando estuvo tomado en el lugar de objeto del goce del Otro[i]. En este centro de acogida y en otros el carácter de niño-objeto se redobla. Se observa que en algunos niños, la relación al Otro es por medio el acto o la retención de la palabra. En estos casos, el Otro no tiene garantía de nada, por lo cual su actitud hacia el mundo es cínica y conflictiva. Será necesario con cada niño, instalar los espacios para signar algo de su deseo y su ser tramado en las ficciones institucionales, que hacen parte de su historia personal.

BIBLIOGRAFIA
  •         Najles, Ana Ruth. “Psicoanálisis con niños y problemas de aprendizaje” NEL-Univ. Católica Santiago de Guayaquil. Guayaquil, 2006.
  •          Freud, Sigmund. “Obras completas”. 1era ed. Siglo Veintiuno, editores. Buenos Aires, 2012.
  •          Anna Aromí, ¿Qué es una familia? Disponible en: http://www.nel-mexico.org/index.php?sec=Actividades-internacionales&file=Actividades-internacionales/Textos-Conferencias/14-09-05_Anna-Armoni.html
  •         J.-A. MILLER. Seminarios en Caracas y Bogotá. Buenos Aires: Paidós, 2015. Pág. 236. Disponible en: http://www.nel-amp.org/index.php?file=Actividades/El-Seminario-de-la-NEL/Seminario-de-Formacion-Lacaniana/2015-2016/Boletines/005.html

[i] Greta Stecher. “El super yo del siglo XXI”. Disponible en: http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/015/template.php?file=arts/Coloquio/El-superyo-del-siglo-XXI.html




“La posición del analista en la clínica con niños”


Fabiana Chirino O.
 El analista, su posición y su acto

Un analista es aquel que sostiene el dispositivo analítico con su presencia, su cuerpo y su acto, aspectos que apuntan a un real ineludible, no sustituible por otros recursos. El cuerpo, en tanto presencia real pone en juego el goce, la palabra y la pulsión, mientras que el acto se sostiene en un vacío de saber ya que el analista opera desde un no saber universal o referencial que indique qué y cómo hacer en todos los casos. El acto analítico apunta a localizar un vacío, podríamos decir que se sostiene y sostiene un vacío.

El corte de sesión, el uso del semblante, el silencio, la interpretación, no son acciones sino actos analíticos cuando no apuntan al sentido e interrogan al sujeto por eso que le es más propio y singular, su modo de goce. De este modo, el acto surge como contingencia y sorpresa que apunta a lo real en cada sujeto.

Miller, en su texto “Acto e inconsciente” retomará a Lacan en su formulación “no hay formación del analista, solo hay formación del inconsciente”, para indicar que el analista se vuelve una formación del inconsciente cuando hay lapsus en su acto; solo en este caso, puede ser interpretado. Para Lacan - dice Miller- el inconsciente “es lo contrario del acto”, formulación que ya aparece en Freud bajo la forma de “actuar y no recordar” [i]. En este momento de su obra, el acto ubica algo del inconsciente y detiene la repetición a la que el inconsciente está convocado, por estructura. Por lo tanto, el acto estaría del lado de la “elaboración” pues constituye un punto de capitón, que limitaría la repetición del goce.

Solo el acto analítico permitirá localizar algo del inconsciente del sujeto. Como señala Miller “que el inconsciente en el análisis pueda solo ser captado mediante la interpretación quiere decir que se trata de un saber respecto del cual el lugar del sujeto es indeterminado” [ii]. Por ello Miller señala que “el acto, el auténtico, el que no es pasaje al acto ni acting out” [iii].

El acto, es lo que le permite al sujeto separarse del significante, abre la dimensión del malentendido de la lengua, “es aquello gracias a lo cual el sujeto se libera de los efectos del significante, para ser, para hacer, no para estar porque el estar se halla precisamente del lado de la indeterminación del sujeto” [iv]. Esta referencia indica que el acto es lo que va a producir un efecto en el sujeto, a nivel de su relación con el significante, de modo que ya no determine su modo de ser y hacer, permitiendo otro modo de ubicarse respecto del significante y el goce que transporta.

El acto del analista es fallido, porque no apunta al sentido que pretende explicar, ordenar o taponar lo real, sino que señala lo imposible de significantizar. Miller dirá “el acto fallido quiere decir precisamente que el acto solo vale como formación del inconsciente, es decir en la medida en que es interpretable”[v]. Por otro lado, un acto analítico es lo que va a producir un efecto en el sujeto, marcará un antes y un después, como señala Miller “ciertamente, es un sujeto quien hace el acto, pero solo hay acto si ese acto lo cambia, si no es el mismo después” [vi].

El acto es realizado por el analista, sin embargo la condición para sostener el acto analítico es que el analista no esté en el lugar del sujeto, puesto que para Lacan “el psicoanalista no es sujeto[vii], no lo es en el acto analítico, aunque sepamos que es un sujeto de su propio inconsciente. En el dispositivo analítico, el analista ocupa la posición de objeto a, como lo señala Ana Ruth Najles “es el analista en cuanto se ofrece como lo que soporta el peso de ese objeto en el discurso analítico lo que permitiría ir en contra de las caídas del deseo que no suponen otra cosa que la irrupción de un goce (satisfacción pulsional)[viii].

Solo como objeto a, semblante de lo que no hay, un analista puede sostener un acto verdadero, que no es ni acting out ni pasaje al acto. Luis Solano, señala que Lacan define el acto verdadero como aquello que sucede en el lugar de un decir y que cambia al sujeto. “En el acto hay destitución del sujeto que lo instaura. En el acto verdadero, que no se confunde con ninguna acción, hay muerte del sujeto [ix]. Por ello el analista en el dispositivo de la cura, no es sujeto y solo puede operar en la cura a partir de un “yo no pienso”.

Luis Solano, dirá que la condición del acto verdadero, el analítico, “no se deduce ni tampoco se calcula. El acto analítico no es del orden de la garantía como tampoco es una suposición. El acto verdadero es del orden de la certeza, del riesgo y también del orden de la impostura”[x]. Contingente y sorpresivo, el acto es el medio por el cual se toca algo de la defensa y con ello algo de lo real en juego en cada caso. Por ello, la impostura indica que el analista “hace como si supiera lo que hace cuando en realidad no lo sabe de ninguna manera”[xi], algo sabrá a posteriori, podemos decir, cuando verifique los efectos de su acto.

De este modo la noción de acto analítico es promovido a suplantar la noción de posición de analista, por la razón de que “el acto verdadero es creador, fundador y primordial. El acto analítico es la respuesta a la inconsistencia del inconsciente a partir de la consistencia lógica de objeto a” [xii]. Esto nos conduce a pensar en la última enseñanza de Lacan que apunta a un trabajo orientado por lo real sin ley, por lo que no tiene consistencia ni modo de inscripción y que, por lo tanto, itera como una singularísima marca en el ser hablante que lo hace gozar, lo mortifica, pero también que lo vivifica.


El acto analítico en la clínica con los niños

En la clínica con niños, ¿cómo sostener ese lugar de vacío?, ¿cómo operar desde el lugar de objeto a que cause un deseo de saber?, ¿cómo sostener un dispositivo no compatible ni con el discurso de la educación, ni el de la tradición, ni de la técnica o la ciencia, pero que sin embargo oferte un espacio para hacer con eso que a cada cual le resulta insoportable?. Son preguntas que surgen a partir de la demanda de los padres y profesionales psi de curar los síntomas en los niños, que emergen como lo que disfunciona en el campo del Otro y su norma universal.
Ante ello podríamos decir que un psicoanalista de la orientación lacaniana, sostendrá su presencia y su acto, frente a un sujeto, un hablante ser y no frente a un niño, adolescente o adulto, donde el tiempo lógico determine qué corresponde a cada edad o etapa. Un analista ofertará su presencia para alojar lo que es para cada sujeto lo más singular que tiene: su síntoma, su modo de gozar. Alojará la palabra y desde allí operará, mientras que su acto será analítico en tanto sostenga y se sostenga en un vacío de saber, que invite a cada sujeto, más allá de la edad que tenga, a reconstruir las coordenadas de su historia y de allí extraer las marcas con las que se armó una respuesta de goce ante lo real de la no relación sexual.

Un analista no es un sujeto, no quiere al niño, ni quiere algo de él, su deseo no se orienta por una norma o moral sino en un deseo de analizar, lo que implica conducir una cura lo más lejos posible, en función del consentimiento del sujeto, uno por uno, caso por caso, más allá de los años de vida que éste tenga.


Notas Bibliográficas


[i] Miller, Jacques Alain (2009). Cáp. “Clínica y Súper Yo”. Conferencias Porteñas. Tomo 1. Buenos Aires, Argentina: Paidós. Pág 166.
[ii] Ibídem. Pág 167.
[iii] Ibídem. Pág 167.
[iv] Ibídem. Pág 167
[v] Ibídem. Pág 167
[vi] Ibídem. Pág 167
[vii] Ibídem. Pág 167
[viii] Najles, Ana Ruth (2006). Psicoanálisis con niños y problemas de aprendizaje. Guayaquil, Ecuador: Universidad Católica de Guayaquil. Pág. 28.
[ix] Luis Solano, 2001. Extravios del acto y de las normas. Acting out, pasaje al acto y acto analítico. Ornicar. Revista Digital Multilingue. Asociación Mundial de Psicoanálisis. Pg. 1. Disponible en: http://wapol.org/ornicar/articles/180sol.htm
[x] Ibídem, Pág. 2
[xi] Ibídem, Pág. 2
[xii] Ibídem, Pág. 3






Carteles en el marco de la IX ENAPOL.


A continuación los trabajos de cartel publicados en el Boletín-37 a-ritmo propio.








Indignación y Reivindicación, Giro Infernal por el Otro

Cartelizante: Fabiana Chirino O
Rasgo: Indignación y Reivindicación
Más Uno: Carlos García
Cartelizantes: Carlos García, Erendira Molina, Carla Gonzáles, Angélica León y Fabiana Chirino O.

La indignación, “es un afecto que, como su nombre lo dice, tiene que ver con la dignidad”[1], existiendo entre ambos, un lazo “esencial, no azaroso”[2]. Siguiendo sus distintas acepciones, la indignación, es un afecto y a la vez un efecto o reacción del sujeto ante una situación vivida como indigna, en tanto toca algo de la propia subjetividad y singularidad.
Ante hechos en los que la singularidad del sujeto es rechazada o vulnerada, la indignación se vive como una sensación de segregación del campo del Otro, de sus derechos, justicia o dones de amor. Sintiendo, como señala Arenas “los efectos en la carne”[3], pues algo del goce es tocado, resonando en el discurso y en el cuerpo.
La indignación también se presenta cuando algo que se esperaba, funcione de una manera, no lo hace. Goce del encastre, que hace existir una relación, “y la cólera que puede desencadenarse cuando la cosa no funciona”[4]. Lacan en su seminario 6 señala que la cólera surge cuando “lo real llega de golpe (...) en el momento en que nosotros hemos hecho una muy bella trama simbólica, o todo va muy bien, el orden, la ley, nuestro mérito y nuestra buena voluntad. Uno se da cuenta, de golpe, de que las clavijas no encajan en los pequeños agujeros”[5].
Lo que no marcha, lo que no encaja, remite a lo contingente del encuentro con lo real, de la no relación sexual y la inconsistencia del Otro. Así, la indignación puede surgir cuando el Otro, idealizado como completo, desconoce la singularidad del sujeto, emparentándose este hecho con la pérdida del amor del Otro, que es “un lazo que media entre el sujeto y aquello que hace de él algo único -esa singularidad en la cual radica nada menos que su propia dignidad”[6].
Sin embargo, “no va de suyo que el sujeto soporte dignamente su singularidad, ya que, por ejemplo, puede sacrificarla en el altar de sus lazos amorosos”[7]. En muchas ocasiones, renuncia a ella en virtud del deseo del Otro. Este aspecto, remite al programa de goce del sujeto, que en la articulación imaginaria y simbólica del fantasma, pretende hacer consistir al Otro, ejerciendo desde allí una violencia interpretativa sobre el partenaire, lo que atenta “contra su singularidad” y que como efecto, “no puede sino indignarlo”[8].
Ante la indignación, son múltiples los modos de actuar. Desde “actos muy éticos y creativos”, hasta “la cólera, la segregación, la violencia, la venganza”[9] y la reivindicación, podríamos añadir.
Miller, en el Seminario El Ser y el uno, ubica la reivindicación como una reclamación vinculada a la demanda: “exigencia pulsional, significa reivindicación, reclamación. Por consiguiente, se trata de un enunciado y Lacan hizo de él, en su grafo, una demanda”[10]. Sin embargo, más allá de la mirada, palabra, dones o signo de amor del Otro, lo que el sujeto demanda en la reivindicación es su reinscripción en el campo del Otro, dirigiéndose para exigir de él, una respuesta, una nominación, un reconocimiento.
Actualmente, son múltiples los movimientos que pretenden reivindicar algo de los derechos y singularidad de los sujetos. Colectivos LGTB, movimientos indígenas, agrupaciones de ambientalistas, asociaciones ciudadanas, plataformas de mujeres, etc., realizan actos dirigidos al Otro social y del Estado, para reinscribir simbólicamente, algo de lo real de un goce dejado por fuera.
Sin embargo, la reivindicación se constituye en una falsa salida, en tanto produce un nuevo giro alrededor del Otro. Pues al dirigirse al Otro para demandar una reinscripción de lo desalojado, el sujeto sostiene la ficción de un Otro completo y consistente, que es capaz de reinscribirlo todo. Los actos reivindicativos apuntan al Otro y a la inscripción simbólica de la singularidad de un modo de gozar segregado, pero por otro lado, sostienen una lógica grupal donde la identificación y los ideales comunes producen, paradójicamente, el borramiento de la singularidad.
Tejida desde lo imaginario y simbólico, la reivindicación deja intocado lo real. He ahí, su punto de engaño. Apuntando a la consistencia del Otro, lo que el sujeto encuentra, señala Lacan, es el “fracaso de una correlación esperada entre un orden simbólico y la respuesta de lo real”[11]. De allí que la reivindicación, la reclamación y demanda al Otro, se constituye en un intento de hacer encajar, lo simbólico a lo real. Misión imposible.
Frente a los actos reivindicativos, la posición analítica no apunta a desestimarlos o alentarlos, sino a interrogarlos. Como indica Leguil, el psicoanálisis “no empuja a los sujetos a dejarse llevar por sus pasiones sino a abrir los ojos sobre la dimensión de goce que habita en el corazón de toda pasión”[12]. Se trata de interrogar a cada uno, por el goce propio tocado en el encuentro con lo real de la inconsistencia del Otro y la inexistencia de la relación sexual, para producir un pasaje de la indignación, a la dignidad del síntoma.
Para el psicoanálisis no existe sujeto colectivo, sino modos de gozar singulares y la ética del síntoma, apunta a localizar ese modo singular con el que cada uno se las arregló con lo real del malestar de la civilización y la pulsión de muerte. El psicoanálisis, señala Renzo Pita, “puede revelar la estructura libidinal de las masas y del orden social en general. Con ello puede prevenir falsas salidas, falsos escapes que hacen creer a los seres hablantes que se han liberado de sus cadenas”[13]. Falsas salidas que lo atan, podríamos decir, al giro infernar por el Otro.
La dimensión ética de la dignidad, va más allá de Otro y apunta al modo en que cada sujeto sostiene su singularidad respecto de su goce, introduciendo un “saber alegre ya que reinyecta lo contingente y lo posible allí donde todo parecía ya escrito por adelantado”[14].
NOTAS
  1. Etinger, D. (Enero, 2006). “El agujerito y la clavija”. Página 12. Recuperado de: https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-61568-2006-01-12.html. p.2.
  2. Arenas, G. (2015). Cólera, indignación y goce del encastre. Revista Estrategias – Psicoanálisis y salud mental-. 2 (3). Extraído a: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/46006. pp. 57-59
  3. Ídem.
  4. Ibíd., p. 59.
  5. Lacan, L. (2015). Seminario 6. El deseo y su Interpretación. Buenos Aires: Paidós.
  6. Arenas, G. (2015). Cólera, indignación y goce del encastre. Revista Estrategias – Psicoanálisis y salud mental-. 2 (3). Extraído a: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/46006. p. 59
  7. Ídem.
  8. Ídem.
  9. Ídem.
  10. Miller, J-A. (2011). Seminario Ser y el Uno. Inédito. p. 42.
  11. Lacan, J. (2015). Seminario 6 El deseo y su interpretación. Buenos Aires: Paidós.
  12. Leguil, C. (1999) “Entrevista a Clotilde Leguil”. Revista Estrategias, Psicoanálisis y Salud Mental. Recuperado de: https://revistas.unlp.edu.ar/Estrategias/article/download/2095/1999/. p. 13.
  13. Pita, R. (Marzo, 2018). “Cinco apuntes sobre una crisis política”. Blog Nel Lima. Recuperado de: https://nellimablog.com/2018/03/18/cinco-apuntes-sobre-una-crisis-politica/. p.3
  14. Leguil, C. (1999) “Entrevista a Clotilde Leguil”. Revista Estrategias, Psicoanálisis y Salud Mental. Recuperado de: https://revistas.unlp.edu.ar/Estrategias/article/download/2095/1999/. p.13.


