miércoles, 26 de mayo de 2021

Textos de la Actividad Preparatoria de APEL-SCZ para el X ENAPOL . "Lo Nuevo del Amor en la Adolescencia" 2021

Lo nuevo del amor en la adolescencia.

Invitada: Rosa Lagos Torres

 

Lo nuevo del amor en la adolescencia
Alejandra Hornos


¿Qué lugar para el amor en la adolescencia? 
Raúl Arancibia

Lo nuevo del amor en la adolescencia    


 Rosa Lagos Torres

26 de mayo 2021                                     

APEL - Santa Cruz Bolivia

 

Agradezco a Fabiana Chirinos y a APEL Santa Cruz por esta invitación que nos permitirá revisar sobre este tema tan interesante y actual, junto a las colegas Alejandra Hornos y Raúl Arancibia, estoy muy contenta de estar aquí con uds , y más aún tener la oportunidad de conversarlo con el público que hoy asiste gracias al zoom!  Esta convocatoria nos lleva a recorrer el complejo tema del amor en la adolescencia, un momento de la vida muy particular, un momento de transformación radical en la subjetividad, en el cual todo es absolutamente nuevo, es el despertar de su cuerpo, con sensaciones no registradas antes, es descubrir el amor dirigido al otro sexo, es el encuentro con lo no conocido, no es el encuentro con una novedad, sino que es el encuentro con lo real, profundamente nuevo que lo conmueve.

 

Es encontrar un nuevo anudamiento entre lo pulsional, la imagen y el lenguaje, los tres registros que nos propone Lacan para el hablante ser, lo real, lo imaginario y lo simbólico.

 

Lo nuevo… ¿para un adolescente? ¡Prácticamente todo! Es el tiempo, como decía del descubrimiento de su lugar en el mundo, desde donde ser visto, exiliado de la infancia, bajo las coordenadas socioculturales de su época, que le dan un marco en una experiencia donde reina la incertidumbre, con la pérdida de las certezas de ese niño que fue y que ya no le sirven, tiene entonces que inventar como hacer con lo nuevo que a el o ella le acontece.

 

La novedad, para nosotros, los adultos, es que estamos en la era digital, que aun algunos somos medio analfabetos digitales, como se suele decir, en cambio el adolescente de hoy es “nativo digital”, ha nacido en contacto con la tecnología, con el celular, con la Tablet, con las computadoras portátiles, con los video juegos, etc, aparatos que han estado a su disposición, en mayor o menor medida, desde muy temprano en su vida, son parte de su entorno, y ahora mas todavía, que con la pandemia,  lo virtual, ha pasado a un primerísimo plano y se ha convertido en la modalidad privilegiada de relacionarse, que de una vez se abre la interrogante sobre las consecuencias que esta experiencia nos depara.

 

Modalidad que ha traído a los adultos que rodean al púber muchas inquietudes principalmente un no saber hacer con el aislamiento al que se somete al permanecer horas de horas conectados a su computadora en su habitación, dejando de compartir con sus cercanos, de compartir las comidas en familia, con un detrimento en la simbolización, sin gran elaboración discursiva e irritables al contacto emocional afectivo.

 

Es una situación que genera mucha preocupación, es muy frecuente recibir en la consulta padres que no pueden comunicarse con sus hijos, pero también hay que reconocer que esta era digital, usada de la buena manera, tiene sus cosas buenas, como por ejemplo no podríamos estar hoy aquí si no fuera por este gran invento del Zoom, que nos acerca, aunque sea en la ausencia de los cuerpos.

 

Por eso me pregunto ¿Es el uso de la tecnología la que genera estos conflictos con el adolescente?

 

No se que les parece a ustedes, yo pienso que puede que los agrave o que los agudice, pero pensaría mas bien, que el conflicto en el adolescente, la crisis que se sufre en ese momento es inevitable por estructura y es la misma en todos los tiempos, aunque con diferentes ropajes, es nueva cada vez

 

La adolescencia, desde el psicoanálisis, se refiere a un tiempo de transición, que comienza cuando se produce la salida de la infancia, tiempo de reconfiguración del narcisismo, tiempo lógico del instante de ver, ver que algo cambia, que algo se transforma, que hay cambios de ánimo, cambios corporales, pero que no son solamente producto de la oleada hormonal que hace aparecer los caracteres sexuales secundarios como el vello púbico, olores nuevos, menstruación, etc., sino que también, como dice Freud, es el tiempo de una metamorfosis[1], donde  la pulsión sexual, que en la infancia era predominantemente autoerótica -oral, anal, fálica,- ahora se subordina a la primacía genital, cuyo objeto sexual esta en el otro, entonces algo se transforma, se desorganiza, experiencia que es vivida con angustia y malestar, no solo por el o la joven, sino que también por la familia que a menudo no entiende por lo que esta pasando, principalmente por el desasimiento de la autoridad de los padres, distanciamiento que va a ser necesario para poder construir su propia vía de acceso al mundo.

