viernes, 22 de mayo de 2020

APEL- SCZ en ZADIG LA MOVIDA LATINA

El Coronavirus y su efecto des-humanizante. Judith Serrano
A voz propia. Alejandra Hornos 





EL CORONAVIRUS
 Y SU EFECTO DES-HUMANIZANTE



JUDITH SERRANO SERRANO*

“Ministro de Defensa califica de inhumanos a los que protestan por la llegada de gente desde Chile”[i], titula una noticia en un conocido periódico local. Manifestaciones de este tipo se observaron en diferentes ciudades del país. Fue de conocimiento público como la primera persona que dio positivo al COVID-19, sufrió agresiones verbales y hasta le impidieron la entrada en algunos hospitales. Algo similar ocurrió en otra ciudad, en donde no se permitía el ingreso al cementerio de una persona que había muerto por el virus, y en otro caso, intentaron quemar la casa de otra víctima fatal del virus. Asimismo, estos comportamientos denominados “inhumanos” se reprodujeron casi de manera idéntica en otros países de la región.
Se suele entender por humano a un ser que emana bondad y que practica la solidaridad y el respeto hacia el prójimo y, por el contrario, se le quita la categoría de humano (deshumaniza) al individuo que lejos de ayudar a los otros, los maltrata. Pero no solo en los conceptos se observan contradicciones, el propio individuo transita durante toda su vida de un extremo a otro; entre la guerra y la paz, entre el amor y el odio, o entre la vida y la muerte, convergiendo así en lo “in-humano”.
En este sentido, Freud afirma que “El hombre rara vez es íntegramente bueno o malo: casi siempre es “bueno” en esta relación, “malo” en aquella otra”[ii]. Para él existe una energía psíquica inherente al ser humano, esta energía la denomina pulsión, y mueve al sujeto hacia ciertos objetos o fines. Por un lado, se encuentra la pulsión de muerte o thanatos y por el otro la libido o pulsión de vida. Freud aclara, sin embargo, que estas pulsiones concurren y se entremezclan frecuentemente, de ahí la imposibilidad de encontrar en una persona intenciones puramente buenas o puramente malas. 
Siguiendo la teoría de Freud, podríamos explicar el brote de estos comportamientos inhumanos como una manera en la que el individuo intenta salvar su vida a costa de la vida del otro. Conociendo en este caso la letalidad del virus en cuestión. 
Por otro lado, Lacan enlaza la agresividad a la imagen y lo explica en “la función fundamental del estadio del espejo”, en la cual el sujeto construye su imagen a partir de la identificación con la imagen especular que proviene de un Otro. “Es lo que hace que su identidad se distinga siempre mal de la identidad del otro. De ahí la introducción de la mediación de un objeto común, objeto de competición, cuyo estatuto corresponde a la noción de pertenencia: es tuyo o es mío.” [iii]
En palabras de Mercedes Sánchez, “La agresividad opera esencialmente con la imagen, no con la realidad”[iv], esto resulta de la unión entre lo imaginario y lo real sin que intervenga lo simbólico.  Es ahí donde se engendran las sospechas y desconfianza en el otro que conducen en algunos casos a manifestaciones violentas, como una manera de defenderse del otro percibido como una amenaza.
Si bien la civilización logra atemperar las manifestaciones agresivas del individuo, como lo mencionó Freud en el Malestar de la Cultura, el miedo que produce lo extraño y propio a la vez (éxtimo), pueden ser encarnados por el otro, en este caso rechazar al otro, es rechazar en el otro la encarnación del peligro que acecha al ser portador de muerte, es decir, un caso positivo de COVID-19, lo que puede despertar en el individuo respuestas violentas de autodefensa.
Con la aparición del otro en lo imaginario pueden generarse altos índices de agresividad, esto en la medida en que es condensada la sensación del cuerpo fragmentado en la alienación yoica. Esta confusión entre el sujeto y el otro puede despertar un sin número de reacciones en el individuo, tan “inhumanas” como la solidaridad y el respeto, o tan “humanas” como el rechazo y la violencia, según sea la imagen.

*Psicoanalista. Asociada Nel-APEL Santa Cruz. Participante de Zadig-LML en Bolivia.




[ii] Sigmund, F., De guerra y muerte. Temas de actualidad. Obras completas, tomo XIV, Buenos Aires: Amorrortu, 1990, p.283.
[iii] Lacan, J, “La agresividad en psicoanálisis”, Escritos I, Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 1971, p.102.
[iv] Goldenberg, M., compilador. Violencia en las escuelas. Buenos Aires: Grama ediciones, 2011, p.76.