Montar en cólera

Liliana Bosia
Cartel preparatorio IX ENAPOL, Cartel A: Cólera
Más Uno: Liliana Bosia
Rasgo: Cólera e indignación, ¿qué articulación posible?

La propuesta del IX ENAPOL nos presenta la tríada: Odio, Cólera e Indignación; desafíos para el psicoanálisis. Significantes a través de los cuales, como nos indica el argumento del IX ENAPOL, intentaremos leer el malestar de nuestra época, impulsado como siempre por la pulsión de muerte.
Para formar parte de uno de los carteles preparatorios a este encuentro elegí como tema de investigación : La Cólera. Lo elegí en función de lo poco que he trabajado el mismo y a partir de preguntas: ¿La Cólera es una pasión?, ¿es un afecto? , ¿hay alguna articulación posible con la indignación?.
Fiel a mi estilo partí del diccionario, según Dirae cólera proviene del latín cholera y este a su vez de un vocablo griego , cuyo significado es bilis, significado éste que nos remite al cuerpo. Otros significados son: enojo, enfado, ira.[1] Esta última acepción me llevó a buscar nuevamente en el diccionario su definición, para encontrar que la ira es uno de los Siete Pecados Capitales.
Los Siete Pecados Capitales son una clasificación de los vicios mencionados en las primeras enseñanzas del cristianismo para educar a sus seguidores acerca de la moral cristiana. De acuerdo a Santo Tomás de Aquino el término capital no hace referencia a la magnitud del pecado sino a que da origen a otros pecados. Según Wikipedia puede ser descripta como un sentimiento no ordenado, ni controlado de enojo. “ Estos sentimientos se pueden manifestar como una negación vehemente de la verdad, tanto hacia los demás como hacia uno mismo, impaciencia con los procedimientos de la ley y el deseo de venganza fuera del trabajo del sistema judicial , llevando a hacer justicia por sus propias manos” [2]
Lacan toma de la filosofía el concepto de Pasión, más precisamente del Tratado de las pasiones de Descartes; según Eric Laurent [3] el tema de la pasión recorre toda la enseñanza de Lacan: “con esa palabra intentó tocar en lo vivo a los psicoanalistas dislocando el “afecto”, término más difundido en la teoría psicoanalítica” [4]. Mientras que para Freud el afecto se opone al pensamiento (representación), Lacan enlaza, con el término pasión, el pensamiento y el afecto como un nudo y no como una oposición. Lacan incluye dentro de las pasiones del ser, es decir a aquellas que están en relación al Otro, a: el amor, el odio y la ignorancia.[5]
Entonces, ¿que nos dice Lacan sobre la cólera?, en el Seminario 6 nos dice que en lo que se refiere al ser es fundamentalmente una dimensión simbólica, pero resulta que a veces ocurre dentro de eso simbólico una irrupción de lo real, que suele ser muy perturbadora. “Es difícil percatarse que un afecto fundamental como el de la cólera no es otra cosa que esto: lo real que llega en el momento en el que hemos hecho una muy bella trama simbólica, en que todo va muy bien…De repente nos damos cuenta de que las clavijas no entran en los agujeritos. Ése es el origen del afecto de la cólera. Todo se presenta bien para el puente de pontones en el Bósforo, pero hay una tormenta que agita el mar. Toda cólera es agitar el mar”.[6]
Podríamos entender que con la frase “las clavijas no entran”, Lacan se refiere a un imposible, a algo de lo real imposible de cernir del todo por lo simbólico.
Decir que la cólera es una irrupción de lo real cuando la trama simbólica estaba tejida es decir que algo de lo real irrumpe en la cadena asociativa quebrando el enlace del S1 y S2, tomando el cuerpo del sujeto, recordemos que una acepción de cólera es bilis, la bilis, según Fernando Vitale, remite a una amargura y a afectar el cuerpo.
Ya Descartes en su “Tratado de las pasiones” conjuga indignación e ira: “De la misma manera, el mal hecho por otros, no siendo contra nosotros mismos, nos produce sólo indignación; y cuando es contra nosotros, nos mueve también a la ira.” [7].
Cuando hablamos de indignación lo hacemos en relación a otro significante: dignidad y justamente la indignación aparece cuando la singularidad de un sujeto se ve o bien cuestionada o bien rechazada. Cuando, como también nos dice el argumento, la digniddad es violada. En algunos casos puede surgir la cólera, al ser privado el goce del encastre; hay casos, como vemos en el episodio de Relatos Salvajes:”Bombita”, donde la contingencia de un hecho de tránsito desencadena una serie de frustraciones en el presonaje. Fustración a ser escuchado, que provoca en el ingeniero (personaje en cuestión) la imposiblidad de hacer un reclamo ante lo que él considera una injusticia, ante la cual él se indigna. Indignación que podría subsanarse con una disculpa del funcionario público o un supervisor del mismo; que nunca llega. Así las imágenes del film nos muestran como la cara del personaje se trastoca, se enrojece, eleva la voz y sintiendose indignado pasa a una acción violenta, para preparar luego su venganza.
Venganza que pagará más tarde ante la ley y la sociedad con su libertad pero que parecería le devuelven su dignidad y podría nuevamente permitirle que las clavijas vuelvan a encajar y gozar una vez más de un encastre.
Podemos decir con Beatriz Udenio, que a diferencia del cine el psicoanálisis no viste al trauma, no lo vela. A contra pelo de ello un analista intenta que el sujeto hable hasta rozar el límite de lo decible “enfrentando el efecto de unheimlich, su ruido inaugural”. [8]
Del cartel preparatorio para IX ENAPOL, Cartel A: Cólera
Más Uno: Liliana Bosia
Cartelizantes: Luciana Méndez, Darío Calderón
NOTAS
  1. https://dirae.es>palabras>cólera
  2. https://es.wikipedia.org/wiki/Pecados_capitales
  3. Laurent, E. “ Los objetos de la pasión”. Ed. Tres Haches
  4. Ídem, pág. 8
  5. Lacan, J. Seminario 6: “El deseo y su interpretación” Ed. Paidós
  6. Ídem, pág. 159
  7. Descartes,Tratado de LAS PASIONES DEL ALMA (1649), segunda parte, art. 65 “la indignación y la ira”. https://psicopsi.com/Descartes-Art195-De-la-indignación
  8. Beatriz Udenio (EOL) Sobre relatos salvajes de Damián Szifron. Boletín OCI #7


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EDUCACIÓN CORPORAL: UNA ARTICULACIÓN POSIBLE

Ana Belén Bowles



Cuerpo y Síntoma - Cartel Local en Santa Cruz de la Sierra
Rasgo: Articulación Psicoanálisis y Educación Corporal. El cuerpo y el síntoma en lo real.

Más Uno: Alejandra Hornos – Miembro de la NEL y la AMP
Cartelizantes:
Raúl Arancibia – Asociado de APEL SCZ
Ana Belén Bowles – Amiga de APEL SCZ
Fabiana Chirino – Asociada de APEL SCZ
Dayana - Amiga de APEL SCZ
Maggie Jauregui – Asociada APEL SCZ                        
Alejandro Ovando – Amigo de APEL SCZ

Si bien desde sus orígenes, la Educación Física ha estado fuertemente sujetada al discurso de la fisiología y desde allí ha encarado sus prácticas; la Educación Corporal en contraposición, pero sin subestimar los saberes del organismo, no adhiere al discurso biomédico. El organismo no es el objeto que interesa investigar, sus prácticas no reducen el cuerpo a marcadores biológicos, sino que reflexionan y problematizan este concepto para ampliar los alcances y los efectos de las intervenciones.  



Durante este tiempo de investigación, el cuerpo que me interesa investigar, es aquel que se presenta como “dolorido”, “enfermo” o “trastornado” en su imagen. La articulación entre Educación Corporal y Psicoanálisis de orientación lacaniana permite servirse de aportes que vislumbran, a mi entender, el camino a una práctica interdisciplinaria. Una, que aloja al sujeto y a los “embrollos” con su cuerpo desde otra perspectiva, para enfocarse allí donde la medicina encuentra un límite.



Un punto de coincidencia es que no somos cuerpo, sino que tenemos un cuerpo y “tenerlo” no es un punto de partida, sino de arribo. Los fenómenos contemporáneos dan cuenta del escabroso camino hacia esta apropiación. Aunque la ciencia moderna se muestre convencida de la posibilidad de estandarizarlo, el sujeto siempre encuentra una vía de insistencia; se presenta desafiante ante los intentos de invisibilizar “eso” que no puede ser representado. Cuerpos resistentes a los diagnósticos, que incomodan porque no se ajustan a la norma, escapan a la cifra y no se ubican en las clasificaciones, esas que disuelven las singularidades que hacen al sujeto imprevisible. Las prácticas corporales alojan estos estos “restos” de la ciencia, no para curarlos o ajustarlos a modelos ideales, sino para orientar otras formas de hacer con el cuerpo. Un hacer distinto, singular.   
Jean Louis Corby - “Bailarín Africano”
Otro punto de encuentro es que organismo como tal, ha muerto desde su encuentro con el lenguaje. Como enuncia Lacan en Radiofonía: “el cuerpo que creemos nuestro es un regalo del lenguaje” (1). El cuerpo está hecho de las marcas que los significantes han dejado en él, haciendo eco. La medicina y otras tecnologías del organismo intentan silenciar estos ecos y “desembarazan al enfermo de su síntoma” (2), en cambio, el psicoanálisis da lugar al misterio del cuerpo hablante (3), un cuerpo que se presenta como extraño, desconocido, ingobernable. Un cuerpo que grita… “hasta que un Otro lo escucha, resignificándolo” (4). Así también, la Educación Corporal – apoyada en el discurso analítico – puede prestar oídos y propiciar la construcción de un saber que habilite un hacer-con-el-cuerpo, más cerca de su vivificación que de su padecimiento.

En la actual era digital donde el culto al cuerpo bello se magnifica, se erige una industria que ofrece un sinfín de técnicas que aseguran que todo es posible. Sujetos capturados en un goce de la propia imagen (5), o prácticas obsesivas de ejercicio y consumo de sustancias que buscan el aumento exagerado de los músculos. Un real que irrumpe manifestándose en el cuerpo, embarcándolo en la repetición compulsiva de la satisfacción localizada: el comer descontrolado, el goce de la mirada, el placer en el dolor.

