Movimientos sociales y Goces que se ignoran
Los movimientos
sociales, son formas de organización civil no formales, que surgen de manera
espontánea ante eventos o políticas que afectan a los sujetos. Éstos expresan
el malestar, rechazo o demanda a través de acciones colectivas, constituyendo
redes informales que se sostienen “por un compromiso continuo de individuos y
grupos que tienen un claro adversario y persiguen un objetivo común”[i].
Los movimientos sociales se caracterizan por: la
realización de campañas públicas dirigidas a las autoridades; la creación
de coaliciones y asociaciones con un fin específico; manifestaciones,
declaraciones a y en los medios; y las demostraciones WUNC Valor (Worthiness,
dignidad), Unidad, Número y Compromiso[ii].
Encontramos una
pluralidad de movimientos sociales (ambientalistas, feministas, animalistas, de
defensa del aborto, de la vida, de la diversidad sexual, de los pueblos indígenas,
de la democracia, etc.), articulados alrededor de un malestar que, sostenido por
la identificación con otros, mueve a los sujetos a realizar acciones dirigidas
a un Otro (Estado, gobierno, instituciones), para producir un movimiento de reinscripción
de algo que quedó desalojado o segregado.
La segregación de
la diferencia, la diversidad, la posibilidad de elegir, retorna y se presentifica
en el escenario social de múltiples: protestas civiles, campañas en redes
sociales, actos simbólicos de repudio o rechazo, hasta actos de confrontación
violenta. Se trata movimientos que ponen en cuestión el ordenamiento social tributario
de la lógica fálica y del sentido que ordena el mundo en categorías simbólicas.
Sin embargo, algo
en los movimientos sociales, va más allá del goce fálico, que se mueve en una lógica de lo universal, de lo igual
para todos, dando lugar a un goce Otro. Desde esa perspectiva, ¿que pueden
enseñar los movimientos sociales acerca del goce femenino, como suplementario
al goce fálico? ¿cómo leer desde la perspectiva del goce como tal, el devenir
de algunos movimientos sociales que dan lugar a algo nuevo, a diferencia de
otros, que conducen a lo mismo de lo cual se oponen?
Lacan en el
seminario 16, De un Otro al
otro (1968-1969), introduce una distinción entre dos tipos de goce. Por un
lado, se encuentra el goce masculino o goce fálico, vinculado al registro
simbólico, al campo de la palabra pensada como significante. Es un goce que
ocurre o tiene lugar por fuera del cuerpo, como dirá Lacan más tarde en su
texto La Tercera (1974), “escrito JO, define lo que antes designé como
su carácter fuera-de-cuerpo”[iii].
Y por otro lado, el goce femenino, goce Otro, Otro goce, que es un goce en el
cuerpo y que a su vez, “está fuera- de-lenguaje, fuera-de-simbólico”[iv].
En
este seminario, Lacan señala que “el goce Otro es algo en lo que la posición
femenina ya está ahí de entrada”[v].
Es decir, no se trataría de una distribución equitativa de los goces: para los
hombres el goce masculino y para las mujeres el femenino, sino al contrario, el
goce fálico es un goce universal en el que se inscribe todo ser hablante,
hombres y mujeres; entre tanto, el goce femenino, es algo que "[...]
subsiste siempre en ella, distinto y paralelo del que obtiene por ser la mujer
del hombre, aquel que se satisface del goce del hombre"[vi].
Es
por ello que la noción de suplementariedad, especifica la relación entre ambos
goces, como algo diferente a la complementariedad, “La mujer tiene un goce que
"[...] se basta perfectamente a sí mismo"[vii] y que está fuera de toda relación o
intercambio con el goce masculino. “No existe intercambio” significa que opera
en paralelo, más allá del goce fálico, lo excede, ex – siste. No se trata de una oposición, biológica, lógica ni
política, sino algo que no se inscribe, queda por fuera, excede al régimen
fálico, que es del orden significante, el sentido y la ley.
Lenguaje y sentido,
se inscriben en la lógica fálica, pues tienen que ver con la estructura y el
ordenamiento simbólico. En este contexto, lo femenino se puede ubicar como
aquello que irrumpe, sutilmente, por los intersticios, propone otros usos,
variaciones, van a contra sentido, se alojan en el sin sentido, que no es sin
el sentido. Esto se evidencia, en el parloteo, como una práctica “femenina”,
“En conflicto con esta norma el hablar femenino se inscribe en defecto, en
negativo y en menos. Y se transparenta, en esas presentaciones del hablar
femenino”[viii]. Así, el parloteo en
femenino reinventa la lengua y “reencuentra su origen en lo real de la
no-relación haciéndolo ex-sistir entre líneas” [ix].
O como el movimiento
de las Preciosas, que Lacan identifica como un movimiento que no hizo escuela,
no tuvo estructura, ni fundó una institución y donde “cada
una podía hacer resonar, sus hallazgos singulares respecto a las reglas de
discurso” [x]
y que sin embargo incluyó nuevas reglas en el mismo. Allí, el goce femenino es
el que más allá del goce fálico introduce algo de una satisfacción en el
cuerpo, del laleo, del sin sentido, que tiene resonancias en el cuerpo. Se
trata de un goce que vivifica, que permite algo del orden de la novedad y de la
creación “una lengua que se descompone tiene por efecto feminizar las
relaciones humanas y producir una comunidad de goce, necesariamente fuera de la
ley, ya que este “fuera-de-la-ley” es la condición de la creación”[xi].
Lacan señala que el
goce femenino atañe a la sociedad entera, manifestándose en
acto su función, generalizándolo “hasta convertirlo en el régimen del goce […]
como tal”[xii].
Es lo que excede, y a su vez va en contra de la homeostasis, de la entropía
comunitaria, del funcionamiento regular, para conmover y, en este movimiento,
incluir variaciones, modificaciones, novedades. Francesca Bianchi, señala que
“todos los que, sobrepasando los límites, tocan a la lengua, a la civilización
y los modifican no están exentos de ser marcados de feminidad” [xiii].
Sin embargo, no
todo movimiento social puede alojar lo femenino, el goce femenino como tal,
pues los movimientos sociales pueden tener al menos dos salidas: confrontar al
orden establecido, oponerse a él y constituir, por oposición, un orden que
reemplaza al anterior, lo que implicaría cambiar de posiciones en una misma
lógica fálica, dual, binaria, amo - esclavo, opresor - oprimido, víctima - victimario,
etc. O, constituir un movimiento que, dé lugar a algo distinto, a una lógica no
universalizante, que consienta al no todo.
Esta sería una ocasión,
en la que se puede localizar lo femenino, entre centro y ausencia, como plantea
Lacan en el Seminario 19[xiv]
y que Miquel Bassols, precisa con claridad, “el goce Otro es una especie de Uno inaccesible. Lo femenino
es definido como marcado siempre por una ausencia -por cierto, no una falta, ni
una castración, que afectan irremediablemente a todo neurótico
independientemente de su género-. La posición femenina está [...] entre centro
y ausencia"[xv], entre el centro que es
la función fálica y la ausencia que es el goce Otro.
La relación de suplementariedad
del goce Otro, que no pretende unirse
para formar un todo con el goce fálico. Es un goce que se presenta como indecible, indescifrable, es un goce del
cuerpo, “que no existe y nada significa. Hay un goce suyo del cual quizá nada
sabe ella misma, a no ser que lo siente: eso sí lo sabe"[xvi]. Por ello se conoce como
goce hetero, por ser radicalmente Otro, tanto para hombres como para mujeres,
por lo cual inquieta, perturba y genera en muchos casos, las más radicales
represiones, odio y segregación.
Por ello, podríamos
decir que, en todo movimiento social, hay un goce que se ignora, y que puede
conducir a la deriva del goce fálico por la vía del exceso y de la destrucción
de lo Otro, en uno mismo, o conducir a otra lógica que incluya eso segregado de
manera creativa, se entreteja, pero a su vez de lugar a formas inéditas de lazo
social.
El psicoanálisis,
advertido de la contracara del goce que se ignora, en cada relación con el
ideal, aguarda, sin esperar nada de lo que los movimientos sociales en la época
actual pueden enseñar, apostando a la singularidad de cada sujeto, más allá de
la masa, en relación al goce propio que lo habita y lo concierne.
Referencias
[ii] Garza Talavera “Las teorías de los movimientos sociales y el enfoque multidimensional”.
Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-16162011000100007
[iii] Lacan, J. (1974). La Tercera. Pag 31
[iv] Lacan, J. (1974). La Tercera. Pag 34
[v] Lacan, J. (2009). Seminario
18. De un Discurso que no fuera Semblante. Buenos Aires: Paidós
[vi] Lacan, J. (2008). Seminario 16. De un Otro al otro. Buenos Aires: Paidós. pág. 351.
[vii] Lacan, J. (2008). Seminario 16. De un Otro al otro. Buenos Aires: Paidós. pág. 359
[viii] La Sagna, P. (2022). Las mujeres, la lalengua y la serpiente, un trío de origen.
Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/las-mujeres-la-lalengua-y-la-serpiente-un-trio-de-orygen/
[ix] La Sagna, P. (2022). Las mujeres, la lalengua y la serpiente, un trío de origen.
Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/las-mujeres-la-lalengua-y-la-serpiente-un-trio-de-orygen/
[x] La Sagna, P. (2022). Las mujeres, la lalengua y la serpiente, un trío de origen.
Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/las-mujeres-la-lalengua-y-la-serpiente-un-trio-de-orygen/
[xi] La Sagna, P. (2022). Las mujeres, la lalengua y la serpiente, un trío de origen.
Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/las-mujeres-la-lalengua-y-la-serpiente-un-trio-de-orygen/
[xii] Biagi-Chai, F. (2022). La instancia social de la mujer. Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/la-instancia-social-de-la-mujer/
[xiii] Biagi-Chai, F. (2022). La instancia social de
la mujer. Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/la-instancia-social-de-la-mujer/
[xiv] Lacan, J. (2012). Seminario 19. O peor, Buenos Aires: Paidós. pág. 118
[xv] Bassols, M. https://mujeres.jornadaselp.com/textos-de-orientacion/textos-de-orientacion-lo-femenino-entre-centro-y-ausencia/
[xvi] Lacan J. (2008), Seminario 20, Aún, Buenos Aires,
Paidós. Pág. 90
Lecturas del axioma “La mujer no existe”
Ma.
Fátima Escóbar Nogales
Psicoanalista de orientación lacaniana
Introducción
El nombre “impropiamente
femenino”
En
su argumento, Cristiane Alberti, retomando las fórmulas de la sexuación, afirma:
“La “parte llamada mujer”, por su lado, no responde a ningún universal sino
solamente a una relación contingente con el falo. No está toda tomada en la
dimensión fálica, ya que en la raíz de ese no-todo, Lacan postula un goce
propiamente femenino: un goce indecible del cuerpo, sin forma, ni razón. Si
se la dice a esa parte “impropiamente” femenina, es en el sentido en el que
es la sexualidad femenina la que permite que se la perciba mejor: en
términos imaginarios, el continente negro freudiano o el sentimiento oceánico;
en términos lógicos, el infinito o el no-todo”[2].
