“Al encuentro de un Silencio”
Evelyn Schejtman Melgar
Asociada de APEL-SCZ
Corte y Acto
En 1953, Jacques Lacan
se encuentra trabajando en la comisión de Enseñanza de la Sociedad
Psicoanalítica de Paris, filial de la Asociación Psicoanalítica Internacional
(IPA). En un momento determinado —con la declinación de la
praxis freudiana asomando —se produce una división
al interior de ella, producto de un desencuentro entre la forma y los planteamientos
que Jacques Lacan tiene respecto a la formación y la clínica psicoanalítica. A
partir de ello, funda da la Sociedad Francesa de Psicoanálisis solicitándole a
la IPA su reconocimiento.[1]
Un comité de evaluación de dicha asociación, liderado por el Dr. Turquet, fue el encargado de evaluar si la Sociedad estaba en condiciones de ser reconocida; otorgándoles únicamente el estatuto de “grupo de estudio” y planteando una serie de requisitos a modificar, para encuadrarse a los lineamientos de la institución. Posteriormente, en 1961, en el congreso de Edimburgo, la Asociación reevalúa, nuevamente con un resultado negativo.[2]
Un día antes de empezar su primera y única clase del seminario "Los nombres del padre", el 19 de noviembre de 1963, Jacques Lacan recibe la noticia de que la Asamblea de la IPA vota mayoritariamente por su exclusión. Queda así, fuera del Programa de Formación de analistas y de la lista de analistas didactas.[3]
Si bien la IPA hace el
intento de confinar a Lacan en el silencio, esta decisión produce un corte con
el Otro del reconocimiento y precipita el acto de la fundación de la Escuela
Freudiana de Paris, “Tan solo como siempre he estado en mi relación con la
causa analítica” [4], dirá Lacan, pero no sin los otros. Es el 15 de enero
de 1964, fecha en que Lacan retoma su enseñanza en la Escuela Normal Superior y
a la que Jacques-Alain Miller asiste con solo 20 años.
La Orientación Lacaniana
Después de 30 años, Jacques-Alain
Miller, ya no en posición de alumno sino de enseñante, se encuentra transmitiendo
su curso de la Orientación Lacaniana titulado “Silet”, palabra en latín que
puede ser traducida como: “silencio”.[6]
En este curso, retoma la enseñanza que Lacan da en 1964, dando
cabida a aquello que él considera que se ha dejado afuera. Para Miller, esa
época fue un tiempo que marca el inicio de lo que podría ser la vuelta final de
Lacan, la apertura para que lo que quedó expulsado vuelva. [7]
El texto, “Al encuentro de un real” de Jacques-Alain Miller (texto que nos convoca al Seminario de Formación Permanente de APEL), es la traducción de una de las clases, que fue dictada el 15 de marzo de 1995 y fue publicada en la revista Lacaniana Nro. 28. En esta clase, retoma aquello que funda la figuración de los modos de goce a partir de la serie de los cuatro conceptos fundamentales que Lacan trabaja en el Seminario 11. Lo primero que refiere, es que Lacan, al retomar estos cuatro conceptos de la obra de Freud, logra una reducción de la conceptualización freudiana a la suya, mostrando que en ellos obra una misma estructura. Señala que, al realizar esta reducción, coloca en relieve una disyunción entre transferencia y repetición: “el concepto de repetición nada tiene que ver con el de la transferencia” [8], “la transferencia no es por sí sola un modo operatorio suficiente si se la confunde con la eficacia de la repetición”.[9] Así elucida la distinción entre transferencia y repetición por medio del lazo que se da entre ambas con el inconsciente. Añade que detrás de esta disyunción se encuentra un elemento común: la realidad sexual.
Transferencia: La puesta en acto de la realidad del inconsciente
En un primer momento, Miller resalta que en el Seminario
11, Lacan plantea la transferencia como resistencia al inconsciente: “La
transferencia es el medio por el cual se interrumpe la comunicación del
inconsciente, por el que el inconsciente se vuelve a cerrar”.[10] Esta
definición, inserta al inconsciente en una estructura temporal de pulsación
entre apertura y cierre, situando a la transferencia del lado del cierre del
inconsciente. Refiere que ya en el escrito “Intervención sobre la
transferencia”, en la lectura del caso Dora de Freud, Lacan sitúa la
transferencia en relación con la dialéctica simbólica y con un momento de
inmovilización de ésta. Miller señala que el estancamiento en la dialéctica
simbólica tiene que ver con el cierre del inconsciente, adscribiendo a la
transferencia dentro del registro imaginario.