La Educación Corporal, advertida del inconsciente y de los registros Real, Imaginario y Simbólico, puede ofrecer prácticas que en lugar de reforzar los significantes del discurso amo de la ciencia, habiliten y amplíen el marco de las elecciones del sujeto y su cuerpo.  

Esto nos posiciona en un lugar epistemológico, ético y político que defiende la singularidad del sujeto de las tendencias actuales, que buscan nivelarlo y estandarizarlo por las vías de su naturalización. El diálogo entre Psicoanálisis y Educación Corporal, puede dar lugar a una práctica interdisciplinaria, que rescate lo único de cada sujeto y le ayude a arreglárselas con su cuerpo por vías menos sufrientes, opresoras y autodestructivas. 

Referencias                                                                                                 

1. Lacan, J. (1993). Psicoanálisis, Radiofonía y Televisión. Barcelona, España: Anagrama. p.18
2. Lacan, Jacques., 1966. Mesa redonda sobre “Psicoanálisis y medicina”.
3. Lacan J., El Seminario, libro 20, Aun, Buenos Aires, Paidós, 1981. p. 158
4. Recalcati, Massimo. (2011). La última cena: anorexia y bulimia. Buenos Aires. Del Cifrado. p. 21
5. Lacan, Jacques (1946) “El Estadio del espejo” en Escritos I. Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores.


*Resumen del trabajo presentado en una de las mesas en el “13º Congreso Argentino y 8º Latinoamericano de Educación Física y Ciencias”, los días 30 de septiembre al 4 de octubre de2019, en la Ciudad de la Plata, Buenos Aires, Argentina.


Mesa de trabajo: Educación Física, Ciencia e Investigación. Coordinador: Ricardo Crisorio



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Cartel en el marco de la actividad de Biblioteca.
Un día imperfecto, cuento de Giovanna Rivero.

A continuación los trabajos de cartel.



Un día imperfecto, la violencia de un acto *

Cartelizante: Liliana Bosia
Producto del cartel de Bibliotecas Remolinos: Psicoanálisis y literatura. Una lectura sobre la tríada Odio, Cólera e Indignación
Más Uno: Teresita Díaz

La primera lectura del cuento de Giovana Rivero “ Un día imperfecto” me dejo sin palabras y con una sensación de extrañeza que me tocó el cuerpo.
En un lenguaje descriptivo, justo de palabras, las suficientes y en un tono casi monótono y desafectado, Rivero nos cuenta una historia como tantas otras que leemos a diario en el periódico o vemos en el informativo de la TV. Una historia de amor, odio, engaño, reproches, resignación y obediencia , agresividad y violencia. Agresividad y violencia aparecen abruptamente en las ultimas oraciones del cuento, aunque la autora nos haya ido preparando para ellas.
Pero el último acto, al que nos induce pensar la autora, ¿es un acto pasional?, producto de la cólera que irrumpiendo desde lo real (pulsión) se conjuga con la indignación y no puede ser tramitado por las palabras?; ó ¿es un acto meditado y preparado desde la venganza?
Freud plantea en su texto de 1929," El malestar en la cultura" que hay un malestar que aqueja al sujeto, y ese malestar es causado por la cultura. Freud pone en el origen de la constitución subjetiva a la pulsión de muerte y esto lo lleva a considerar a la agresión como la condición que aqueja a los lazos sociales, ya que la pulsión de muerte es orientada al mundo exterior manifestándose como impulso de agresión y se pone al servicio de la auto conservación. De manera que toda civilización es construida a partir de someter la agresividad, la crueldad y la destrucción que le son propias al ser humano. [1]
Lacan articula la agresividad al narcisismo. En su artículo “El Estadio del Espejo” plantea la agresividad como constitutiva de la subjetividad en la conformación del yo. Entonces nos dirá, que de lo que se trata es de que el yo se constituye a partir de la transformación que sufre el sujeto por la identificación narcisista a una imagen, la propia, que es vivida como la imagen de un otro. El sujeto asume una imago que proviene del exterior y la constitución del yo se da bajo una premisa de exclusión que para el sujeto se da bajo la forma lógica de “ o él o yo “. Lógica que pone a la rivalidad determinante de la relación del sujeto con los otros los semejantes.
Quedando de este modo la agresividad en el eje imaginario y será la identificación idílica al padre, que permite la constitución del Ideal del yo, que a través de la función pacificante y normativa de las relaciones del yo y la cultura del complejo de Edipo le permitirá al sujeto introducir una distancia en esta relación dual y mortífera. [2]
Lacan en el Seminario V diferencia violencia y agresividad: “La agresividad provocada en la relación imaginaria con el otro con minúscula no se puede confundir con el conjunto de la potencia agresiva.”…”la violencia es ciertamente lo esencial en la agresión, al menos en el plano humano. No es la palabra, incluso es exactamente lo contrario. Lo que puede producirse en una relación interhumana es o la violencia o la palabra”.[3]
Entonces si bien la violencia es esencial en la agresión, para Lacan hay una oposición excluyente entre la violencia y la palabra , de modo tal que siguiendo el principio planteado por él de que sólo se puede reprimir lo que demuestra haber accedido a la estructura de la palabra, la agresividad al acceder a la represión queda del lado de la articulación significante. Diferente es lo que ocurre con la violencia, ésta queda excluida de la palabra, por ende de la articulación significante. Esto quiere decir que queda por fuera de la escena y por lo tanto la podemos considerar un pasaje al acto frente al sin salida de la agresividad. Si bien la violencia puede ser una respuesta para el sujeto, es una respuesta que queda por fuera de la articulación significante. Podemos tomar este cuento como un ejemplo de lo que queda por fuera de la cadena significante y se monta en un acto.
Ahora bien, se puede pensar una articulación entre literatura y psicoanálisis a partir de la pregunta ¿ qué escribe la escritura?. Gustavo Dessal nos dice que para él la literatura es la puerta secreta por la que se puede pasar a la infancia, es decir “a las marcas originarias que el discurso del Otro ha dejado en nuestro cuerpo. Esas marcas son el alfabeto secreto con el que la escritura cifra su mensaje”. [4]
La escritura es una posibilidad, para algunos sujetos, de bordear, de cernir algo de lo real. Es poder decir algo sobre un real, como la muerte en este cuento por ejemplo, real para el cual no hay representación. Es la posibilidad de poner en palabras algo de ese real que se vuelve insoportable. “Escribimos para hacer resonar el silencio de lo que no ha podido alojarse en el inconsciente, pero que sin embargo está allí, como un agujero en el saber”. [5]
NOTAS
  1. Freud, S.(1992), El Malestar en la cultura, apartado V, Obras completas, Tomo XXI. Ed. Amorrortu: Buenos Aires, págs. 105 -112
  2. Lacan, J. El Estadio del Espejo, en Escritos I, Siglo XXI ed.
  3. Lacan, J. Los circuitos del deseo, en el Seminario V. Paidós ed. 1999, pág. 467,468
  4. Dessal, G. Mi pequeña teoría, en Revista Enlaces #24. [ICF-CIC de BA], pág. 12
  5. Dessal, G. Ídem, pág. 13


“Un día imperfecto”[1] Una posible escritura del odiamoramiento *

Teresita Díaz – Asociada APEL Santa Cruz

A partir de la lectura del cuento de la escritora cruceña Giovanna Rivero, “Un día imperfecto”, surge para mí un primer interrogante acerca de qué enseña la literatura al psicoanálisis. Es Jacques Alain Miller en “Piezas Sueltas” quien me acerca una frase de Jacques Lacan en relación a una posible respuesta, “... el psicoanálisis recibe de la literatura, en el sentido que la literatura brinda algo al psicoanálisis. Esta no es la palabra del santurrón que se humilla ante el artista que siempre nos llevaría la delantera mientras que nosotros, con nuestra tosquedad, solo podríamos intentar alcanzar lo que él por intuición abrió como espacio”.2 Lo que el artista por intuición abre como espacio, marca la vertiente desde la que Lacan nos invita a esta articulación posible entre el arte y el psicoanálisis.

Ver en: http://www.eyriesalud.com/2019/09/04/vertigo-posicional/
En esta ocasión tenemos la palabra del artista que sabe de las pasiones y de cómo hacer con ellas en su acto creador y es así que Giovanna Rivero, nos dice en una entrevista que “la escritura (...) es como la vida, es su siamesa, es su espalda o su rostro. Hay épocas en la vida en que se escribe por explorar, porque hay deseo creativo, una pulsión de crear algo con la palabra y hay épocas en que se escribe por dolor solamente”.3 Este decir de la escritora, nos remite a la función de la escritura, y dos dimensiones en su uso, una de un impulso creativo teñido por lo lúdico y otra como una tramitación posible del dolor.
De la colección de cuentos, “Sangre Dulce”, “Un día imperfecto” nos aproxima en su estilo narrativo a un uso particular de la escritura, con sus artificios, metáforas, metonimias y sobre todo el uso de un desplazamiento y mejor aún, de un aplazamiento del sentido final, o del desciframiento del cierre. Encontramos reiteradas veces al leer el cuento, el efecto de “eso” que la autora bordea sin decirlo, sin revelar de una vez. ¿No es acaso esto, lo que nos enseña Lacan sobre lo real? Lo real, o trozo de real, solo podemos bordearlo, sin asirlo. En “El ser y el Uno” Miller dirá de lo real “...que aparece allí, esencialmente en el pensamiento como lo evitado y como aquello que no se encuentra precisamente en el orden”4, cada vez que “eso” se aproxima, aparecen detalles, que sin estar de más y sin alterar la narrativa lógica de la historia hacen borde, detalles que están allí para señalar lo real.
La prosa de la autora convierte la escritura en un torbellino de detalles que giran cada vez a mayor velocidad, al modo de “... los círculos que Marcelino, va dejando en la arena, y que se encaraman en galaxias desordenadas...” continúa escribiendo las formas en que las pasiones producen sus embrollos “como los sentimientos, como la rabia y el amor, y esas ganas de hacer gemir a Carmen”.
Lacan en su Seminario 20, dice que el amor no es sin odio, dos caras de una misma moneda que ubica a modo de un funcionamiento moebiano nombrándolo “odiamoramiento”. Por la cara del odio, suelen aparecer manifestaciones como la rabia, la venganza, el acto agresivo, violento; por medio del cual itera lo que no logra inscribirse. Lo que repite vela el programa de goce de cada uno en juego, un real no regulado y es ahí donde el amor puede presentarse como pasión, amor no civilizado. En esta vertiente podemos ubicar los numerosos casos de feminicidio muy al orden del día en Bolivia. Así lo anuncia el periódico “EL Espectador” del 17 de junio del presente año5; Horror en Bolivia: en menos de una semana ocho mujeres fueron asesinadas salvajemente.
Rivero, escribe que las pasiones que cruzan a Marcelino, él mismo no las puede entender, siendo víctima de una pasión desatada por el amor propio, herida de esposo, de macho. Desde el psicoanálisis sabemos que la virilidad está articulada al fantasma y es un intento de llenar la falla de la castración fundamental de todo ser hablante, falla que habla de la condición fundamental de desarmonía en las relaciones entre los hombres y las mujeres, lo que Lacan formula con el aforismo “no hay relación sexual”.
La escritura de Rivero, sin decirlo, nos va llevando a la pregunta por la existencia, al dolor de existir. No hay un significante que nombre el ser de un sujeto parlante. Cada uno tendrá su propia forma de decir sobre su existencia y de su deseo como excéntrico a toda satisfacción. Lacan dirá en su semanario Las formaciones del inconsciente, que “...aquello a lo cual confina el deseo, no solo en sus formas desarrolladas, enmascaradas, sino también en sus formas pura y simple, es el dolor de existir.”6. Un ex-sistir que habla de una exterioridad íntima del ser del sujeto, más allá de cualquier contingencia.
La autora en su relato va dando cuenta de las contingencias que contrarían el curso de la existencia singular, de Marcelino:
Presentación de los trabajos de cartel.
“... índice y pulgar son los únicos que le quedan. El trapiche se llevó los otros dedos, esa jornada fue perdida, no pudieron hacer la jalea con el jugo de caña porque la sangre lo había teñido [...] Anoche cuando el patrón decidió reemplazarlo en la zafra “porque tus dedos no sirven pa agarrar montones” volvió temprano. [...] la vida, no juega a favor, ni los minutos que rebotan como dados amaestrados, jamás un seis, un as. Y menos en ese preciso instante...”.
Antes del desenlace del movilizador relato, Rivero escribe de las certezas que “corroen el alma”, certeza que empujan al acto final.
Otras certezas se posan en su cerebro, moscas verdes de ojos fosforescentes, con la mierda de la traición en sus patas.”
Respecto al pasaje al acto “la bofetada” que Dora da al Sr. K. a la que Lacan alude en el Seminario de “La angustia”, como un momento anterior del pasaje al acto, parafraseando lo contingente de cómo esto hace destino, escribe “...semejante bofetada, es uno de aquellos signos, de aquellos momentos cruciales en el destino, que podemos ver resurgir de generación en generación, con su valor de cambio de agujas en su destino”**, y que lo que era ya no será más.
Heridas, heridas que se gangrenan y corroen lo poco de carne sana que le queda, por ejemplo, en el pulgar y el índice...”
Lo poco de carne sana que le queda, entre el pulgar y el índice, no alcanza, no abre una hiancia que posibilite que en ese lugar venga todo aquello que pueda significar un objeto que permita mantener el estatuto de sujeto, por ejemplo de macho o viril, el que hace gemir y llorar a Carmen.
En el cuento se borra allí justamente en la última línea, donde se precipita y bascula el ser del sujeto. La autora escribe,
“... con voz atragantada. Hace presión con el pulgar, para que el índice Aguante el trabajo sobre el gatillo. Y dispara.”
* CUENTO: “Un día imperfecto” de Giovanna Rivero. Disponible One line: https://www.shortstoryproject.com/es/story/un-dia-imperfecto/
** Producto de Cartel Exprés, desde abril a junio de 2019, en el Marco de la propuesta de Bibliotecas: Remolinos, Psicoanálisis y Arte.
NOTAS
  1. Disponible One line: https://www.shortstoryproject.com/es/story/un-dia-imperfecto/
  2. J-Alain Miller; Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller, “Piezas Sueltas”, pág. 87, Paidós, Bs As 2013.
  3. Disponible One Line: https://apelscz.blogspot.com/2019/03/biblioteca
  4. J-Alain Miller; Curso de La Orientación Lacaniana, “El ser y el Uno”, curso no publicado del 2011, pag29
  5. Disponible One Line: https://elespectador.com/noticias/
  6. Jacques Lacan; El Seminario, “Las formaciones del inconsciente””, Paidós, Bs AS 1999, pág.346.
  7. Jacques Lacan; EL Seminario, La angustia, Paidós, Bs As 2006, pág.129.