 

Freud, aborda esta problemática en su texto Tres ensayos para una teoría sexual, apartado tercero, La metamorfosis de la pubertad, en el que plantea que la pubertad es el segundo tiempo lógico en la constitución del objeto sexual, el primero es el paso por el Edipo y dependiendo de como éste haya sido resuelto, incidirá en la pubertad, momento en el cual se concluye con una identificación sexuada y se accede a la exogamia. Tiempos de Freud donde este proceso estaba orientado por el Nombre Del Padre, es decir por la prohibición Edípica.

 

Miller, J.A. considera el tiempo de la adolescencia como un proceso de construcción subjetiva[2], a partir del descubrimiento de la excitación sexual, de las nuevas sensaciones corporales, donde la imagen que se refleja en el espejo le es extraña, y las palabras fallan en nombrar lo que le ocurre, es un tiempo de escansión que abre el tiempo lógico de comprender, que implica el trabajo de encontrar una significación a lo que pasa en su cuerpo y en su subjetividad, que lo empuja a buscar un otro sexuado a quien dirigirse. El episodio fundamental de la pubertad es sobre la sexualidad, que en lugar de encontrar un sentido, hace un agujero en lo real.

 

Tiempo en el que tendrá que desasirse de lo conocido, que pondrá en duda lo establecido, tiempo de encontrar su propio camino con lo ya adquirido, tiempo que lo confronta con la ambivalencia afectiva que le produce el cuestionamiento a sus padres, tiempo de encuentro con el amor y la disparidad entre los sexos y tiempo también de decidir qué va a estudiar o en qué va a formarse, decisiones que tiene que tomar sin carta de navegación.

 

Tiempo en el que no se juega lo cronológico, durará lo que tenga que durar, el momento de concluir se escribirá uno por uno.

Hoy vemos con mayor frecuencia adolescencias que tardan en ser abandonadas, que perduran en el tiempo, pero eso es otro tema.

 

Esta búsqueda, como digo, no tiene manual de instrucciones, se va a tientas, no hay programación que nos diga como hacer con el otro sexo, es lo que Lacan llamó no hay rapport sexual, que en la bibliografía lo encuentran como no hay relación sexual, relación en términos de proporción matemática, no hay inscrito en la psiquis del hablante ser la forma de acercarse al otro sexo, como sucede en los animales que por instinto se sabe como aparearse y con quien, esa forma la tiene que inventar cada quien.

 

Lacan, en su texto Prefacio a El despertar de la Primavera[3], se refiere a la obra de teatro escrita en 1891 por Wedekind, F, El despertar de la primavera, drama trágico que tanto Freud como Lacan le dedican comentarios resaltando los conflictos que se desencadenan en esta etapa de la vida.

El significante primavera alude a lo que florece, lo que surge como nuevo en este despertar.

 

Les relataré brevemente lo que esta obra trata, para mostrar que la problemática por la que el adolescente atraviesa es estructural, que la subjetividad de la época solo le da las coordenadas de presentación.

 

Se trata de una obra en tres actos, en la que los protagonistas, principalmente Melchor, Mauricio y Wendla, son adolescentes que plantean sus conflictos, deseos e inquietudes que versan sobre el amor, la sexualidad y la muerte, temas de gran implicación subjetiva en este momento de su vida.

Wendla, de 14 años, discute con su madre sobre el largo del vestido que usará en su cumpleaños, la joven quiere mostrar sus piernas y curvas, mientras que su madre quiere tapárselas, ¿suena conocido no?

