miércoles, 21 de octubre de 2020

Textos de la Actividad preparatoria para el segundo módulo del Seminario de Formación Permanente de APEL SCZ 2020.

Goce Uno y su escritura en el cuerpo. Raúl Arancibia.
Goce discursivo. Evelyn Schejtmann
Goce fragmentado. Isaac Núñez
Goce imposible. Judith Serrano
Significantización del goce. Gaely Miranda 
Imaginarización del goce. Fátima Escóbar 

El goce Uno y su escritura en el cuerpo


Una articulación al sexto paradigma de goce: La no relación

Raúl E. Arancibia, Asociada de la Asociación Psicoanalítica de Estudios Lacanianos (APEL)

A continuación, se expondrán las ideas principales del 6to paradigma del goce, articuladas a la lectura psicoanalítica del fenómeno psicosomático. 

En este sentido, se tomarán como referencias los testimonios de pase de Araceli Fuentes: “Un cuerpo, dos escrituras” y “El FPS tratado por el psicoanálisis”.

De acuerdo con Miller, el 6to paradigma parte de las elaboraciones del seminario XX “Aun”. A diferencia de planteamientos previos en la enseñanza de Lacan, en los que el goce es secundario respecto al significante, o se encuentra situado en la relación imaginaria, en este paradigma, el goce es considerado como primario.

Esta formulación es el efecto del cuestionamiento y las modificaciones introducidas al concepto de lenguaje. Así, el lenguaje y su estructura pasaran a ser considerados como secundarios y derivados respecto a lo que denomina Lalengua. Lalengua es “la palabra antes de su ordenamiento gramatical y lexicográfico” (Miller, 2000, p.172), implica una separación de la estructura del lenguaje y de la comunicación. La palabra misma es concebida ahora como goce y no comunicación.

Por otro lado, de acuerdo con Miller, este paradigma está fundado en la no relación y en la disyunción: la disyunción del significante y del significado, del goce y del Otro, “la disyunción del hombre y de la mujer con la forma No Hay relación sexual” (Miller, 2000, p.172). Los términos que permitían la conjunción, que aparecían como estructurales, e incluso, trascendentales: el Otro, el Nombre-del-Padre, el falo, son reducidos a conectores. Miller representará la disyunción de la siguiente forma:

Dos círculos eulerianos cuya intersección está marcada por el vacío. Esta intersección vacía podrá ser llenada por distintas suplencias y operadores de conexión. Los mismos que corresponden a dos grandes registros: La rutina y la invención.

En esta lógica, “el concepto de no relación domina el sexto paradigma y pone límite al concepto de estructura” (Miller, 2000, p.179). La noción de estructura implicada en la idea de la articulación (S1-S2), tomada en el orden de “lo que no cesa de escribirse”, será cuestionada por la interrogación “¿no habría allí no relación?” (Miller, 2000, p.174).

Miller precisa que esta perspectiva tiene como punto de partida no el “No hay relación sexual sino, al contrario, un Hay. Hay goce.” (Miller, 2000, p.175).  El goce es ahora considerado como una propiedad de un cuerpo viviente, de un cuerpo que habla, lo que tendrá consecuencias en la manera de concebir la experiencia analítica. En palabras de Lacan “¿No es esto lo que supone propiamente la experiencia analítica?: la sustancia del cuerpo a condición de que se defina sólo por lo que se goza.” (En Miller, 2000, p.175)

Este punto de partida, que privilegia el goce, instaura la disyunción, la no relación entre el goce y el OtroLacan pone en evidencia a lo largo del seminario XX, que “todo lo del goce es goce Uno, es decir, goce sin el Otro.” (Miller, 2000, p.177)

Miller describe las distintas modalidades del goce-Uno como: goce del propio cuerpo; goce fálico; goce de la palabra y goce sublimatorio. En ellos, se destaca que el lugar del goce es el propio cuerpo. Se goza a través del cuerpo.  El goce Uno es real, no se relaciona al Otro.

A partir de esta puntualización sobre el 6to paradigma, se indagará sobre sus posibles modos de escritura en el cuerpo. En particular, acerca del denominado fenómeno psicosomático, ¿podrá ser leído como una de las manifestaciones del goce-Uno?

Si bien Miller, en su curso: “La experiencia de la experiencia de lo real en la cura psicoanalítica”, menciona un séptimo paradigma del goce que parte de las afecciones del cuerpo (Miller, 2003, p.277), en este trabajo, se tomarán como referencias dos testimonios de pase de Araceli Fuentes. En ellos se decanta un fenómeno muy particular, el lupus, producido como la escritura en el cuerpo, de un extraño goce no cifrado por el inconsciente.

A sus 8 meses de vida ocurre la muerte de su madre, ante este evento, surge la imposibilidad para elaborarlo subjetivamente a través de un duelo.  Esta dificultad se presenta, no solamente por la edad que tenía en aquel momento, sino también por otro aspecto relativo al impacto de la lalengua en su cuerpo: “…una cierta manera de hablar de algunas mujeres, vecinas del pueblo, que habían conocido a mi madre, exclamaban: ¡ay! ¡Si su madre la viera!”, añade: no me hablaban de mi madre, no me contaban cómo era, algo que me hubiera gustado mucho ya que no tenía casi relatos de cómo fue, sino que invocaban, ante mí, como testigo mudo, la mirada de una muerta” (Fuentes, 2011, pp.60-61).

