domingo, 6 de marzo de 2022

Presentación de productos de Carteles

 

EL GOCE COMO TAL

Alejandra Hornos Harasimuk

 

La cuestión de la diferencia sexual entre hombres y mujeres, no escapa a la lógica binaria de la diferencia significante, a la que estamos sometidos por el hecho de habitar el lenguaje. Se trata de una lógica que no puede más que hablar de aquello representable en la dimensión sexual, entendida como “género”. Una categoría que, a pesar del actual empuje a su multiplicación, acaba por reproducir la estructura binaria del lenguaje.

 

Jacques Lacan, en un primer tiempo de su enseñanza, refiere la diferencia de los sexos con los significantes “hombres” y “mujeres”, una lógica fálica que funciona con el símbolo de la presencia o de la ausencia, fálico o castrado. Luego, en relación a la diferencia entre significantes, advierte que no se encuentra el significante que pueda definir a La mujer. Un desencuentro que tiene su antecedente en Freud, quien señaló que no hay una inscripción de la diferencia de los sexos en el inconsciente, sino que solo existe el símbolo fálico para representarlos en su divergencia.

 

Lacan retoma esta cuestión en los años setenta y piensa una nueva lógica sobre la feminidad más allá del Edipo, de la lógica fálica y de la diferencia hombre-mujer. Elabora las fórmulas de la sexuación para abordar las discrepancias entre la posición masculina y femenina en relación al goce y ubica el concepto de “no-todo”. Hasta 1974, elabora y comenta sus fórmulas, destacándose los textos de L’étourdit (1972), Televisión (1973) y el seminario 20 (1972-73). En su última enseñanza, concluye que el único real que cuenta para el ser hablante es el goce como tal, tornándolo singular en función del modo de gozar del propio cuerpo. Se trata de posiciones de gocefemenina y masculinaque no remiten necesariamente ni al real biológico del sexo, ni a la forma del cuerpo como imagen y tampoco al género como simbólico.

 

Es el estudio de la sexualidad femenina lo que permitió a Lacan, correr el velo que recubre a ese goce desconocido. Lo desarrolla en Aún, para encontrarlo más tarde también en el varón. Presente en él, pero oculto “[…] bajo las fanfarronadas[AHh1]  del goce fálico.”[1], Miller señala que se manifiesta claramente en los hombres que eligen no pasar por el goce fálico, como los místicos, que lo sienten como efecto de una ascesis. También se revela en quienes ubican en el lugar del Otro, otra cosa que el cuerpo de la mujer, e instalan en él a Dios o a lalengua y gozan de eso. Así se evidencia, que “[…] el goce como tal, no tiene la más mínima relación con la relación sexual.”[2]

 

Ser macho no obliga a colocarse de ese lado de las fórmulas de la sexuación, pueden hacerlo también del lado del no-todo. Lacan advierte que hay allí, hombres que están tan bien como las mujeres y no por ello deja de irles bien. A pesar de lo que a manera de falo les estorba, “sienten, vislumbran la idea que hay un goce que está más allá”.[3] Los seres hablantes pueden colocarse de uno u otro lado de la sexuación independientemente de su anatomía.

 

Del lado mujer de las fórmulas de la sexuación, La (tachada) indica que no hay universal todo y hace vértice disparando una flecha doble. Una, pasa del otro lado al Fi, lugar de los comunes asuntos humanos y la otra se va hacia el S(A/), a modo de escape a un sitio indecible y singular. La doble flecha origina un resquicio hacia donde lalengua conduce al hombre no-todo o mujer no-toda. Son los bordes donde se escribe la fórmula del lado mujer, una que escribe el goce de una mujer como tal. Un goce del que quizás nada sabe, pero lo siente. Sentirlo “no les ocurre a todas”[4], ni a todos. 