Una
lectura a la letra de la cita, la autora reconoce que nombrar “goce femenino”
es impropio, y, por doble motivo: 1) porque si se la dice a esa parte
“impropiamente” femenina, es en el sentido en el que es la sexualidad femenina
la que permite que se la perciba mejor; 2) porque el goce femenino, como
nos recuerda la psicoanalista, “si las mujeres se encuentran sin una
verdadera mediación, expuestas a ese goce suplementario no tienen monopolio,
también vale para los hombres”. Amén de que estos dos sexos pueden colocarse en
cualquiera de los lados de la fórmula, ya que poco importa si se trata de
hombres o mujeres, importa que son cuerpos hablantes.
Interpretamos
en primer lugar en estos dos motivos, un uso, sino sinónimo al menos
equivalente de todos estos términos: “la mujer”, “mujeres”, “sexualidad
femenina”, “goce femenino”, etc. Y, en segundo lugar, aquel nombre “impropio
femenino” generalizado.
El principio femenino
generalizado a los hombres
Si
lo femenino atañe a ambos sexos en términos de goce, “goce femenino”, y es
común a ambos sexos, querría decir, que este “goce femenino”, hace “iguales” o
“semejantes” en ese punto a hombres y mujeres, al menos no los diferencia, ahí
no estaría la diferencia. En esta línea podemos entender los equívocos de la
lengua, que leemos en los títulos de algunos argumentos como, de Eva Bachiola,
que reza “Inextinguible demanda de lo femenino- no es un asunto sólo de
mujeres”, O el título de Lebovits-Quenehen, Anaëlle: “Si la mujer no existe,
¿son los hombres mujeres como las otras?” O en el texto de Marie Hélene
Brousse, quien señala: “Nuestros únicos instrumentos de trabajo son las
palabras y los sonidos. Desde este punto de vista, las mujeres son hombres como
los otros. Ellas se alinean en la categoría de “seres hablantes”[3].
Así mismo en el texto de Cristiane Alberti, afirma que, el paso decisivo dado
por Lacan es por lo tanto haber planteado que el “principio femenino[4]
puede entonces generalizarse a los hombres y se aclara como el principio de un
goce que se sostiene más allá del sentido fálico. Proporciona así su estatus
más profundo al goce".
Dejar
así este impropio “principio femenino generalizado”, conlleva favorecer el
malentendido fundamental de la lengua, que como sostiene el mismo Lacan -con
referencia a sus fórmulas y grafos-, puede dar lugar a una y cien interpretaciones.
En esta misma línea están las lecturas de afirmaciones
tales como: “que la mujer tiene una gran libertad con respecto al semblante”[5].
O “imposible encontrarle un lugar en el mundo y que en cualquier lugar –madre,
esposa, hija- no dejará nunca de suscitar la rebelión, debido a que una parte
de lo femenino es completamente insituable”. O lo femenino como lo profundo, lo
oscuro, a lo que falta una esencia femenina, lo que es un goce sin límite, sin
nombre, sin marco fantasmástico, etcétera, ¿no devienen en atributos que hacen
a un conjunto, a un colectivo? ¿Qué distingue a una rebelión femenina de una
rebelión masculina?
Así, hablar y
escribir acerca de La mujer no existe
conlleva que se malentienda lo que se maldice: “no hay relación sexual”
Pero, los atributos no explican la frase La mujer no existe. Según Anaëlle
Lebovits-Quenehen, “entender que el artículo definido La antepuesto a mujer, apunta
a una definición, a una esencia, que es la que justamente no hay, por eso Lacan
escribe tachándo el artículo La. No hay una esencia ni definición de mujer,
por ende, tampoco hay colectivización, eso quiere decir que las mujeres no
coinciden con ese goce que las habita”[6].
Entonces, aquellos atributos podrán
acaso ser enlistados del lado de lo que existe.
El goce femenino-lo que existe
En
el psicoanálisis de orientación lacaniana, hablamos y leemos por doquier acerca
del goce femenino, atribuibles a la parte mujer de las fórmulas de la
sexuación. Entonces hay goce femenino, lo que no hay es La Mujer. Anaëlle
Lebovits-Quenehen, aclara la diferencia entre lo femenino y la feminidad. La
feminidad designa aquello en lo que participan las mujeres (cultura), lo
femenino, en cambio, designa lo real, un goce en el que las mujeres no
coinciden con ellas mismas Tenemos ahí, que, si bien no hay definición de
mujer, hay la feminidad y hay el goce femenino, ambos atribuidos a la mujer o a
las mujeres, ¿de la cultura?... y a los hombres! Aquí también leemos un pasar de hablar en
singular a hablar en plural: mujer, mujeres, y en singular de femenino y de
feminidad; sin dejar de reparar en otra afirmación: “las mujeres no coinciden
con ellas mismas”, vale decir, hay un goce femenino, pero, en ese goce
femenino, las mujeres que no existen, no coinciden con ellas mismas.
Por
su parte Laurent Dumuolin, sostiene en su título que hay “Dos sexos, un cuerpo,
ningún universo”. Excepciones,
singularidades y particularidades no constituyen sino tratamientos de la única
universalidad: La mujer no existe. Universalidad paradójica puesto que es
aquella que veta… ¡toda universalidad! Y tal vez enlistar todas las no existencias
en psicoanálisis: No hay acto sexual, No existe el Otro, No hay universo de
discurso, No hay relación sexual.
Finalmente,
y para cerrar: ¿Cuál es la función de seguir con el equívoco del nombre “goce
femenino”, si es asunto de mujeres y de hombres, por qué seguir llamándolo
femenino?
[1] Asociación Mundial de Psicoanálisis: Argumentos hacia la gran
conversación. Consultado en fecha 07 de febrero de 2022. Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/category/argumentos-es/
[2] Alberti, Cristiane; La mujer no existe. Consultado en fecha 5 de marzo de 2022, hrs.
23:00. Disponible en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/la-femme-nexiste-pas-2/
El subrayado es nuestro.
[3] Brousse, Marie-Hélene; Un asunto de desaparición: L (ella) se ha
largado. Consultado en fecha 03 de febrero de 2022. Disponible en
https://www.grandesassisesamp2022.com/es/une-affaire-de-disparition-l-sest-barre/
[4] El destacado es nuestro.
[5] Lacan, Jacques; El Seminario, Libro XVIII. Argentina, Ed. Paidós,
2009, pág. 34.
[6] Lebovits-Quenehen, Anaëlle; Si la mujer no existe, ¿son los hombres
mujeres como las otras? Consultado en fecha 02 de marzo de 2022, en: https://www.grandesassisesamp2022.com/es/category/argumentos-es/
EL GOCE COMO TAL
Alejandra
Hornos Harasimuk
La cuestión
de la diferencia sexual entre hombres y mujeres, no escapa a la lógica binaria
de la diferencia significante, a la que estamos sometidos por el hecho de
habitar el lenguaje. Se trata de una lógica que no puede más que hablar de
aquello representable en la dimensión sexual, entendida como “género”. Una
categoría que, a pesar del actual empuje a su multiplicación, acaba por
reproducir la estructura binaria del lenguaje.
Jacques
Lacan, en un primer tiempo de su enseñanza, refiere la diferencia de los sexos
con los significantes “hombres” y “mujeres”, una lógica fálica que funciona con
el símbolo de la presencia o de la ausencia, fálico o castrado. Luego, en
relación a la diferencia entre significantes, advierte que no se encuentra el
significante que pueda definir a La mujer. Un
desencuentro que tiene su antecedente en Freud, quien señaló que no hay una
inscripción de la diferencia de los sexos en el inconsciente, sino que solo
existe el símbolo fálico para representarlos en su divergencia.
Lacan retoma
esta cuestión en los años setenta y piensa una nueva lógica sobre la
feminidad más allá del Edipo, de la lógica fálica y de la diferencia hombre-mujer.
Elabora las fórmulas de la sexuación para abordar las discrepancias entre la
posición masculina y femenina en relación al goce y ubica el concepto de “no-todo”.
Hasta 1974, elabora y comenta sus fórmulas, destacándose los textos de L’étourdit
(1972), Televisión (1973) y el seminario 20 (1972-73). En su
última enseñanza, concluye que el único real que cuenta para el ser hablante es
el goce como tal, tornándolo singular en función del modo de gozar del propio
cuerpo. Se trata de posiciones de goce—femenina y
masculina— que no
remiten necesariamente ni al real biológico del sexo, ni a la forma del cuerpo
como imagen y tampoco al género como simbólico.
Es el
estudio de la sexualidad femenina lo que permitió a Lacan, correr el velo que
recubre a ese goce desconocido. Lo desarrolla en Aún, para encontrarlo más
tarde también en el varón. Presente en él, pero oculto “[…]
bajo las fanfarronadas[AHh1] del goce fálico.”[1],
Miller señala que se manifiesta claramente en los hombres que eligen no
pasar por el goce fálico, como los místicos, que lo sienten como efecto de una
ascesis. También se revela en quienes ubican en el lugar del Otro, otra cosa
que el cuerpo de la mujer, e instalan en él a Dios o a lalengua y gozan
de eso. Así se evidencia, que “[…] el goce como tal, no tiene la más
mínima relación con la relación sexual.”[2]
Ser
macho no obliga a colocarse de ese lado de las fórmulas de la sexuación, pueden
hacerlo también del lado del no-todo. Lacan advierte que hay allí, hombres que
están tan bien como las mujeres y no por ello deja de irles bien. A pesar de lo
que a manera de falo les estorba, “sienten, vislumbran la idea que hay un goce
que está más allá”.[3]
Los seres hablantes pueden colocarse de uno u otro lado de la sexuación
independientemente de su anatomía.
Del
lado mujer de las fórmulas de la sexuación, La (tachada) indica que no
hay universal todo y hace vértice disparando una flecha doble. Una, pasa
del otro lado al Fi, lugar de los comunes asuntos humanos y la otra se va hacia
el S(A/), a modo de escape a un sitio indecible y singular. La doble flecha
origina un resquicio hacia donde lalengua conduce al hombre no-todo o
mujer no-toda. Son los bordes donde se escribe la fórmula del lado mujer, una que
escribe el goce de una mujer como tal. Un goce del que quizás nada sabe, pero
lo siente. Sentirlo “no les ocurre a todas”[4],
ni a todos.
Jacques-Alain
Miller en El Ser y el Uno, refiere que lo designado por Lacan como el
goce femenino lo introdujo en su última enseñanza. Un goce que no apunta a
un binarismo, en el que la mujer tendrá el goce femenino y el hombre el
masculino. Si bien en un primer momento, Lacan cernió lo específico de cada
goce, en un segundo tiempo “[…] lo que entrevió por el lado
del goce femenino lo generalizó hasta hacer de él el régimen del goce como tal”.[5]
Un goce sustraído de la maquinaria edípica y reducido al puro acontecimiento
del cuerpo.
*Elaboración en el
cartel preparatorio para la publicación de SCILICET 2022.
Hacia la Gran conversación virtual de la AMP: “La mujer no existe”.
Presentado
en “Cartelizados” en APEL SCZ en marzo del 2022.
[1]Miller, J.-A. (2011) “El
desnivel entre el ser y la existencia”, Revista
Freudiana, 68, Barcelona, ELP, 2013, p.
[2]Ibíd.
[4] Lacan, J., (1972- 1973) El
seminario, Libro 20, Aún, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 90.