 

Melchor y Mauricio,  conversan sobre la sexualidad, la desnudez, la excitación, pero Mauricio tiene dificultad en hablar sobre el tema, quiere y no quiere saber sobre eso, entonces le pide a Melchor, que es el que sabe de estos temas, que le escriba las respuestas en una hoja que y que la guarde en uno de sus libros, así el lo leerá alguna vez como por casualidad, tiene el interés de encontrar una significación a lo que le ocurre ,pero no se atreve a enfrentarlo, Melchor lo hace y coloca la hoja escrita en uno de los libros escolares de Mauricio.

Por otro lado, Melchor tiene un encuentro sexual con Wendla, diciéndole que no es un asunto de amor, “no hay amor, sólo será por interés personal y egoísmo” quedando así negado el vinculo de amor.

 

Producto de este encuentro sexual Wendla queda embarazada, se lo dice a su madre y esta la hace abortar, la chica muere en la maniobra.

A Mauricio le va mal en sus estudios, por temor a enfrentar al padre, decide quitarse la vida, el padre desesperado, busca una respuesta a esta decisión de su hijo y revisa los libros escolares, encontrando la hoja en la que Melchor había escrito su saber sobre el sexo.

El padre lo acusa de haber influido en la decisión del suicidio y Melchor es expulsado del colegio por considerarlo un mal ejemplo para los compañeros, es internado en la correccional.

De allí logra escapar, llega al cementerio donde visita la tumba de Wendla, y ahí aparece un Hombre Enmascarado, un semblante de Nombre del Padre, que regula y frena el goce mortífero de este adolescente.

 

Lacan, en su comentario a esta obra plantea que el asunto que el dramaturgo aborda es, cito: “qué es para los muchachos hacer el amor con las muchachas, marcando que no pensarían en ello sin el despertar de sus sueños”, con lo cual establece una articulación, una relación del sentido con el goce, un goce fálico, en la que se pone en juego el encuentro con lo imposible entre los sexos, en que el lenguaje es insuficiente para nombrar como ser hombre para una mujer o como ser mujer para un hombre.

 

En esta obra se plasman los temas fundamentales por los que atraviesa un adolescente, como dije antes, la sexualidad, el amor, la procreación, la relación al Otro y la muerte.

 

En este siglo XXI, nos encontramos en una época en la que han caído los ideales, una época  del Otro que no existe, en que la autoridad esta severamente cuestionada, en la que el saber se busca en internet, en las redes sociales, siempre  a la mano, donde por ejemplo, se cuenta con una secretaria virtual que ofrece Google, llamada Siri, que me imagino conocen, ella facilita el googleo en la búsqueda de respuestas que ya no se dirigen a otro humano que pueda dar lugar a algo más que una respuesta estereotipada, anónima, en el sentido que en esa respuesta no se encuentra la traza del deseo y la enunciación que iría más allá de la información que entrega, permitiendo al que consulta una orientación mas digna.

 

En lo que se refiere al encuentro amoroso en esta era digital, virtual, han proliferado los sitios de citas o de encuentros, en la búsqueda de pareja, conocidas son las aplicaciones como Tinder, o Hapenn, por nombrar alguna, que prometen encontrar la pareja adecuada a través de algoritmos de búsqueda de acuerdo con las características que se desean, de tal manera que se garantice lo mas posible la buena elección.

 

En este sentido, asistimos a una suerte de mercantilización del amor, en tanto sus impasses y obstáculos pasan a ser parte de un modelo de negocio, por cierto, hay una serie llamada One en Netflix , que trata precisamente del encuentro mediado por el estudio del ADN personal que conduciría, con total acierto, a la experiencia de atracción inmediata con la pareja perfecta, un match de ADN. Es lo que muchos quisieran, así se respondería al misterio del amor, donde las condiciones eróticas destacadas por Freud ¡serían reemplazadas por un asunto genético!

 

Pero se continua con el intento y surgen nuevas formas para tratar de resolver el misterio del amor utilizando la tecnología disponible, hoy se comienzan y terminan relaciones por whatsapp, o se bloquea a la persona simplemente, ya no se deshoja la margarita con la pregunta “me quiere, no me quiere” ahora se cuentan los likes, el número de seguidores, el visto sin respuesta que pasa a ser leído como un no me quiere, un paseo infinito por saber quien le sigue en el Instagram o en el Facebook, si hay o no comentarios a los posteos.

