viernes, 10 de mayo de 2019

Textos de las actividades preparatorias de APEL y Productos de Carteles entorno a las X Jornadas de La NEL "¿Qué Madres (S)Hoy?", realizadas en México del 2018



Madres en la época. Alejandra Hornos
Hijos de la Ciencia. Liliana Bosia 
Voracidad, Capricho y Estrago Materno. Fabiana Chirino
Entre los cuerpos de la ciencia y lo jurídico: El Cuerpo Hablante. Alejandra Hornos


Argumento de las X Jornadas NEL

No hay hijo sin madre. Todos, incluso bajo las múltiples formas que cada época y cada contingencia de la vida imponen, tenemos una madre. Es así que las historias de ser madre atraviesan la historia misma de la humanidad. Sin embargo, asumirse como madre no es algo del orden de lo natural. El surgimiento del psicoanálisis de la mano de Freud y la enseñanza de Lacan, echó luz sobre las múltiples aristas que hacen parte de esta función tan compleja a partir de las problemáticas surgidas de la experiencia analítica misma.
Es el Otro materno el que, con los ropajes que cada tiempo provee, se encarga de recibir al niño en el cuerpo a cuerpo que caracteriza los primeros cuidados que mezclan amores, deseos, miedos, angustias, satisfacciones, objetos de intercambio que van y vienen, palabras dichas, no dichas, huellas memorables que se encarnan en la lengua privada de cada niño. Las consecuencias de los cuidados que la madre ofrece ‒o niega‒ al cuerpo indefenso y dependiente de su hijo, delinean programas de satisfacción que se encuentran en la base de las construcciones fantasmáticas.
Freud enfatizó la importancia del amor materno cuando puso a Goethe como ejemplo de éxito por haber sido el hijo preferido de su madre. Asimismo, situó la maternidad como una de las salidas al problema de la feminidad, pretendiendo que la mujer compensara su falta imaginaria a través de un hijo. La experiencia le mostró el límite que objeta, sin invalidarlas, ambas propuestas. Por un lado, lo real marca esos primeros amores que tienen lugar entre la madre y el niño y por tanto la madre misma es un real para ese hijo y no solo una representación simbólica. Por otro, la salida por la maternidad dejaba para las mujeres algo sin resolver, la pregunta por lo que quiere una mujer.
Lacan enfatizó el deseo materno y llegó a situarlo no en la vía de la madre sino de la mujer, extremando las fallas que esta solución compensatoria evidenciaba. Las marcas de lo real en este amor están dadas por ese Otro goce, femenino, que no alcanza a ser reabsorbido por la maternidad y aparece opaco, silencioso, indescifrable. Lacan usó la palabra estrago para referirse a la relación con el deseo materno y lo graficó con el hijo y la hija dentro de la boca abierta de un cocodrilo a punto de cerrarse, imagen que ilustra que el goce jugado aquí tiene sus riesgos. Pero es también desde esa opacidad riesgosa que el niño podrá producir una respuesta única, un decir propio sobre ese enigma.
El amor de una madre, con todos estos pliegues y texturas, humaniza al niño introduciendo en él la dimensión de la lengua materna cuyos efectos ‒inconscientes‒ acompañarán al hijo toda su vida. La feminidad de la mujer que es cada madre podrá mostrar su cara feroz, caprichosa, omnipotente. O, poniendo en juego el no-todo desde el cual pueda surgir un amor más singular, más creativo, menos aprisionado, dar lugar a la potencia creadora del hijo que no es ni más ni menos su posibilidad de hacer síntomas con los cuales inventarse una vida vivible.
Sin dudas el padre juega también su partida a la hora de prestar-se en el intercambio que anude para cada quien las vicisitudes del amor, el deseo y el goce. Los efectos que verificamos de la declinación de su función favorecen la primacía de la madre, en su versión más desregulada. Nuevas feminidades y nuevas virilidades tienen lugar en una escena familiar que se multiplica en versiones que no son como eran, y para las que es necesario encontrar nuevas respuestas.
La reivindicación de los derechos de la mujer en nuestro tiempo y su ascenso en el ámbito social, ponen en cuestión la función que tradicionalmente se le asignaba como cuidadora del hogar y de los hijos al punto de elevar, en algunos casos, a la categoría de ideal el abstenerse de la maternidad. O por el contrario, plantear a quien se ponga como interlocutor oportuno ‒la ciencia, el discurso jurídico, o el mercado incluso‒ la demanda implacable: ¡Quiero un hijo! Asimismo, las nuevas configuraciones familiares favorecen la asunción de la función materna en otros sustitutos de tal forma que escuchamos a los niños decir por ejemplo: "Él es mi madre" o "Ellos lo son", "Tengo dos mamás", "Hijo de nanas" o "Hijos del Ipad", "Mi abuela es mi madre", "Mi madre biológica", "La donante del óvulo", "La madre del vientre", "La madre del corazón", y muchos etcéteras que pueblan los relatos. Que madre hay una sola, ya nos advertía Mafalda, es algo que en todo caso habrá que demostrar subjetivamente, uno por uno, caso por caso.
¿Qué madres hoy? Vicisitudes en la experiencia analítica, es la convocatoria a un trabajo que lanzamos desde ahora y que tendrá su punto de arribo en nuestras próximas Jornadas. ¡Todos concernidos! ¡Todos invitados! ¡Cada uno bienvenido!