[5]Miller, J.-A. (2011) “¿Qué es lo real?”, Revista Freudiana, 61, Barcelona, ELP, 2011. p.
[AHh1]Se jacta de lo que no es, apariencia y hojarasca
LOS
LOBOS ESTÁN AQUÍ
PEDOFILIA,
PERVERSIÓN, PROGRESISMO*
Alejandro Ovando
En 1697, el francés Charles Perrault publica Cuentos de Mamá Oca[1]. Ocho cuentos
infantiles escritos en prosa, inspirados en las historias que las nanas
contaban a los niños. Caperucita Roja
es el segundo de estos cuentos, una historia en la que una hermosa niña es
engañada por un lobo, quien la invita a desnudarse, a acostarse en la cama con
él y luego la engulle. En la moraleja del cuento, una advertencia para las
niñas en relación al lobo: temor a este porque puede presentarse como un joven
apuesto, seductor, de buena retórica, pero en realidad es un depredador listo
para devorar niñas con sus colmillos enormes. La versión de Perrault fue alterada
por los Hermanos Grimm, quienes a fin de suavizarla, agregaron el personaje del
cazador que rescata a la ingenua niña. Pero, cuando se trata de depredadores de
niños, ¿es acaso posible un final feliz?
Las relaciones sexo-afectivas entre niños y adultos no
siempre han sido tan mal vistas. Sin ir demasiado lejos, en el siglo pasado
surgieron los movimientos pro-pedofilia, que enlistaban entre sus filas a
científicos y artistas notables, también a distintas organizaciones sociales y
políticas. Estos gozaron, en su momento, de un lugar de reconocimiento en las
esferas sociales europeas y estadounidenses.
Estos movimientos no han muerto y tampoco están dormidos,
solo han retrocedido ante la actual cruzada adulta por proteger a las
infancias. La North American Man / Boy Love Association (NAMBLA)[2] es
una organización activa que cuenta con miembros que la sostienen, a través de
donaciones económicas, desde el año 1978; incluso cuenta con un programa que
ofrece apoyo a sujetos encarcelados por pederastía
y a sus familias. Se opone a las leyes relativas a la edad de consentimiento y demanda
la expulsión de la pedofilia de la lista de parafilias.
En tanto a esto último, parece hallarse cierto avance. Léase
sobre el distingo entre la orientación
sexual pedófila y el trastorno de pedofilia,
señalado en el DSM-5[3]. De
esta diferenciación han tomado su yesca las comunidades pedófilas, aunque ciertamente
algunas han avanzado más allá. NAMBLA, por ejemplo, distingue también entre el
abuso sexual de un menor y una relación sexual mutuamente consensuada entre un niño
y un adulto. ¿Puede realmente un niño consentir a las intenciones sexuales de
un sujeto adulto? “Ceder no es consentir”, indica Hamann[4] en
su texto, el cual invito a leer.
Otra propuesta de NAMBLA y de los movimientos pro-pedofilia
en general es que el niño es portador de una sexualidad que es coartada por las
instituciones sociales y por los padres. Sexualidad que ellos conocen y que
están dispuestos a rescatar en nombre de los derechos humanos y la libertad. Este
argumento, ¿no sitúa acaso a estos movimientos en el lugar de quien posee la
verdad en relación a la voluntad de goce del Otro? No arguyo aquí que todo sujeto
de orientación sexual pedófila sea un
perverso, señalo la desmentida en uno de los principales argumentos del
activismo pedófilo.
Por otro lado, sorprende que el movimiento pedófilo no
encuentre su lugar en el progresismo actual, en la época en la que todo goce
pretende el estatuto de derecho. Sucede que el progresismo no se ha sustraído
de la infantolatría que señalaba
André[5] en
el 99, solo parece haberla modificado. El niño, el bien más preciado, deben ser
protegidos de la violencia apartándolos de los pedófilos, no imponiéndoles un
género o no negándoles el acceso a tratamientos hormonales y a procedimientos
quirúrgicos si deciden mutar su sexo.
Los lobos están aquí, han estado siempre. Se revelan al
mundo con sus activismos o se esconden bajo sus sotanas. Su discurso encarna la
desmentida de la castración, de forma más o menos elaborada: “amor”,
“libertad”, “derechos humanos”, “inclusión”; agréguese alguna de estas promesas
a cualquier discurso y se verá crecer el número de sus seguidores.
*Elaboración en el cartel “Laberinto de la
sexualidad: posición sexual y elección de objeto”, cartel preparatorio a las
XII Jornadas de la NEL: “¿Sexualidad(es)?” Presentada en “Cartelizados” en APEL
SCZ.
[1]
Perrault, Ch.; Los cuentos de mamá Oca.
Historias y cuentos de tiempos pasados, Titivillus, 2016, 64.
[2] https://www.nambla.org/
[3] Asociación Americana de Psiquiatría; Manual diagnóstico y estadístico
de los trastornos mentales (DSM-5®) (5ta ed.), Asociación Americana de
Psiquiatría, Arlington, 2014, 949.
[4] Hamann,
M., “Pedofilia(s) y consentimiento”, https://jornadasnel2022.com/blog/portfolio-items/pedofilias-y-consentimiento/
[5] André,
S., “La significación de la pedofília”,
https://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=159
UN NOMBRAMIENTO QUE SIRVA PARA RESPIRAR
Dayana
Delgado Villegas
Camino
a las jornadas 2022 y conformando un cartel hacia éstas, me convoca al trabajo
esta pregunta ¿Qué estatuto tiene para el adolescente la nominación de género?
Freud
nos habla sobre la pubertad en tres
ensayos sobre teoría sexual en el apartado “La metamorfosis de la pubertad” allí hace referencia a los cambios
corporales como el crecimiento, las transformaciones que se manifiestan en el
orden del cuerpo. Señalaría como parte de la
metamorfosis el cambio en la elección de objeto que supone un duelo por la
pérdida del objeto edípico y la puesta en juego del complejo del semejante, el
prójimo y la identificación con los pares.
La tormenta puberal
desafía la estructura, sorprende, causa angustia, y promueve el tiempo en que
el sujeto pone a prueba las bases con las que se constituye, cuya escritura se
inaugura en la primera infancia. Lacan,
por su parte, toma la obra de Wedekind
“el despertar de la primavera” para abordar la pubertad y los despertares
sexuales propios de esa época.
Un despertar significante
que remite a un pasaje. Un despertar, efecto de un relámpago que en tiempos
puberales comienza a ser convocado por los cambios corporales, los deseos
inconscientes y por las fantasías que allí concurren a anudarse en un
segundo tiempo de la sexualidad, que ha sido inscripta en sus fundamentos primeros
por los efectos leídos a
posteriori y que el Complejo de
Edipo ha dejado como marca estructural en la historia infantil del sujeto.
La
transformación, y otras expresiones de la irrupción de lo real en dimensiones
varias, producen una conmoción estructural que se conoce con el nombre de
adolescencia. una manifestación perceptible de una complejidad estructural, o
como manifestación que denuncia lo traumático de la sexualidad, algo que no puede
ser puesto en palabras. Entonces, referirse a la adolescencia es referirse a un
síntoma.
La precipitación de los
cambios corporales, reestructuran también la relación con el espejo. La estructura se
moviliza por la irrupción del goce pulsional y se traduce en las consecuencias a
nivel del lazo social, que supone el lazo sexual. En la llamada
adolescencia está la posibilidad de lograr otro modo de satisfacción, dada por
el encuentro con el otro sexo y la posibilidad del acto sexual.
Será en este punto en el
cual, todo sujeto se encontrará con ese real que, Lacan nombrará La no relación sexual, por
lo cual en el Seminario
21, dirá: “Todos
sabemos porque todos inventamos un truco para llenar el agujero en lo real.
Allí donde no hay relación sexual, eso produce traumatismo, entonces uno
inventa, uno inventa lo que puede, por supuesto”[1]
El adolescente queda sujeto al S1 e intenta
encontrar sentido a esto que le está pasando, a su existencia. En esta búsqueda
constante de sentido, el adolescente anhela poder encontrar algo que lo alivie
y le ayude a soportar este evento, a veces perturbador, que tiene que ver con
lo real.
En esta búsqueda de nombrar algo de lo que le
pasa, el adolescente optará por ponerse en el lugar que mejor le convenga para
aliviar su sufrimiento, ya que en esta época de pluralización de los nombres
del padre y el empuje de goce femenino, el adolescente cae en una suerte de
desalojamiento y desregulación, frente a esta estas nuevas formas de gozar. Miquel
Bassols advierte algo a propósito del goce de transgresión con la que el sujeto
se encuentra en esta época “…y es que
cuanta más imposición haya de goce, menos puede elegir su forma propia de gozar
y más queda agarrado en esa lógica del capitalismo y neoliberalismo”[2].
Dada que la adolescencia es una etapa lógica,
debe ser superada, debe hallar una solución ante esta imposibilidad de la relación
sexual, la imposibilidad de encontrar una medida común entre los sexos. Cada
sujeto debe “inventar, mas allá de la
supuesta identidad fálica, su forma sintomática de hacer con lo real del goce
sexual”[3] nos
dice Bassols.
Entonces, me evoca pensar que cada uno desde
su singularidad, optará por nominar eso que le acontece y se aferrará a esa
nominación a capa y espada. Para Juan Carlos Indart “Las subjetividades se encuentran a la deriva, producto de un fracaso
de la función del padre, y el orden social crea una suerte de solución sobre la
base del encasillamiento de esas subjetividades según un nombramiento laboral”[4],
agregaría también que este nombramiento también puede concernir a otra
dimensión que no sea solo la laboral. Un nombramiento que puede ser para el
sujeto una especie de arreglo, un respiro más ante este momento que puede ser vivido
como padecimiento. Será solo en la intervención del uno por uno y apuntando
hacia lo singular, que podremos leer lo que sucede o acontece con ese sujeto en
este momento particular de su vida.
*Elaboración
en el cartel Cartel
#12 hacia las XII Jornadas de la NEL ¿Sexualidad(es)? Presentada en
“Cartelizados” en APEL SCZ en marzo del 2022.
[1]
Lacan,
J., Seminario 21, Los no incautos yerran (1973-1974), Clase 8, del 19 de
febrero de 1974, inédito.
[2] Bassols,
M., “LGTB+ entrevista a Miquel Bassols”,
Registros, Goces, tomo arcoíris, N° 15, marzo de 2020, p. 23.
[3] Bassols,
M., “La diferencia de los sexos no existe
en el inconsciente, sobre el informe de Paul B. preciado dirigido a los
analistas”, Grama, Buenos Aires, 2021, p. 66.
[4] Indart,
J.C., “Sobre el Ideal y el ser nombrado
para”, UMSAM EDITA, Buenos Aires, 2019, p. 43.
URGENCIAS SUBJETIVAS, ANGUSTIA Y ACTOS
¿Qué precipita una urgencia subjetiva?. Una urgencia
surge como efecto de un encuentro con lo real, pero también por la ruptura de
la trama de sentido que permitiría significar, interpretar y dar una
explicación a esa emergencia. Correlativa a estas dos coordenadas, se puede
incluir la caída del Otro; algo en el campo del Otro aparece como inconsistente,
no responde y el sujeto se vive como “dejado caer” de ese lazo.