Seguir el Tik Tok  en la búsqueda de modelos identificatorios que les permitan entrar en el grupo de pares, con un lenguaje común, que les dará acceso a sentirse en un lugar donde pueden ser aceptados sin reparos. Estas son nuevas modalidades en las que igualmente se pone en juego el Che Vuoi, el “que me quiere” cuya respuesta se construirá a partir de estos nuevos referentes que ofrece lo contemporáneo.

Igualmente sucede con relación al tiempo, con la mensajería instantánea, se accede  al otro esté donde esté, anulando en cierto modo un tiempo de espera, muchas veces pausa necesaria para  comprender una situación determinada.

 

 ¿Qué incidencia en el lazo social y por consiguiente en el amor, tendrá la oferta tecnológica, en la soledad de los cuerpos? Pregunta que dejo abierta para nuestra conversación

 

Pero también hay otra cara de la moneda, varios  filósofos contemporáneos, como Byung Hul Chan, Alain Badiou, Z. Bauman, entre otros, plantean que el amor esta amenazado, que asistimos a una caída en la creencia en el amor, a la disminución de la confianza en que el amor de alguna garantía sobre su permanencia, asi escuchamos decir a jóvenes “¿para que ilusionarse si se va a terminar?, en la lógica del consumo es como decir que “acercarse al amor sabiendo que tiene fecha de vencimiento, como cualquier otro producto”, o decires como “enamorarse es un cacho (problema)” o “enamorarse te asegura un sufrimiento”, o “el amor me limita y no quiero eso, quiero viajar, quiero tener experiencias diferentes”, posiciones subjetivas que obstaculizan el lazo al otro, que son fijas y que a menudo no hay consentimiento del sujeto para ser interrogadas.

 

Entonces, podría decir que el marco cultural que hoy acompaña al adolescente es el empuje hacia la satisfacción inmediata, hacia lo nuevo y lo excitante, a la exaltación de la imagen bella, a la dificultad de renunciar, a un empuje a no perderse de nada, “total la vida es corta”, que conduce a una desorientación en lo sexual, no tanto en ser homosexual o heterosexual, sino en lo que responde por su goce, si es satisfactoria o no la experiencia, con la mira en ser aceptado por el grupo de pares, donde encontrar una respuesta por su ser.

 

Estas expresiones muestran una posición subjetiva que conduce, las mas de las veces, a ir de una relación a otra, relaciones que duran mientras dure el flechazo, generando así un vacío y un sin sentido en la vida, sin un marco que contenga la deriva pulsional, dicho de otro modo, un marco que regule el goce desbordado.

 

El humano, por el hecho de hablar, por estar habitado por el lenguaje, por estar mediatizado por la palabra, pierde algo, pérdida que impide que sea natural el encuentro con el otro, queda inmerso en el reino del malentendido, no se dice lo que se quiere decir, no se puede decir todo, se es hablado, lo vemos en los lapsus, los actos fallidos, lo sueños, los síntomas, las formaciones del inconsciente que nos muestran que el Yo no es dueño en su propia casa, que hay algo que va mas allá de el, más allá de su voluntad.

Algo se pierde al hablar, que Lacan llamó objeto a  que lleva al neurótico a dirigirse al Otro en la creencia que se producirá el reencuentro con ese objeto perdido, una falta, que sin ella no habrá posibilidad de acceder al amor, el amor para que surja necesita que se inscriba esa falta.

 

¿Que dice el psicoanálisis lacaniano sobre el amor?

 

No hay una definición del amor, pero si se puede decir que, para el psicoanálisis, en la última enseñanza de Lacan, a partir del axioma no hay relación-rapport sexual programada para el ser hablante, la raíz del amor se ubica precisamente en esa imposibilidad lógica de escribir la relación sexual, que no cesa de no escribirse, el amor entonces es una tentativa de suplir eso que no hay, de suplir esa imposibilidad estructural.

Decir que no hay relación sexual también alude a lo que si hay, que Lacan dirá en el Seminario XIX, Hay de lo Uno, refiriéndose al goce como tal, autista, bajo el régimen del uno solo, el régimen de lo autoerótico, que no hace lazo al otro, pero que a través de la mediación del amor se hace posible que el goce pueda condescender al deseo.