Ejes temáticos
Eje 1: Deseo de madre / Deseo de mujer
La madre también es mujer y como tal está atravesada por la falta. ¿Qué consecuencias tiene sobre el niño el deseo de la madre? ¿Cómo se inscribe el niño en la relación de la mujer a su falta? La madre como mujer tiene un deseo que va más allá del hijo, lo sobrepasa. Por eso para el niño el deseo de la madre es enigmático. El deseo de la madre en su fundamento es insaciable, ella siempre queda insatisfecha. Para el niño el fantasma de ser devorado es consecuencia de esta figura de la madre como fiera, omnipotente, voraz, amenazadora.
El problema se complejiza cuando la mujer como madre toma al niño como objeto causa de su deseo, el niño como objeto a de la madre: en la neurosis como síntoma de la pareja parental o en la psicosis como objeto real atrapado en el fantasma materno. ¿Cómo transmitir un deseo vivo que no sea anónimo? El niño no debe ser todo para su madre. El no-todo debe imponerse. Para una madre, cuidar a sus hijos no la debe "disuadir de desear como mujer", de encontrar su deseo en el cuerpo de un hombre.
Eje 2: El estrago materno
Investigaremos el concepto de estrago materno sabiendo que, desde los inicios del psicoanálisis, Freud constata un vínculo de odio particularmente fuerte en la relación de la niña con la madre que toma el lugar de un amor igualmente intenso, amor que ha precedido al Edipo y cuyo desenlace tiene un resto, que toma la forma de penisneid; punto de detención de todo análisis femenino.
Lacan va más allá y retoma, a lo largo de su enseñanza, esa ligazón-madre definiéndola como estrago. ¿Qué espera una hija de su madre?
Desde sus primeros seminarios, ubica el deseo de la madre en tanto presencia angustiante de un deseo enigmático que coloca al niño en una situación difícil, en tanto aparece sujetado a "la ley incontrolada de la madre", al "capricho", hasta llegar a decir en el Seminario 17 que "ese deseo siempre produce estragos… es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre".
Eje 3: ¿Locura materna?
En este eje exploraremos por qué la idea socialmente generalizada de la armonía del vínculo madre-hijo, vacila cuando allí donde se esperaba que la llegada de un hijo colmara el deseo de una mujer, ella se encuentra no sólo sin respuestas a las necesidades del niño y a las funciones que su estatuto de madre le confiere, sino, presa de un sufrimiento y una desesperación indescriptibles que la relación con su hijo no logra apaciguar.
Paradójicamente entonces, la maternidad puede ser la ocasión para que una mujer se sienta Otra, ajena a sí misma, tomada temporal o permanentemente por la locura de un goce sin sentido y para el cual no hay palabras, goce femenino en términos de Lacan. Indagaremos sobre la fatal convergencia de la maternidad con lo ilimitado del goce femenino que puede emerger tanto en la locura neurótica como en el desborde psicótico.
Eje 4: La ciencia, lo jurídico: los cuerpos de la maternidad
La antigua forma jurídica "el padre es siempre incierto, la madre es certísima" que Freud hizo suya, está en cuestión. Los avances tecnocientíficos y las variadas posibilidades de fertilidad asistida introducen una brecha cada vez mayor entre la reproducción, el acto sexual y los cuerpos en juego ‒incluso sus partes o productos‒ y la incertidumbre alcanza hoy a la madre.
El derecho es incesante en su intento de regular tanto la marcha imparable de estos avances, como los derechos y obligaciones de los sujetos de su campo y el mercado que se agita. En esta tarea se ve llevado a decidir cada vez sobre las múltiples encrucijadas que los anhelos de reproducción de hombres y mujeres -anhelos articulados entre el deseo y la demanda-, plantean. Nuevos modos de constelaciones familiares plantean nuevos interrogantes a la civilización.
¿Hijos de quién? Es una primera gran cuestión que abordaremos desde los efectos subjetivos, de goce, que tiene formular la pregunta desde la experiencia analítica.
Asimismo el psicoanálisis enseña que no es posible reducir la madre a una función separada del cuerpo sexuado y el goce singular que habita a quienes encarnan de una forma u otra estas historias. Los cuerpos de la maternidad son la segunda gran cuestión que proponemos al trabajo.