En el marco de las IX ENAPOL: "Odio, cólera e Indignación. Desafíos para el Psicoanálisis", acercamos estos textos que han sido el producto de trabajo en cartel de miembros de la Nel y asociados de Apel , como resultado de una de las actividades preparatoria para este encuentro en Brasil, que renueva los deseos de formación y difusión de la orientación que nos causa.










El CELOSODIO, UNA EXPRESIÓN DE LA FALTA DE RELACIÓN SEXUAL




María Fátima Escóbar
APEL-Santa Cruz-Bolivia
Eje: el odio
Julio 2019



Los celos, concomitante inevitable del amor, en las relaciones entre hombre y mujeres, son señalados a menudo en los medios de comunicación como la causa de los “crímenes pasionales”. En el psicoanálisis nos orientamos por lo singular, así, en este trabajo expongo algunas reflexiones a las que me llevó la lectura de un caso conocido a través de los medios masivos como el “feminicida reincidente”.


Breve relato de los hechos


 http://eju.tv/2016/04/asesino-reincidente-no-recibira-sancion-segundo-feminicidio-no-sumatoria-penas-bolivia/
A fines de noviembre del año 2013, la ciudad de Santa Cruz-Bolivia, es conmocionada por las declaraciones públicas de M., un hombre de casi medio siglo, divorciado; quien mata con un barrote de fierro a su pareja sentimental C., una joven de 28 años. El caso, vuelve a ser noticia dos años después, porque M., mata con el mismo método a su ex esposa K. Este hecho último, adquiere mucha cobertura mediática, no sólo por “feminicida reincidente”, sino porque M., entre ambos homicidios, se había casado en la cárcel con A.


La lectura


Con relación al primer homicidio -del que existen abundantes declaraciones en los medios: periódicos y televisión- M. niega -en su primera declaración- ser el autor del mismo. Se limita a reconocer una relación amorosa con la occisa: 

“…casi éramos concubinos. Y quiero manifestar que con la misma hemos perdido dos bebes. (…) Ella almorzaba conmigo. La relación era firme, cenaba conmigo y se iba a mi departamento (…) También manifestar que ella manejaba mis tarjetas de créditos y plata en efectivo, como algunos bienes que compraba (…)”. 

La relación firme a la que se refiere M., consistió en dar lo que tiene: regalos, dinero, todos sus bienes sacrificados en el altar del amor. Como sostiene Rosa López (2012), dos saberes inconscientes entraron en sintonía, para velar la relación sexual inexistente. 

Un par de días después, como autor confeso del hecho homicida, el relato de M., adquiere otra coloratura. Aquel día, se encontró con C., aproximadamente a las 9:00. Él le pide un dinero, que ella debía cobrar por él, ella le dijo que no lo tenía, y abrazándolo lo invita a dar un paseo a Porongo (localidad distante a 15 km de la ciudad), en su auto -regalo de M. En medio de la ruta descampada, se detienen. Ella se puso más cariñosa y lo llama por otro nombre: “X”. M., reclama por el equívoco a tiempo de leer un mensaje que acababa de ingresar al celular de ella, que decía: “¿Qué haces muñeca?”, lo que lo llevó a increparla: 

“…¿por qué me hacía eso si yo había dejado mi familia (K. e hijos), todo por ella, inclusive plata y muchas otras cosas más?. Ella me dijo que la disculpe. Me entró un odio, una furia. Y ella me abrazó, y me dijo nuevamente: “X” (…) Ahí me perdí, tomé el fierro, la golpeé la primera vez en su cabeza en la parte de su nuca y empezó a sangrar. Y volví a darle, no recuerdo cuantas veces, hasta que ella cayó al suelo (…) luego me senté en la tierra unos cinco minutos, y me dije: ¿qué hice?”.



Maria Fatima Escobar, psicoanalista. Asociada
de APEL SCZ


Aquella relación firme, dio paso al odio criminal. ¿Qué ocurrió? El drama de los celos -que seguramente estaba desde un inicio de la relación- se encarnó en una terceridad, que no importa por su realidad, sino porque señala el trastocamiento del fantasma de M., desencadenando no el odioenamoramiento lacaniano, sino tal vez el “odio patológico”, como sostiene Juan Carlos Ibilluz (2018), para resaltar la salida por lo peor de un partenaire: el homicidio. El odio cuando un sujeto es privado del goce del encastre (Gerardo Arenas, 2014), de lo que encaja y hace existir la relación sexual que no la hay. ¿Qué dejó de encajar? La completud imaginaria se fractura: él no se reconoce en los ojos de ella. Él que había dejado todo por ella, constata en su propia interpretación fantasmática, que él no es todo para ella. Como argumenta Lacan (1972), el amor es impotente, no los amantes, debido a que ignora que no es más que el deseo de ser Uno, lo que conduce a la imposibilidad de la relación entre los dos sexos. No hay relación sexual. Imposible inscribir las relaciones entre hombres y mujeres. Así, M., no considera otro argumento alternativo que encarrille los acontecimientos en el terreno de la dialéctica. Como sostiene Ricardo Nepomiachi (1990), los celos son un modo de evocar el drama, el drama que según Lacan introduce la lengua y es que la referencia falta, la única referencia es el agujero. 

A diferencia de los celos, el amor, precisa Gerardo Arenas (2014), en su lectura de Lacan, no define la relación entre dos sujetos, sino un lazo que media entre el sujeto y aquello que hace de él algo único -esa singularidad en la que radica, nada menos que su dignidad-su narcisismo diría Freud (1914), la trama desde la cual debe conquistar unos modos de amar, velando el agujero. El caso analizado, enseña el fracaso del amor para suplir la relación sexual que no existe. Los celos aquí no son signo de amor. Celosodio entonces, porque rechaza al ser y apunta ciegamente a la destrucción del otro (Rosa López, 2012). 
Esta misma lectura se puede hacer con relación al homicidio de K., a quien M., le quita la vida en su propia celda, hecho del cual no existe declaración alguna. En una de las tantas entrevistas televisivas al único testigo y “cómplice”, éste relató lo siguiente: 
“El ingeniero M., una semana atrás me dijo que su mujer se la hacía, que le era infiel y que iba a vender un departamento en 50.000, y que se iba a escapar con su amante; y que la iba a matar a su mujer”. 
Al parecer, la “misma” escena criminal: la certeza de ser engañado, burlado. Desconoce el divorcio ya existente con la occisa. K., es su mujer y le es infiel, frente a lo cual sólo hay una salida: matarla. 

Quisiera cerrar este artículo con algunas preguntas en relación a otras aristas del fenómeno: ¿Se puede sostener que el pasaje al acto y la penalización no consiguen drenar “el mal” (goce) en este sujeto? En consecuencia ¿La iteración del acto criminal en Ramírez, autorizaría a prevenir el homicidio de A.? ¿El goce está del lado de lo que controla este sujeto, para que no se escape la satisfacción, o desde lo que lo sobrepasa? 


Bibliografía:

Arenas, Gerardo; Cólera, indignación y goce del encastre; en Revista Dialnet, N° 3, 2015; disponible en enhttps://dialnet.unirioja.es/ejemplar/399415.
Freud, Sigmund (1914); Introducción al narcisismo, en OC, Vol. II, Madrid, Ed. Siglo XXI, 1981.
Ibilluz, Juan Carlos; El caso Eyvi Agreda. ¿Ideología patriarcal o patología de odio? Revista Ideele N° 280; disponible en https://revistaideele.com/ideele/content/el-caso-eyvi-agreda.
Lacan, Jacques (1970); El Seminario XX. Buenos Aires, Ed. Siglo XXI, 1976.
- (1985) Escritos I, Buenos Aires, Siglo XXI, Editores: Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología (1950).
Nepomiachi, Ricardo; Los celos en la vida amorosa, en Perversión y vida amorosa 2, Buenos Aires, Ed. Manantial, 1990.
Rosa López, en Letras Lacanianas, No. 6; disponible en http://letraslacanianas.com/images/stories/numero_6/clinica/11_letras_6_clinica.pdf

Fuentes: Diario “El Deber”, 4, 5 y 7 de diciembre de 2013.
Diario “El Deber”, 6,7 y 8 de abril de 2016.
UNITEL, (Prod. Ejcut.) Noticiero central [Programa televisivo], Santa Cruz, Bolivia. Programa de televisión abierta 6 y 7 de abril de 2016.










Un día imperfecto, la violencia de un acto* 




Liliana Bosia
Junio 2019



La primera lectura del cuento de Giovana Rivero “ Un día imperfecto” me dejo sin palabras y con una sensación de extrañeza que me tocó el cuerpo. 

En un lenguaje descriptivo, justo de palabras, las suficientes y en un tono casi monótono y desafectado, Rivero nos cuenta una historia como tantas otras que leemos a diario en el periódico o vemos en el informativo de la TV. Una historia de amor, odio, engaño, reproches, resignación y obediencia , agresividad y violencia. Agresividad y violencia aparecen abruptamente en las ultimas oraciones del cuento, aunque la autora nos haya ido preparando para ellas. 

Pero el último acto, al que nos induce pensar la autora, ¿es un acto pasional?, producto de la cólera que irrumpiendo desde lo real (pulsión) se conjuga con la indignación y no puede ser tramitado por las palabras?; ó ¿es un acto meditado y preparado desde la venganza? 

Freud plantea en su texto de 1929," El malestar en la cultura" que hay un malestar que aqueja al sujeto, y ese malestar es causado por la cultura. Freud pone en el origen de la constitución subjetiva a la pulsión de muerte y esto lo lleva a considerar a la agresión como la condición que aqueja a los lazos sociales, ya que la pulsión de muerte es orientada al mundo exterior manifestándose como impulso de agresión y se pone al servicio de la auto conservación. De manera que toda civilización es construida a partir de someter la agresividad, la crueldad y la destrucción que le son propias al ser humano. (1)
Liliana Bosia, psicoanalista. 
Miembro de la Nel y la AMP



Lacan articula la agresividad al narcisismo. En su artículo “El Estadio del Espejo” plantea la agresividad como constitutiva de la subjetividad en la conformación del yo. Entonces nos dirá, que de lo que se trata es de que el yo se constituye a partir de la transformación que sufre el sujeto por la identificación narcisista a una imagen, la propia, que es vivida como la imagen de un otro. El sujeto asume una imago que proviene del exterior y la constitución del yo se da bajo una premisa de exclusión que para el sujeto se da bajo la forma lógica de “ o él o yo “. Lógica que pone a la rivalidad determinante de la relación del sujeto con los otros los semejantes. 

Quedando de este modo la agresividad en el eje imaginario y será la identificación idílica al padre, que permite la constitución del Ideal del yo, que a través de la función pacificante y normativa de las relaciones del yo y la cultura del complejo de Edipo le permitirá al sujeto introducir una distancia en esta relación dual y mortífera. (2) 

Lacan en el Seminario V diferencia violencia y agresividad :“ La agresividad provocada en la relación imaginaria con el otro con minúscula no se puede confundir con el conjunto de la potencia agresiva.”…”la violencia es ciertamente lo esencial en la agresión, al menos en el plano humano. No es la palabra, incluso es exactamente lo contrario. Lo que puede producirse en una relación interhumana es o la violencia o la palabra”.(3) 

Entonces si bien la violencia es esencial en la agresión, para Lacan hay una oposición excluyente entre la violencia y la palabra , de modo tal que siguiendo el principio planteado por él de que sólo se puede reprimir lo que demuestra haber accedido a la estructura de la palabra, la agresividad al acceder a la represión queda del lado de la articulación significante. Diferente es lo que ocurre con la violencia, ésta queda excluida de la palabra, por ende de la articulación significante. Esto quiere decir que queda por fuera de la escena y por lo tanto la podemos considerar un pasaje al acto frente al sin salida de la agresividad. Si bien la violencia puede ser una respuesta para el sujeto, es una respuesta que queda por fuera de la articulación significante. Podemos tomar este cuento como un ejemplo de lo que queda por fuera de la cadena significante y se monta en un acto. 