 

El amor como suplencia permite la construcción de un lazo que une, un lazo en dirección al otro, encuentro que se producirá por una contingencia que hará creer que la relación sexual que no hay cese de no escribirse, para que pueda o no, fijarse en lo necesario, modalidad lógica que permite que el amor en su calidad de suplencia cree la ilusión de complementariedad entre dos, ilusión que vela la castración. Digo ilusión porque por estructura no se puede hacer del dos uno, no se puede lograr una fusión con el otro que borre las diferencias, como es la aspiración romántica de la media naranja, el amor que se sostiene es el que acepta el entre dos, aceptando la disparidad que hay entre el amante y el amado.

 

La cultura actual, que ya no es la victoriana de la represión, empuja a gozar, más y más, considerando que la falta de gozar es imperdonable, el adolescente se enfrenta entonces con un mundo en que la caída de los ideales y de las figuras de autoridad no le ayudan a encontrar las respuestas que necesita, razón por la cual aumenta la angustia y la desorientación, presentando síntomas articulados al lazo social.

 

La novedoso que  puedo extraer de mi clínica con adolescentes, relativo a la forma de construir el lazo amoroso hoy, se refiere a cierta desinhibición de las muchachas en cuanto a declarar al otro que les gusta, y en los muchachos veo mas bien la inhibición, ellos esperan que ella les hable, es así como una inversión de los roles tradicionales, así como antes, bueno no hace tantos años, pero era el siglo pasado en todo caso, había cierto código, ella esperaba que el la sacara a bailar por ejemplo, ahora nada de eso! Es indiferente lo hace el que lo siente, sin que eso signifique un tema.

Puedo pensar que esta inhibición de los varones tiene estrecha relación con el temor de ser acusados de abuso sexual, exponiéndose a recibir una funa y verse expuesto al rechazo, sobre todo a través de las redes sociales, situación que se presenta con frecuencia la comunidad escolar.

 

También, con bastante frecuencia escucho que prueban acercamientos sexuales con uno u otro sexo, como una manera legítima de explorar lo que les gusta, sin cuestionárselo, una suerte de empuje a gozar.

 

Otro aspecto interesante que me ha tocado ver es casi como una fobia al compromiso, a un menor compromiso con el afecto, si hay encuentro sexual es solo eso, no trasciende, no significa un compromiso afectivo.

 

Sin duda que esta es una muestra totalmente sesgada, no creo que sea ni siquiera una tendencia, pero es lo que me ha tocado ver.

 

¿Sería para pensar si esta es la nueva forma de presentación del amor en la adolescencia?

 

Me gustaría mucho escuchar la experiencia de los que aquí tienen clínica con adolescentes.

Lo dejo hasta aquí para que podamos conversar.



[1] Freud, S.  La metamorfosis de la pubertad en Obras completas, Volumen VII, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1992. Pp 189-202

[2] Miller, J.A. En dirección a la adolescencia.

[3] Lacan J. (1947) Prefacio a El despertar de la primavera, en Otros Escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012




Lo nuevo del amor en la adolescencia

 Alejandra Hornos


… Los muchachos leen versos para ayudarse a expresar o conocer sus sentimientos, como si sólo en el poema las borrosas, presentidas facciones del amor, del heroísmo o de la sensualidad pudiesen contemplarse con nitidez. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro.

Octavio Paz, “El arco y la lira”, 1983.

 

La invitación a la conversación sobre “Lo nuevo en el amor en la adolescencia” como espacio preparatorio para el próximo ENAPOL, rme llevó en un primer momento a pensar en la praxis y también a releer “Amores adolescentes”. Una antología de cuentos y anécdotas, compilada por Rosalba Guzmán Soriano, escritora y colega en Cochabamba. En la contratapa puede leerse “El amor siempre nos toca el alma, pero cuando uno es adolescente parece que este sentimiento tiene colores especiales y sabores y luces y fuegos artificiales. Los amores adolescentes nos hacen soñar despiertos y dormidos, nos agitan el corazón, nos hacen poner colorados y sudorosos, nos hacen reír a carcajadas y llorar a gritos. Así de intensos son a esa edad.”

 

Hay algo nuevo en el amor en la adolescencia y es precisamente esa intensidad distinta, en la que el cuerpo ya no es el de la infancia. Se trata del cuerpo que despierta en la pubertad. Momento de salida del período de latencia, en que la corriente tierna y sensual se encuentran escindidas. Es un tiempo ubica Freud en 1905- en el que, si todo acontece relativamente bien, un objeto reemplazará al primero (la madre) y ambas corrientes se reunificarán en el nuevo objeto amoroso.  