En un segundo momento Miller plantea que Lacan, aparte de reescribir la transferencia como el estancamiento de la dialéctica simbólica, como el cierre del inconsciente, va a cambiar algo, definiendo la transferencia como: "la puesta en acto de la realidad del inconsciente, (…) la realidad del inconsciente es –verdad insostenible– la realidad sexual.” [11]
En esta nueva definición de transferencia, Miller ubica una antinomia entre inconsciente y realidad sexual, ya que el término “realidad” está destinado a oponerse a lo imaginario, y dirá que lo que otorga peso a esta oposición es el término “sexual”. Lo “sexual”, dice Miller, no es del orden imaginario y a partir de ello, se puede leer esta antinomía. Asimismo, ubica que el inconsciente y la realidad sexual necesitan de un concepto que medie entre ambos, que en términos freudianos será la libido, y en Lacan, estará bajo la forma del deseo, escribiendolo posteriormente como goce. Éste vendrá a ser un concepto mediador que Lacan sitúa “en la juntura entre el inconsciente y su realidad sexual”.[12]
Repetición, týche, encuentro con un real
Respecto a la definición de la repetición, se
puede seguir dos momentos. En el primero, “Lacan dice que el inconsciente se
demuestra por el retorno de los mismos significantes” [13], por el automatismo
de repetición. Miller refiere que nos cercioramos de la presencia y eficacia
del inconsciente a partir de la repetición, que se presenta del lado de la
apertura del inconsciente.
En el texto se advierte, que hay que tener cuidado de confundir al sujeto del inconsciente con la repetición, pues en ésta el sujeto se manifiesta como tropiezo, fallo, fisura, discontinuidad, vacilación. Pero para que el inconsciente se manifieste, es necesario que haya repetición, observándose al sujeto determinado por el desplazamiento de los significantes. Señala Miller, que, en los orígenes de su enseñanza, Lacan hace del inconsciente apenas una frase repetitiva que obedece a las leyes de la determinación simbólica. Por otra parte, refiere que en la enseñanza de Lacan, la repetición se sitúa siempre como un esfuerzo de reencontrar el objeto perdido; dice que la pérdida del objeto está en el origen de la repetición simbólica. Lacan desarrolla este carácter simbólico de la repetición siguiendo la línea del binario fundamental del significante, cuyo ejemplo lo encontramos en el Fort-Da. “El significante anula el objeto y la satisfacción que éste puede brindar, y reemplaza tal satisfacción por la repetición significante”[14]. Menciona como una condición de la repetición, que se tiene que tener un cero en la satisfacción natural, que el objeto podría procurar.
En un segundo momento, Miller puntúa que Lacan va a introducir en la repetición un clivaje y sirviéndose de la diferencia entre automatón y tyche. Hasta ese momento, lo que se llamaba repetición, de acuerdo a lo desarrollado, quedará reducido al automatón. Miller advierte que la relación de la repetición con el objeto no es de simple tachadura, ya que a pesar de ser un objeto perdido, la repetición no deja de apuntar a él y al hacerlo, fracasa. Es por eso “que tal repetición va al encuentro de un real en el que no acierta”.[15]
El paso del goce hacia lo real
Miller resalta que el
concepto de repetición sufre una profunda transformación en el Seminario 11,
y que Lacan lo ilustra a partir de la noción freudiana de trauma, aquello
inasimilable al significante. Explica que por más simbólica que sea la
repetición, está determinada por el trauma como real. Desde allí, la repetición
será “reubicada como evitación y atracción, relativas a un encuentro con el
real inicial, el del trauma” [16], que aparece a nivel de lo sexual.
Refiere que en la
disyunción entre repetición y transferencia, entre función simbólica y
estancamiento imaginario, encontramos un elemento común, que es la relación con
lo real sexual: “la transferencia es, entonces, la puesta en acto de la realidad
sexual, de manera tal que ella aparece como la tyche de la repetición”. Ambas se articulan con el objeto a:
mientras que la repetición no acierta al objeto por apuntar a él, “la
segunda lo presentifica”. [17].