La emergencia de lo real sin ley, es vivido como lo
“umheimlich”, en relación a la trama de sentido y a la organización simbólico
imaginaria del mundo. Se trata de un momento en el que “el sujeto – señala Guillermo
Belaga- pierde su anclaje y se sitúa en el borde de un abismo experimentando el
vértigo entre fascinación y la amenaza”[i].
Eric Laurent asocia la urgencia a la condición de trauma,
pues el trauma se presenta como un agujero en el interior de lo simbólico. Allí
donde lo simbólico es el sistema de las representaciones, a través de las
cuales el sujeto busca reencontrar la presencia de un real, puesto que “lo
simbólico incluye el síntoma, en su envoltura formal, y también lo que no llega
a hacer síntoma”[ii],
lo traumático es encontrarse allí, con un agujero.
Sin embargo, para Eric Laurent, el traumatismo de lo real
implicaría lo contrario, que hay simbólico en lo real, y que es lo que
caracteriza a la estructura misma del lenguaje, “es el lenguaje que es real, o
al menos, el lenguaje parásito fuera de sentido del viviente”[iii].
Por ello, en la dirección de la cura se pasará de tramitar por la palabra el
encuentro con lo real, a reinventar un Otro que no existe más. En palabras de
Laurent, “hace falta causar un sujeto para que reencuentre reglas de vida con
un Otro, que ha sido perdido”. Desde esta perspectiva, el traumatismo tiene en
el centro la no relación sexual, la falta de una regla que permita hacer con el
trauma sexual, por lo cual lo que queda es la invención.
¿Cómo se presentan las urgencias en nuestra época? Inés
Sotelo, señala que se manifiestan en el sujeto confrontado a un exceso, algo
que lo desborda y rebasa, y que se vive como “ruptura aguda, quiebre del equilibro
con el que la vida se sostenía, quiebre de los lazos con los otros, con el
trabajo, con los pensamientos, con el propio cuerpo, irrupción de lo real, fuera
de sentido”[iv].
Esto implica que, en la urgencia subjetiva, el sujeto aparece no solo barrado,
en condición de angustia sino también borrado, pues en muchas ocasiones no
logra implicarse en aquello que aconteció y que lo precipita a una conclusión
abrupta.
En la urgencia subjetiva la angustia tiene su lugar.
Lacan en el seminario 10 refiere que “la angustia es señal de lo real”[v],
es el afecto que no engaña por ser índice de lo real, y que por la vía del sin
sentido conduce a la dimensión de lo real del síntoma. No engaña, porque no se
deja atrapar ni por lo imaginario ni por lo simbólico, “designa lo real, el
goce, en la medida que lo imaginario y lo simbólico solo pueden girar a su alrededor”[vi].
Es ante la caída de la trama de sentido, que el sujeto se encuentra con este
real, que angustia y que solo puede vivirse en el cuerpo.
Ante la angustia, el acting out y el pasaje al
acto se presentan como formas no elaboradas, señala Lacan en el seminario 10,
puesto que no se manifiestan por la vía del significante, sino aparecen como
fenómeno. En ambas se ponen en juego tanto la escena como el objeto, “el sujeto
se mueve en dirección a evadirse de la escena. Es lo que nos permite reconocer
el pasaje al acto en su valor propio, y distinguir de él lo que es muy
distinto, ya lo verán ustedes, a saber, el acting out”[vii].
En el acting out, el objeto a se presenta en la
escena, se trata de un acto que escenifica algo de la presencia de un objeto,
mientras que en el pasaje al acto el sujeto se encuentra bajo la barra, se
borra de la escena, “su estructura es un fuera de escena, que no deja lugar al
juego significante y su correlato es el dejar caer”[viii].
El pasaje al acto, es definido por Lacan como la identificación absoluta con el
objeto, por lo cual el sujeto se precipita fuera de la escena, en cuanto el
acting out, es la mostración del sujeto en tanto objeto, apuntando a ser
alojado en el Otro. Son dos formas de acto frente a la angustia.
En ambos casos, se trata de un grito que no es aún
llamado, que para que se constituya como tal, es necesario un Otro que escuche.
Allí la presencia de un analista jugará un papel fundamental ya que ante el
acting out, la orientación dada por Lacan es la de no interpretar, darle
sentido, sino hacer pasar por la palabra lo que se presentó como puro acto,
mostración, escena. Para lo cual el analista abre un paréntesis, un tiempo y un
lugar para la escucha, de eso que por la vía de la angustia empuja a una conclusión.
Esta lectura, nos conduce a pensar en los tiempos lógicos
propuestos por Lacan en su texto “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre
anticipada”[ix],
instante de ver, tiempo de comprender y momento de concluir. En la urgencia subjetiva,
se produce un pasaje del tiempo de ver, a la urgencia de concluir, se precipita
una conclusión que puede conducir al pasaje al acto o al acting out, o
el sujeto puede detenerse en un instante de ver, cargado de angustia,
paralizado, inmóvil. Lo que falta es el tiempo de comprender.
En este contexto, la intervención analítica, hará un
espacio para comprender algo de lo acontecido, lo que no es posible sin el
despliegue del discurso del sujeto, sus significantes S1- S2, la trama de
sentido que puede elaborar al respecto, y donde se escuchará implicado desde
una posición respecto de un Otro y de un objeto. Inés Sotelo lo plantea de la
siguiente manera “frente a la prisa por concluir que atraviesa a quienes
participan de la urgencia, el analista propone una pausa, en principio para
leer lo que acontece”[x].
Un analista en posición, alojará esta condición y
apuntará a restablecer algo de ese entramado que se soltó, para localizar allí
algo del sujeto, las coordenadas subjetivas donde se produjo la urgencia, más
allá de los hechos y contingencias, ese algo que el evento tocó en el sujeto,
allí “la urgencia empezará a hacerse propia”[xi],
dirá Inés Sotelo. Esto fundamentalmente porque la urgencia puede localizarse en
múltiples y distintos lugares, en los padres, en la institución, en el colegio,
en el Otro o en el sujeto mismo, será necesario escuchar finamente para no
presuponer el lugar de la emergencia o urgencia.
Por ello, podríamos decir que en la urgencia subjetiva
pasamos de un real, del encuentro con el sin sentido, a la articulación
significante de lo que irrumpió en lo real, para luego, nuevamente,
moebianamente, una vez puesto en forma el síntoma, volver a hacer desconsistir esa
trama de sentido gozado que mortifica al sujeto. Del trauma a la significación,
y retorno, del sin sentido de lo real, al sentido del síntoma y nuevamente al
sin sentido del goce.
A un primer tiempo de la irrupción, el acto del analista
abrirá un segundo tiempo, donde se propicia el tratamiento de lo real por lo
simbólico, separando al sujeto de los significantes que lo alienan, nombran,
mortifican, hacen gozar. Se trata de una
escansión, donde “el analista interviene en la medida que detiene el discurso
del paciente, por medio de lo que interpreta, y por ese acto mayor que consiste
en decir que se terminó”[xii].
Conclusión que atraviesa cada sesión, cada análisis, cada entrevista, cada
urgencia.
Por lo tanto, al actig out y al pasaje al acto, se puede articular
otro acto, el del analista que, como todo acto, produce consecuencias, marca un
antes y un después. El analista, en posición será quien escuche al sujeto, y a través
de su acto, reinscriba algo del sujeto que quedo abolido por el acto o dividido
por la angustia. El acto analítico, se verificará apress coup, al encuentro dado
en el consultorio privado, en el espacio institucional, en la sala de urgencias
médicas, en las calles, cualquier lugar donde los analistas ejercen su práctica.
El modo en que se aloje y opere frente a la urgencia subjetiva, determinará el
derrotero de la angustia del sujeto, la cual podrá quedar acallada, silenciada,
desestimada, o podrá ser puesta al trabajo, con consecuencias en la relación
del sujeto con su inconsciente y su modo de goce, esta última es la apuesta del
psicoanálisis de la orientación lacaniana.
Referencias
[i]
Belaga, G. (2009). Trauma, ansiedad y síntoma, respuestas clínicas. Perspectivas
de la clínica de la urgencia. Buenos Aires, Grama, pág. 35.
[ii] Laurent, E. (2009). En Revés del trauma. Perspectivas
de la clínica de la urgencia. Buenos Aires, Grama, pág. 19
[iii] Ídem
[iv] Sotelo, I. (2009). Qué hace un
psicoanalista en la urgencia?. Perspectivas de la clínica de la urgencia.
Buenos Aires, Grama, pág. 26
[v] Lacan, J. (2007). Seminario 10. La
Angustia. Buenos Aires, Paidós, pág. 171
[vi] Miller, J. A. La angustia lacaniana. Buenos Aires, Paidós, pág
[vii] Lacan, J. (2007). Seminario 10. La Angustia. Buenos Aires, Paidós,
pág. 129
[viii] Rojas, A. (2007). La angustia en las primeras entrevistas. Perspectivas
de la clínica de la urgencia. Buenos Aires, Grama, pág. 51
[ix] Lacan, J. (1984). El tiempo lógico y
el aserto de certidumbre anticipada. Los Escritos. Tomo I. Buenos Aires,
Siglo XXi, pág.
[x] Sotelo, I. (2009). Qué hace un psicoanalista en la urgencia?. Perspectivas
de la clínica de la urgencia. Buenos Aires, Grama, pág. 29
[xi] Sotelo, I. (2009). Qué hace un psicoanalista en la urgencia?. Perspectivas
de la clínica de la urgencia. Buenos Aires, Grama, pág. 29
[xii] Miller, J.A. (1998) Signos del goce, Buenos Aires, Paidós.
“CUERPOS EN URGENCIA, SUJETOS SIN PALABRA”
Asociada a NEL Delegación
Cochabamba
Cartel: Urgencias subjetivas
Mas Uno: Fabiana Chirinos.
Miembro AMP, NEL
Muchas
personas acuden a consultas solas, acompañadas o derivadas por otros profesionales,
con malestares que se manifiestan en su cuerpo; malestares, de los cuales la
medicina no puede dar explicación. Las demandas de atención frente a dicho
malestar, se encuentran desprovistos de preguntas, implicación o división
subjetiva.
En
algunas ocasiones frente a eso de lo que no se sabe nada, es en el DSM que
encuentran un nombre, acudiendo así a consulta personas con diagnóstico de
ataques de pánico, stress post traumático, u otros, describiendo los malestares
físicos que los aquejan, pero sin preguntas sobre sus causas. Muchos de los
términos asociados a estas demandas son la “urgencia” en su atención, y el
“Trauma” que pudiera haber causado.
Nos
encontramos así, con un cuerpo afectado por lo real, sin un pasaje por lo
simbólico. Son presentaciones donde la libido afecta de manera directa al
cuerpo, sin la posibilidad de una construcción inconsciente que lo anime, y sin
una representación psíquica de ello, dificultando el inicio de un análisis. Como
lo había notado Freud tempranamente en uno de los textos del Tomo I, allí
menciona que:
"..la tensión física crece, alcanza su
valor de umbral con el que puede despertar afecto psíquico, pero razones
cualesquiera el anudamiento psíquico que se le ofrece permanece insuficiente,
es imposible llegar a la formación de afecto sexual porque faltan para ello las
condiciones psíquicas: así la tensión física no ligada psíquicamente se muda
en.. Angustia"
Esta
desviación o “desacarrilamiento”, como
lo llama Freud, dificulta un análisis, y parece ser la característica de los
síntomas contemporáneos. Estos síntomas se caracterizan porque la persona se
encuentra aprisionada en el punto mismo de su sufrimiento.
