domingo, 27 de marzo de 2022

 


Acerca de las demandas en las 
entrevistas preliminares

Teresita Díaz 

Freud en 1931 publica “La iniciación del tratamiento”1, un texto dirigido a los analistas en un esfuerzo de reunir ciertas reglas y consejos sobre la práctica del tratamiento psicoanalítico, en él nombra a las entrevistas preliminares como ensayo. Es el nombre que Freud da a un tiempo de preámbulo en el tratamiento.

Del latín prae: antes y el adjetivo Liminaris: relativo al umbral, inicial; entrevistas preliminares será como las nombra Lacan en la clase del 2 de diciembre 1971, en “El saber del psicoanalista” que podemos ubicar en la siguiente frase:

 “Todos saben, muchos ignoran, la insistencia que pongo ante quienes me piden consejo sobe las entrevistas preliminares en el análisis. Eso tiene una función, para el analista por supuesto esencial” 2.

Este interés va hasta su última enseñanza cobrando relieve en relación al pase, o momento de concluir:  así como “No hay entrada en análisis sin entrevistas preliminares” tampoco finales, “el cómo terminan” depende del “cómo comienzan”.

Jacques Alain Miller, en su texto “Cómo inician los análisis”-donde despliega la caracterización de algunos comienzos- se refiere a que estos inicios son tan singulares como cada caso. Los hay alegres, otros envueltos en llantos, otros agenciados por la urgencia, los que adormecen, los que llegan con desconfianza y hasta llegan a preguntar si será usted a quien debo consultar. En dicho capítulo menciona los cuatro casos celebres de Freud, como el paciente que presenta pánico a modo del hombre de los lobos, con reticencia como lo hace Dora. Hay quienes comienzan traídos por un familiar o amigo, como el caso de la joven homosexual, o como con Juanito que quien consulta es su padre y solo Freud tuvo una entrevista con el pequeño. Los inicios son indefectiblemente, tan inéditos como únicos.

Los inicios están precedidos por significantes, identificaciones, posiciones fantasmáticas que seguirán elaborándose a lo largo de un análisis y que irán cayendo, como las fichas del ajedrez hasta el momento de concluir, donde solo quedarán dos o tres para decir de que goza el sujeto.

Miller propone en el texto mencionado, una reducción teórica a tres, respecto de la variedad empírica bajo la cual se presentan los comienzos analíticos. Se juegan allí desde el inicio: la transferencia, la demanda y la interpretación.

De estos tres primeros voy a tomar la demanda para dejar la transferencia versus interpretación para otros grupos de investigación del EISIC. Esto no quiere decir que haya un orden preestablecido, los tres conceptos se juegan desde el inicio.

¿La demanda es al inicio una demanda de análisis? ¿Cómo se pone en forma una demanda? ¿Qué articulación entre la demanda y el síntoma? Estas son las preguntas que orientaron este derrotero.

Cuando un sujeto consulta o hace un pedido se dirige a alguien desde un registro imaginario, busca que el analista le diga algo para restablecer el equilibrio en su vida, le dé una fórmula para desembarazarse de aquello que no puede dejar de hacer, por síntomas en el cuerpo o simplemente porque lo envió el médico o un familiar.

Se trata entonces de trasformar ese pedido, en una demanda. La demanda de análisis se construye, es un efecto de construcción, donde hay un analista con un deseo de analizar. El silencio es en este punto el operador fundamental para que surja la posibilidad que, desde la dimensión imaginaria de lo dicho que obtura, haga surgir la pregunta por la causa de su queja implicándolo en la misma. Solo así, será posible una experiencia de análisis en la que un analista propicie la emergencia del sujeto del inconsciente y, por tanto, un saber inconsciente.

La construcción de la demanda posibilita la apertura del inconsciente y la puesta en forma del síntoma. Desde esta perspectiva el síntoma es posible de descifrar, de leerse, de transportar un sentido en el que debe aparecer la pregunta por la causa. Si el síntoma transporta un sentido oculto es porque allí operó la represión. Se trata del síntoma desde el punto de vista de la clínica del deseo, del sujeto escindido, del sujeto de la falta. Esto nos ubica en la clínica de la neurosis:  histeria u obsesión. Es la clínica del nombre del padre, lo cual ya es un indicador diagnóstico que orientará la dirección de la cura.

En el caso de la psicosis, no hay síntomas, lo que hay son fenómenos elementales por la forclusión del nombre del padre y el tratamiento se orientará hacia la suplencia de dicha falla, que permita regular el goce que la metáfora paterna no veló, por ende, lo no velado vuelve en lo real.

Podemos preguntarnos acerca de la época actual, si es tan frecuente que las demandas se comporten dirigiéndose al Otro, dado que este Otro contemporáneo, muestra la debilidad estructural y una generalización de la metáfora paterna.  ¿Los nuevos síntomas siguen el régimen significante de la equivalencia síntoma igual a metáfora?

Para ir concluyendo, las entrevistas prelimares constituyen un tiempo de construcción de la demanda, que del lado del paciente que viene con un pedido primero tiene una doble transformación: la localización del sujeto con un saber inconsciente y el de la rectificación subjetiva o sea su responsabilidad esencial en lo que le ocurre, vía transferencial para que la queja que porta el síntoma de un giro por la pregunta que lo causa.

En relación al analista, la demanda podrá ser tal si la regla fundamental de la abstinencia y la renuncia al poder de sugestión que su lugar le podrían adjudicar, quedan a un lado y prima el deseo de analizar, porque de lo contrario sería una terapia sugestiva que desviaría la dimensión ética del psicoanálisis, la de hacer existir al sujeto del inconsciente.

Las demandas como los síntomas no quedan por fuera de la época, ¿si antes las demandas eran de tratamientos, en la época actual se trata de tratamiento de las demandas para hacer existir el inconsciente?

 

Freud, S. “Sobre la iniciación del tratamiento (1913)”. Obras completas. Volumen XII. Buenos aires: Amorrortu Editores, 2007.

Lacan, Jaques. “Sobre el saber del psicoanalista”, “Seminario 19 …O Peor”. Clase del 2 de diciembre de 1971.Buenos Aires, Editorial Paidós.

Miller, J. –A. “Comienzos de análisis”. Donc La lógica de la cura. Pag283-300. Buenos Aires. Editorial Paidós, 2011

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

PARA SEGUIR LEYENDO...