La disciplina del comentario: "El fantasma,
entre velo y soporte de lo real"
La pregunta argumentada por:
El fantasma entre velo y soporte de lo real
Tal
es el tema de este seminario. Por un lado, sin duda hace del goce cierto límite
al saber, así como en el seminario 11 hacía de la repetición la cadena
significante que nunca acierta en lo real, pero lo hace sólo para reafirmar que
la repetición se funda en el goce y que todo el aparato significante de la
repetición o del saber se introduce en el ser humano a través del goce.
Miller, Jacques-Alain. Al encuentro de
un real.
Lacaniana 28, Buenos Aires, 2020, p. 32.
En
“Al encuentro de un real “[1] Miller señala que en el seminario
11, algo se despeja en relación a lo que hace limite tanto al saber, como a
la repetición significante efecto del encuentro del ser humano con el lenguaje.
Un encuentro del que quedan marcas significantes y un resto perdido
inexorablemente, que Lacan llama objeto “a”. Se trata de una pérdida radical
por lo que el encuentro con el objeto será siempre fallido. Se puede ubicar
entonces, que la relación posible entre la repetición y la pulsión está en el
encuentro no logrado con el objeto irreparablemente perdido, es por tanto que no
hay satisfacción sino perdida de goce.
Recordemos
que para el Psicoanálisis el sujeto es siempre sujeto del inconsciente. Lacan
define al inconsciente como “una
estructura de lenguaje”, o sea una estructura lingüística que tiene como
unidad básica, una cadena que denominamos S1-S2 y opera a partir de la
sustitución y el desplazamiento (metáfora y metonimia). A estas alturas de su
enseñanza, la repetición es insistencia en la cadena significante. El
inconsciente es equivalente a la repetición y al sujeto del inconsciente hay
que ir a buscarlo en ese lugar donde la cadena tropieza. El saber aquí, siempre
yerra. La repetición de la cadena sintagmática evita un saber, remite al no querer
saber del inconsciente, se puede inferir que mientras haya repetición, no habrá
deseo de saber.
División de la
repetición entre Automaton y tyche.
En
el seminario 11 se produce la disyunción que menciona Miller en “al
encuentro con un real” entre automaton y lo que la repetición es en sí. Del
lado del automaton queda la insistencia de la cadena significante, el
retorno de los signos. Es lo que más adelante bajo el aspecto de la lógica
nodal lo que “no cesa” será llamado necesidad. Esto que “no cesa “de insistir,
es lo que paradójicamente funda esa insistencia, y lo que hará de obstáculo a
lo real.
Ya
en el seminario 7 podemos encontrar lo que antecede al concepto de real.
Lacan refiere que hay un núcleo inaccesible, la Cosa o das Ding, y a su alrededor gira la
concatenación significante en forma circular sin alcanzarlo. Es aquello que
hace de defensa. Freud en Más allá
del principio de placer habla de la función del proceso primario estando a
su servicio. Con Lacan, la Tyche viene a ubicarse como causa, como
encuentro con lo real que produce división subjetiva, angustia, frente a lo
cual, el automaton se pone en marcha, evitando el mal encuentro con lo
real. Retomando el aporte de la lógica nodal a lo que “no cesa”, Lacan agrega
de no inscribirse, un imposible de pasar a la cadena significante o ser
reabsorbido por lo simbólico.
Entonces,
hay algo que se repite y a su vez se escapa y eso que se escapa, es la causa de
lo que se repite.
Toda
construcción que realiza el sujeto es una ficción, el mismo fantasma es un velo
de lo real que es su soporte, esa historia que nos contamos y contamos a los
demás, disimula ese núcleo que está en el medio y que motoriza toda repetición.
El dispositivo analítico es el que posibilitará salir de la insistencia eterna
de la repetición. En los testimonios de
los AE podemos ubicar este punto de inflexión que señala algo de ese saber
inconsciente que permitirá hacer de otro modo con el otro, en la vida. Puede
ubicarse en ellos el efecto de reducción y disyunción entre repetición y Goce.