Este
sufrimiento es el que en un momento de urgencia es llevado a consulta. Estas
consultas pueden estar dadas por un acontecimiento en la vida de la persona,
que marca un antes y un después, imposible de simbolizar.
Si
en el lenguaje común, la urgencia implica la necesidad de una atención pronta,
para el psicoanálisis la urgencia es pensada como un momento de irrupción,
involucra un encuentro con lo inesperado, que tiene como saldo el haber
producido una conmoción para el sujeto, confrontándolo con algo de lo
insoportable. “La urgencia reúne la presencia de un padecimiento sin velo, sin
trama, con la cuestión del tiempo”
Este
padecimiento sin velo implica la caída de la escena psíquica, que al
introducirse la dimensión del tiempo, en un primer momento da lugar a la
dimensión del apremio y la prisa, y es necesario que opere un segundo tiempo
que introduzca una suspensión, un tiempo para comprender.
Sin embargo, en estos casos donde acuden
sujetos tomados por el malestar en su cuerpo sin posibilidad de articular nada
sobre éste, se encuentra un instante de ver, detenido en una afectación del
cuerpo.
Es
a partir de la lectura de la afectación corporal, que el analista puede
introducir en esa detención, un tiempo de espera, dando una connotación de
acontecimiento corporal a aquello que no es posible decir a través de la
palabra.
“La pulsión es siempre la experiencia de una
urgencia subjetiva en relación a ese tiempo infinito del lenguaje”
Es
la palabra, que permite hacer lugar a la emergencia de angustia y tratar algo. “…es
el lenguaje el que induce una experiencia del tiempo”
Esta
experiencia del tiempo, que es siempre subjetiva, afecta al cuerpo y es solo en
su vinculación al lenguaje que se puede articular algo desde lo simbólico que
permita significar esta experiencia traumática, significación que siempre será
singular.
Lo
que posibilita el encuentro con un analista
El
encuentro con un analista no es sin consecuencias. Cuando hablamos de urgencia,
el fin no es encontrar un alivio a ese desorden pulsional, es una apuesta por
un más allá que permita sostener un tiempo de comprender, hacer pasar el
acontecimiento por la palabra para que así el sujeto pueda subjetivar la
urgencia y construir sus propias coordenadas.
La
operación analítica, permite la apertura del inconsciente "yo no soy,
pienso" reanuda el tiempo lógico, en donde el sujeto puede representarse”
Esta
intervención apuntará a poner palabras a esa urgencia de la pulsión enmudecida
que causó una disrupción en el cuerpo. No sin alojar el tiempo de decisión del
sujeto para transitar su propio recorrido.
Trabajos
citados
Bassols, M.
(2016 de Febrero de 2016). El cuerpo hablante: sobre el inconsciente en el
siglo XXI. Obtenido de Freudiana:
https://freudiana.com/el-cuerpo-hablante-y-sus-estados-de-urgencia/
Delgado, O. (2005). Angustia y trauma. En G. C. Belga, La urgncia generalizada
2. Ciencia, política y clínica del trauma (págs. 75-92). Buenos Aires:
Grama.
Freud, S. (2011). Borrador E. En S. Freud, Obras completas. Tomo I
(págs. 228-234). Buenos Aires: Amorrortu.
SUEÑO, DEFENSA Y DESPERTAR*
Fabiana Chirino O.
En el cuento Ruinas Circulares, Jorge Luis Borges narra el sueño de un hombre, que en el acto de soñar crea lo soñado. Es el hacedor, que emprende la tarea de crear un hombre, fibra por fibra, cada componente de un cuerpo que luego cobrará vida “quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad”, escribe Borges. “Noche tras noche, el hombre lo soñaba dormido”[i].
Cuando finalmente “en el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó”, el soñador se resistió a dejar ir a su creación, pues temía que el fuego develara que su hijo no era un hombre, sino “la proyección del sueño de otro hombre. ¡qué humillación incomparable, qué vértigo!”. Sin embargo, cuando el temido incendio ocurrió, el soñador “Caminó contra los jirones de fuego. Éstos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión”, dándose cuenta de que “él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo”. Eso, finalmente lo despertó.
Ruinas circulares, nos permite localizar la circularidad entre sueño y vigilia, de donde solo se puede salir a partir del despertar. Eric Laurent, ubica la oposición entre sueño y despertar como natural y casi biológica en Freud, sin embargo, Lacan subvierte “la evidencia del límite entre la vigilia y el dormir para despertarnos, a nosotros sus lectores, a otra cosa”[ii]. Un despertar vinculado a lo real, que es lo que conmueve esta circularidad.
El sueño teje una trama simbólica e imaginaria, constituyéndose en un semblante que opera como defensa frente a lo real. Miller en “La experiencia de lo real en la cura analítica”, distingue la dimensión del semblante, donde se articula lo simbólico y lo imaginario, se representa el deseo y se articula una verdad, de la dimensión de lo real donde “no hay un saber”, pues lo real “escapa a la significantización, a la Aufhebung significante y que precisamente la Aufhebung fálica, deja de lado”[iii]. Por tanto, el sueño en su dimensión de semblante, “se inscribe allí, donde en lo real no hay saber”[iv].
En el sueño, de un lado se encuentra la defensa, la dimensión de sentido, “el aparato mismo de significante – significado, que no es más que semblante en relación con lo real”[v], y por otro, la dimensión de lo real, que escapa al sentido, a la significación y que, por lo mismo, sorprende y despierta. Esto nos conducirá a su dimensión interpretativa, al punto no simbolizable, llamado por Freud, el ombligo del sueño.
A esta dimensión apunta la última enseñanza de Lacan, con la noción de inconsciente real, para decir que no se trata ya de la interpretación de sentido, sino del uso del sueño. Ya que alimentar el sentido por la vía de la interpretación, conduce a la repetición y circularidad, a un despertar para seguir soñando. Esta perspectiva, señala Miller, plantea que el psicoanálisis “o explota las relaciones del significante y el significado que no valen más que como semblantes respecto de lo real, o bien el psicoanálisis es una excepción capaz de perturbar la defensa contra lo real”[vi]. Indicando a la vez que perturbar la defensa es la “matriz misma de la operación analítica” [vii].
Sin embargo, estas dos dimensiones y funciones del sueño tendrán en la práctica clínica su lugar y su tiempo. En primer lugar, será necesario pasar por el camino de la lógica y del sentido, que implica “acompañar al analizante, autorizarlo a destapar todas las asociaciones posibles sobre un sueño” [viii], para en un segundo momento, conducirlo a un punto fuera de sentido. En esta perspectiva el sueño se convierte en instrumento del despertar”.
Ruinas circulares, muestra el punto de engaño de la trama de sentido. Allí ubicamos la dimensión del sueño como índice de verdad, pues la trama simbólica algo de la verdad inconsciente y del goce del sujeto, transporta. Sin embargo, el sueño ubica un índice de un real, “cuando lo real atraviesa la pantalla del sueño y aparece la angustia como signo de lo real”[ix], de una satisfacción que no cesa de no inscribirse, que permanece oscura, sin sentido, sin referencia al Otro y que está del lado del inconsciente real.
Permanecer en la vertiente de la verdad y su interpretación, conduciría a que el analista como el soñador soñado de Borges, quede atrapado en la circularidad del sueño, ya que como Marie Helene Brousse ubica, el analista podía ser el soñador[x].
Para Lacan, el sueño interpreta, esa es su dimensión de índice de real, su lado “ombligo”. Aquel que “interpreta el traumatismo inaugural”, dirá Marie Helene Brousse. El ombligo, es “un agujero en el saber, un agujero que resuena y produce ondas”[xi], los que tiene efectos en el cuerpo. Será lo que toca el cuerpo, lo real, lo que finalmente, despierta.
*Texto producto del Cartel “Sueño, Índice de Verdad o Índice de real” orientado hacia el XII Congreso de la AMP. Cartel conformado por Maite Russi, Denisse Ramírez, Andrés Alamo, Fabián Gómez, y Fabiana Chirino (Más Uno). El texto fue presentado en las Jornadas de Carteles de la Delegación Nel La Habana, “Bricolage…acerca de los sueños y sus usos” realizadas el 5 de Junio de 2020
Citas
[i] Borges, J. L., “Ruinas Circulares”, 2003, https://www.ingenieria.unam.mx/dcsyhfi/material_didactico/Literatura_Hispanoamericana_Contemporanea/Autores_B/BORGES/ruinas.pdf
[ii] Laurent, E., “El despertar de un sueño o el esp de un sue. Blog de la Asociación Mundial de Psicoanálisis”, http://uqbarwapol.com/el-despertar-del-sueno-o-el-esp-de-un-sue-eric-laurent-ecf/
[iii] Miller, J. A. Lo real en la experiencia de la cura, Paidós, Buenos Aires, 2018. p. 31
[iv] Idem
[v] Ibíd., p. 32
[vi] Ibíd., p. 34
[vii] Idem
[viii] Laurent, E., “El despertar de un sueño o el esp de un sue”. Blog de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, http://uqbarwapol.com/el-despertar-del-sueno-o-el-esp-de-un-sue-eric-laurent-ecf/
[ix] Fuentes, A. “Vaivén”. Paper 4. Sueño, Real, Verdad, https://congresoamp2020.com/es/el-tema/papers/papers_004.pdf, p. 22.
[x] Brousse, M. H. “El artificio, reverso de la ficción. ¿Qué hay de nuevo sobre el sueño 120 años después?”. Textos de Orientación Congreso de la AMP, https://congresoamp2020.com/es/articulos.php?sec=el-tema&sub=textos-de-orientacion&file=el-tema/textos-de-orientacion/19-09-11_el-artificio-reverso-de-la-ficcion.html.
[xi] ídem
Encuentro de Cartelizantes. Marzo 2020

En esta oportunidad, se trató del cartel denominado “Del Sujeto al Ser Hablante”, cuyo Más Uno fue Ana Ricaurte, Miembro de la NEL Guayaquil. El mismo comenzó en el año 2017, momento en que La Federación Americana de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana (FAPOL), abre un nuevo espacio llamado Iniciativa Universitaria de Formación e Investigación (IUFI) con el objetivo de favorecer el acercamiento de los estudiantes universitarios a las Escuela.
![]() |
Cartelizantes : Ana Rosa Arispe, Psicóloga y Maggie Jáuregui, Psicoanalista Asociada de APEL SCZ |
Producto de Cartel IUFI "Del Sujeto al Ser Hablante"
El obsesivo: Tántalo, Rana y Ser Hablante
![]() |
Maggie Jaureggie, Psicoanalista Asociada de APEL SCZ |
Referencias
· Freud, S. (1909) A propósito de un caso de Neurosis Obsesiva. Tomo X. Ed. Amorrotu. Bs. As.
· Godoy, C y Schejtman F. (2009) “La neurosis obsesiva en el último período de la enseñanza de j. lacan”. Anuario de investigaciones. Vol. XVI Facultad de Psicología – UBA. Bs. As.