A voz propia






Por Alejandra Hornos Harasimuk
Integrante Zadig - LML

Escribir un texto sobre los últimos acontecimientos en Bolivia, convoca al analista-ciudadano a poder ubicar y ubicarse en esta experiencia de vida, pero también de Escuela, que aún sucede. Fue en Santa Cruz de la Sierra, la ciudad donde se originó “la revolución de las pititas” [1] y en mi estatuto de inmigrante –señalado por Miller como el estatuto del sujeto mismo en análisis [2]– tuvo lugar “la revolución de las identificaciones”. Bolivia es el país que habito hace más de dieciocho años y sin embargo, fueron los intensos sucesos vividos recientemente los que marcaron en mí un antes y un después que tuvo y tendrá sus efectos. Migrar implicó –entre otras cosas– dejar algunas identificaciones de lado y el acontecer de otras; el psiquismo crea, inventa, construye y promueve que ellas se anuden a nuestra identidad trayendo como efecto que, en el devenir de la vida, seamos los mismos siendo otros. 
Lejos de la migrante que alguna vez fui, me cuesta entender que desde otros países, retorne una lectura de los acontecimientos tan distinta a lo que vivo como ciudadana.  Difícil es soportar el nivel de violencia con que algunas opiniones se manifiestan en los medios y redes sociales, duelen mis dos patrias. Para los analistas en Bolivia son tiempos difíciles, sin embargo: ¡por suerte está la Escuela y por suerte está Zadig-LML! Una, como refugio del malestar en la cultura; la otra, como una red de “política lacaniana” en que la opinión sin pasión partidaria, pero sí con la lucidez del discurso analítico, es posible.  Refugio y red nos alojan, sin dejarnos tan solos en un tiempo-de-comprender necesario, propiciando conversaciones lejos de la violencia interpretativa que precipita el tiempo-de-ver a un tiempo-de-concluir.
No dejó de sorprender la publicación de mensajes y textos de algunos colegas que, desde posiciones precipitadas acusaban, difamaban e incluso insultaban a los analistas de la NEL en Bolivia, interpretando la realidad nacional desde posiciones fantasmáticas, acentuadas por la información parcializada que circula en varios medios de comunicación internacional. Tampoco faltó la conminación a tomar partido por el golpe de Estado – producto de la discriminación y el racismo– o por la versión de que solo se trata de una conquista democrática. Opciones simplistas que niegan importantes aristas para el debate político y social en el ejercicio democrático. Cada país tiene su idiosincrasia y diferentes motivos que originan sus crisis, muchas veces la constante opinión de intelectuales respecto a situaciones complejas termina siendo banal; especialmente cuando los interlocutores desconocen u ocultan aristas necesarias para un análisis comprometido.
Por fortuna, los analistas que integramos Zadig - LML en Bolivia contamos con el espacio preciso para reflexionar, ubicar y circular la interpretación que conviene en un contexto hostil. Zadig no es la Escuela, pero no es sin ella. Es en la Escuela donde habita y respira la función orientadora del más uno. Producto de la conversación entre psicoanalistas de la orientación que nos causa, escogimos “Entonces Sshhh…”  como punto de separación. Autorizamos el silencio autorizándolo a ser escogido.[3] “Entonces, el silencio…”, los puntos suspensivos nos orientan al propio análisis –único destino posible para cernir trozos de lo real en juego–, a la Escuela y sus sensatos dispositivos en que el respeto es recurso imprescindible. Un respeto que invita a “volver a mirar”, tal cual el significado oracular en su origen.[4] La Escuela para refugiarnos del malestar, Zadig-LML para no quedar atrincherados en el goce y tramitar el malestar a favor del lazo.  Se trata de volver a mirar al otro en su singularidad, considerarlo en su diferencia y diversidad; habilitando una salida de posiciones tercas que de lugar al momento-de-comprender para concluir algo, y no todo, porque esa es la lógica del discurso que nos signa. Se trata de consentir a la dialéctica del respeto que permite el tiempo próspero de la prudencia.