 

Lacan señala en su seminario 11 que Freud ubica las pulsiones parciales por un lado y del otro, el amor, enfatizando que no se trata de lo mismo. Refiere que, si la pulsión genital existe, no está articulada como las otras pulsiones y es en el campo del Otro donde se conforma. Agrega que es la experiencia analítica la que nos enseña que la pulsión genital está sometida a la circulación del complejo de Edipo, a las estructuras elementales y a otras del parentesco, siendo en el campo de la cultura en que la genitalidad subsistiría disuelta, inatrapable en el sujeto, difusa. Así, la relación sexual está confiada a los gajes del campo del Otro, confinada a la vieja fábula en la que Dafnis[i] precisa aprender cómo hacer el amor. [ii]

 

En "El despertar de la primavera", Lacan plantea a la pubertad como un despertar a lo real. Indica irrupción de un goce éxtimo al cuerpo frente al cual el sujeto no sabe cómo responder. Allí, donde tendría que haber un objeto solidario para la satisfacción en el ser hablante, hay agujero y de alguna manera, tiene que arreglárselas con eso. La pubertad se constituye así, en un momento privilegiado en tanto el sujeto intentará diferentes arreglos frente al agujero que la sexualidad produce en lo real.

 

Es en la práctica clínica, donde ubicamos con frecuencia a la adolescencia, como un momento constitutivo de los síntomas. En ella, el encuentro con lo real como apertura de lo posible, deja marca. El sujeto se asoma al mundo, sale del ámbito simbólico familiar y las primeras elecciones sociales, de nuevos objetos de amor, se hacen inminentes. Para afrontar esos temas inéditos y desconocidos, el adolescente usa lo que tiene a disposición, en el mejor de los casos el fantasma sexual infantil, heredero del complejo de Edipo y las identificaciones. [iii]

 

Hasta acá lo que de nuevo atañe a lo estructural en la adolescencia, el nuevo cuerpo, el nuevo objeto de amor, y lo que hace que el enamoramiento, a cualquier edad, tenga siempre en el fondo un rasgo adolescente. Un momento en el cual el nuevo amor abre la posibilidad del encuentro con el otro sexo, siendo siempre un desencuentro por estructura, lo que presentificará indefectiblemente, el “no hay relación sexual”.

 

Algo de lo nuevo en el amor, en la clínica con adolescentes

 

Considerando lo nuevo en el amor en la adolescencia, esa posibilidad que abre el descubrimiento de la sexualidad aunada a lo tierno del amor posible en el pasaje de la niñez a la adultez se puede ubicar que, en los tiempos actuales, muchas veces queda detenida, demorada, aún escindida. Resabios de la envoltura formal del amor efecto del discurso capitalista, un amor degradado, tomado como simple mercancía, afectado en su valor; se constituye en el escenario fecundo para un amor efecto de estar ya inmersos, en la feminización del mundo. 

 

El poder del mercado, las neurociencias y la globalización mediática, empujan a la inmersión en un goce sin medida. La función imperativa del superyó ordena: ¡¡¡goza!! y promueve un espectáculo exhibicionista progresivamente banalizado. El yo, erigido como un amo, se arroga el saber de cómo adherir a una supuesta manera universal de gozar. En este contexto la oferta del mercado, literalmente, “toma cuerpo”.

 

El declive y caída del Nombre del Padre, genera la irrupción de lo real de un goce indialectizable y abre paso a nuevas formas de subjetividad y de expresión de la diferencia sexual. La configuración de nuevas identidades cuestiona, al menos fenoménicamente, la clásica división entre hombres y mujeres, razón por la cual se licua el límite que los separaba.

 

Como se mencionó con anterioridad, para afrontar temas inéditos y desconocidos, el adolescente usa lo que tiene a disposición: el fantasma sexual infantil, heredero del complejo de Edipo y las identificaciones, ¡justamente lo que está en cuestión en nuestra época, en un mundo que empuja al Todos feminizados! En este contexto, que el sujeto se extravía, se demora o inclusive se inhibe en el laberinto de sus soluciones respecto del amor. Tomado por los objetos y ficciones ilusorias que taponan la posibilidad del nuevo amor, el sujeto no alcanza esta posibilidad. Gabriel García Márquez, adelantaba en su libro Memoria de mis putas tristes que “El sexo es el consuelo que uno tiene cuando no le alcanza el amor”. El binario del sexo y el sentimiento, hoy en día, está complicado. La corriente sensual y tierna están en serias dificultades en cuanto a su unificación esperada. La época empuja a la actualización de la escisión.