· Indart, J. (2001) La Pirámide Obsesiva. Ed. Tres Haches. Bs. As.
· Lacan, J.; (1962-63) Seminario 10. La angustia, Ed. Paidós, Bs. As., 2006
· Lacan, J.; (1949), “El estadío del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, en Escritos 1, Ed. Siglo XXI, México
· Lacan, J.; (1957), “El psicoanálisis y su enseñanza”, en Escritos 1, Ed. Siglo XXI, México,
· Lacan, J. (1957-1958) Seminario 5. Las formaciones del Inconsciente. Ed. Paidós. Bs. As.
· Miller, J. A. (2016) El Inconsciente y el Cuerpo Hablante. Presentación del tema del X Congreso de la AMP en Río de Janeiro. Versión Digital.
· Tudanca, L. (2015) Lo imaginario enraizado en el cuerpo, artículo compilado en El cuerpo Hablante, Parlêtre, sinthome, escabel. Ed. Grama. Bs. As.
· Wikipedia. La enciclopedia libre. Espacio web.
Del Cartel IUFI: Del Sujeto al Ser Hablante. De junio 2017 a marzo 2019
Más Uno: Ana Ricaurte
Cartelizantes: Maggie Jáuregui. Ana Rosa Arispe. Janeth Llanos
Productos de Cartel. Psicoanálisis con niños.
Más Uno: Ana Ruth Najles

En el espacio de "Psicoanálisis y Ciudad " a realizarse todos los miércoles en la Fundación Simón I. Patiño en el mes de abril del 2018 se trabajo los productos del cartel "Clínica psicoanalítica de la orientación lacaniana con niños". Compartimos los artículos que serán el eje de trabajo en nuestras conversaciones de los días miércoles de este mes. Estos textos son producto del trabajo de Cartel realizado por algunas psicoanalistas asociadas de APEL. Cartel cuyo más uno fue la psicoanalista Ana Ruth Najles, miembro de la EOL y la AMP.
Todas las organizaciones internacionales de asistencia social o desarrollo humano, proponen una política o plan de acción singular para el participante de sus servicios. Respecto a las instituciones o casas de acogida de NNJA (sigla utilizada para denominar a los niños y niñas desde sus 0 a 23 años) las particularidades de cada institución, tiene resonancias que se entraman en el tejido singular del ser hablante.
- Najles, Ana Ruth. “Psicoanálisis con niños y problemas de aprendizaje” NEL-Univ. Católica Santiago de Guayaquil. Guayaquil, 2006.
- Freud, Sigmund. “Obras completas”. 1era ed. Siglo Veintiuno, editores. Buenos Aires, 2012.
- Anna Aromí, ¿Qué es una familia? Disponible en: http://www.nel-mexico.org/index.php?sec=Actividades-internacionales&file=Actividades-internacionales/Textos-Conferencias/14-09-05_Anna-Armoni.html
- J.-A. MILLER. Seminarios en Caracas y Bogotá. Buenos Aires: Paidós, 2015. Pág. 236. Disponible en: http://www.nel-amp.org/index.php?file=Actividades/El-Seminario-de-la-NEL/Seminario-de-Formacion-Lacaniana/2015-2016/Boletines/005.html
[i] Greta Stecher. “El super yo del siglo XXI”. Disponible en: http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/015/template.php?file=arts/Coloquio/El-superyo-del-siglo-XXI.html

Carteles en el marco de la IX ENAPOL.
Cartelizante: Fabiana Chirino O
Rasgo: Indignación y Reivindicación
Más Uno: Carlos García
Cartelizantes: Carlos García, Erendira Molina, Carla Gonzáles, Angélica León y Fabiana Chirino O.
La indignación, “es un afecto que, como su nombre lo dice, tiene que ver con la dignidad”[1], existiendo entre ambos, un lazo “esencial, no azaroso”[2]. Siguiendo sus distintas acepciones, la indignación, es un afecto y a la vez un efecto o reacción del sujeto ante una situación vivida como indigna, en tanto toca algo de la propia subjetividad y singularidad.
Ante hechos en los que la singularidad del sujeto es rechazada o vulnerada, la indignación se vive como una sensación de segregación del campo del Otro, de sus derechos, justicia o dones de amor. Sintiendo, como señala Arenas “los efectos en la carne”[3], pues algo del goce es tocado, resonando en el discurso y en el cuerpo.
La indignación también se presenta cuando algo que se esperaba, funcione de una manera, no lo hace. Goce del encastre, que hace existir una relación, “y la cólera que puede desencadenarse cuando la cosa no funciona”[4]. Lacan en su seminario 6 señala que la cólera surge cuando “lo real llega de golpe (...) en el momento en que nosotros hemos hecho una muy bella trama simbólica, o todo va muy bien, el orden, la ley, nuestro mérito y nuestra buena voluntad. Uno se da cuenta, de golpe, de que las clavijas no encajan en los pequeños agujeros”[5].
Lo que no marcha, lo que no encaja, remite a lo contingente del encuentro con lo real, de la no relación sexual y la inconsistencia del Otro. Así, la indignación puede surgir cuando el Otro, idealizado como completo, desconoce la singularidad del sujeto, emparentándose este hecho con la pérdida del amor del Otro, que es “un lazo que media entre el sujeto y aquello que hace de él algo único -esa singularidad en la cual radica nada menos que su propia dignidad”[6].
Sin embargo, “no va de suyo que el sujeto soporte dignamente su singularidad, ya que, por ejemplo, puede sacrificarla en el altar de sus lazos amorosos”[7]. En muchas ocasiones, renuncia a ella en virtud del deseo del Otro. Este aspecto, remite al programa de goce del sujeto, que en la articulación imaginaria y simbólica del fantasma, pretende hacer consistir al Otro, ejerciendo desde allí una violencia interpretativa sobre el partenaire, lo que atenta “contra su singularidad” y que como efecto, “no puede sino indignarlo”[8].
Ante la indignación, son múltiples los modos de actuar. Desde “actos muy éticos y creativos”, hasta “la cólera, la segregación, la violencia, la venganza”[9] y la reivindicación, podríamos añadir.
Miller, en el Seminario El Ser y el uno, ubica la reivindicación como una reclamación vinculada a la demanda: “exigencia pulsional, significa reivindicación, reclamación. Por consiguiente, se trata de un enunciado y Lacan hizo de él, en su grafo, una demanda”[10]. Sin embargo, más allá de la mirada, palabra, dones o signo de amor del Otro, lo que el sujeto demanda en la reivindicación es su reinscripción en el campo del Otro, dirigiéndose para exigir de él, una respuesta, una nominación, un reconocimiento.
Actualmente, son múltiples los movimientos que pretenden reivindicar algo de los derechos y singularidad de los sujetos. Colectivos LGTB, movimientos indígenas, agrupaciones de ambientalistas, asociaciones ciudadanas, plataformas de mujeres, etc., realizan actos dirigidos al Otro social y del Estado, para reinscribir simbólicamente, algo de lo real de un goce dejado por fuera.
Sin embargo, la reivindicación se constituye en una falsa salida, en tanto produce un nuevo giro alrededor del Otro. Pues al dirigirse al Otro para demandar una reinscripción de lo desalojado, el sujeto sostiene la ficción de un Otro completo y consistente, que es capaz de reinscribirlo todo. Los actos reivindicativos apuntan al Otro y a la inscripción simbólica de la singularidad de un modo de gozar segregado, pero por otro lado, sostienen una lógica grupal donde la identificación y los ideales comunes producen, paradójicamente, el borramiento de la singularidad.
Tejida desde lo imaginario y simbólico, la reivindicación deja intocado lo real. He ahí, su punto de engaño. Apuntando a la consistencia del Otro, lo que el sujeto encuentra, señala Lacan, es el “fracaso de una correlación esperada entre un orden simbólico y la respuesta de lo real”[11]. De allí que la reivindicación, la reclamación y demanda al Otro, se constituye en un intento de hacer encajar, lo simbólico a lo real. Misión imposible.
Frente a los actos reivindicativos, la posición analítica no apunta a desestimarlos o alentarlos, sino a interrogarlos. Como indica Leguil, el psicoanálisis “no empuja a los sujetos a dejarse llevar por sus pasiones sino a abrir los ojos sobre la dimensión de goce que habita en el corazón de toda pasión”[12]. Se trata de interrogar a cada uno, por el goce propio tocado en el encuentro con lo real de la inconsistencia del Otro y la inexistencia de la relación sexual, para producir un pasaje de la indignación, a la dignidad del síntoma.
Para el psicoanálisis no existe sujeto colectivo, sino modos de gozar singulares y la ética del síntoma, apunta a localizar ese modo singular con el que cada uno se las arregló con lo real del malestar de la civilización y la pulsión de muerte. El psicoanálisis, señala Renzo Pita, “puede revelar la estructura libidinal de las masas y del orden social en general. Con ello puede prevenir falsas salidas, falsos escapes que hacen creer a los seres hablantes que se han liberado de sus cadenas”[13]. Falsas salidas que lo atan, podríamos decir, al giro infernar por el Otro.
La dimensión ética de la dignidad, va más allá de Otro y apunta al modo en que cada sujeto sostiene su singularidad respecto de su goce, introduciendo un “saber alegre ya que reinyecta lo contingente y lo posible allí donde todo parecía ya escrito por adelantado”[14].
- Etinger, D. (Enero, 2006). “El agujerito y la clavija”. Página 12. Recuperado de: https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-61568-2006-01-12.html. p.2.
- Arenas, G. (2015). Cólera, indignación y goce del encastre. Revista Estrategias – Psicoanálisis y salud mental-. 2 (3). Extraído a: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/46006. pp. 57-59
- Ídem.
- Ibíd., p. 59.
- Lacan, L. (2015). Seminario 6. El deseo y su Interpretación. Buenos Aires: Paidós.
- Arenas, G. (2015). Cólera, indignación y goce del encastre. Revista Estrategias – Psicoanálisis y salud mental-. 2 (3). Extraído a: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/46006. p. 59
- Ídem.
- Ídem.
- Ídem.
- Miller, J-A. (2011). Seminario Ser y el Uno. Inédito. p. 42.
- Lacan, J. (2015). Seminario 6 El deseo y su interpretación. Buenos Aires: Paidós.
- Leguil, C. (1999) “Entrevista a Clotilde Leguil”. Revista Estrategias, Psicoanálisis y Salud Mental. Recuperado de: https://revistas.unlp.edu.ar/Estrategias/article/download/2095/1999/. p. 13.
- Pita, R. (Marzo, 2018). “Cinco apuntes sobre una crisis política”. Blog Nel Lima. Recuperado de: https://nellimablog.com/2018/03/18/cinco-apuntes-sobre-una-crisis-politica/. p.3
- Leguil, C. (1999) “Entrevista a Clotilde Leguil”. Revista Estrategias, Psicoanálisis y Salud Mental. Recuperado de: https://revistas.unlp.edu.ar/Estrategias/article/download/2095/1999/. p.13.
Liliana Bosia
Cartel preparatorio IX ENAPOL, Cartel A: Cólera
Más Uno: Liliana Bosia
Rasgo: Cólera e indignación, ¿qué articulación posible?
La propuesta del IX ENAPOL nos presenta la tríada: Odio, Cólera e Indignación; desafíos para el psicoanálisis. Significantes a través de los cuales, como nos indica el argumento del IX ENAPOL, intentaremos leer el malestar de nuestra época, impulsado como siempre por la pulsión de muerte.