Madres en la época

"Madres migrantes. Maternidad transnacional: una madre no-toda"
Por: Alejandra Hornos. Miembro Grupo Asociado Santa Cruz de la Sierra
La feminización de la migración, se ha constituido en América Latina y el Caribe, en una característica propia de los procesos migratorios. La emigración en Bolivia es parte de una cultura, lo demuestra la significativa cifra de 2,5 millones de bolivianos que en los últimos 20 años viven en otros países. Un estudio realizado en el 2007 (CEDLA 2008) afirma que alrededor de seiscientos mil bolivianos y bolivianas emigraron a España, Argentina, Estados Unidos y Brasil, entre los años 2002 y 2007; a causa del desempleo y los bajos ingresos laborales. De este grupo de emigrantes, el 56% han sido mujeres provenientes de las ciudades de Santa Cruz, Cochabamba, La Paz y El Alto. Se estima que es España la que tiene mayor población de migrantes bolivianos en Europa y según ACOBE (2007), el 57.7% de emigrantes de Bolivia a este país, son mujeres. 


En este contexto de mujeres migrantes, muchas de ellas madres, tuvo lugar la investigación realizada en el 2010 bajo el título "Maternidad transnacional: vivencias migratorias de madres e hijos adolescentes", estudio cualitativo que visibilizó algo de las transformaciones en el vínculo madre -hijo/a adolescente a partir de la migración y/o retorno de las madres. Sin lugar a duda, la maternidad transnacional, efecto de la migración; se constituye en otra forma de configuración familiar tanto en el país de origen como en el de destino. 