Esta jaculatoria adquirirá el estatuto de una holofrase, produciendo que mirada y muerte queden soldadas.  El afecto que provoca en su cuerpo cada vez que escucha aquella frase, cuando es un poco mayor, es de un malestar al que no podía poner palabras: “Sentía que un goce se me imponía, un goce del que no podía defenderme” (Fuentes, 2011, pp.60-61).

Esto tendrá como repercusión que se escribiera en su cuerpo un goce por fuera de la castración, una escritura real. Relata: “de esa pérdida imposible de subjetivar el inconsciente no había tomado nota, sin embargo, había dejado huella, una huella que se escribió directamente sobre el cuerpo lesionándolo” (Fuentes, 2011, p.60).  Se trata de un goce del orden del número, denominado por Lacan (1975) como “goce específico”. A partir de localizar este goce, Miller definió al fenómeno psicosomático como un jeroglífico en el desierto (1988, p.176).

Araceli Fuentes lo describe en su testimonio: “igual que si fuera un sello, esta suerte de escritura ilegible, se fijó en mi cuerpo, en el lugar y la ubicación de lo que hubiera podido ser un síntoma.” (Fuentes, 2011, p.61). Destacará que no tuvo más noticias de este tipo de escritura hasta mucho después, cuando fallece su padre y se confronta con este nuevo duelo.

Extrañamente cuando su padre fallece, no siente nada, pese a que lo había querido mucho: “Estaba a su lado, pero no pude reaccionar a su pérdida. Me encontré sumida en una especie de estado de congelación. No lloré y eso era raro. Esa falta de afecto era sospechosa ya que el afecto es efecto de la incidencia de lalengua sobre el cuerpo. En ese punto se reveló que mi cuerpo no había sido debidamente afectado por lalengua” (Fuentes, 2011, p.61). Poco tiempo después, se desencadena un lupus eritematoso, enfermedad del sistema inmunológico que provoca la aparición de manchas rojas en su piel y dolores reumáticos.  Esta enfermedad pone en riesgo su vida, por lo que fue internada en varias oportunidades. 

El duelo por su padre no puede realizarse, pues había uno pendiente, relata: “al verme confrontada con la muerte de mi padre la falla epistemo-somática que se había producido en la infancia se actualizó. Efectivamente mi cuerpo como cuerpo imaginario, en un cierto punto se volvió real.” (2011, p.61).

En sus dos testimonios Araceli da cuenta de los distintos intentos del inconsciente por cifrar este goce real, como efecto de las intervenciones del analista bajo transferencia. Un acting-out marcará un antes y un después en el trabajo del análisis, haciendo posible que el duelo pudiera escribirse en lo simbólico.

En la consulta en la que trabajaba, atendía también una colega que tenía cáncer desde hacía varios años. En una ocasión, llamó a la consulta una señora que solicitaba que la colega enferma atendiera a su hijo. Tras atender la llamada y sin pensarlo dos veces, decide ser ella quien atendería al muchacho, “robé un niño” señala.

Al relatar este evento en su análisis, detallando quien era la persona a quien se dirigía la atención del niño, la analista interviene: “él no la va a ver morir, ella no lo va a ver crecer”.  La interpretación de la analista produce un estremecimiento y tiene como efecto la separación de mirada y muerte, previamente soldadas. Esta interpretación: “Ella no lo va a ver…crecer, él no la va a ver…morir” al mostrar un límite a lo que se puede ver, separa la mirada de la visión.” (2011, p.64).

Este fue el paso necesario para hacer el duelo e inscribirlo simbólicamente. El goce Uno, en su modalidad de goce específico, que se goza en el cuerpo, en este caso lesionándolo, será cifrado por el inconsciente. Se trataba de un goce escópico, real, no marcado por el menos de la castración; goce, inicialmente disyunto del campo de Otro, del sentido y del saber. Esta operación, equivalente a la extracción del objeto mirada, permitió un cambio de escritura, es decir, que el duelo que no fue escrito en el inconsciente cesara de no escribirse y se escribiera como letra.

Referencias bibliográficas:

Fuentes, Araceli, “El fenómeno psicosomático y el síntoma: El diagnóstico diferencial”. En: https://nucep.com/wp-content/uploads/2012/09/Araceli_Fuentes_EL_FENOMENO_PSICOSOMATICO.pdf , 2012.

Fuentes, Araceli, “El fenómeno psicosomático, entre medicina y psicoanálisis”. En: https://nucep.com/wp-content/uploads/2014/01/fenomeno_psico_araceli.pdf , 2014.

Fuentes, Araceli, “El misterio del cuerpo hablante”. Barcelona, Gedisa, 2016.

Fuentes, Araceli, “Un cuerpo dos escrituras”. Letras Nº2 - Revista de Psicoanálisis de la Comunidad de Madrid - ELP. En: https://issuu.com/uzapuca/docs/letras_2_digital_ocr ,págs..:60-65, 2011.