Para formar parte de uno de los carteles preparatorios a este encuentro elegí como tema de investigación : La Cólera. Lo elegí en función de lo poco que he trabajado el mismo y a partir de preguntas: ¿La Cólera es una pasión?, ¿es un afecto? , ¿hay alguna articulación posible con la indignación?.
Fiel a mi estilo partí del diccionario, según Dirae cólera proviene del latín cholera y este a su vez de un vocablo griego , cuyo significado es bilis, significado éste que nos remite al cuerpo. Otros significados son: enojo, enfado, ira.[1] Esta última acepción me llevó a buscar nuevamente en el diccionario su definición, para encontrar que la ira es uno de los Siete Pecados Capitales.
Los Siete Pecados Capitales son una clasificación de los vicios mencionados en las primeras enseñanzas del cristianismo para educar a sus seguidores acerca de la moral cristiana. De acuerdo a Santo Tomás de Aquino el término capital no hace referencia a la magnitud del pecado sino a que da origen a otros pecados. Según Wikipedia puede ser descripta como un sentimiento no ordenado, ni controlado de enojo. “ Estos sentimientos se pueden manifestar como una negación vehemente de la verdad, tanto hacia los demás como hacia uno mismo, impaciencia con los procedimientos de la ley y el deseo de venganza fuera del trabajo del sistema judicial , llevando a hacer justicia por sus propias manos” [2]
Lacan toma de la filosofía el concepto de Pasión, más precisamente del Tratado de las pasiones de Descartes; según Eric Laurent [3] el tema de la pasión recorre toda la enseñanza de Lacan: “con esa palabra intentó tocar en lo vivo a los psicoanalistas dislocando el “afecto”, término más difundido en la teoría psicoanalítica” [4]. Mientras que para Freud el afecto se opone al pensamiento (representación), Lacan enlaza, con el término pasión, el pensamiento y el afecto como un nudo y no como una oposición. Lacan incluye dentro de las pasiones del ser, es decir a aquellas que están en relación al Otro, a: el amor, el odio y la ignorancia.[5]
Entonces, ¿que nos dice Lacan sobre la cólera?, en el Seminario 6 nos dice que en lo que se refiere al ser es fundamentalmente una dimensión simbólica, pero resulta que a veces ocurre dentro de eso simbólico una irrupción de lo real, que suele ser muy perturbadora. “Es difícil percatarse que un afecto fundamental como el de la cólera no es otra cosa que esto: lo real que llega en el momento en el que hemos hecho una muy bella trama simbólica, en que todo va muy bien…De repente nos damos cuenta de que las clavijas no entran en los agujeritos. Ése es el origen del afecto de la cólera. Todo se presenta bien para el puente de pontones en el Bósforo, pero hay una tormenta que agita el mar. Toda cólera es agitar el mar”.[6]
Podríamos entender que con la frase “las clavijas no entran”, Lacan se refiere a un imposible, a algo de lo real imposible de cernir del todo por lo simbólico.
Decir que la cólera es una irrupción de lo real cuando la trama simbólica estaba tejida es decir que algo de lo real irrumpe en la cadena asociativa quebrando el enlace del S1 y S2, tomando el cuerpo del sujeto, recordemos que una acepción de cólera es bilis, la bilis, según Fernando Vitale, remite a una amargura y a afectar el cuerpo.
Ya Descartes en su “Tratado de las pasiones” conjuga indignación e ira: “De la misma manera, el mal hecho por otros, no siendo contra nosotros mismos, nos produce sólo indignación; y cuando es contra nosotros, nos mueve también a la ira.” [7].
Cuando hablamos de indignación lo hacemos en relación a otro significante: dignidad y justamente la indignación aparece cuando la singularidad de un sujeto se ve o bien cuestionada o bien rechazada. Cuando, como también nos dice el argumento, la digniddad es violada. En algunos casos puede surgir la cólera, al ser privado el goce del encastre; hay casos, como vemos en el episodio de Relatos Salvajes:”Bombita”, donde la contingencia de un hecho de tránsito desencadena una serie de frustraciones en el presonaje. Fustración a ser escuchado, que provoca en el ingeniero (personaje en cuestión) la imposiblidad de hacer un reclamo ante lo que él considera una injusticia, ante la cual él se indigna. Indignación que podría subsanarse con una disculpa del funcionario público o un supervisor del mismo; que nunca llega. Así las imágenes del film nos muestran como la cara del personaje se trastoca, se enrojece, eleva la voz y sintiendose indignado pasa a una acción violenta, para preparar luego su venganza.
Venganza que pagará más tarde ante la ley y la sociedad con su libertad pero que parecería le devuelven su dignidad y podría nuevamente permitirle que las clavijas vuelvan a encajar y gozar una vez más de un encastre.
Podemos decir con Beatriz Udenio, que a diferencia del cine el psicoanálisis no viste al trauma, no lo vela. A contra pelo de ello un analista intenta que el sujeto hable hasta rozar el límite de lo decible “enfrentando el efecto de unheimlich, su ruido inaugural”. [8]
Del cartel preparatorio para IX ENAPOL, Cartel A: Cólera
Más Uno: Liliana Bosia
Cartelizantes: Luciana Méndez, Darío Calderón
- https://dirae.es>palabras>cólera
- https://es.wikipedia.org/wiki/Pecados_capitales
- Laurent, E. “ Los objetos de la pasión”. Ed. Tres Haches
- Ídem, pág. 8
- Lacan, J. Seminario 6: “El deseo y su interpretación” Ed. Paidós
- Ídem, pág. 159
- Descartes,Tratado de LAS PASIONES DEL ALMA (1649), segunda parte, art. 65 “la indignación y la ira”. https://psicopsi.com/Descartes-Art195-De-la-indignación
- Beatriz Udenio (EOL) Sobre relatos salvajes de Damián Szifron. Boletín OCI #7
EDUCACIÓN CORPORAL: UNA ARTICULACIÓN POSIBLE

Durante este tiempo de investigación, el cuerpo que me interesa investigar, es aquel que se presenta como “dolorido”, “enfermo” o “trastornado” en su imagen. La articulación entre Educación Corporal y Psicoanálisis de orientación lacaniana permite servirse de aportes que vislumbran, a mi entender, el camino a una práctica interdisciplinaria. Una, que aloja al sujeto y a los “embrollos” con su cuerpo desde otra perspectiva, para enfocarse allí donde la medicina encuentra un límite.
Un punto de coincidencia es que no somos cuerpo, sino que tenemos un cuerpo y “tenerlo” no es un punto de partida, sino de arribo. Los fenómenos contemporáneos dan cuenta del escabroso camino hacia esta apropiación. Aunque la ciencia moderna se muestre convencida de la posibilidad de estandarizarlo, el sujeto siempre encuentra una vía de insistencia; se presenta desafiante ante los intentos de invisibilizar “eso” que no puede ser representado. Cuerpos resistentes a los diagnósticos, que incomodan porque no se ajustan a la norma, escapan a la cifra y no se ubican en las clasificaciones, esas que disuelven las singularidades que hacen al sujeto imprevisible. Las prácticas corporales alojan estos estos “restos” de la ciencia, no para curarlos o ajustarlos a modelos ideales, sino para orientar otras formas de hacer con el cuerpo. Un hacer distinto, singular.
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Jean Louis Corby - “Bailarín Africano” |
Cartelizante: Liliana Bosia
Producto del cartel de Bibliotecas Remolinos: Psicoanálisis y literatura. Una lectura sobre la tríada Odio, Cólera e Indignación
Más Uno: Teresita Díaz
La primera lectura del cuento de Giovana Rivero “ Un día imperfecto” me dejo sin palabras y con una sensación de extrañeza que me tocó el cuerpo.
En un lenguaje descriptivo, justo de palabras, las suficientes y en un tono casi monótono y desafectado, Rivero nos cuenta una historia como tantas otras que leemos a diario en el periódico o vemos en el informativo de la TV. Una historia de amor, odio, engaño, reproches, resignación y obediencia , agresividad y violencia. Agresividad y violencia aparecen abruptamente en las ultimas oraciones del cuento, aunque la autora nos haya ido preparando para ellas.
Pero el último acto, al que nos induce pensar la autora, ¿es un acto pasional?, producto de la cólera que irrumpiendo desde lo real (pulsión) se conjuga con la indignación y no puede ser tramitado por las palabras?; ó ¿es un acto meditado y preparado desde la venganza?
Freud plantea en su texto de 1929," El malestar en la cultura" que hay un malestar que aqueja al sujeto, y ese malestar es causado por la cultura. Freud pone en el origen de la constitución subjetiva a la pulsión de muerte y esto lo lleva a considerar a la agresión como la condición que aqueja a los lazos sociales, ya que la pulsión de muerte es orientada al mundo exterior manifestándose como impulso de agresión y se pone al servicio de la auto conservación. De manera que toda civilización es construida a partir de someter la agresividad, la crueldad y la destrucción que le son propias al ser humano. [1]
Lacan articula la agresividad al narcisismo. En su artículo “El Estadio del Espejo” plantea la agresividad como constitutiva de la subjetividad en la conformación del yo. Entonces nos dirá, que de lo que se trata es de que el yo se constituye a partir de la transformación que sufre el sujeto por la identificación narcisista a una imagen, la propia, que es vivida como la imagen de un otro. El sujeto asume una imago que proviene del exterior y la constitución del yo se da bajo una premisa de exclusión que para el sujeto se da bajo la forma lógica de “ o él o yo “. Lógica que pone a la rivalidad determinante de la relación del sujeto con los otros los semejantes.
Quedando de este modo la agresividad en el eje imaginario y será la identificación idílica al padre, que permite la constitución del Ideal del yo, que a través de la función pacificante y normativa de las relaciones del yo y la cultura del complejo de Edipo le permitirá al sujeto introducir una distancia en esta relación dual y mortífera. [2]
Lacan en el Seminario V diferencia violencia y agresividad: “La agresividad provocada en la relación imaginaria con el otro con minúscula no se puede confundir con el conjunto de la potencia agresiva.”…”la violencia es ciertamente lo esencial en la agresión, al menos en el plano humano. No es la palabra, incluso es exactamente lo contrario. Lo que puede producirse en una relación interhumana es o la violencia o la palabra”.[3]
Entonces si bien la violencia es esencial en la agresión, para Lacan hay una oposición excluyente entre la violencia y la palabra , de modo tal que siguiendo el principio planteado por él de que sólo se puede reprimir lo que demuestra haber accedido a la estructura de la palabra, la agresividad al acceder a la represión queda del lado de la articulación significante. Diferente es lo que ocurre con la violencia, ésta queda excluida de la palabra, por ende de la articulación significante. Esto quiere decir que queda por fuera de la escena y por lo tanto la podemos considerar un pasaje al acto frente al sin salida de la agresividad. Si bien la violencia puede ser una respuesta para el sujeto, es una respuesta que queda por fuera de la articulación significante. Podemos tomar este cuento como un ejemplo de lo que queda por fuera de la cadena significante y se monta en un acto.