Ahora bien, se puede pensar una articulación entre literatura y psicoanálisis a partir de la pregunta ¿ qué escribe la escritura?. Gustavo Dessal nos dice que para él la literatura es la puerta secreta por la que se puede pasar a la infancia, es decir “a las marcas originarias que el discurso del Otro ha dejado en nuestro cuerpo. Esas marcas son el alfabeto secreto con el que la escritura cifra su mensaje”. (4) 

La escritura es una posibilidad, para algunos sujetos, de bordear, de cernir algo de lo real. Es poder decir algo sobre un real, como la muerte en este cuento por ejemplo, real para el cual no hay representación. Es la posibilidad de poner en palabras algo de ese real que se vuelve insoportable. “Escribimos para hacer resonar el silencio de lo que no ha podido alojarse en el inconsciente, pero que sin embargo está allí, como un agujero en el saber”. (5) 

* Producto del cartel de Bibliotecas Remolinos: Psicoanálisis y literatura. Una lectura sobre la tríada Odio, Cólera e Indignación . Más Uno: Teresita Díaz.


Notas:
(1)     Freud, S.(1992), El Malestar en la cultura, apartado V, Obras completas, Tomo XXI. Ed. Amorrortu: Buenos Aires, págs. 105 -112
(2)     Lacan, J. El Estadio del Espejo, en Escritos I, Siglo XXI ed.
(3)     Lacan, J.  Los circuitos del deseo, en el Seminario V. Paidós ed. 1999, pág. 467,468
(4)     Dessal, G. Mi pequeña teoría, en Revista Enlaces #24. [ICF-CIC de BA], pág. 12
(5)     Dessal, G. Ídem, pág. 13               














En el marco de las X Jornadas de la Nel : "¿Qué madre Hoy?", acercamos estos textos que han sido el producto de trabajo en cartel de miembros de la Nel y asociados de Apel , como resultado de una de las actividades preparatoria para este encuentro en la Nel México, que renueva los deseos de formación y difusión de la orientación que nos causa"









Voracidad, Capricho y Estrago Materno.


¿Cuál es el fundamento de la articulación entre deseo materno, goce y estrago?, ¿Qué desarrollos sostienen la articulación en esta misma línea, la condición de maternidad, feminidad y capricho?.

Para esbozar una respuesta posible a estas interrogantes, partiré de la referencia de Lacan en el Seminario 5 donde señala que "la madre es una mujer a la que suponemos ya en la plenitud de sus capacidades de voracidad femenina..."[i], aludiendo a la condición estructural de lo femenino como aquello que se constituye en una capacidad de devoración, del hijo o del partenaire. Lo voraz en una mujer que se hace madre tiene que ver con su deseo, que se rige bajo una ley caprichosa que no es la del nombre del padre que ordena, regula y prohíbe. Lacan lo indica en el Seminario El Reverso del Psicoanálisis: "el papel de la madre es el deseo de la madre. Esto es capital. El deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual, que pueda resultarles indiferente. Siempre produce estragos”[ii].

Lo estragante de este deseo está vinculado al capricho, pues es un deseo, siempre de otra cosa, de un poco más, de un más allá del falo. Por ello Lacan usa la metáfora de la “boca de cocodrilo”, que puede cerrarse en cualquier momento devorando al sujeto que se encuentra allí, incauto. “Es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre. No se sabe qué mosca puede llegar a picarle de repente y va y cierra la boca. Eso es el deseo de la madre", dirá Lacan en el Seminario 17[iii].

Sin embargo, lo que puede detener o hacer de tope a la boca de cocodrilo, es el falo, efecto de la función operatoria de la metáfora paterna, que Lacan señala como algo tranquilizador, “hay un palo, de piedra por supuesto, que está ahí, en potencia en la boca, y eso la contiene, la traba. Es lo que se llama el falo.(…) Así que fue en este nivel como hablé de la metáfora paterna”[iv]. Esta función, limita, acota algo de ese deseo sin ley o más bien, regido por una ley del capricho o voluntad, que es un goce.

Sobre la condición caprichosa del deseo materno, Miller en su Seminario Los usos del lapso, señalará que lo que una mujer quiere, es querer y que, “querer el acto, una voluntad, es un goce”[v], goce que está especialmente recortado en la feminidad, ya se trate de su propio querer o del querer del Otro. Para Miller, la obra de Lacan señalará afinidades entre feminidad y voluntad, pues es “del lado de la mujer que la voluntad se desprende con un carácter absoluto, infinito, incondicionado”[vi], condición que ya en el Seminario 5 ubicará en relación a la madre, “se trata del capricho que figura en eso que se repite como enseñanza del capítulo del deseo de la madre, supuesto por el nombre del padre en la metáfora paterna” [vii].

Miller localizará la distinción entre la función de deseo y la de la ley, ubicando que “allí donde el padre tiene la ley, la madre tiene el capricho”[viii]. Relación entre capricho y ley, que se corresponde con la relación de lo simbólico y lo real. Lo real es sin ley, es azaroso, contingente, sin sentido y, lo simbólico, aquello que ordena, busca regularidades, diferencias, relaciones, causalidades, sentido. Sin embargo, lo simbólico no puede aprehender lo real del todo, es impotente en esa tarea pues siempre quedará un resto. Respecto al capricho Miller dirá que “es una voluntad fuera de la ley. La ley está ahí, se la ve venir con sus intenciones, su látigo, sus compromisos, ahí están los vínculos amos verdaderos, los compromisos de discurso; la ley está allí para frenar la voluntad”[ix], más la ley, no logra acotar el capricho que es lo que sale de su ordenamiento y razón.

Pero, por otro lado, Miller dirá que el capricho, al obedecer a una voluntad, es también una ley, no del deseo que incluye a la castración y a la falta, sino del goce. De allí que la asocia con el imperativo categórico de Kant, donde el “tú debes” tiene como contracara el “yo quiero”. Este aspecto se escucha permanentemente en clínica con niños en la voz de las madres cuando dicen: “yo quiero que mi hijo… esto o aquello”, “él o ella debe hacer tal cosa”, “lo único que quiero es el bien para mi hijo”. Para Miller, lo que ambos tienen en común “aun cuando el imperativo categórico no es alguien, es la ley que quiere eso”, es la calidad de absoluto del “yo quiero”. “Un capricho no se discute, como tampoco el imperativo categórico. Pueden guardarse sus buenas razones”[x] – dirá Miller. De la misma manera, esta lógica se escucha en la clínica y en la vida cotidiana, cuando algunas madres dicen a sus hijos “esto es así, porque sí”, “porque soy tu madre”, “porque lo digo yo”. No se discute, es una voluntad y un imperativo.

Para Miller, en el capricho como voluntad sin ley se encuentra positivizada “la asignación del capricho a la mujer como madre – lo que da cuenta de - las afinidades entre feminidad y voluntad”[xi]. Esta condición de goce, más allá del falo, pero no sin relación a él, es lo que encontramos como el punto potencial de estrago en toda madre, pues detrás de una madre hay una mujer, más o menos advertida de ello, dividida o no, taponada o no, por el hijo.

Lacan en el Seminario 19, señalará que no era posible universalizar a la mujer, “aunque solo sea porque la raíz del no toda es que ella esconde un goce diferente del goce fálico, el goce llamado estrictamente femenino (…) La mujer es “no toda” porque su goce es dual” [xii]. En el Seminario 20 Aún, Lacan explica con precisión que el ser no-toda en la función fálica no significa que no esté inscrita del todo, “no es verdad que no esté del todo. Está de lleno allí” [xiii], lo que ocurre es que además de estar allí, está por fuera. Silvia Elena Tendlarz, dirá que una mujer no toda “presenta la duplicidad entre el goce fálico y el goce suplementario que se ubica del lado de S(A/)”[xiv].

Será desde esta posición de falta en ser que la mujer se dirige al hombre en busca del falo, que solo podrá encontrar a modo de tapón en el hijo en tanto objeto a causa de su deseo. Completitud imaginaria que ubica a la madre no del lado de la posición femenina sino en una posición masculina, en tanto tiene el objeto a que recubre imaginariamente su falta. Así, la maternidad se constituye, señala Tendlarz “en una forma de suplencia de La mujer que no existe, funciona como tapón del no toda”[xv]. Es por ello que una mujer vehiculiza algo del goce femenino, Otro goce, goce suplementario, en la maternidad, dando cuenta de los arreglos singulares de cada madre, una por una, con la función fálica y el goce que la habita.
De la voracidad del deseo materno, al capricho sin ley más que el de la voluntad, la obra de Lacan nos conduce a las vías del estrago, que va más allá de las buenas o malas intenciones de las madres y remite a la cuestión estructural del goce femenino en toda madre. En esta perspectiva, ¿qué decir de lo estructural y contingente del estrago?.

A nivel estructural el estrago se produce cuando no ha operado la metáfora paterna o cuando en su modo fallido, no ha permitido acotar algo de ese goce que deja capturado al sujeto como objeto del Otro materno, ya sea en el fantasma de la madre, como objeto fetiche o como objeto resto “dejado caer” del deseo del Otro. Estas tres posibilidades tendrán efecto de estructura, en el modo en que el sujeto configure un lazo con su cuerpo, con el otro, el goce y el deseo. Se trata de que el “palo en potencia” juegue su papel, lo que dependerá a su vez, del lugar que el hijo ha venido a ocupar en el deseo de la madre, pero también, del lugar que la madre en tanto mujer ocupa en el deseo del padre como hombre. Lo que posibilitaría la “separación entre madre y mujer”[xvi].

La pregunta por la feminidad dirigida a la madre y la imposibilidad de responder a ella con un universal de La Mujer, también puede producir estrago. Lacan en su texto El Atolondradicho, dice "el estrago caracteriza la relación de una mujer con su madre, cuando la niña o la mujer parecen esperar de la madre más sustancia que de su padre”[xvii]. Es decir, estructuralmente hay un imposible, que se constituye en la fuente del exceso de la espera femenina respecto de la madre como mujer. “Esta desmesura se encuentra correlacionada al real de la posición femenina - en el sentido de real como siendo del orden de lo imposible- lo imposible como 'lo que no cesa de no escribirse'”[xviii].   Esta lectura nos conduce a lo estructural del estrago en términos del No hay, No hay significante de La Mujer que la madre, ni ningún otro ser hablante, pueda transmitir.

Es así que cada mujer “será el resultado de su propia invención”, a partir de los significantes que provienen del discurso del Otro, de los semblantes que la madre y la cultura pueda transmitir y del arreglo singular con su propio goce. Sin embargo, es una construcción que no es universal ni ofrece garantías. En este punto, el estrago se produciría cuando la hija queda fijada en la desmesura de la demanda dirigida a la madre, suponiéndola toda.

Es por ello que la cuestión del estrago se produce por la conjunción entre mujer y madre. Ivana Bristiel dirá que “si se pierde esta distancia necesaria, que Lacan remarca, el niño devendrá “objeto” materno. La conjunción madre-mujer es estragante, la separación es lo que le permite al niño transitar ese estrago primero sin quedar fijado en él”[xix]. La distinción de la mujer y la madre, permitiría al hijo, no quedar capturado como el objeto que completa y tapona a la madre y que el goce de la madre como mujer, se dirija hacia el hombre.

Marita Hamman señala que el estrago “es efecto de un goce deslocalizado que irrumpe arrasando al sujeto, quien carece de soporte para situarse respecto de ese goce sin nombre ni medida” (mientras que el síntoma intenta fabricar alguno) [xx]. Se tratará de un temprano encuentro con el deseo y el goce de la madre en tanto mujer, que dejará una marca en lo real del cuerpo y el goce del parletre. De allí que, como señala Gustavo Dessal, en su conferencia Maternidad, locuras y estragos [xxi] existen casos, donde la marca del estrago materno no se borrará jamás, persistiendo una condición de melancolización que el sujeto podrá ubicar, hacer algo con ella, pero siempre estará allí, como una marca de su encuentro con el goce de la madre.

A nivel de la contingencia, podemos pensar el estrago como la respuesta del sujeto ante el encuentro con el deseo y goce del Otro, Marie-Hélène Brousse, vinculará el estrago con el hecho de que la madre “queda como el Otro no tocado por el intercambio fálico y la ley simbólica – donde - ella permanece como el objeto único del hijo”. Ante ello, una respuesta posible es ser el fetiche de la madre, que se asienta en el supuesto “que el Otro traumático (es decir, el Otro de la satisfacción sexual) está completo” [xxii]. Otra respuesta  será el intento de “arrancar a la madre lo que de todas maneras no entrará en el intercambio que no hay, y que, en tanto que arrancado, se convierte en un desecho" [xxiii], esta respuesta produce una desfalicización del objeto, con efectos de caída del deseo.

En este contexto, el estrago se constituiría en efecto de una insondable decisión del sujeto, como señala Brousse: “la elección del estrago ataca el valor fálico que el objeto tiene para el sujeto y funciona disociando los objetos a de su valor fálico. Es entonces una mortificación del falo, en la cual el imperativo superyoico de goce acaba con el deseo y su causa"[xxiv]. Marita Hamann, habla de un efecto estragante, que resulta como efecto de “algunos dichos maternos que, de la mano del superyó, avasallan al sujeto y ponen en marcha un circuito pulsional mortificante”, se trata de un encuentro contingente con unos dichos que son tomados por el sujeto como marcas de goce.

Ante lo estructural de la condición de estrago y lo contingente del encuentro con el goce de la madre, el análisis permitirá respecto a los dichos maternos, “refutarlos, inconsistirlos, indecidirlos, indemostrarlos”, para inventar un deseo en su lugar. Separar al sujeto del sentido gozoso de los dichos maternos, para localizar un goce propio y hacer con ello de una manera posible “separar lo que proviene de la madre de los efectos de lalangue sobre el cuerpo, que se atribuyen a la madre en la medida en que ha sido ella quien transmitió la lengua”.

El análisis dará entonces la oportunidad a una mujer de saber hacer con la soledad del Uno. Consentir al goce que hace a cada una radicalmente Otra para sí misma, pero también permitirá consentir a lo real del amor, “prestándose a ocupar el lugar de sinthome para un hombre”[xxv], y consentir a una maternidad “no toda” estragante.