Lacan, Jacques (1975), “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”. En Teoría y testimonios 2. Manantial ediciones, 1988. 

Miller, Jacques-Alain, “Algunas reflexiones sobre el fenómeno psicosomático”. En Matemas II. Manantial ediciones, 1988.

Miller, Jacques-Alain, “La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica”. Paidós ediciones, 2003.

Miller, Jacques-Alain, “Los seis paradigmas del goce”. En El lenguaje, aparato del goce. Conferencia en Nueva York y cursos en París. Buenos Aires, Colección Diva, 2000.

 


¡SALUD JUVE!

Una articulación del quinto paradigma “el goce discursivo”

y la película “El cementerio de Elefantes”

 

Evelyn Schejtman MelgarAsociada de la Asociación Psicoanalítica de Estudios Lacanianos (APEL).
 

“El cementerio de elefantes”, es una leyenda urbana que esta presente en la literatura de escritores bolivianos: como ser, Jaime Nisttahuz, Víctor Hugo Viscarra, Jaime Sáenz y Rene Bascopé. A partir de sus relatos, nos encontramos con esta ficción: en una zona clandestina y marginal de la ciudad de La Paz-Bolivia se encuentra una pequeña casa mítica; la cual es un lugar al que se dirigen las personas que se sienten cercanas a la muerte o que no resisten a la agonía de su existir; para poder pasar sus últimos días bebiendo alcohol hasta morir. Gran parte de los cadáveres que la policía recoge en la zona, a causa de una intoxicación alcohólica, son sacados en la madrugada de este traguerío y arrojados a alguna callejuela alejada para que sean recogidos por una furgoneta de homicidios.[1]

Es así, que Juvenal llega al antro de Doña Matilde, perseguido por sus recuerdos, solicita “la Suit Presidencial”. Es dirigido a un cuarto oscuro y sucio, con las paredes garabateadas y la pintura descascarada. Entra un muchacho para dejar un balde con alcohol aguado, un caneco de aluminio y una lata vacía.  Doña Matilde se despide diciendo “no grite, porque nadie te va escuchar”. Juvenal se queda en el cuarto empuñado por un candado, cómo si en él se protegiera un tesoro vital. Empieza el ritual: con la mano temblorosa hunde el caneco en el balde, lo saca lleno, para luego volverlo a llenar. Se dirige hacia su reflejo y se dice: “¡Salud Juve!”, “Hoy es un día especial para mí, solo para mí, debo cumplir un pacto, un pacto conmigo mismo. Pobre infeliz, son los recuerdos los que me lastiman, son como cuchillos que me penetran la cabeza, no me dejaran vivir en paz. Mi historia es aburrida, lo de siempre”.[2]

En el año 1999, Jacques-Alain Miller presenta los paradigmas del goce, son “fotogramas simplificados” de la doctrina del goce en la enseñanza de Jacques Lacan.[3] Miller, toma el quinto paradigma denominado el goce discursivo, del desarrollo que Lacan realiza en sus Seminarios 16 y 17, así como del texto de Radiofonía. En este paradigma, Miller nos dirá que la relación del goce con el significante es intrínseca, primitiva y originaria.[4] En la lectura que hace del goce en este periodo de la enseñanza de Lacan, precisa una equivalencia entre el sujeto y el goce, trazando una fórmula: El significante representa un goce para otro significante, y éste al hacerlo falla, así como falla al representar al sujeto, puesto que queda el conjunto vacío al lado.[5]

En el seminario 17, Lacan destaca la repetición como repetición de goce. Refiere que hay búsqueda de goce en tanto repetición y esta se funda en un retorno del goce. Se produce algo que es un fracaso, lo que se repite no puede estar más que en posición de pérdida respecto a lo que es repetido. Hay mengua de goce y una dimensión de búsqueda de un goce ruinoso.[6]  

Miller dice que esta relación primitiva, entre la del significante y el goce, es doble. Por un lado, hay una pérdida de goce situada como efecto del significante; por otro lado, lo que vendrá a responder a esta pérdida es un suplemento que no se articula como forzamiento o transgresión.[7] Se trata del objeto a como suplemento, como plus de goce.

Cuando el objeto a, es planteado como objeto plus-de-goce, viene a colmar una pérdida que nunca será llenada, manteniéndose la falta en gozar. Esta noción de plus-de-goce, amplifica el registro de los objetos a, extendiéndolo más allá de los objetos «naturales».[8]

La escena principal de la película “El cementerio de elefantes”, gira en torno al acto de beber, beber hasta morir. En el “¡Salud Juve!” que expresa el protagonista, puede captarse la característica esencial del objeto plus-de-goce: al mismo tiempo que da una satisfacción, profundiza la falta en gozar.