El analista, como un partenaire para el adolescente del siglo XXI, propone un lazo transferencial asentado más en la presencia - ausencia, y menos en una suposición de saber.[iv] Acompaña al adolescente para que sepa decir algo de su goce. Intenta que consienta a la soledad del poeta que permite la invención ante el vacío como condición posible para la sublimación, acercándose a un amor más digno, para que algo del amor sea alcanzado y no solo quede el sexo como consuelo. 

Notas



[i] La historia de Dafnis y Cloe, escrita por Longo de Lesbos,novelista griego del Siglo II. Presenta a dos niños abandonados en un bosque y encontrados por dos matrimonios de pastores. Los protagonistas crecen juntos y desarrollan un fuerte vínculo de amistad, compartiendo las labores de pastoreo que sus familias les asignan. Al llegar la pubertad, descubren juntos el amor y el erotismo, casándose finalmente tras muchas aventuras.

 [ii] Lacan Jacques, El Seminario. Libro 11. Del amor a la libido. Cap.XV. Paidós, Buenos Aires, 1973.

[iii] Laurent, Eric.  "El objeto en el psicoanálisis con niños", en Hay un fin de análisis para los niños, Colección Diva, Buenos Aires, 1999.

 [iv] Gregoret Beatriz. Adolescencia: el cuerpo y su metamorfosis. Virtualia #35. Disponible en: http://www.revistavirtualia.com/articulos/815/lecturas-de-lo-contemporaneo-actualidad-de-la-clinica/adolescencia-el-cuerpo-y-su-metamorfosis

 



¿Qué lugar para el amor en la adolescencia?

 

Raúl Arancibia Benavides


Si bien la adolescencia no es un concepto psicoanalítico, este significante designa el momento de una “delicada transición” (Lacadée, 2017, p.32), un tiempo lógico de importantes desarreglos y transformaciones subjetivas a nivel imaginario, simbólico y real, así como de distintos arreglos con el amor, el goce y el deseo.

Comenzaré con una puntuación sobre el ensayo “la metamorfosis de la pubertad” de Freud para revisar algunos de sus alcances sobre la cuestión que nos convoca hoy.

La tesis central sostiene que la pulsión, predominantemente autoerótica en la infancia, podrá, a partir de la pubertad, dirigirse hacia nuevos objetos de amor y deseo; pasaje que implica la participación de dos las corrientes de la vida erótica: la tierna y la sensual.

En esta lógica, se producirá un hallazgo (encuentro) del objeto, que en realidad consiste en un reencuentro, pues este se apoya en elecciones provenientes de la más temprana infancia.  Freud precisa un tiempo previo, a la vez una excepción, respecto a la sexualidad infantil como fundamentalmente autoerótica. En este tiempo, apto para la experiencia mítica de la satisfacción, la pulsión sexual tiene un objeto fuera del cuerpo propio: el pecho materno. Objeto que será separado del niño, introduciendo la dimensión de la pérdida, y que dejará también “la formación de la representación de quien dispensaba dicha satisfacción” (p.203).  

Esta relación del niño con el pecho materno es para Freud paradigmática de todo vínculo de amor. (p.203), pues será la marca que se actualizará en la pubertad y contribuirá en la elección de objeto. En esta vía, dicha elección representa un intento de restaurar una pérdida inaugural.

A la vez, este proceso implicará la participación del órgano de la libido, que extenderá sus pliegues fuera del cuerpo, invistiendo los objetos externos. La renuncia a los objetos incestuosos abrirá la posibilidad de nuevos lazos, que se configurarán entre el establecimiento de series y elementos de novedad.

“La maduración del objeto a” y el problema del cuerpo del Otro

Estos planteamientos freudianos serán retomados por Lacan en el seminario 10 cuando aborda la constitución del objeto a, causa del deseo. En este contexto Lacan sugiere un vínculo entre la pubertad y la “maduración del objeto a” (p.279), variable que considero fundamental para interrogar el lugar del amor, del deseo y del goce en la adolescencia.