Referencias Bibliográficas

[i] Lacan, J. (2011). El Seminario, Libro 5, Las formaciones del Inconsciente. Buenos Aires: Paidós. p. 212.
[ii] Lacan, J. (2004). El Seminario Libro 17, El Reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.p.118
[iii] Lacan, J. (2004). El Seminario Libro 17, El Reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós. p.118.
[iv]  Lacan, J. (2004). El Seminario Libro 17, El Reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.p.118.
[v] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 160
[vi] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 160
[vii] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 160
[viii] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 160
[ix] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 160
[x] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 166
[xi] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 127
[xii] Lacan, J. (2012). El Seminario, Libro 19, O peor.  Buenos Aires: Paidós. p 101
[xiii] Lacan, J. (2005) El Seminario, Libro 20, Aún. Buenos Aires: Paidós. p. 166
[xiv] Tendlarz, S. (2005). Las Mujeres y sus goces. Buenos Aires: Colección Divas. p. 153
[xv] Tendlarz, S. (2005). Las Mujeres y sus goces. Buenos Aires: Colección Divas. p. 153
[xvii] Solano E. (2003), Dolor de la Feminidad: entre el ser y la existencia. En Clínica lacaniana, Buenos Aires: Tres Haches. pp. 49 y 50.
[xviii] Solano E. (2003), Dolor de la Feminidad: entre el ser y la existencia. En Clínica lacaniana, Buenos Aires: Tres Haches. pp. 49 y 50.
[xx] Harmann, M. (2014). Estrago. Eva-Lilith, Boletín de las VIII Jornadas de la NEL. disponible en: http://ampblog2006.blogspot.com/2014/08/eva-lilith-boletin-de-las-viii-jornadas.html
[xxi] Dessal, G. Seminario “Maternidad, locuras y estrago”. Cochabamba - Bolivia. 17, 18 y 19 de Mayo de 2018.
[xxii] Brousse, Marie-Hélène (2016). Saber hacer femenino con la relación. Las tres R: astucia, estrago y arrebato. 23 sep. XV JORNADAS "MUJERES", ELP. Disponible en: http://mujeres.jornadaselp.com/lazoamp/saber-hacer-femenino-con-la-relacion-las-tres-r-astucia-estrago-y-arrebato/
[xxiii] Brousse, Marie-Hélène (2017)Una dificultad en el análisis de las mujeres: el estrago de la relación con la madre. Ética & Cine | Vol. 7 | No. 2 | pp. 29-35. Disponible en: http://journal.eticaycine.org/IMG/pdf/JEyC_Julio_2017_06_Brousse_Una_dificultad.pdf 
[xxiv] Brousse, Marie-Hélène (2016). Saber hacer femenino con la relación. Las tres R: astucia, estrago y arrebato. 23 sep. XV JORNADAS "MUJERES", ELP. Disponible en: http://mujeres.jornadaselp.com/lazoamp/saber-hacer-femenino-con-la-relacion-las-tres-r-astucia-estrago-y-arrebato/
[xxv] Solano-Suárez, E., (2011). “Lacan, las mujeres”, La Causa freudiana, París, Navarin, n°79, p. 277.






Entre los cuerpos de la ciencia y lo jurídico: el cuerpo hablante




Por Alejandra Hornos


Desde el psicoanálisis, estamos advertidos, que la maternidad está lejos de ser un hecho natural; sabemos que en lo humano, lo natural está perdido. Esta experiencia involucra una serie de circunstancias cambiantes, secuencias y sucesos, eventos favorables o adversos; en los que no hay garantías del “buen encuentro” a producirse, entre una madre y un hijo. Sus vicisitudes imaginarias, serán efecto del trayecto de un campo simbólico, en el que se inscribe un acontecimiento de cuerpo. La maternidad se constituye entonces, en una experiencia que varía de mujer a mujer e inclusive, en la vida de una misma mujer (Barros, 2018:12).

En este mundo, en el que la ciencia se mueve al compás del discurso capitalista eludiendo el orden de lo imposible, la maternidad cobra espacio en contextos que en otros tiempos eran impensables. Los nuevos modelos familiares y el avance tecnocientífico planteado por las tecnologías de reproducción humana asistida, pluraliza aún más, la experiencia de la maternidad. El binomio padre- madre en la época del Otro que no existe, queda en cuestión. El padre, ya no es lo que era, su estatuto es el de un padre humillado y a su lugar vienen “Los derechos del hombre”, instrumentos simbólicos que intentan coordinar las relaciones entre las personas. La importancia del lazo social suple la inexistencia del Otro y no hay un lugar de garantía social, que diga cómo deben ser las cosas.  La acción de la ciencia, introduce nuevos objetos y se instala la urgencia de crear reglas de asociación entre los individuos. Con el objetivo, de establecer leyes que respondan a los principios de los “derechos humanos" correlativos a un “Estado de derecho”, surgen los comités de ética (Tendlarz,1998:8). El “cuerpo jurídico” se hace presente.
Este “cuerpo jurídico”, propio de las Instituciones, intenta normar la experiencia de la maternidad en lo que a ellas les compete. Si bien las instituciones no pueden existir más que en el registro de lo simbólico, no se agotan en el mismo, ya que la fundación, el funcionamiento y transmisión de una institución, está sostenido por elementos inconscientes en relación al deseo de quienes la conforman. El encuentro con lo contingente, con lo traumático del parlêtre, es inevitable. Las dimensiones imaginarias y simbólicas se enlazan en un espacio que posibilita la proyección de deseos, ya sea para realizarlos o defenderse de ellos, uniéndose a los ideales de la institución.
Más allá de la poderosa capacidad de trabajo que implica la función maternal, Marcelo Barros en su libro “La madre”, nos advierte que su función excede los cuidados expertos o negligentes. Se trata de una función de transmisión de un deseo, que no sea anónimo y en tanto tal, no puede ser comprado o vendido, no es plausible de ser convertido en mercancía. La función materna es tal, en tanto la sustente un deseo y no hay institución y cuerpo jurídico o científico; que pueda forzarlo. Sin embargo, podrá ofrecer las coordenadas, el contexto, para que algo de ello suceda.
En la época actual, la maternidad interrogada a partir de la multiplicidad de madres que los avances científicos y jurídicos posibilitan; ubica allí un real que escapa a la gobernabilidad discursiva. Hay que tener presente que todos los hijos son, en el fondo, adoptivos. Se trata del rescate de lo que se halla en una posición de objeto a, en el filo del ser y el no ser, entre el brillo fálico y el desecho. No hay respuesta científica y jurídica que responda qué es el niño para su madre y esa madre para el niño. Más allá de tener hijos, lo que se pone en juego en la maternidad es la oposición esencial entre el narcisismo y el amor de transferencia, solo desde la transferencia se puede “parir” algo (Barros,2018:15). La adopción de un hijo biológico o no, legal o simbólica, da lugar a una maternidad; un acontecimiento libidinal que puede tener lugar en las circunstancias personales y las configuraciones familiares más variadas. 
Entre el cuerpo científico y el cuerpo jurídico, que intentan normar la maternidad, el psicoanálisis se ocupa del “cuerpo hablante”. Un cuerpo, que al ser escuchado puede gestionar soluciones singulares atendiendo ese resto de goce imposible, que como analistas sabemos, que siempre queda. Ese real de la maternidad que lo jurídico no puede apresar.
El psicoanalista, más allá de lo jurídico y de lo científico, da lugar a lo analítico, se institucionaliza en el discurso que le es propio, intenta prescindir de los semblantes de las garantías que propone la civilización a la inquietante cuestión de lo que hablar quiere decir. Respecto a la maternidad, no será sin atender la particularidad del deseo que produjo al niño (Laurent, 2010:157).


Bibliografìa
  •           Barros, Marcelo. “La madre. Apuntes lacanianos”. 2018. Editorial Grama. Argentina. P:12
  •        Tendlarz, Silvia Elena. “El psicoanálisis frente a la reproducción asistida”. 1998. Editores contemporáneos. Buenos Aires. P:8
  •      Laurent, E. (2010) El niño como reverso de las familias en Uniones del mismo sexo. Diferencia, invención y sexuación. Ed. Grama. Buenos Aires, 2010. P.157






Con motivo del tema a tratar en el espacio de "Psicoanálisis y Ciudad " en la Fundación Simón I. Patiño durante este mes de julio, compartimos los artículos que serán el eje de trabajo en nuestras conversaciones de los días miércoles. Estos textos son producto del trabajo de Cartel realizado por algunas psicoanalistas miembros de APEL durante el anterior año. Cartel cuyo más uno fue la psicoanalista Mónica Pelliza, miembro de la Nel Cochabamba.







La familia hoy: del deseo al goce



Maggie Jáuregui O.

Referirse al contexto contemporáneo de las familias es de interés para el psicoanálisis en la medida que las características de los discursos de las diferentes épocas inciden en las condiciones de deseo y goce del sujeto.  No es ajeno para la clínica psicoanalítica el acontecer de la ciencia actual que, junto con los cambios en el orden socio-económico, sostienen un discurso que marca a los sujetos contemporáneos.

La articulación entre la familia y lo social está señalada desde la época en que Freud plantea las consecuencias psíquicas de lo que un niño vive en los primeros años de su vida en la familia, y lo formaliza dándole el nombre de Complejo de Edipo. En lecturas como “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna”, “El malestar en la Cultura” y “Psicología de las masas y análisis del yo” da cuenta de un enlace entre el sujeto y el Otro de la cultura por la vía de la identificación al padre. En Psicología de las masas describe las formas de lazo al Otro que tienen su origen en la forma de hacer lazo en la familia, sobre todo con la figura del padre que, desde la perspectiva edípica pasa de ser enemigo y rival del niño a ser objeto de identificación. Como correlato del padre, está la institución, el Otro social. Del mismo modo, relaciona la causa de la nerviosidad moderna con las formas de autoridad que ejerce el padre en la regulación de la vida pulsional sexual de los sujetos, dando cuenta en “La moral sexual cultural...” que la neurosis es la salida al conflicto entre el deber impuesto por el padre en el núcleo familiar y el deseo que impele satisfacción en el sujeto. En “El malestar de la cultura” plantea las exigencias a que es expuesto el sujeto para domeñar sus tendencias pulsionales para vivir en sociedad.

Las instituciones así como la familia cumplen la función de refrenar el goce, lugar donde los niños pueden aprender a hacer con la pulsión, como sostiene Anna Aromí “la idea es que la familia es el marco temporal durante el cual unos adultos se prestan para que los niños experimenten con el goce en un escenario protegido. Protegido sobre todo de las consecuencias de ese goce” (Aromí, A. 2014), por lo que se espera la familia cumpla la función de residuo, regula el goce pero no hay un saber sobre ese goce.

Eric Laurent, sosteniendo que “este término de “residuo” que parece comprensible, es de hecho muy enigmático” (2010a pg. 150) remite a entenderlo desde el seminario de Lacan De un Otro al otro, donde plantea que la diferencia entre perversión y neurosis es que para el perverso es necesario que haya una mujer no castrada, en cambio en la neurosis hace falta que haya un drama familiar, de tal modo que “el perverso tendrá la mujer fálica y el neurótico la familia, con el objeto a desprendido, residuo” (Laurent, E. 2010a pg. 150).

Desde esta perspectiva, de la madre se espera que sea “el vector de la encarnación del fracaso del cuidado, y el padre, vector de la Ley en el deseo del Otro” parafrasea Eric Laurent (2010a pg.151) respecto al planteo que hace Lacan en “Dos notas sobre el niño”. Dando a entender que la madre debe tener faltas en el cuidado del hijo, no ser una madre toda, es una particularidad, no una madre universal. Así también, el padre implica una función de prohibición habilitadora, es decir, que la autoridad se funda sobre lo autorizado ante lo prohibido, el “no” de la prohibición sobre el fondo de un “sí”, referido al deseo. La base que permite conjugar la ley y la prohibición es que este hombre sea portador de un deseo hacia la mujer, y ésta a su vez, no toda madre, sino también mujer deseante. En esta conformación “edípica clásica”, como sostiene E. Laurent, es el padre quien responde al deseo de la madre, interviniendo para producir la significación fálica, mediante el operador Nombre del Padre que permite la inscripción en la cultura. Se distingue que el padre residuo no es el padre de familia, ya que el operador Nombre del Padre puede ser sostenido por otros personajes, incluso las mujeres “pueden también transmitir del Nombre-del-Padre” (Laurent, 2010a pg.154).

Desde esta forma edípica de acontecer la subjetividad entre padres e hijos, el deseo que circula es lo que queda del objeto a desprendido, es la parte o porción que queda de un todo, donde el objeto es inalcanzable, de ahí la función de residuo que tiene la familia, conformada alrededor de la falta, la castración. Al respecto, Eric Laurent sostiene que “el abordaje freudiano clásico, sitúa al niño como ideal del yo, el ideal de la pareja” (Laurent, 2010a pg.154) siendo que la familia se constituye a partir del niño, “su majestad el bebé” decía Freud.

Cuando ese objeto inalcanzable, causa de deseo, hace un ascenso al cenit social, dando cuenta de un pasaje más allá de los límites, de lo sin medida, “de la innovación frenética” que plantea Miller en Comandatuba (2004) es que ya no es el deseo, sino el goce lo que toma acento, el imperativo a gozar de la época actual. Esto opera sobre la familia como lo hace en otros sectores de la cultura, surgiendo nuevas formas de lazos familiares, que por lo frenético de los cambios, suelen ser más frágiles.