Juvenal se encuentra en un bucle replegado sobre sí mismo, en el que se presenta un menos de sentido y una metonimia en el consumo. Si bien, se verbaliza un malestar y surge una pregunta, estas no son desplegadas. Solo en apariencia se presenta su falta ya que esta es obturada con el objeto alcohol.[9]

“Hoy es un día especial para mí, solo para mí, el cumplimiento de un pacto conmigo mismo”: “¡SALUD JUVE!”. Y es así, que el tesoro vital de Juvenal queda empuñado por un candado, dándole la garantía de que la única falta que se le presente sea aquella que le queda por tomar. [10]

 

Referencias bibliográficas

 

[1] La mitología “El cementerio de elefantes” la encontramos en la literatura boliviana, como ser: “El cementerio de los elefantes”, relato de Jaime Nisttahuz; Borracho estaba, pero me acuerdo”, libro de las memorias de Victor Hugo Viscarra; “Felipe Delgado”, novela de Jaime Sáenz; “La tumba infecunda”, novela de Rene Bascopé. Por otro lado, “El cementerio de elefantes” también es una leyenda africana, que alude a un lugar donde iban los elefantes moribundos a pasar sus últimos días. Por último, es el título de la película boliviana, que fue escrita y dirigida por Tonchy Antezana, y que se estreno el año 2008. Tonchy Antezana es un director de cine y gionista boliviano, nacido en la ciudad de Oruro en 1951.

[2] Descripción y recortes de diálogos extraídos de la película “El cementerio de elefantes”.

[3] Miller, Jacques-Alain. Paradigma del goce. La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica. Paidos Buenos Aires, 2008, p. 221.

[4] Ibíd., p. 238-239.

[5] Miller, Jacques-Alain. La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica. Paidos Buenos Aires, 2008, p. 239-249.

[6] Sotelo, Inés. Paradigma cinco: “El goce discursivo”. Psicoanálisis orientación lacaniana: recorrido del goce en la enseñanza de Jacques Lacan. Paidos Buenos Aires, 2018, p. 289.

[7] Ibíd., p. 252.

[8] Miller, Jacques-Alain. Las migajas del goce. La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica. Paidos Buenos Aires, 2008, p. 255.

[9] Lecoeur, Berbard. Partir de las nuevas formas del síntoma. El hombre ebrio. Unsam edita, 2014, p. 45-56.

[10] Lecoeur, Berbard. Clínica de un matrimonio feliz. El hombre ebrio. Unsam edita, 2014, p. 25.


El silencio (vacío) como parte de lo sonoro

Una elaboración articulada al álbum “The Endless river” de Pink Floyd del 2014


Isaac Nuñez, Integrante del Espacio de Estudios Psicoanalíticos Lacanianos ELP-Oruro

 

 

Empezar no necesariamente es un punto de inicio a veces es ver hacia atrás. La presente elaboración parte por esta lógica, primero un elegir sobre que escribir, una elección no siempre es ligera. Para iniciar este producto se presentan tres posibilidades: literatura y todo el universo de Tolkien, el Animé con un ir y venir eterno presente en la serie animada Neo Genesis Evangelion y la música, con un álbum hecho de 18 canciones de las cuales 17 son instrumentales y solo una tiene letra.

Es frente a este dubitar, a este ir y venir entre estas posibles elecciones, que recorro una y otra vez, mientras que es la frase de un libro que ayuda a decidirme: “la música de verdad es la que inevitablemente se siente con las tripas”[1].

El álbum “the endless river” del 2014 es el último álbum de estudio de la banda de rock psicodélico Pink Floyd, contiene un total de 18 canciones, que fueron consideradas como outtakes (tomas descartadas) del álbum “the división bell”. De estas 18 canciones las 17 primeras son todas instrumentales, siendo la última “Lourder than words” (más alta/fuerte que las palabras) la única canción que tiene letra.

Me detendré un momento para considerar al arte. Cuando Lacan habla de arte, plantea que no se intenta analizar ni a la obra de arte, ni al artista que la realizó, sino tomarlo como una manera de acercarse, bordear simbólicamente el goce, “el arte comienza donde lo que no puede ser dicho puede ser mostrado, exhibido” [2].

El arte exhibe lo que no puede ser dicho, pero para poder exhibir eso que no puede ser dicho, debe pasar por el significante, el reconocimiento de la creación, el dinero, el título de la obra y en el caso de la música, por los títulos de las canciones, la voz, el tono de voz, las letras, notas acordes, títulos de un álbum, que permitirían exhibir lo que no puede ser dicho. En el caso de “The endless river” (el rio sin fin) se podría pensar en ese sin fin, hecho de aquello que sobró (outtakes) que en la misma letra de las canciones, nos muestra un ir y venir de situaciones, de hechos, para finalmente localizar lo central, que es aquello que termina siendo más fuerte que las palabras, “la suma de nuestras partes…Es más fuerte que palabras”.

Miller en Los signos del goce dice que “el lugar del goce está colonizado por el arte”[3].  Colonizar implica ocupar un territorio alejado de las fronteras, pero es en esta frontera donde se podría localizar una conexión. Si consideramos al arte como lo que coloniza al goce, podríamos ubicar al arte alejado de las fronteras del significante y cercano al goce. Que esté alejado, no implica que esté desvinculado de lo simbólico y que esté cercano, no implica que lo asimile todo.

Es en este sentido que podría pensar en el arte como: “el arte es siempre un modo de organización del vacío, pero sin el rechazo absoluto de la dimensión de ese vacío como tal”[4].