 

Jacques-Alain Miller en El Ser y el Uno, refiere que lo designado por Lacan como el goce femenino lo introdujo en su última enseñanza. Un goce que no apunta a un binarismo, en el que la mujer tendrá el goce femenino y el hombre el masculino. Si bien en un primer momento, Lacan cernió lo específico de cada goce, en un segundo tiempo “[…] lo que entrevió por el lado del goce femenino lo generalizó hasta hacer de él el régimen del goce como tal”.[5] Un goce sustraído de la maquinaria edípica y reducido al puro acontecimiento del cuerpo.

 



*Elaboración en el cartel preparatorio para la publicación de SCILICET 2022. Hacia la Gran conversación virtual de la AMP: “La mujer no existe”.

Presentado en “Cartelizados” en APEL SCZ en marzo del 2022.

[1]Miller, J.-A. (2011) “El desnivel entre el ser y la existencia”, Revista Freudiana, 68, Barcelona, ELP, 2013, p.

[2]Ibíd.

[4] Lacan, J., (1972- 1973) El seminario, Libro 20, Aún, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 90.

[5]Miller, J.-A. (2011)  “¿Qué es lo real?”, Revista Freudiana, 61, Barcelona, ELP, 2011. p.


 [AHh1]Se jacta de lo que no es, apariencia y hojarasca 

LOS LOBOS ESTÁN AQUÍ

PEDOFILIA, PERVERSIÓN, PROGRESISMO*

 

Alejandro Ovando

 

En 1697, el francés Charles Perrault publica Cuentos de Mamá Oca[1]. Ocho cuentos infantiles escritos en prosa, inspirados en las historias que las nanas contaban a los niños. Caperucita Roja es el segundo de estos cuentos, una historia en la que una hermosa niña es engañada por un lobo, quien la invita a desnudarse, a acostarse en la cama con él y luego la engulle. En la moraleja del cuento, una advertencia para las niñas en relación al lobo: temor a este porque puede presentarse como un joven apuesto, seductor, de buena retórica, pero en realidad es un depredador listo para devorar niñas con sus colmillos enormes. La versión de Perrault fue alterada por los Hermanos Grimm, quienes a fin de suavizarla, agregaron el personaje del cazador que rescata a la ingenua niña. Pero, cuando se trata de depredadores de niños, ¿es acaso posible un final feliz?

Las relaciones sexo-afectivas entre niños y adultos no siempre han sido tan mal vistas. Sin ir demasiado lejos, en el siglo pasado surgieron los movimientos pro-pedofilia, que enlistaban entre sus filas a científicos y artistas notables, también a distintas organizaciones sociales y políticas. Estos gozaron, en su momento, de un lugar de reconocimiento en las esferas sociales europeas y estadounidenses.

Estos movimientos no han muerto y tampoco están dormidos, solo han retrocedido ante la actual cruzada adulta por proteger a las infancias. La North American Man / Boy Love Association (NAMBLA)[2] es una organización activa que cuenta con miembros que la sostienen, a través de donaciones económicas, desde el año 1978; incluso cuenta con un programa que ofrece apoyo a sujetos encarcelados por pederastía y a sus familias. Se opone a las leyes relativas a la edad de consentimiento y demanda la expulsión de la pedofilia de la lista de parafilias.

En tanto a esto último, parece hallarse cierto avance. Léase sobre el distingo entre la orientación sexual pedófila y el trastorno de pedofilia, señalado en el DSM-5[3]. De esta diferenciación han tomado su yesca las comunidades pedófilas, aunque ciertamente algunas han avanzado más allá. NAMBLA, por ejemplo, distingue también entre el abuso sexual de un menor y una relación sexual mutuamente consensuada entre un niño y un adulto. ¿Puede realmente un niño consentir a las intenciones sexuales de un sujeto adulto? “Ceder no es consentir”, indica Hamann[4] en su texto, el cual invito a leer.