El niño, “objeto a liberado” sostiene Eric Laurent para referirse al efecto en la familia actual, retomando el Seminario 16 y relacionándolo con “Dos notas sobre el niño”. Sustenta que el niño ya no es tomado en un ideal, “sino en el goce, el suyo y el de sus padres – dice Laurent - el niño es el objeto ava al lugar de un objeto a, y es a partir de allí que se estructura la familia. La misma no se constituye más a partir de la metáfora paterna, que era la cara clásica del complejo de Edipo, sino enteramente en la manera en que el niño es el objeto de goce de la familia, no solamente de la madre, sino de la familia y más allá, de la civilización” (Laurent 2010a pg. 152).

Por lo tanto, en la actualidad, “nuestra brújula es el objeto a en tanto que anuda el goce y la culpa de existir” sostiene Eric Laurent para dar cuenta de que en la clínica hay que atender configuraciones familiares en que no prima el goce regulado por la metáfora paterna, sino más bien es el goce que circula más allá de la relación del niño con la madre. El niño es tomado como objeto de goce también del padre, quedando relegado el deseo por el goce. Entonces, el objeto a liberado, ubicado en el cenit de lo social, atraviesa también a las configuraciones familiares.

Referencias:
Aromí, Anna (2014) ¿Qué es una familia? Conferencia en Universidad del Claustro de Sor Juana, México DF. Obtenible en: http://www.nel-mexico.org/index.php?sec=Actividades-internacionales&file=Actividades-internacionales/Textos-Conferencias/14-09-05_Anna-Armoni.html
Lacan, Jacques (2012) “Dos notas sobre el niño” en “Otros escritos”. Ed. Paidós. Bs. As.
Laurent, Eric (2010a) “Las nuevas inscripciones del sufrimiento del niño” en “El goce sin rostro”. Ed. Tres haches. Bs. As.
Laurent, Eric (2010b) Conferencia “El niño como real del delirio familiar” VII Jornadas de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, -ELP. París. En Psicoanálisis con niños 3. Buenos Aires. Ed. Grama
Miller, Jacques Alain (2004) Conferencia en Comandatuba IV Congreso de la AMP. Comandatuba - Bahia. Brasil. Obtenible en: http://www.congresoamp.com/es/template.php?file=Textos/Conferencia-de-Jacques-Alain-Miller-en-Comandatuba.html




“Del deseo no anónimo y sus efectos en la constitución subjetiva de los niños, hoy”


Fabiana Chirino O.


Del Deseo no anónimo

En Nota sobre el Niño, Lacan describe la función de la familia como la de sostener y mantener lo irreductible de una transmisión que es de otro orden, distinto al de la satisfacción de la necesidad. Es decir, la familia no tiene la función únicamente de satisfacer las necesidades del viviente, sino que fundamentalmente transmitir otra cosa: un deseo que no sea anónimo.

Desde esta perspectiva, la función de la madre es la de transmitir un deseo que sostenga a un hijo, donde sus cuidados no sean únicamente los del deber, sino que transporten un deseo particularizado, inclusive si eso implica revelar su propia carencia. Mientras que el padre encarna la función de la ley, en tanto su nombre es un vector de una encarnación de la ley en el deseo. Se trata de una función doble, donde por un lado se transmite una regulación – prohibición y por otro, vincula un deseo.

En este sentido, el niño responde a lo que hay de sintomático en la estructura familiar, vela y revela lo que en la pareja conyugal no funciona, respondiendo a ello con el síntoma. “El síntoma del niño se encuentra en posición de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar [i]. De modo que el síntoma en el niño, se define como representante de la verdad de la pareja conyugal, lo que a pesar de ser una condición compleja, dirá Lacan, le permite estar más abierto a las intervenciones analíticas.

En cuanto al deseo de la madre, se constituye en un elemento esencial de la constitución subjetiva del niño, pues tendrá que habilitar la entrada del viviente al proceso de alienación y separación, donde se produce no solo la pérdida del objeto a, sino además el ingreso a la dinámica de la demanda y del deseo. El deseo de la madre, se caracteriza por ser la respuesta a la demanda del niño, de modo que ésta no se agote en el desespero o en la desesperanza.

Juan Fernando Pérez, señala que más allá de la interpretación biologisista de la condición materna, el deseo materno está determinado por las condiciones subjetivas de una mujer que consiente ser madre, y que más allá de la condición biológica de procrear, es capaz de adoptar a un hijo en su deseo. De allí que como señala Lacan, finalmente, todos somos adoptados [ii]. Condición necesaria de todo ser humano para constituirse como sujeto, “somos todos hijos adoptados de un deseo que nos hizo vivir [iii].En cuanto al padre, éste es descrito por Lacan como una función, un nombre que se constituye en el vector de una encarnación de la ley en el deseo; una función no solo de prohibición, sino también de orientación respecto al goce y al deseo. Eric Laurent en su texto “El niño como real del delirio familiar”, plantea que ser un padre es ser uno de los modelos de realización de la función paternal, donde “los padres, uno por uno, son las versiones de goce de esta función” [iv]. Es por ello que se trata menos del nombre – semblante que de la función de objeto a, causa de deseo, siendo un padre, una versión de goce.
Sabina Serniotti, distinguirá las tres dimensiones del padre: como nombre, como imagen, y el padre real.  a) Como nombre, el padre es instaurado por la madre, ya que será ella quien inscribe un lugar en el orden simbólico. “La madre, instaura un lugar en posición tercera entre ella y el hijo” [v], ese será el lugar del padre. b)  Como imagen, será el padre que construye el hijo, la versión de padre que el sujeto sostiene en su novela familiar, bueno o malo, dador o privador, etc. c) Mientras que el padre real, es el hombre para una mujer, es decir “es el hombre que ha hecho de una mujer, la causa de su deseo y el objeto de su goce [vi]

Para Eric Laurent, la función paterna remite a “un padre que transmite la ley, que enseña cómo vivir con ella, se trata de una ley viva, humanizada, con la que se puede convivir, pero también es ese padre que muestra el camino para llegar al propio deseo y en ese sentido tiene un valor de instrumento[vii]. La noción del padre como instrumento, conduce a su función y utilidad, que para Jacques Alain Miller es la de abrochar el Goce y el Otro, que sin embargo puede no siembre abrochar a un sujeto.

Esta función de broche, permite comprender una serie de fenómenos presentes en la clínica actual, donde los sujetos llegan “abrochados”, por elementos distintos al padre. “Hay estructuras clínicas, tipos de síntomas que se deducen de la posición del padre, como la neurosis, las perversiones y la psicosis, pero también, es necesario investigar modos de la clínica en el cual el broche está producido por un elemento que no es el padre” [viii]Por lo tanto, en la clínica con niños será necesario ubicar qué es lo que funciona como broche para cada sujeto.

Lo que transmite una familia

Jacques Alain Miller en su texto “El Revés de una Familia” plantea que a pesar de las variaciones formales de la conformación de una familia, la familia conyugal permanece dominante ya que “tiene una función de residuo en la evolución de las sociedades, y que ella se mantendrá precisamente porque se encuentra en el estado de residuo, en el estado de pequeño objeto a” [ix]. La familia conyugal persiste por el carácter irreductible de la transmisión que ella viabiliza, que no es la de un saber, sino - dirá Miller- “una transmisión constituyente para el sujeto. Esto supone su relación a un deseo que no sea anónimo” [x].

Es por ello, que se puede afirmar que la función de la familia es del orden de lo que no cesa de escribirse, más allá de quien encarne estas funciones, lo que interesa es que el deseo tenga una posibilidad. No hay otra estructura que transmita el deseo no anónimo, a excepción de la familia. Miller plantea “es necesario que el sujeto sea aquí llamado en la singularidad del je” [xi], lo que permite la inscripción de un sujeto de un modo que no sea anónimo. Es por ello que es fundamental que la madre transmita un interés particularizado por el niño y que el padre sostenga una encarnación de la ley en el deseo, es decir que no esté desencarnado, siendo no suficiente el saber de la pedagogía, el imperativo del mercado o la posibilidad que da la ciencia, para transmitir lo irreductible de una familia.
Es a partir de esta inscripción que el niño será ubicado como síntoma de la pareja parental y por lo tanto el representante de una verdad, como fetiche, o falo imaginario que tapona a la madre, o como objeto de rechazo de la madre, dando cuenta cada una de estas tres posiciones, una configuración y funcionamiento que se denomina estructura clínica.

Así, en la época actual la diversificación de los modos de conformar una familia: familia monoparental, homoparental, familia reconstituida, etc., no eliminan lo que estructuralmente la constituye, la transmisión de un deseo no anónimo. Si bien la caída del nombre del padre, ha tenido sus efectos en las configuraciones familiares, produciendo familias más allá de la institución del matrimonio, sostenidas muchas veces por el lazo con un hijo, haciendo de éste último soporte de lazo familiar, lo que no deja de escribirse como resto es la función de transmisión de la familia.

La familia transmite un deseo no anónimo, pero también algo del orden de lo que no marcha, de la no relación sexual entre los sexos, ante lo cual cada sujeto construirá sus ficciones, que Lacan denomina novela familiar. Estas ficciones familiares, tejen sentido ante lo real de la no relación sexual, sin lograr “responder al misterio de quién soy yo, ni a la imposibilidad de ser causa de sí mismo” [xii].  Toni Vicens, dirá que el deseo de la madre, “en su desciframiento tiene un límite: el niño nunca podrá descifrar este código extraño del cual proviene, revelándose entonces por lo que es: un obstáculo para la familia y sus ideales [xiii].

Anna Aromi en su artículo, Qué es una familia?, dirá que para el psicoanálisis la familia es un "tejido que permite que se envuelva un enigma"[xiv]. Tejido de palabras y de silencios que hacen que dicho enigma se transmita de una generación a otra. Pero cuál es el secreto o enigma que la novela familiar permite envolver o cubrir? Anna Aromi dirá que el secreto es que todas las instituciones incluida la familia están creadas para refrenar el goce, humanizarlo. "La familia es el marco temporal durante el cual unos adultos se prestan para que los niños experimenten con el goce en un escenario protegido. Protegido sobretodo de las consecuencias de ese goce"[xv]. Pero el secreto fundamental es que hay un saber que falta, un saber sobre el goce que no está escrito en ningún lugar "La idea del secreto familiar se basa en un goce que ha sido rechazado porque no ha podido ser nombrado, no ha encontrado la palabra para ser dicho"[xvi]. 

Para el psicoanálisis los niños construyen su propia interpretación de los hechos de su historia, ficciones familiares que construyen una verdad para cada sujeto. Sin embargo el asunto no es descifrar estos saberes construidos sobre la trama familiar sino fundamentalmente saber hacer con ellos, Al llegar a un análisis cada sujeto transporta una serie de saberes, de verdades y de mentiras familiares que arrastra como un peso muerto porque no sabe ni cómo utilizarlas ni cómo desprenderse de ellas. Se tratará de poner en juego este saber depositado en la familia y de encontrar su propia manera de hacer con ese saber.

Notas



[i] Lacan, Jacques (). Nota sobre el Niño. Los Otros Escritos.
[ii] Pérez, Juan Fernando (2014). Conferencia “Choco encuentra una Mamá”. Disponible en: http://www.radiolacan.com/es/topic/248/3
[iii] Fryd, Adela (2001). Revista Virtualia. N°2. Disponible en: http://virtualia.eol.org.ar/002/notas/fryd-01.html 
[iv] Laurent, Eric (2008) "El niño como real del delirio familiar". Disponible en: http://wapol.org/pt/articulos/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=2&intIdiomaPublicacion=9&intArticulo=1748&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=13.
[v]  Serniotti, Sabina (2002)"Ficciones familiares en la actualidad, transmisión y distribución de los nombres". Cuaderno de Navegación N° 19. EOL. Disponible en:  http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=el_cartel&SubSec=cuaderno&File=cuaderno/019/serniotti.html
[vi]  Serniotti, Sabina (2002)"Ficciones familiares en la actualidad, transmisión y distribución de los nombres". Cuaderno de Navegación N° 19. EOL. Disponible en:  http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=el_cartel&SubSec=cuaderno&File=cuaderno/019/serniotti.html
[vii] Laurent, Éric. (1999). “Parejas de hoy y consecuencias para sus hijos”. Carretel 2
viii] Laurent, Éric. (1999). “Parejas de hoy y consecuencias para sus hijos”. Carretel 2
[ix] Miller, Jacques Alain (2012). “El Revés de una Familia”. Disponible en: http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/008/template.asp?arts/Alcances/El-reves-de-la-familia.html
[x] Miller, Jacques Alain (2012). “El Revés de una Familia”. Disponible en: http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/008/template.asp?arts/Alcances/El-reves-de-la-familia.html
[xi] Miller, Jacques Alain (2012). “El Revés de una Familia”. Disponible en: http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/008/template.asp?arts/Alcances/El-reves-de-la-familia.html
[xii] Laurent, Eric (2008) "El niño como real del delirio familiar". Disponible en: http://wapol.org/pt/articulos/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=2&intIdiomaPublicacion=9&intArticulo=1748&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=13
[xiii] Laurent, Eric (2008) "El niño como real del delirio familiar". Disponible en: http://wapol.org/pt/articulos/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=2&intIdiomaPublicacion=9&intArticulo=1748&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=13
[xiv]Aromi Anna (2014) Qu[e es una familia?Disponible en:http://www.nel-mexico.org/index.php?sec=Actividades-internacionales&file=Actividades-internacionales/Textos-Conferencias/14-09-05_Anna-Armoni.html
[xv]  Ibid.Disponible en:http://www.nel-mexico.org/index.php?sec=Actividades-internacionales&file=Actividades-internacionales/Textos-Conferencias/14-09-05_Anna-Armoni.html
[xvi] Íbid. Disponible en :http://www.nel-mexico.org/index.php?sec=Actividades-internacionales&file=Actividades-internacionales/Textos-Conferencias/14-09-05_Anna-Armoni.html



LA FAMILIA CUESTIONADA

Por: Teresita Díaz

El interés de este trabajo de Cartel comienza con una pregunta que hace una adolescente en un hogar de acogida donde se encontraba institucionalizada “¿Por qué su madre tuvo hijos si luego iba a dejarlos y tener como pareja a otra mujer?”. Esto me llevó a interesarme y querer leer cómo Freud y Lacan trabajaron el tema de familia, preguntarme por el lugar de un hijo dentro de la familia. Ante este cuestionamiento, las nuevas familias y los hijos como objeto de ésta, fueron temas que comenzaron a cobrar espacio y ante esto un nuevo interrogante advino, qué es lo que puede decir el psicoanálisis acerca de esto. 