Ahora entrado a Los seis paradigmas del goce, tenemos al cuarto paradigma “el goce fragmentado” que es como lo nombró en un primer momento Miller para luego nombrarlo como el “Goce normal”. Este paradigma goce plantea “una nueva alianza de lo simbólico y del goce”[5].

En el tercer paradigma tenemos al goce como algo totalitario, masivo que solo se puede acceder a él mediante una trasgresión heroica, pero en este cuarto paradigma tenemos un goce fragmentado, “no se presenta en absoluto un goce masivo, sino uno fragmentado, en objeto a, y no está situado en un abismo, sino en un huequito”[6].

Este paradigma está a la atura del Seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, donde Lacan habla de las pulsiones parciales, las cuales les da un carácter de autonomía, para luego plantear que se da una integración gracias al goce pulsional, “un goce automático que se alcanza siguiendo el camino normal de la pulsión su ida y vuelta, sin transgresión”[7].

Podríamos animarnos a colocar esa nueva alianza en este camino normal de la pulsión, de ida y vuelta, como circuito pulsional que va y vuelve al rededor del vacío, produciendo en este camino, un encuentro constante con los objetos parciales.  

Un río sin fin, en el cual se puede ir y venir, como un navegante que va y viene (portada del disco), entre el otoño del 68 (autumn´68), viejo artes perdidos como el conversar (the lost art of conversation), en ojos de perlas (eyes to pearls), llamados (calling) que serían algunos de títulos de las canciones de “The endles river”. Recuerdos, eventos, demandas, que suenan y resuenan alrededor de ese vacío, permitiendo así tocar algo de eso imposible de decir con las notas, con los tonos y al final con lagunas palabras. Como es el caso de la última canción, donde se toca algo, pero no todo ya que siempre quedará algo más fuerte, más alto que las palabras. 

 

Bibliografía

Miller, J.-A (1986-87) Los signos del goce, Buenos Aires, Paidós, 2011

Miller, J.-A (1998-99) LA experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Buenos Aires, Paidós, 2011

Friedman, P, Eesto lo estoy tocando mañana, Grama, buenos aires, 2011

Ravinovich D, “psicoanálisis de orientación lacaniana: recorrido del goce en la enseñanza de Jacques lacan, JCE ediciones, Buenos Aires, 2018

 



[1] Pablo, F. (2011) “Esto lo estoy tocando mañana” Buenos Aires: Grama. p. 28.

[2] Diana, R. (2018) “Psicoanálisis de Orientación Lacaniana: recorrido del goce en la enseñanza de Jacques Lacan” Buenos Aires: JCE ediciones. p. 269.

[3] Miller, J.A. (2011) “Los signos del goce”. Buenos Aires: Paidós. p. 323

[4] Pablo, F. (2011) “Esto lo estoy tocando mañana” Buenos Aires: Grama. p. 12.

[5] J Miller, J.A. (2011), “La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica”. Buenos Aires: Paidós. p. 234.

[6] Ibidem

[7] Ibibem




Algo queda suelto* 

3° Paradigma de goce: Lo imposible del goce

Una elaboración articulada a la novela “La catedral del mar”, de Ildefonso Falcones

Judith Serrano Serrano Asociada de la Asociación Psicoanalítica de Estudios Lacanianos (APEL). 

Joan salta el muro cada día para sentir sobre su cabeza la dulce mano de su madre que lo acaricia desde una pequeña ventana. Está encerrada en una habitación desde antes  que él naciera y estará ahí hasta su muerte. Pero no vive mucho, muere cuando Joan era todavía pequeño.  A partir de ese momento, Joan decide adoptar como madre a la Virgen María. Poco tiempo después ingresa al seminario y se convierte en sacerdote. Un clérigo muy virtuoso, erudito en la doctrina cristiana y fiel seguidor de los preceptos y normas de la Iglesia.

 

Si bien Joan es conocido y respetado por su conducta intachable y dueño de un control riguroso sobre su cuerpo y su mente; ni los libros ni los rituales serán suficientes para impedir que lo real irrumpa de manera violenta, sorprendiendo al mismo Joan. Esto lo llevará a cometer los más crueles actos, como el hecho de haber planificado el secuestro y violación de la hijastra de su hermano para luego obligarla a casarse con su verdugo.

 

Para explicar esta irrupción de lo real, Lacan se apoya en el goce sádico como representación del tercer paradigma de goce. Miller lo describe como: “…la oposición entre lo que es del orden del bien –del lado del placer- y lo que siempre conlleva de malo el goce” [1]. Freud por su parte, llamó “das Ding” (la Cosa) a esto imposible de nombrar, porque está al límite de todo pensamiento. Aquí también podemos incluir lo siniestro o “unheimlich” como él nombraba a la manifestación de “… algo que debiendo haber quedado oculto se ha manifestado” [2], produciendo una ruptura en el orden simbólico.