Otra propuesta de NAMBLA y de los movimientos pro-pedofilia en general es que el niño es portador de una sexualidad que es coartada por las instituciones sociales y por los padres. Sexualidad que ellos conocen y que están dispuestos a rescatar en nombre de los derechos humanos y la libertad. Este argumento, ¿no sitúa acaso a estos movimientos en el lugar de quien posee la verdad en relación a la voluntad de goce del Otro? No arguyo aquí que todo sujeto de orientación sexual pedófila sea un perverso, señalo la desmentida en uno de los principales argumentos del activismo pedófilo.

Por otro lado, sorprende que el movimiento pedófilo no encuentre su lugar en el progresismo actual, en la época en la que todo goce pretende el estatuto de derecho. Sucede que el progresismo no se ha sustraído de la infantolatría que señalaba André[5] en el 99, solo parece haberla modificado. El niño, el bien más preciado, deben ser protegidos de la violencia apartándolos de los pedófilos, no imponiéndoles un género o no negándoles el acceso a tratamientos hormonales y a procedimientos quirúrgicos si deciden mutar su sexo.

Los lobos están aquí, han estado siempre. Se revelan al mundo con sus activismos o se esconden bajo sus sotanas. Su discurso encarna la desmentida de la castración, de forma más o menos elaborada: “amor”, “libertad”, “derechos humanos”, “inclusión”; agréguese alguna de estas promesas a cualquier discurso y se verá crecer el número de sus seguidores.

 

 



*Elaboración en el cartel “Laberinto de la sexualidad: posición sexual y elección de objeto”, cartel preparatorio a las XII Jornadas de la NEL: “¿Sexualidad(es)?” Presentada en “Cartelizados” en APEL SCZ.

[1] Perrault, Ch.; Los cuentos de mamá Oca. Historias y cuentos de tiempos pasados, Titivillus, 2016, 64.

[2] https://www.nambla.org/

[3] Asociación Americana de Psiquiatría; Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5®) (5ta ed.), Asociación Americana de Psiquiatría, Arlington, 2014, 949.

[5] André, S., “La significación de la pedofília”, https://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=159


UN NOMBRAMIENTO QUE SIRVA PARA RESPIRAR

Dayana Delgado Villegas

 

Camino a las jornadas 2022 y conformando un cartel hacia éstas, me convoca al trabajo esta pregunta ¿Qué estatuto tiene para el adolescente la nominación de género?

Freud nos habla sobre la pubertad en tres ensayos sobre teoría sexual en el apartado “La metamorfosis de la pubertad” allí hace referencia a los cambios corporales como el crecimiento, las transformaciones que se manifiestan en el orden del cuerpo. Señalaría como parte de la metamorfosis el cambio en la elección de objeto que supone un duelo por la pérdida del objeto edípico y la puesta en juego del complejo del semejante, el prójimo y la identificación con los pares.

La tormenta puberal desafía la estructura, sorprende, causa angustia, y promueve el tiempo en que el sujeto pone a prueba las bases con las que se constituye, cuya escritura se inaugura en la primera infancia. Lacan, por su parte, toma la obra de Wedekind “el despertar de la primavera” para abordar la pubertad y los despertares sexuales propios de esa época.

Un despertar significante que remite a un pasaje. Un despertar, efecto de un relámpago que en tiempos puberales comienza a ser convocado por los cambios corporales, los deseos inconscientes y por las fantasías que allí concurren a anudarse en un segundo tiempo de la sexualidad, que ha sido inscripta en sus fundamentos primeros por los efectos leídos a posteriori y que el Complejo de Edipo ha dejado como marca estructural en la historia infantil del sujeto.

La transformación, y otras expresiones de la irrupción de lo real en dimensiones varias, producen una conmoción estructural que se conoce con el nombre de adolescencia. una manifestación perceptible de una complejidad estructural, o como manifestación que denuncia lo traumático de la sexualidad, algo que no puede ser puesto en palabras. Entonces, referirse a la adolescencia es referirse a un síntoma.