Ahora bien, se puede pensar una articulación entre literatura y psicoanálisis a partir de la pregunta ¿ qué escribe la escritura?. Gustavo Dessal nos dice que para él la literatura es la puerta secreta por la que se puede pasar a la infancia, es decir “a las marcas originarias que el discurso del Otro ha dejado en nuestro cuerpo. Esas marcas son el alfabeto secreto con el que la escritura cifra su mensaje”. [4]
La escritura es una posibilidad, para algunos sujetos, de bordear, de cernir algo de lo real. Es poder decir algo sobre un real, como la muerte en este cuento por ejemplo, real para el cual no hay representación. Es la posibilidad de poner en palabras algo de ese real que se vuelve insoportable. “Escribimos para hacer resonar el silencio de lo que no ha podido alojarse en el inconsciente, pero que sin embargo está allí, como un agujero en el saber”. [5]
- Freud, S.(1992), El Malestar en la cultura, apartado V, Obras completas, Tomo XXI. Ed. Amorrortu: Buenos Aires, págs. 105 -112
- Lacan, J. El Estadio del Espejo, en Escritos I, Siglo XXI ed.
- Lacan, J. Los circuitos del deseo, en el Seminario V. Paidós ed. 1999, pág. 467,468
- Dessal, G. Mi pequeña teoría, en Revista Enlaces #24. [ICF-CIC de BA], pág. 12
- Dessal, G. Ídem, pág. 13
Teresita Díaz – Asociada APEL Santa Cruz
A partir de la lectura del cuento de la escritora cruceña Giovanna Rivero, “Un día imperfecto”, surge para mí un primer interrogante acerca de qué enseña la literatura al psicoanálisis. Es Jacques Alain Miller en “Piezas Sueltas” quien me acerca una frase de Jacques Lacan en relación a una posible respuesta, “... el psicoanálisis recibe de la literatura, en el sentido que la literatura brinda algo al psicoanálisis. Esta no es la palabra del santurrón que se humilla ante el artista que siempre nos llevaría la delantera mientras que nosotros, con nuestra tosquedad, solo podríamos intentar alcanzar lo que él por intuición abrió como espacio”.2 Lo que el artista por intuición abre como espacio, marca la vertiente desde la que Lacan nos invita a esta articulación posible entre el arte y el psicoanálisis.
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Ver en: http://www.eyriesalud.com/2019/09/04/vertigo-posicional/ |
De la colección de cuentos, “Sangre Dulce”, “Un día imperfecto” nos aproxima en su estilo narrativo a un uso particular de la escritura, con sus artificios, metáforas, metonimias y sobre todo el uso de un desplazamiento y mejor aún, de un aplazamiento del sentido final, o del desciframiento del cierre. Encontramos reiteradas veces al leer el cuento, el efecto de “eso” que la autora bordea sin decirlo, sin revelar de una vez. ¿No es acaso esto, lo que nos enseña Lacan sobre lo real? Lo real, o trozo de real, solo podemos bordearlo, sin asirlo. En “El ser y el Uno” Miller dirá de lo real “...que aparece allí, esencialmente en el pensamiento como lo evitado y como aquello que no se encuentra precisamente en el orden”4, cada vez que “eso” se aproxima, aparecen detalles, que sin estar de más y sin alterar la narrativa lógica de la historia hacen borde, detalles que están allí para señalar lo real.
La prosa de la autora convierte la escritura en un torbellino de detalles que giran cada vez a mayor velocidad, al modo de “... los círculos que Marcelino, va dejando en la arena, y que se encaraman en galaxias desordenadas...” continúa escribiendo las formas en que las pasiones producen sus embrollos “como los sentimientos, como la rabia y el amor, y esas ganas de hacer gemir a Carmen”.
Lacan en su Seminario 20, dice que el amor no es sin odio, dos caras de una misma moneda que ubica a modo de un funcionamiento moebiano nombrándolo “odiamoramiento”. Por la cara del odio, suelen aparecer manifestaciones como la rabia, la venganza, el acto agresivo, violento; por medio del cual itera lo que no logra inscribirse. Lo que repite vela el programa de goce de cada uno en juego, un real no regulado y es ahí donde el amor puede presentarse como pasión, amor no civilizado. En esta vertiente podemos ubicar los numerosos casos de feminicidio muy al orden del día en Bolivia. Así lo anuncia el periódico “EL Espectador” del 17 de junio del presente año5; Horror en Bolivia: en menos de una semana ocho mujeres fueron asesinadas salvajemente.
Rivero, escribe que las pasiones que cruzan a Marcelino, él mismo no las puede entender, siendo víctima de una pasión desatada por el amor propio, herida de esposo, de macho. Desde el psicoanálisis sabemos que la virilidad está articulada al fantasma y es un intento de llenar la falla de la castración fundamental de todo ser hablante, falla que habla de la condición fundamental de desarmonía en las relaciones entre los hombres y las mujeres, lo que Lacan formula con el aforismo “no hay relación sexual”.
La escritura de Rivero, sin decirlo, nos va llevando a la pregunta por la existencia, al dolor de existir. No hay un significante que nombre el ser de un sujeto parlante. Cada uno tendrá su propia forma de decir sobre su existencia y de su deseo como excéntrico a toda satisfacción. Lacan dirá en su semanario Las formaciones del inconsciente, que “...aquello a lo cual confina el deseo, no solo en sus formas desarrolladas, enmascaradas, sino también en sus formas pura y simple, es el dolor de existir.”6. Un ex-sistir que habla de una exterioridad íntima del ser del sujeto, más allá de cualquier contingencia.
La autora en su relato va dando cuenta de las contingencias que contrarían el curso de la existencia singular, de Marcelino:
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Presentación de los trabajos de cartel. |
Antes del desenlace del movilizador relato, Rivero escribe de las certezas que “corroen el alma”, certeza que empujan al acto final.
“Otras certezas se posan en su cerebro, moscas verdes de ojos fosforescentes, con la mierda de la traición en sus patas.”
Respecto al pasaje al acto “la bofetada” que Dora da al Sr. K. a la que Lacan alude en el Seminario de “La angustia”, como un momento anterior del pasaje al acto, parafraseando lo contingente de cómo esto hace destino, escribe “...semejante bofetada, es uno de aquellos signos, de aquellos momentos cruciales en el destino, que podemos ver resurgir de generación en generación, con su valor de cambio de agujas en su destino”**, y que lo que era ya no será más.
“Heridas, heridas que se gangrenan y corroen lo poco de carne sana que le queda, por ejemplo, en el pulgar y el índice...”
Lo poco de carne sana que le queda, entre el pulgar y el índice, no alcanza, no abre una hiancia que posibilite que en ese lugar venga todo aquello que pueda significar un objeto que permita mantener el estatuto de sujeto, por ejemplo de macho o viril, el que hace gemir y llorar a Carmen.
En el cuento se borra allí justamente en la última línea, donde se precipita y bascula el ser del sujeto. La autora escribe,
“... con voz atragantada. Hace presión con el pulgar, para que el índice Aguante el trabajo sobre el gatillo. Y dispara.”
** Producto de Cartel Exprés, desde abril a junio de 2019, en el Marco de la propuesta de Bibliotecas: Remolinos, Psicoanálisis y Arte.
NOTAS
- Disponible One line: https://www.shortstoryproject.com/es/story/un-dia-imperfecto/
- J-Alain Miller; Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller, “Piezas Sueltas”, pág. 87, Paidós, Bs As 2013.
- Disponible One Line: https://apelscz.blogspot.com/2019/03/biblioteca
- J-Alain Miller; Curso de La Orientación Lacaniana, “El ser y el Uno”, curso no publicado del 2011, pag29
- Disponible One Line: https://elespectador.com/noticias/
- Jacques Lacan; El Seminario, “Las formaciones del inconsciente””, Paidós, Bs AS 1999, pág.346.
- Jacques Lacan; EL Seminario, La angustia, Paidós, Bs As 2006, pág.129.

http://eju.tv/2016/04/asesino-reincidente-no-recibira-sancion-segundo-feminicidio-no-sumatoria-penas-bolivia/ |
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Maria Fatima Escobar, psicoanalista. Asociada de APEL SCZ |
Ibilluz, Juan Carlos; El caso Eyvi Agreda. ¿Ideología patriarcal o patología de odio? Revista Ideele N° 280; disponible en https://revistaideele.com/ideele/content/el-caso-eyvi-agreda.
Lacan, Jacques (1970); El Seminario XX. Buenos Aires, Ed. Siglo XXI, 1976.
- (1985) Escritos I, Buenos Aires, Siglo XXI, Editores: Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología (1950).
Nepomiachi, Ricardo; Los celos en la vida amorosa, en Perversión y vida amorosa 2, Buenos Aires, Ed. Manantial, 1990.
Rosa López, en Letras Lacanianas, No. 6; disponible en http://letraslacanianas.com/images/stories/numero_6/clinica/11_letras_6_clinica.pdf
Diario “El Deber”, 6,7 y 8 de abril de 2016.
UNITEL, (Prod. Ejcut.) Noticiero central [Programa televisivo], Santa Cruz, Bolivia. Programa de televisión abierta 6 y 7 de abril de 2016.


Entre los cuerpos de la ciencia y lo jurídico: el cuerpo hablante

- Barros, Marcelo. “La madre. Apuntes lacanianos”. 2018. Editorial Grama. Argentina. P:12
- Tendlarz, Silvia Elena. “El psicoanálisis frente a la reproducción asistida”. 1998. Editores contemporáneos. Buenos Aires. P:8
- Laurent, E. (2010) El niño como reverso de las familias en Uniones del mismo sexo. Diferencia, invención y sexuación. Ed. Grama. Buenos Aires, 2010. P.157

“Del deseo no anónimo y sus efectos en la constitución subjetiva de los niños, hoy”
Del Deseo no anónimo
Lo que transmite una familia
Notas
una diferencia entre lo que es del orden biológico y lo que es orden del significante, ya que “los componentes normales de la familia… tanto el padre, la madre y los niños, son los mismos que los de la familia biológica” (1), pero sabemos que no solo basta lo biológico para decir “es una familia”. En esta familia el significante matrimonio le confería tal carácter, o sea que los niños nacían bajo la unión de dos, en muchos casos tanto civil como religiosa y de ahí una familia. En Dos Notas sobre un niño, Lacan irá un poco más allá y nos dirá que “la familia conyugal es lo que se mantiene en la evolución de las sociedades” enfatizando “lo irreductible de una transmisión… de una constitución subjetiva, que implica la relación con un deseo que no sea anónimo” (2). Esto da cuenta que no solo lo biológico hace a una familia, lo que hace a una familia es un deseo, lo que implica una elección, una decisión y una responsabilidad sobre la misma; el poder sostener en las diferentes contingencias que presenta la vida las funciones maternas y paternas. Esto es justamente lo que aporta Lacan al separar las funciones de ambos padres del mero hecho biológico de la filiación, esto solo no nos da el derecho para ser padre o madre. Sobre estas funciones dirá: “las funciones del padre y la madre se juzgan según una tal necesidad la de la madre en tanto sus cuidados están signados por un interés particularizado, así sea por las vías de sus propias carencias. La del padre en tanto que su nombre es el vector de una encarnación de la ley del deseo.” (3) Aquí nos muestra que la familia es el lugar de sustitución de lo biológico por lo simbólico al definir padre y madre por funciones.
LA ESCUELA…

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