El estudio mencionado, realizado en el ámbito urbano de cuatro ciudades de Bolivia (La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz), muestra cómo la experiencia migratoria confronta a la mujer a cambios en la relación con sus hijos y sus vínculos de pareja; precisamente en la doble vertiente de "ser madre - ser mujer". Las citas de las entrevistas, que se toman como referencia en el presente texto, son extraídas del estudio mencionado. Enunciaciones, que no dejan de escucharse en la actualidad de la clínica, madres retornadas e hijos e hijas de madres migrantes, sujetos tocados por lo familiar transnacional, frecuentan los consultorios. Los efectos de la experiencia migratoria no cesan de escucharse en sus singularidades.
Quien es madre en su país de origen, no por efecto de la migración deja de serlo.  El "ser madre" insiste, a pesar del fenómeno migratorio y más allá del mismo. En este contexto, si bien la función materna no es ejercida según el discurso dominante en el que "una buena madre es la que está al lado de sus hijos" (Wagner; 2008:333); la maternidad puede ser vivida de otra manera. Una manera, en el que el traspaso de las fronteras físicas se debela, una maternidad a distancia: "una maternidad transnacional." 
Según Gil y Pedone (2008: 12), la maternidad transnacional, se constituye en la antítesis de la maternidad intensiva, a tiempo completo. Ejercer una maternidad presencial no es posible para las mujeres que migran sin sus hijos y este contexto es el que enfrentará a los sujetos con las inconsistencias del discurso social predominante en relación al ideal de "madre-toda, madre-presente". La migración de la madre, como la de otro familiar, significa un cambio en las relaciones sociales y emocionales, pero no lleva necesariamente a lo traumático (Carrillo; 2005). En oposición a lo asumido en los estereotipos generalizadores, la situación de hijos e hijas de madres y padres transnacionales, se teje en un entramado complejo y singular. 
La comprensión de la complejidad de la emigración femenina, sus características y sus efectos, parte por escuchar la voz de los actores pero también las voces circulantes en los otros discursos (cotidianos, mediáticos e institucionales) que en muchas ocasiones estigmatizan, culpabilizan y victimizan a los actores de la emigración. De esta manera, evidencian las vulnerabilidades e invisibilizan posibles potencialidades derivadas de la emigración. Muchas de las madres retornadas de las cuatro ciudades, aluden al "sufrimiento" como significante de la falta que surge entre madres e hijos/as por haberse ausentado en su función de cuidadora de su prole. Así lo dice Eloina, una madre retornada en la ciudad de Santa Cruz: "Cuando la madre se va los hijos sufren, como no hay quien los vea entonces… descuidan sus estudios, se dedican a jugar o a las malas amistades, no hay quien les digas eso está bien o está mal". Del mismo modo, en la ciudad de La Paz, María Luz, otra madre retornada, sostiene que es "muy duro, uno no sabe cómo están los hijos… cómo pueden resolver y si a la madre no le cuentan, pues sufren". Las madres sufren por la separación de sus hijos, los extrañan, pero también sufren por el sacrificio de la separación física que el proceso migratorio implica. 
La sociedad privilegia la maternidad por encima de cualquier otra función, visibilizando una fuerte tendencia a la idealización de la función materna, concibiéndola como "sinónimo de abnegación y ternura, interfiriendo con la comprensión de las dificultades inherentes a las renuncias que supone para la mujer actual postergar sus diversos proyectos personales para entregarse comprometidamente a la crianza" (Zelaya, C., Mendoza, J. y Soto, E.; 2006: 17). Definir la maternidad como un hecho natural por el cual toda mujer debe pasar, hace de esta función un elemento identificatorio de la condición femenina, en tanto "representación ideológica que proporciona una imagen totalizadora y unificada de la mujer-madre, como una persona que puede encarnar el mito paradisíaco de la satisfacción ilimitada y la omnipotencia" (Ureta, M.; 2006: 57). Este enfoque, distorsiona la función de quienes ejercen la maternidad, haciendo de esta función "un todo globalizante" del cual depende la "supervivencia" de los hijos. 
En entrevistas a las madres retornadas de las cuatro ciudades anteriormente mencionadas, se escucha de manera muy frecuente expresiones que aluden a esta identificación de la madre como"todo para los hijos", así lo dice Marlene en Santa Cruz, una madre retornada: "¡Primero mis hijos, segundo mis hijos, tercero mis hijos!" Este tipo de expresiones no solo surgen en este grupo de madres retornadas de la migración, sino que forman parte de las concepciones de la maternidad en el entramado social; son las que se internalizan en la subjetividad femenina como elemento identificatorio necesario para la pretendida realización como mujeres.