La rebelión de las pititas: su legitimidad y su riesgo
Un contexto sociopolítico complejo cobró espacio en Bolivia y si bien los ciudadanos nos encontramos en un tiempo de comprender, lejos aún de concluir; puede ubicarse el punto de inflexión de los acontecimientos políticos ocurridos: la firme demanda ciudadana de respeto al voto el pasado 20 de octubre y la consiguiente denuncia de fraude. Irrespeto al voto ciudadano que tuvo su antecedente en el Referéndum Constitucional del 21 de febrero de 2016, cuyo resultado fue un “No” ante la intención de un cuarto mandato del entonces presidente Evo Morales.
Gran parte de la ciudadanía sintiéndose engañada, se organizó en forma espontánea a través de los Comités Cívicos en cada ciudad. Se anunció un paro por tiempo indeterminado desde el 22 de octubre en las ciudades capitales del país. En Santa Cruz la decisión fue irrebatible, la mayor parte de los vecinos formaron barricadas con llantas, piedras, maderas, y otros elementos del contexto. Extendieron de extremo a extremo de muchas calles, unas “pitas” que impedían la circulación de vehículos y personas. Iniciado el reclamo, el entonces presidente se burló de la forma de manifestarse, ofreciéndose a dar talleres de cómo bloquear.   Es por el uso de pitas que este movimiento social toma su nombre, adoptando el diminutivo que utilizó el ex presidente en su abyecto comentario. Las pititas se constituyeron en los eslabones infranqueables de los sucesos subjetivos que simbolizaron el corazón de la resistencia.
Me permito nombrar lo acontecido, no como una revolución, sino como una rebelión. Jacques - Alain Miller en su texto “¿Cómo rebelarse?” propone la metáfora de la botella que se lanza al mar, para dar cuenta de lo que puede entenderse como una rebelión. Señala que en ella prima la emoción y no la razón deliberativa. Una rebelión se hace, no se delibera; su esencia es un “no” jugado al instante.[5] En Bolivia, finalizado el tiempo de quejas, la inercia de la paciencia se rompió y el fulgor de un imposible de soportar empujó a rebelarse.
La ciudad cambió su fisonomía, el “incierto ayer y el hoy distinto” como en el decir del poeta, nos depararon “los comunes casos de toda suerte humana”.[6] La idea de dios en sus diferentes formas y numerosas manifestaciones artísticas tomaron las calles y rotondas fungiendo de soporte simbólico para sostener la firmeza del reclamo. El perjuicio económico de una ciudad y un país paralizado, la incomodidad, contados casos de abuso y especulación; fueron la contraparte de la ganancia social de una genuina gesta cívica. La seriedad de una rebelión se mide a partir de quien la soporta; “el hombre rebelde” - en términos de Camus - pone en juego una pérdida, de bienes, de bienestar, de libertad e incluso de su vida; en este sentido, toda rebelión se abre sobre un horizonte de muerte.[7] 
Si la rebelión apunta al Otro, al privador; la trayectoria de su flecha alcanza y perfora al sujeto mismo que apuesta con su propia vida, sacrificándose y separándose de la raíz de la existencia. Con su estructura de espejo, el “movimiento de rebelión” alcanza al otro a condición del propio sacrificio y regresa. Se cierra en bucle sobre quien la inició dejándolo siempre a instancias del suicidio. Cuando el rebelde percibe la verdadera naturaleza de su imposible de soportar, descubre asustado que tiene su propio rostro y es por ello, que suele tomar el lugar del opresor, convirtiéndose en aquello contra lo que batalló. Conviene entonces, estar advertidos de la reversión de la rebelión y de su relatividad, para evitar el modo suicida que la habita.[8] 
Muchos sucesos se precipitaron a partir de la rebelión de las pititas. La renuncia del presidente y los más altos gobernantes del legislativo generó un vacío de poder. Se pudo salir de la etapa de ingobernabilidad a través del cumplimiento de la Constitución Política del Estado Boliviano, resultando un gobierno de transición encargado de gestionar un nuevo proceso electoral. Una escalada de violencia –al momento apaciguada– creció con su saldo de muertos y heridos. Bolivia hoy se encuentra buscando nuevas elecciones en el marco de un complicado contexto político partidario, no sin el fantasma de una guerra civil, promovida por las bases del entonces partido oficialista.
Gran parte de la ciudadanía nacional estuvo a la altura de lo que una rebelión seria implica. Lo que aún está por verse es si los líderes propuestos para las próximas elecciones –advertidos de la reversión de la rebelión– puedan evitar el modo suicida que allí anida.

Ver en: https://zadiglml.blogspot.com/2020/04/a-voz-propia_11.html?m=1

Referencias Bibliográficas
[1] Diminutivo de “pita”. Cordel de cáñamo. [En línea].   Lenguaje coloquial en Bolivia: hilo, soga.  Disponible en https://dle.rae.es/pita?m=form
[2] Miller, J.A. 2012. [En línea].  Enemigos éxtimos.  Disponible en: Sitio web de la Nueva Escuela Lacaniana de México. NEL- México. Sección Varieté. Enero 2012. Disponible en http://www.nel-mexico.org/articulos/seccion/varite/edicion/De-inmigrantes-y-segregacion/466/Enemigos-extimos-
[3] Laurent, Éric. [En línea].   La Interpretación en las psicosis Ordinaria. Disponible en: https://psicoanalisislacaniano.com/la-interpretacion-ordinaria/
[4] Diccionario etimológico de Chile. [En línea].  Disponible en: http://etimologias.dechile.net/?respeto
 [5] Miller J.A. 2019. [En línea]. ¿Cómo rebelarse? Disponible en:  http://espaciorosarinoerinda.blogspot.com/2019/02/como-rebelarse-texto-j-miller.html
[6] Borges, Jorge Luis. [En línea]. Soneto “Buenos Aires”. Disponible en: http://www.buscapoemas.net/poema/Buenos-Aires/Jorge-Luis-Borges/4491.htm
[7] Ibid.

[8] Ibid.







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