 

Lo real insiste más allá de las articulaciones simbólicas y Joan esta vez comete el peor de los pecados, asesina a la esposa de su hermano y al mismo tiempo decide terminar con su vida, destruyendo de esta manera lo siniestro que emergía en su ser, eso que no podía controlar. Lo imposible de representar  y de decir, eso que se escapa de lo simbólico y de lo imaginario, que queda por fuera de todo significante y significado, transgrediendo todas las barreras de lo conocido. Esto que para Joan no fue  posible nombrar pese a sus muchos esfuerzos por controlarlo, al final, algo queda suelto.

 

 

 

 

Referencia bibliográfica

 

[1] Miller, Jaques-Alain. La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica. Paidós, Buenos Aires, 2004, p.153.

[2] Braunstein Néstor A. 1981. [En línea]A medio siglo de el malestar en la cultura de Sigmund Freud

Disponible en: https://books.google.com.bo/books?id=7SNwN_0RsZ8C&pg=PA208&dq=algo+que+debiendo+haber+quedado+oculto+se+ha+manifestado+freud&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwjmtOLVnLPsAhVRK7kGHXVhDzYQ6AEwAHoECAYQAg#v=onepage&q=algo%20que%20debiendo%20haber%20quedado%20oculto%20se%20ha%20manifestado%20freud&f=false

 

 

 

                                       

            Grabando una memoria: la significantización del goce*


 K. Gaely Miranda Flores

Grupo de Estudios Psicoanalíticos de Orientación Lacanina Sucre GEPOL-S
 

El segundo paradigma es presentado por Jacques Alain Miller como una “reescritura conceptual que se dedica a demostrar que todos los términos que fueron vertidos en la categoría de lo imaginario son, en definitiva, tan bien retomados en lo simbólico que son fundamentalmente términos simbólicos”.[1] En un intento de articular este paradigma - “La significantización del goce”-  a una producción cinematográfica, recurro a la película “Before I Go to Sleep”: [2]

Christine Lucas es una escritora de 47 años que, a raíz de un accidente sufrido cuando tenía 25, es incapaz de recordar el pasado y de retener los recuerdos más recientes. Cada día, al despertarse, cree que está soltera y que aún tiene que tomar grandes decisiones, pero, como todos los días, descubre que vive con su marido y que las decisiones vitales más importantes ya están tomadas.

Esas decisiones interrogan algo en la protagonista, me animo a decir: el deseo de ser en tanto sujeto, más allá del Otro. Christine encuentra una repetición donde no hay espacio para su deseo y entonces goza imaginariamente de la palabra, de la mirada y del deseo del otro.

 

En la constante repetición de lo mismo, la voz del psiconeurólogo hace un agujero, introduce “la palabra (…) que instaura la mentira en la realidad”. Miller refiere que “con la dimensión de la palabra se cava el surco de la verdad en lo real” [3]. Entra la memoria de la protagonista y entonces, “se trata del valor de la palabra; en tanto ella es función de lo simbólico”.[4] Palabras que se graban en los videos, hacen el escenario donde se escribe la cadena significante, un S1 al que le sigue un S2 y que puede construir algo de realidad, algo que ordene y regule esa vida que re-inicia cada mañana. “Lacan se dedica a mostrar que no hay fantasma que no sea escenario, no hay fantasma que no sea asimilable a una cadena significante (Sàa), en que la imagen en función significante está articulada al sujeto simbólico”.[5]

 

En algunas escenas del film, podemos observar que lo real irrumpe en los sueños de la protagonista, donde la experiencia del orden de lo traumático se une a símbolos que son interpretados. Algo de la libido se logra inscribir en los significantes que transitan esas imágenes oníricas, como plantea Miller: “Lleva tan lejos la significantización del goce que la demuestra equivalente al significado de una cadena significante inconsciente cuyo vocabulario estaría constituido por la pulsión. Esto es lo que Lacan llamó el deseo”.[6]

 

En la película, se puede observar el borramiento del goce por el significante que se propone en este paradigma. El significante anula el goce y lo restituye con la forma del de deseo significado, el cual considero es un deseo de saber sobre sí misma, lo que anima a la protagonista a no consentir a ese saber totalizador sobre su vida que otro le impone.

 

Referencias bibliográficas

[1] Miller, Jacques-Alain. Los seis paradigmas del Goce. [En línea], p. 147. Disponible en

http://activity.wps.com/wpsoffice202?utm_source=wa

[2] Joffe, Rowan, Before I Go to Sleep. [En línea]. Disponible en

https://www.filmaffinity.com/es/film770091.html

[3] Lacan, Jacques. Seminario 1 Los Escritos Técnicos de Freud. Paidós, Buenos Aires, 1991, p. 333

[4] Ibíd., p. 335

[5] Miller, Jacques-Alain. Los seis paradigmas del Goce. [En línea], p. 147. Disponible en

http://activity.wps.com/wpsoffice202?utm_source=wa

[6] Ibíd., p. 148

 

*Texto presentado en la Actividad preparatoria para el segundo módulo del Seminario de Formación Permanente de APEL SCZ 2020.