Sobre este punto Doménico Cosenza, establece una precisión destacable: “la pubertad tiene una conexión especial con un cambio respecto a la experiencia de la relación del sujeto con el objeto que causa el deseo (…). Lo que pasa en esta experiencia (…) es que al final el objeto se encuentra en una cierta manera encarnado en el cuerpo de un partenaire sexual, que está en el campo del Otro, ante el cual el joven experimenta una atracción que lo mueve hacia el objeto”.

Este aspecto, por otro lado, nos acerca a lo que fue denominado por Miller como “el problema del cuerpo del Otro” (2015).  Se trata de un “momento de la toma en consideración, entre los objetos del deseo, de lo que Lacan destacó como el cuerpo del Otro.” Precisa que, a pesar de la mitología de la pareja perfecta, donde se corresponden los goces y el amor, no se “goza del cuerpo del Otro”, “no hay goce sino del cuerpo propio o goce de su fantasma, de fantasmas”.

La sexualidad como aquello que hace agujero en lo real

En su prefacio a El despertar de la primavera, Lacan planteará que la sexualidad, “más que producir sentido, hace agujero en lo real” (En Lacadée, 2018, p.57).

En esta lógica, Lacadeé plantea que lo que está en juego es que “el adolescente afronta en su cuerpo lo real del goce que viene a hacer efracción bajo el modo del fuera de sentido en el discurso.” (p.33). La libido irrumpe a través de sensaciones corporales nuevas, inéditas, desconocidas, carentes de traducción simbólica.

La pubertad es un encuentro con el real de la “no relación sexual”, pues el goce es fundamentalmente solitario, no establece ninguna relación al Otro. La pubertad impacta con la ausencia de una formula, de un saber a priori sobre cómo hacer con el Otro sexo. Ésta tyché, será siempre traumática en tanto introduce un agujero en el saber.

La adolescencia en la contemporaneidad 

De acuerdo con Miller, “es sobre los adolescentes que se hace sentir con la mayor intensidad los efectos del orden simbólico en mutación”. Estos efectos fueron precisados en su conferencia en Comandatuba a través del matema: a>I. El ascenso al cenit de lo social de los objetos plus de goce que desplazan y sustituyen al Ideal, producen modificaciones en los lazos contemporáneos.

Para Lacadée “El objeto plus de goce ocupa el primer plano del tiempo de la adolescencia”, llegado incluso en algunos casos “a encarnar la pendiente de la desregulación de ese goce en exceso”. Añade: “Nuestra cultura empuja al sujeto a querer un objeto para satisfacer su pulsión, para virtualizar su realidad, para virtualizar el real que lo persigue; un objeto en lugar de un ideal. Ese objeto que, cuyas formas se declinan al infinito, engaña la falta en ser del sujeto, desconociendo que ésta es un hecho de estructura.” (2017. p.40)

La delicada transición de la adolescencia requerirá inventar soluciones singulares para hacer con ese real. A partir de éstas coordenadas me pregunto ¿en qué lugar se sitúa hoy el amor en la adolescencia? ¿en qué condiciones es posible pensar un nuevo amor en la adolescencia?

Referencias bibliográficas:

·         Cosenza, Domenico (2020), El adolescente y el encuentro con lo real: efectos traumáticos, respuestas, soluciones. Conferencia en el Departamento de Estudios sobre la adolescencia del ICdeBA.

·         Freud, Sigmund, Tres ensayos de una teoría sexual. En: Obras completas Vol. VII. Amorrortu Editores.

·         Lacadée, Philippe (2017). Los sufrimientos modernos de los adolescentes. UNSAM Edita

·         Lacadée, Philippe (2018). El despertar y el exilio. Enseñanzas psicoanalíticas sobre la adolescencia. Editorial Gredos

·         Lacan, Jacques. El Seminario X. La angustia. Paidós ediciones

·         Lacan, Jacques. Prefacio al despertar de la primavera. En Otros escritos. Paidós ediciones

·         Miller, Jacques-Alain (2015). En dirección a la adolescencia. Disponible en: https://elpsicoanalisis.elp.org.es/numero-28/en-direccion-a-la-adolescencia/

·         Focchi, Marcos (2013). La adolescencia como apertura de lo posible. Disponible en: http://www.revistavirtualia.com/articulos/218/estudios/la-adolescencia-como-apertura-de-lo-posible




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