Antes la familia tradicional o burguesa, la familia que aseguraba la transmisión de la cultura como lo planteara Lacan en Complejos familiares, tuvo el papel primordial de una transmisión que estaba enmarcada por el nombre del padre. En esta familia se planteaba
una diferencia entre lo que es del orden biológico y lo que es orden del significante, ya que “los componentes normales de la familia… tanto el padre, la madre y los niños, son los mismos que los de la familia biológica” (1), pero sabemos que no solo basta lo biológico para decir “es una familia”. En esta familia el significante matrimonio le confería tal carácter, o sea que los niños nacían bajo la unión de dos, en muchos casos tanto civil como religiosa y de ahí una familia. En Dos Notas sobre un niño, Lacan irá un poco más allá y nos dirá que “la familia conyugal es lo que se mantiene en la evolución de las sociedades” enfatizando “lo irreductible de una transmisión… de una constitución subjetiva, que implica la relación con un deseo que no sea anónimo” (2). Esto da cuenta que no solo lo biológico hace a una familia, lo que hace a una familia es un deseo, lo que implica una elección, una decisión y una responsabilidad sobre la misma; el poder sostener en las diferentes contingencias que presenta la vida las funciones maternas y paternas. Esto es justamente lo que aporta Lacan al separar las funciones de ambos padres del mero hecho biológico de la filiación, esto solo no nos da el derecho para ser padre o madre. Sobre estas funciones dirá: “las funciones del padre y la madre se juzgan según una tal necesidad la de la madre en tanto sus cuidados están signados por un interés particularizado, así sea por las vías de sus propias carencias. La del padre en tanto que su nombre es el vector de una encarnación de la ley del deseo.” (3) Aquí nos muestra que la familia es el lugar de sustitución de lo biológico por lo simbólico al definir padre y madre por funciones.

En la actualidad la familia de hoy es mucho más compleja, han proliferado nuevos significantes de cómo nombrarla. En cuanto a sus componentes, pueden ser dos padres o dos madres que formen la pareja parental, dos padres y un vientre alquilado, dos madres y un donante de esperma, las configuraciones se abren a variadas posibilidades. “La familia de hoy abre un nuevo campo de los posibles” (4) va más allá de la diferencia de los sexos y del matrimonio hetero que la garantizaba. Ya sea la familia tradicional, la familia de crianza, las ensambladas, las homoparentales que se suman en nuestra época; sea cual fuere la familia de la que se trate, está para velar lo traumático de la no relación sexual, de la no complementariedad de los sexos, del desencuentro irreductible por ser sujetos del lenguaje. La familia de ayer u hoy es la encargada de velar lo irreductible de una transmisión que se produce por ese encuentro con lo traumático, lo que escucharemos más allá de su querer decir y que manifestarán como se fue tejiendo su propias maneras de amar, desear y gozar. Al respecto Eric Laurent en “El niño como lo real del delirio familiar” nos muestra cómo la ciencia, la religión, la cultura y lo jurídico, revelan el carácter ficcional de los lazos familiares y sociales. Sin embargo de lo que no podrán dar cuenta es del punto de real de lo que es el origen subjetivo de cada deseo del que cada uno proviene, del desencuentro entre los deseos que nos lanzaron a mundo. Este mal encuentro entre los sexos de los padres ya sean homo o hetero, y el deseo del niño, serán siempre - y apelando a esta  bella comparación extraída del surrealista  llamado el conde de Lautréamont – como el encuentro del paraguas y la máquina de coser sobre la mesa de disección… fortuito, fallido. Será esa la pregunta de esta adolescente, ¿Se trata de la extrañeza del goce del que proviene?

En las familias, porque no hay “La Familia”; el niño o niña viene a encarnar el lugar del objeto. Freud se refería a él como su “majestic el baby”, encarnando los deseos y anhelos de papá y mamá. El niño/a llevaba el nombre, la marca de una familia encarnado de manera tal que vivifica y subjetiva su cuerpo, más adelante este niño cobra importancia como un significante que viene a sustituir a otro niño-pene. En el complejo de Edipo se ve como este niño objeto pasa de un objeto a un estatus sujeto. En Lacan “el petit a” tiene su importancia desde un primer tiempo, en el Estadio del espejo vemos como el niño está en una relación de espejo ante otro semejante, necesario y fundante, ante la inmadurez que le es propia. Luego, él mismo será causa de deseo en relación a la madre, aunque sea en el cuidado. Que ella se vuelva parte interesada y cuide a quien toma como su hijo, interés basado en sus propias carencias y donde el padre, también vector de la ley que representa, intervendrá no solo como el que hace obstáculo a la madre y al niño sino que relanza al deseo. En RSI Lacan dirá “Un padre solo tiene derecho al respeto y al amor, solo si el respeto y el amor están pere-versement orientado, es decir, si ha hecho de una mujer objeto ´a´, causa de deseo, le ha dado hijos, y a éstos lo quiera o no, les dé un cuidado paternal”. Se juega no solo quedar obturando una falta de la madre como objeto, sino también de otra posibilidad, que podrá pueda gozar como su padre, de una mujer más adelante.

Tenemos familias en la que el objeto niño la define como tal, es así que podemos encontrar una variedad de familias donde este niño objeto es el que le dará singularidad a la misma y a los sujetos que la conforman, familias en las que el nombre del padre se ha debilitado y los niños pasan a ser el eje que orienta el hacer de los padres.  En la actualidad hay familias en las que el derecho civil, la ciencia, confieren este estatus de familia modificando el valor del niño. Familias donde el niño es tomado y puesto como un objeto relanzado al mercado, en donde podremos encontrar un gran abanico de posibilidades, desde el niño que es usado para venta de órganos, tráfico de drogas o mercado sexual o como objeto de goce dentro de la familia. También el niño que se fecunda después de haber sido elegido en un mercado de esperma que tal vez pueda o no, permanecer en el anonimato. Situaciones donde el capitalismo no deja de estar presente, en donde el niño es el que cree comandar todos los espacios del mercado, miles de gadgets puestos “al servicio del niño” siendo finalmente comandado por los mismos. Lo cierto es que el niño se define por el ascenso al cenit del objeto a. El niño en la época actual no escapa al vapuleo del amo de la época, el niño en la época actual como objeto “a”, enfrenta el paradójico imperativo del goce. Goza! 

El psicoanálisis Lacaniano  apunta a  la posibilidad de que cada familia, cada sujeto que integre la misma sea cual sea o se llame, pueda acudir al recurso de la palabra en donde pueda encontrarse con su propia manera de subjetivar, de nombrar su ser, su modo de sentir, su forma de posicionarse ante el mundo, los otros y la vida. Será esta la apuesta y no quedarnos en lo que fue y que no será más, sino en poder hacer con lo que hay de aquí en más. Eric Laurent orienta nuestro trabajo cotidiano, propone el objeto “a” como brújula en tanto anuda el deseo y goce. Es la orientación desde la que podremos hacer algo distinto y útil más que seguir embrollados en nuestro goce. Una salida viable y vivificante ante el dolor de existir.
                                                                                     
Notas:
1)  Lacan, J., “Los Complejos Familiares”, Otros Escritos Seuil, Paris.
2)  Lacan, J.,” Dos notas sobre el niño”, Otros Escritos Seuil, Paris.
3)  Helene Bonnaud, “Una Familia para Todos”. Disponible en: http://blog.elp.org.es/all/cat15/cronica-una-familia-para-todos/
4)  Eric Laurent., “El niño como real del delirio familiar” noviembre 2008. Disponible en: http://blog.elp.org.es/all/cat15/el_nino_como_real_del_delirio_familiar_e/



LA ESCUELA…  
COMO UN DESTINO POSIBLE DEL AMOR


Liliana Bosia
Fabiana Chirino
Alejandra Hornos
Teresita del valle Díaz


Jaques Alain Miller en el Banquete de los analistas, texto elegido para el trabajo en cartel, propone una articulación inédita entre el deseo, el amor y la Escuela, al plantear que existe una relación del sujeto con el inconsciente (clínica), con los analizantes (ética) y una relación con los otros analistas (política), signada primero por el amor al inconsciente y después por la satisfacción hallada en el saber, habilitando la construcción de un lazo social con otros pares marcado por la disparidad con la que Lacan caracterizó a su  Escuela.

Escribir algo de nuestro trabajo en este Cartel, es comenzar a inscribir nuestro deseo de sostener un lazo con el psicoanálisis de la Orientación Lacaniana y  la Escuela, lo que nos remite a la cuestión del amor. Freud ubicaba en el inicio de la transferencia al amor, como motor de un análisis, pero también como obstáculo. Lacan definió la transferencia a partir del Sujeto Supuesto al Saber, por lo que se trata de un asunto de amor y saber; “[si] desde el comienzo se define la transferencia por el saber, necesariamente debemos encontrar la cuestión del saber al final”[i]  . Y es Miller quien dirá “la liquidación de la transferencia en términos Lacanianos es una desuposición del saber” [ii], de modo que todo análisis comienza con el amor, la entrada en análisis es por la transferencia, mientras que la salida se da por el pase.

Lo que sostiene un análisis no es el deseo de saber, sino el amor al saber cómo trabajo de transferencia. En la transferencia la pasión amorosa es una pasión por la ignorancia, es un no querer saber del sujeto acerca de su falta en ser. Sólo al final de un análisis esta pasión por la ignorancia podrá advenir en deseo de saber. Entonces el final del análisis no termina con un saber,  dado que es el momento “en que respecto del saber, se pasa del amor al deseo” [iii].

Al respecto, Miller plantea que “el pase está justamente más allá del amor al saber, lo que no significa más allá del saber. Más allá del amor al saber comienza el deseo de saber, que pasa por el trabajo para producir saber” [iv]. Entonces podríamos decir con Miller que en el pase emerge otra relación con el saber, relación que ya no tendría efecto de amor, en tanto el que tiene efecto de amor es el saber escondido, ignorado, supuesto. Se trata en el pase de pasar de un saber escondido a “un saber a cielo abierto […] enseñable a todo el mundo” [v], siendo el espacio en el que se transfiere este saber, la Escuela.

La estructura de la Escuela es coherente con el pase. Lacan funda la Escuela, como un espacio donde los analistas dan cuenta de su trabajo y fundamentalmente de su proceso de transformación - “transmutación” a partir de su experiencia analítica, vale decir donde un analizante da cuenta de su pasaje a analizado, mostrando cómo deviene analista por algo extraído de su propio análisis, lo que será expuesto, “pasado” a la comunidad.

De ese modo la Escuela como conjunto, lugar, espacio de trabajo, refugio, banquete, distintos modos de nombrarla, es el espacio vacío donde se produce el lazo y encuentro de los analistas para sostener el trabajo en cuanto a la transmisión del psicoanálisis, la práctica clínica y la producción, movidos no solo por el amor al inconsciente o al psicoanálisis sino por el deseo de saber, horizonte al que conduce un análisis.

El contexto y los referentes a partir de los cuales Sigmud Freud construyó el psicoanálisis se han transformado, las formas de hacer lazo se han  modificado. Un nuevo orden simbólico opera en el siglo XXI. Sin embargo se constata la vigencia de la propuesta de Lacan del amor asociado a la transferencia de trabajo en las diferentes épocas, lo que hace de la Escuela el refugio de los analistas, un refugio en el cual se vigoriza y se observa el saber y hacer de los analistas. Una Escuela que suma a la vigencia del psicoanálisis, en la lógica que les es compartida: no-todo.  La cual está articulada en la lógica del amor, pero no ese amor como espejismo que engaña, sino ese amor que soporta la falta. 

Podemos decir con Lacan que “Al comienzo del análisis está la transferencia” y al comienzo del camino hacia la Escuela también. Cuando la transferencia de amor pasa al amor de transferencia se pone en movimiento algo del deseo de cada quien. En la dimensión del análisis y en la dimensión de la formación, el amor pasa. Pasa, en el sentido de cruzar de un lugar a otro, lugares simbólicos en los cuales el amor cobra diferentes estatutos. También se trata de una vigencia del amor  ya que este es el que permitirá los diferentes  pases. La acción y efecto de pasar de una  a otra parte del recorrido, no es sin  el amor.[vi]

Texto presentado en el VII Coloquio de las tres Delegaciones de la NEL en Bolivia (La Paz, Cochabamba, Tarija) realizado en La Paz los días 7 y 8 de septiembre de 2012 sobre "El Goce y el Amor entre la Necesidad y la Contingencia".



[i] Miller, Jacques Alain (2000). El Banquete de los Analistas. Cap. IV. Argentina. Paidós. Pág. 191
[ii] Miller, Jacques Alain (2000). El Banquete de los Analistas. Cap. IV. Argentina. Paidós.  Pág. 188
[iii] (Miller; 2000: 189)
[iv] (Miller; 2000: 190)
[v] (Miller; 2000: 192)
[vi] Lacan, Jacques (2012). Otros Escritos. Cap. V Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela. Argentina. Paidós.


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