 

 

La imaginarización del goce en el “caso Dora”


Ma. Fátima Escóbar Nogales,  Asociada de la Asociación Psicoanalítica de Estudios Lacanianos (APEL)


Nos disponemos en este trabajo, a releer el “Caso Dora” a la luz de uno de los paradigmas del goce, planteados por Jacques Alain Miller: La Imaginarización del goce, denominado así, en su curso lectivo, La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica (1998-1999), curso en el que explora lo real a lo largo de la enseñanza de Lacan.

Una lectura de la noción de goce en la primera enseñanza de Lacan

Jacques Alain Miller (2004), en su lectura de la noción del goce en Lacan, afirma que, con la denominación, La imaginarización del goce, designa las consecuencias del primer movimiento de la enseñanza de Lacan respecto del goce, en la que la dimensión simbólica se diferencia en la experiencia analítica, siendo el goce velado por la primacía de lo simbólico. Recuerda Miller, que Lacan, en su primera enseñanza distingue la palabra del lenguaje y opera una desintrincación entre el inconsciente y la pulsión (2004, p. 143), otorgando privilegio al desciframiento, que supone la diferencia entre significante y significado. Aquí el factor económico, se traducía en satisfacción semántica. Sin embargo, ésta no colma todo aquello que trata Freud: pulsiones, libido, fijaciones, fantasma, yo y superyó. De ahí que, nos advierte Miller, es en otro orden de realidad donde se realiza otro orden de satisfacción, la satisfacción imaginaria, goce imaginario.

En este paradigma, la libido tiene un estatuto imaginario y el goce como imaginario no procede del lenguaje, ni de la palabra, tampoco procede del sujeto; se relaciona con el Yo como instancia imaginaria. Según Miller, Lacan en este periodo de su enseñanza, interpreta el Yo a partir del narcisismo y el narcisismo a partir del estadio del espejo, retoma la tesis freudiana del Yo como reservorio de la libido, extendiéndola hasta sostener que el narcisismo envuelve las formas del deseo. Entonces, Miller propone buscar en la relación a-----a´ en la doctrina de Lacan, el lugar del goce (Miller, 2004, p. 144), lugar en que el que intenta hacer entrar todo lo que en Freud está señalado como investidura libidinal; calificando de imaginario todo lo que no es susceptible de ser ubicado en la categoría de la satisfacción simbólica.

El goce imaginario, sostiene Miller, no es dialectico, es permanente, estacando e inerte; incluida la transferencia, que surge de la dimensión imaginaria, en el momento del estancamiento y reproduce -para Lacan- los modos permanentes de constitución de los objetos.

Miller, destaca en su lectura de este primer paradigma en Lacan, la disyunción entre el significante y el goce. Así, este goce imaginario es susceptible de presentarse en la experiencia analítica, cuando se manifiesta una falla, una ruptura en la cadena simbólica (Miller, 2004, p 145).

Dicha estas puntualizaciones, Miller, se apresura a aclarar, que este paradigma no carece de equívoco, porque si bien lo imaginario queda por fuera de lo simbólico, es al mismo tiempo dominado por lo simbólico, una relación de tensión en la doctrina de Lacan.

Finalmente, Miller, concluye este primer paradigma, afirmando que el gesto inaugural y liberador de Lacan se cumple bajo la bandera de la no relación de lo imaginario y de lo simbólico, una enseñanza inolvidable de la autonomía de lo simbólico, mismo que tiene sus propias leyes, su propia lógica que condiciona cualquier decir, prescindiendo de toda referencia al goce del cuerpo. Así, “Esta pureza de lo simbólico solo quiere decir una sola cosa: su no-relación con lo imaginario como lugar de lo que, en Freud, se llama libido”. (Miller, 1994, p. 146).

Intentemos aplicar ahora esta lectura del primer paradigma del goce: La imaginarización del goce al caso Dora, entonces retomemos el historial y la lectura que hace Lacan del caso Dora.

Una relectura del “Caso Dora”

Volver a releer una vez más el caso Dora, lleva a constatar nuevos descubrimientos en Freud, puesto que el lector podrá ser el mismo, pero no lo es su lectura.

Una primera constatación en el texto de Freud Análisis fragmentario….es la intrincación entre lo simbólico y el cuerpo. El cuerpo libidinizado y lo simbólico, están desde el vamos en la presentación del Caso Dora por Freud.  Tomemos una interpretación que hace Freud del síntoma de Dora (1904): la tos. Freud se percata que cuando Dora se queja de su padre, tose de una manera característica. Entonces hipotetiza que si ella tose cuando se queja del padre, eso indica que la tos debe tener algún significado referido a él. Significado que él ha constatado en otros casos: “…un síntoma significa la representación -realización- de una fantasía de contenido sexual, y por tanto, de una situación sexual. O mejor dicho, por lo menos uno de los sentidos de un síntoma se refiere siempre a una fantasía sexual…” (Freud, 1904, p. 958). Interpretación freudiana en la cual se puede reconocer que, para él, la fantasía se articula con el campo del significado, es decir del sentido, un sentido ignorado por el sujeto, inconsciente; pero nos advierte, que aquel sentido es secundario. Lo cito: “Y este sentido -afirma Freud- no lo trae consigo el síntoma histérico, sino que le es prestado, le es arreglado y puede ser distinto en cada caso, según la composición de las ideas reprimidas que pugnan por encontrar una expresión” (p. 954). Así, distingue tempranamente, dos dimensiones del síntoma, una dimensión somática y otra de sentido. Tesis que vuelve a precisar en un texto contemporáneo al Análisis fragmentario…., Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad (1908).  Destacamos en el mismo, además del distingo entre el síntoma somático del síntoma histérico, ubicar al primero, en la masturbación autoerótica infantil - pura satisfacción anárquica de las pulsiones-. Entonces dos satisfacciones: autoerótica pulsional y fantasmática, diferentes y no fusionadas en Freud. Volviendo al Análisis fragmentario…, es preciso recordar que aquella satisfacción, que luego se fusionó con una representación, corresponde a un “deseo tomado del círculo del amor de objeto y sirvió para realizar de una manera parcial la situación en que aquella fantasía culminaba” (Freud, 1904). Anudando así, la fantasía, a lo que más tarde será el complejo de Edipo en Freud.