Aquello que se captaba como el estancamiento imaginario, se descrubre aquí como permanencia de lo real, es “el paso del goce desde lo imáginario hacia lo real”. Y “la pulsión aparece como la articulación entre repetición y transferencia, o sea, como una repetición significante cuyo producto es un goce”. [18]
En síntesis, los cuartos conceptos freudianos tienen una semejanza de estructura y quedan reducidos a un esquema. Por eso, nos dira Miller, a partir de este seminario – el Seminario 11 – Lacan ya no volverá a tomar como tema los cuatro conceptos freudianos”. [19]
Para concluir
El título del curso de Miller es “Silet”,
una palabra en latín que se la puede traducir como: silencio. Un
silencio, que puede ser entendido como algo más allá del hecho de callarse o
dejar de hablar, que tiene que ver con algo fundamental. [20]
Miller se percata que en
el Seminario 11, Lacan hace del goce un concepto que se mantiene en
reserva, no se despliega. En lugar de él, dice Miller, aparece “lo sexual”. “Tal
es el tema en ese seminario. Por un lado, sin duda hace del goce cierto límite
del saber, (…) lo hace sólo para reafirmar que la repetición se funda en el
goce y que todo el aparato significante de la repetición o del saber se
introduce en el ser humano a través del goce”. [21]
Para finalizar, tomo dos aristas para seguir trabajando: El silencio tiene que ver con algo más fundamental: ¿Será aquello que permite producir en el sujeto ir al encuentro de un real?; y siguiendo esta lógica: ¿Cómo podemos pensar la interpretación? Se invita a cada uno a plantear su propia pregunta, a seguir trabajando a partir de las resonancias que le genere el texto.
¡Qué tengan una buena
jornada de trabajo en el Seminario de Formación Permanente!
*Argumento del texto: “Al encuentro de un real” de Jacques-Alain Miller (una de las clases del curso de la Orientación Lacaniana Silet, dictada el 15 de marzo de 1995). Texto que orienta el trabajo al Seminario de Formación Permanente de APEL-SCZ. Primer módulo 2021, “Al encuentro de un real”.
Referencia Bibliográfica
[1] Graciela Brodsky, “Fundamentos
1. Comentario del Seminario 11”, p.18
Disponible
en: https://es.scribd.com/document/344684781/EOL-Fundamentos-Comentario-Del-Seminario-11-Graciela-Brodsky-96c
[2]
Ibid., p.19
[3]
Ibid., p.4
[4] Jacques Lacan, “Acta de
Fundación”, 1964.
Disponible en: https://www.wapol.org/es/acercaamp/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intPublicacion=8&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=152&intIdiomaArticulo=1
[5] Jacques Lacan, El Seminario, Libro 11, Paidós, Buenos
Aires, 1987, p.9-10
[6] Graciela Brodsky, “Fundamentos
1. Comentario del seminario 11”, p.98
[7] Ibíd.
[8] Jacques Lacan, El Seminario,
Libro 11, Paidós, Buenos Aires, 1987, p.41
[9] Ibíd., “Análisis y verdad o el
cierre del inconsciente”, p.149
[10] Ibíd., “Presencia del analista”,
p.136
[11] Ibíd., “La
sexualidad en los desfiladeros del significante”, p.155-56
[12] Jacques-Alain
Miller “Al encuentro de un real”, Texto publicado en la revista Lacaniana
Nro.28, 2020, p.26
[14] Ibíd.
[15] Ibid.,
p.28
[16] Ibíd.
[17] Ibid., p.29
[18] Ibíd., p.30
[19] Ibíd.
[20] Enric Berenguer “Silencio (discontinuidad)”
Disponible en: http://lalibertaddepluma.org/enric-berenguer-silencio-discontinuidad/?pdf=5191
[21] Jacques-Alain
Miller “Al encuentro de un real”, Texto publicado en la revista Lacaniana
Nro.28, 2020, p.32
Disciplina
del Comentario
Al encuentro de un real - Conjunción entre goce y repetición
Mariela Camacho Subieta
Amiga APEL-SCZ
“El
Seminario 11comenta la antinomia entre sujeto y goce. El inconsciente se centra
en el sujeto como sujeto tachado, es decir, como algo que requiere un
complemento de ser; la repetición se presenta, ante todo, como clivaje entre
autómaton y týche, o sea, entre el significante y lo real; la transferencia se
concibe como atajo que da acceso a la realidad sexual; y la pulsión testimonia
el forzamiento del principio del placer y el hecho de que hay un goce más allá
de este principio. “
Miller, Jacques-Alain. Al encuentro de
un real.