Silvia
Salman [2] en un artículo de la Revista Bitácora en un apartado “Citas con el
pase” dirá: “El dispositivo del pase es
el lugar especial para captar esa conjunción delicada y exquisita –al decir de
Miller- entre el significante y el goce: esa pequeña historia que uno se cuenta
para gozar. Y también es un lugar privilegiado para captar lo que hay después
de ella”. [3] De uno de los testimonios de María Cristina Giraldo [4] tomaré
lo que constituyó su fantasma, el que una vez atravesado, le permitió ir más
allá de los efectos de sentido que producía, de los velos que erigió como
defensa ante lo real como modo singular de gozar. Dirá: “Una imagen reina investía mi fantasma y se coordinaba con mi programa
de goce: mi madre insiste en darme la sopa, pese a que puedo tomarla por mí
misma. Rechazo que me atragante y ella me pega con la cuchara en la boca”. [5]
Señala que este fue el axioma de su
fantasma, el “dar con la cuchara al Otro”, el “callarlo”, el “cantarle las
tablas de verdad”, el “cantarle las cuarenta”, ser la “abanderada de la verdad”
y el empuje a decirlo todo. Esta será su forma en relación a la Sede, la Escuela
y la AMP. Ubica que un impasse en la Escuela
será el escenario en que alcanzó lo que restaba dejar de consistir a esa soldadura
del sentido y el goce, dejar de poner el objeto voz al servicio del goce
sacrificial, pasar el trauma que fue el estrago en su vida.
La
serie de testimonios que María Cristina Giraldo comparte, dan cuenta de su
experiencia singular respecto a la separación del programa de goce y un hacer
con lo traumático del estrago materno. Es un derrotero que se puede leer en
ellos. Cuenta que la solución sintomática de “el esguince en la voz” abrió un agujero en el núcleo de su ser de
goce. Advertida del “axioma de su fantasma” logró hacer con lo que repite, lo
que itera. Tomo para finalizar este comentario sus palabras: “soltar mis manos
atadas en la escritura de mis testimonios, y cantar mi hystoria para dar cuenta de cómo me la arreglo con Un real…La torsión
que se operó en el uso fantasmático de la voz generó el pase de “cantar las
cuarenta”, a cantar mis testimonios con el esguince en la voz, con la opacidad
de la voz por un real, el de mi sinthome”. [6]
Referencias
Bibliografía
[1]
Miller, Jacques-Alain. “Al encuentro de un real”. Revista Lacaniana 28 Un sentido…Real. Publicación de la EOL. 28,
agosto 2020, p. 32.
[2]
Salman Silvia. Psicoanalista en Buenos Aires, Argentina. Analista miembro de la
escuela (AME) de la Escuela de la Orientación Lacaniana. (EOL) y de la
Asociación mundial de psicoanálisis (AMP). Analista de la escuela (AE) de la
escuela UNA (2009-2012).
[3]
Salman Silvia. “Derivas y Limites El peso clínico del fantasma”. Bitácora
Lacaniana, Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana – NEL, número
8- septiembre 2019, Grama Ediciones. p. 125.
[4]
María Cristina Giraldo. Psicoanalista en Medellín, Colombia. Analista de la
Escuela (AE 2016-2019), Analista Miembro de la Escuela (AME) y de la Asociación
Mundial de Psicoanálisis (AMP)
[5]
Bitácora Lacaniana, Revista de psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana-NEL
NUMERO “Juliopajaros”, Cuarto Testimonio, pág. 127. Octubre 2018. Grama
Ediciones.
[6]
Idem.
La pregunta argumentada por:
A partir del interesante recorrido que Teresita
propone en su texto “El fantasma, entre velo y soporte de lo real”, me llama la
atención cuando plantea “El saber aquí,
siempre yerra. La repetición de la cadena sintagmática evita un saber, remite
al no querer saber del inconsciente, se puede inferir que mientras haya
repetición, no habrá deseo de saber”. Esto me lleva a recordar la función
del fantasma en relación a velar la falta de la que no se quiere saber.
Lacan en la segunda clase del seminario 14,
considera al fantasma en relación a una
escritura. Manifiesta que hay una relación estrecha entre el aparato de la
escritura y la lógica y toma de ella ejemplos para ilustrar la cuestión de la
repetición, que busca repetir aquello que se le escapa. Repetir la marca
original queda fuera de alcance; ninguna repetición lo logra. Lacan señala: “La
escritura de la que hablo no se soporta más que del retorno” refiriendo que la función
de la escritura está constituida por la función de la falta. Podemos vislumbrar
el vínculo entre escritura y goce, que desarrollará años después.
Si
la función de la escritura se constituye en función de la falta, ¿cómo pensar
lo que se escribe en la escritura, ¿qué es lo que la escritura escribe? Si la
pensamos en la dimensión significante, ¿permite hacer de otra manera frente al
encuentro con lo real?
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