Ahora bien, nos preguntamos ¿cuál es la fantasía que subyace al síntoma de la tos de Dora? Para Freud esta referida a la relación entre el padre de Dora y la Sra. K, se trata de una fantasía de fellatio. Pero, cómo hemos visto, esta fantasía se suelda a una satisfacción autoerótica, viene de manera secundaria. Entonces: ¿Cuál es esa satisfacción autoerótica de Dora que va a ser enmarcada por la fantasía de la fellatio? Freud nos indica entonces que para Dora “Un hecho notable proporcionaba en ella la precondición somática para la creación autónoma de una fantasía, que coincide con el obrar de los perversos. Recordaba muy bien que en su infancia y hasta épocas muy tardías, había sido una chupeteadora” (Freud, 1904, p.960-961). Una satisfacción autística de la pulsión oral. Así, la tos periódica de Dora originada como un cosquilleo en la garganta, “solicitación somática” (Freud, 1905) del síntoma, una intensa zona erógena activada; expresaba una situación de satisfacción sexual entre las dos personas cuyas relaciones amorosas la ocupan de continuo: su padre y la Sra. K.

En consecuencia, se puede leer en el caso Dora, que la satisfacción no sólo aparece en el sentido del síntoma, aparece también a nivel del cuerpo, a nivel del autoerotismo ( pulsión oral) y a nivel de la fantasía.

¿Cómo lee Lacan aquel síntoma de la tos y la fantasía asociada a él en el caso Dora de Freud? Lacan en su texto, Intervenciones de la transferencia (1951), con relación a aquella interpretación de Freud, sobre la fellatio, hace una rectificación, señalando que sería el cunnilingus, el artificio adoptado comúnmente por los hombres con fortuna a quienes empiezan a abandonarlos sus fuerzas (Lacan, 1951, p. 215). Así, podemos interpretar que tanto la fantasía como la tos nerviosa de Dora, remiten a la identificación con el objeto paterno, es el padre de Dora el que chupa y con él se identifica Dora en su síntoma.

Con relación a la satisfacción oral autoerótica, el chupeteo de Dora, Lacan, lee allí una matriz imaginaria (Lacan, 1951, 214), en la que han venido a vaciarse todas las situaciones que Dora ha desarrollado en su vida. Al punto de sostener que la mujer es el objeto imposible de desprender de un primitivo deseo oral, en el que es necesario que aprenda a reconocer su propia naturaleza genital. Para tener acceso a este reconocimiento de su feminidad, es preciso -dice Lacan- la asunción de su cuerpo, un cuerpo abierto a la fragmentación funcional (estadio del espejo), y que constituye los síntomas conversivos. Apunta allí, además una identificación de Dora con el hermano: “Pero para realizar la condición de este acceso (refiriéndose al reconocimiento de su feminidad en Dora), no ha contado sino con el único expediente que, según nos muestra la imago original (Dora chupándose el pulgar izquierdo, al tiempo que con la mano derecha tironea la oreja de su hermano, un año y medio mayor que ella), le ofrece una apertura hacia el objeto, a saber, el compañero masculino con el cual la diferencia de edades le permite identificarse en esa alienación primordial en la que el sujeto se reconoce como yo (je)…” (J. Lacan, Intervención sobre la transferencia, 1951, p. 215). La pulsión oral es desplazada al campo imaginario/simbólico.

En este sentido y para finalizar, leemos en Lacan, el equívoco que nos advierte Miller, en este primer paradigma: un imaginario que queda por fuera, pero dominado por lo simbólico. Así, si vamos de la masturbación oral al síntoma y viceversa, en la lectura de Lacan; ambos goces, son traducidos como procesos de identificación viril de Dora (con el hermano, con el padre, con el sr. K, con Freud); material imaginario susceptible de recuperación y satisfacción simbólica.

 

Bibliografía

Freud, S. (1904): “Análisis fragmentario de una histeria (Caso Dora)”. En Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1981, I.

Lacan, J. (1951): “Intervención sobre la transferencia”, Escritos, 1, Siglo XXI, Argentina, 2002.

Miller,  J.-A. “La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica”, Argentina, Paidós, 2004.

 


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