Lacaniana 28, Buenos Aires, 2020, p.
23-33.
El
título del texto propuesto para trabajar en esta disciplina del comentario “Al
encuentro de un real” anticipa que lo que está en el origen de “la conjunción entre el modo de goce y
la repetición” [1],
es precisamente el encuentro con un real, que es singular para cada sujeto, de
ahí, la diversidad de las modalidades de goce para cada uno.
Miller
propone empezar el recorrido retomando el seminario 11 de Lacan, donde
inconsciente, repetición, transferencia y pulsión; son tomados por él para dar
un paso más allá de lo que ya se había trabajado en la época, Miller menciona
que el intento de Lacan “conduce, si no a abordarlos, al menos a sobrepasarlos
por el hecho de referirlos a una estructura que tienen en común”. [2]
Inmediatamente
me surge la pregunta ¿de qué estructura se trata?, si entendemos a la
estructura como un conjunto de relaciones que mantienen entre sí las partes de
un todo, habrá que explicar cada una de estas partes y sus relaciones entre sí,
para eso me sirvo de la brillante síntesis que hace Miller en el texto y que es
el párrafo elegido para este comentario, citado al comienzo del texto.
Si
bien Miller comienza con la definición de la transferencia, lo primero que
queda definido es el inconsciente como “una estructura temporal de pulsación
entre apertura y cierre” [3], esto va a dar lugar a la definición de los otros
conceptos: repetición, transferencia y al vínculo de ambas con la pulsión. Cabe
mencionar, que lo que está de fondo, es también, la relación de cada uno de
estos conceptos con lo real.
1.-
Inconsciente lacaniano
El
inconsciente como concepto fundamental del psicoanálisis es una categoría
fundante de lo que Freud llama aparato psíquico, ya
que para él no es algo que esta de entrada, sino algo
a producir, y de lo que tenemos noticia cuando “eso” falla.
El
segundo capítulo del seminario 11 de Lacan: “El inconsciente freudiano y el
nuestro”, introduce una diferencia en la concepción freudiana y la lacaniana
respecto del inconsciente, hace suponer además que sobre la base freudiana
introducirá sus propios conceptos, en el punto 2 de este capítulo define:
"El inconsciente está estructurado como un lenguaje" [4]
¿Qué
quiere decir esto?, quiere decir que el inconsciente se encuentra en una cadena
entre dos significantes, aparece y desaparece y que solo es posible captarlo en
esta red, donde lo más singular de cada sujeto se encuentra en este lapso,
agujero producido por estos dos significantes.
En
su texto de 1964, Lacan menciona que. “El inconsciente es un concepto forjado
sobre el rastro de lo que opera para constituir al sujeto”[5], lo que implica
suponer al lenguaje como causa del sujeto, esto puede pensarse a partir de un
cierre del inconsciente, que da la causación del sujeto, subordinada a efecto
del significante.
Volviendo
al seminario 11 menciona que el inconsciente es lo "no-realizado":
"Tropiezo, falla, fisura. En una frase pronunciada, escrita, algo viene a
tropezar”[6], por tanto puede producirse o no; al mencionar en el párrafo
elegido para este comentario que “el inconsciente se centra en el sujeto
tachado” “como algo que requiere un complemento de ser” da cuenta que el inconsciente precede al sujeto, y que
no concierne al registro del ser. Dando lugar al sujeto del inconsciente ($).
¿Qué
está en el origen de ese tropiezo, falla, fisura, tropiezo?
2.- La conjunción
secreta entre repetición y transferencia
Al
inicio del texto Miller marca una disyunción entre repetición y transferencia,
ubica la primera en lo Simbólico y la segunda del lado Imaginario, entre
apertura (<) y cierre (>) del inconsciente, pero devela
poco después lo que tienen de común ambas, menciona: “En el interior de la
disyunción entre repetición y transferencia, entre función simbólica y
estancamiento imaginario, hay un elemento común: esta relación con el real
sexual” [7]
Veamos
entonces el nexo de la repetición con este real sexual.