La precipitación de los cambios corporales, reestructuran también la relación con el espejo. La estructura se moviliza por la irrupción del goce pulsional y se traduce en las consecuencias a nivel del lazo social, que supone el lazo sexual. En la llamada adolescencia está la posibilidad de lograr otro modo de satisfacción, dada por el encuentro con el otro sexo y la posibilidad del acto sexual.

Será en este punto en el cual, todo sujeto se encontrará con ese real que, Lacan nombrará La no relación sexual, por lo cual en el Seminario 21, dirá: “Todos sabemos porque todos inventamos un truco para llenar el agujero en lo real. Allí donde no hay relación sexual, eso produce traumatismo, entonces uno inventa, uno inventa lo que puede, por supuesto”[1]

El adolescente queda sujeto al S1 e intenta encontrar sentido a esto que le está pasando, a su existencia. En esta búsqueda constante de sentido, el adolescente anhela poder encontrar algo que lo alivie y le ayude a soportar este evento, a veces perturbador, que tiene que ver con lo real.

En esta búsqueda de nombrar algo de lo que le pasa, el adolescente optará por ponerse en el lugar que mejor le convenga para aliviar su sufrimiento, ya que en esta época de pluralización de los nombres del padre y el empuje de goce femenino, el adolescente cae en una suerte de desalojamiento y desregulación, frente a esta estas nuevas formas de gozar. Miquel Bassols advierte algo a propósito del goce de transgresión con la que el sujeto se encuentra en esta época “…y es que cuanta más imposición haya de goce, menos puede elegir su forma propia de gozar y más queda agarrado en esa lógica del capitalismo y neoliberalismo[2].

Dada que la adolescencia es una etapa lógica, debe ser superada, debe hallar una solución ante esta imposibilidad de la relación sexual, la imposibilidad de encontrar una medida común entre los sexos. Cada sujeto debe “inventar, mas allá de la supuesta identidad fálica, su forma sintomática de hacer con lo real del goce sexual”[3] nos dice Bassols. 

Entonces, me evoca pensar que cada uno desde su singularidad, optará por nominar eso que le acontece y se aferrará a esa nominación a capa y espada. Para Juan Carlos Indart “Las subjetividades se encuentran a la deriva, producto de un fracaso de la función del padre, y el orden social crea una suerte de solución sobre la base del encasillamiento de esas subjetividades según un nombramiento laboral”[4], agregaría también que este nombramiento también puede concernir a otra dimensión que no sea solo la laboral. Un nombramiento que puede ser para el sujeto una especie de arreglo, un respiro más ante este momento que puede ser vivido como padecimiento. Será solo en la intervención del uno por uno y apuntando hacia lo singular, que podremos leer lo que sucede o acontece con ese sujeto en este momento particular de su vida.

  



*Elaboración en el cartel Cartel #12 hacia las XII Jornadas de la NEL ¿Sexualidad(es)? Presentada en “Cartelizados” en APEL SCZ en marzo del 2022.

[1] Lacan, J., Seminario 21, Los no incautos yerran (1973-1974), Clase 8, del 19 de febrero de 1974, inédito.

[2] Bassols, M., “LGTB+ entrevista a Miquel Bassols”, Registros, Goces, tomo arcoíris, N° 15, marzo de 2020, p. 23.

[3] Bassols, M., “La diferencia de los sexos no existe en el inconsciente, sobre el informe de Paul B. preciado dirigido a los analistas”, Grama, Buenos Aires, 2021, p. 66.

[4] Indart, J.C., “Sobre el Ideal y el ser nombrado para”, UMSAM EDITA, Buenos Aires, 2019, p. 43.




🔊 CARTELIZADOS‼️
➡️ "Goces y Sexualidad(es)?" Algunas elaboraciones hacia la Gran conversación y las XII Jornadas de la NEL.
📆 9 de marzo de 2022
⏰ 19:00 h (Bolivia)
💻 Vía Zoom
📌 Inscripción en el siguiente enlace: https://us02web.zoom.us/.../tZMrd-yoqjkpHt13xEZQ07Fs...

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