Entender
a la repetición como “clivaje
entre autómaton y týche, o sea, entre el significante y lo
real” como se define en la cita ya mencionada, da cuenta del encuentro fallido con lo real, y de que la
repetición, se encuentra en estas dos vertientes. Es lo inasimilable del
concepto freudiano de trauma lo que permite entender la dimensión týche de la repetición, ésta “..es
reubicada, a un tiempo, como evitación y atracción relativas a un encuentro con
el real inicial” [8], la repetición como atracción -týche- marca un encuentro
logrado, que la repetición autómaton intenta
evitar.
El autómaton en relación a la cadena
significante, es una repetición de lo mismo, el intento de la repetición de la
escena primaria y su satisfacción, un intento siempre fallido. La týche representa un quiebre, un corte en
esa cadena que se repite. El cambio que propone Lacan es que lo que se quiere
repetir, es eso que escapa constantemente. Y es a partir de esto, que hay una relación encubierta con la
transferencia entendida como “la puesta en acto de la realidad sexual, de
manera tal que ella aparece como la týche
de la repetición”. [9] Para poder marcar esta coincidencia entre transferencia
y repetición, se hace necesario la
introducción del objeto (a) “…la repetición es la continua
decepción del encuentro con el objeto a, mientras
que la transferencia presentifica ese objeto” [10], podríamos decir que lo pone
en acto. Y es en este punto
medio entre transferencia y repetición, que se enlaza a la pulsión, en una
repetición significante del cual el producto es un goce.
Volvamos entonces a la pregunta
inicial, ¿de qué estructura se trata? En función de los conceptos aquí
presentados la estructura a la que se reduce es la siguiente $ <> a.
$
<> a da cuenta de “la antinomia entre sujeto y goce” con el que inicia el párrafo seleccionado para este comentario, ésta
se denomina también en el texto como una antinomia entre el inconsciente y
realidad sexual [11]
Esta
fórmula distingue el goce singular del sujeto universal del lenguaje, la
construcción del fantasma $ <> a, orienta la dirección de la cura, ya que
se constituye en una ventana hacia lo real.
3.- Orientaciones en la
clínica
El
seminario 11 introduce a partir de estos conceptos el lugar de analista como
aquel que da lugar al sujeto del inconsciente haciendo un corte en esa cadena,
haciendo énfasis en ese fallo. Es necesario considerar también que “En cuanto
hay, en algún lugar, el sujeto que se supone saber (…) hay transferencia”[12].
Tener
en claro como leer el encuentro con lo real en sus diversos modos permite que el analista se oriente. Entender al inconsciente en su carácter
evanescente permitió a Lacan sostener su apuesta de la sesión breve, sin tiempo
fijo, puesto que es importante dar lugar a lo imprevisto y a la sorpresa que
introduce esta discontinuidad del inconsciente.
Este
encuentro con lo que constantemente falla en la repetición y que es del orden
sexual, da cuenta de que hay algo que nunca se inscribe en el inconsciente, lo
que más adelante Lacan va a llamar la no relación sexual.
Referencias
Bibliográficas
[1] Miller,
Jacques-Alain. Al encuentro de un real. Lacaniana
28, Buenos Aires, 2020, p. 23-33.
[2] Ibíd.,
p. 23.
[2] Ibíd., p. 23.
[3] Ibid., p. 25.
[4] Lacan, Jacques.: El
Seminario, Libro 11, Los cuatro
conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 1987, p.
28.
[5] Lacan, Jacques. Posición del inconsciente, en Escritos 2, Ed. Siglo XXI, Buenos
Aires, 2002, p. 809.
[6] Lacan, Jacques. Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis, op.cit.,
p.32.
[7] Miller, Jacques-Alain. Al encuentro de un real. op.cit., p. 28.
[8] Ibid., p. 28.
[9] Ibid., p. 29.
[10] Ibid., p. 29.
[11] Ibid., p. 26.
[12] Lacan, Jacques. Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis, op.cit.,
p.240.
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