Lacan, señala que el ser madre no tiene nada de instintivo y natural, la función primaria de una madre atravesada por la falta, no tiene que ver con el cuidado y la atención sino con la devoración. Lo insaciable de la madre remite a su posición como mujer, a su tratamiento particular de la falta y es en este tratamiento donde Lacan refiere al goce suplementario. En el Seminario XX, señala que "… el goce de la mujer se apoya en suplir ese no toda. Para este goce de ser no-toda, es decir, que la hace en alguna parte ausente de sí misma, ausente en tanto sujeto, la mujer encontrará el tapón de ese a que será su hijo." Una mujer no-toda presenta la duplicidad entre el goce fálico y el goce suplementario que se sustituya del lado del S (A) barrado y al mismo tiempo que se dirige al hombre en busca del falo añorado encuentra un tapón a su no-toda en el objeto aque constituye su hijo. De esta forma la maternidad, se vuelve una forma de suplencia a la Mujer que no existe, funciona como tapón del no-toda. 
La maternidad intensiva, en la que el hijo es todo para la madre y la madre toda para el hijo, es una de las construcciones de identidad femenina erigida bajo el paradigma de "ser madre por sobre todas las cosas". La emigración femenina moviliza los referentes identificatorios, produciendo efectos en las construcciones y prácticas de las mujeres tocadas por la experiencia migratoria, confrontándola en dos dimensiones: los hijos y la pareja. El poner el cuerpo en otro lugar, en otro país, ante un real de lo cotidiano que impide el ejercicio del toda-madre para los hijos, muchas veces posibilita que advenga algo de la pregunta por la mujer. 
Sabemos con Lacan, que una madre es suficientemente buena, en la medida que no lo es demasiado; solo lo es a condición que los cuidados que prodiga al niño no la disuadan de desear como mujer. Para retomar los términos de Lacan en su escrito "La significación del falo"– no basta con la función del padre, todavía es preciso que la madre no se vea disuadida de encontrar el significante de su deseo en el cuerpo de un hombre. La maternidad como versión de la feminidad, como suplencia, no obtura el ser mujer y su dirección al hombre asegura que no se produzca este recubrimiento del hijo al lugar del tapón a la pregunta por su ser mujer. 
Es este real de la madre migrante, la contingencia de su movilidad a otro país, lo que hace que, en términos generales, los hijos adolescentes entrevistados consientan la posibilidad de una maternidad a distancia. La misma será construida, como una maternidad no-toda en términos de presencia, protección y amparo; una maternidad que entra en disonancia con las construcciones de maternidad intensiva que caracterizan a una madre-toda. Ante esta inconsistencia, los adolescentes empiezan a construir una noción de madre a la distancia que se mantiene presente en sus funciones de protección, alojo y amparo en la medida en que se comunica con frecuencia y de manera abierta y afectiva, mientras que desde la distancia puede orientar a los hijos en sus procesos de desarrollo, cambios y dificultades. Estas condiciones permiten una elaboración–tramitación de la separación y ausencia física de la madre a la vez que impulsa el crecimiento personal de los adolescentes.
Desde la orientación lacaniana, entendemos que así como no es posible construir un universal de las mujeres, tampoco es posible construir un universal de cómo ser madres. Cada mujer, una por una, se sitúa frente a la maternidad desde diferentes posiciones subjetivas entramadas por su historia y singularidad. A la luz del fenómeno migratorio, se evidencia no sólo una, sino múltiples formas de ser madre, es decir, la pluralidad de la maternidad.
Bibliografía: 
  • Carrillo, M. (2005). El espejo distante. Construcciones de la migración en los jóvenes hijos e hijas de emigrantes ecuatorianos en La Migración Ecuatoriana, transnacionalismo, redes e identidades. Herrera, G; Carrillo M. y Torres A (Editoras) FLACSO – Ecuador. Quito.
  • Gil, Sandra y Pedone, Claudia (2008). Los laberintos de la Ciudadanía. Políticas Migratorias de las familias latinoamericanas en España. España.
  • Jauregui M.; Chirino F.; Hornos, A. (2012): Maternidad Transnacional – Vivencias migratorias de madres e hijos/as adolescentes. Editorial El País. Bolivia. Disponible en:https://www.unicef.org/bolivia/Maternidad_transnacional_vivencias_migratorias_de_madres_e_hijos_hijas_adolescentes.pdf
  • Ureta Matilde (2006). La Maternidad: Afectos que convoca en La maternidad y sus vicisitudes hoy. Ed. Siklos. Lima.
  • Wagner, H. (2008) Maternidad transnacional: Discursos, estereotipos, prácticas. FLACSO ANDES. Centro virtual de vanguardia para la Investigación en Ciencias Sociales. Disponible en WWW.flacsoandes.org/web/images 
  • Zelaya, C.; Mendoza T.; Soto, De Dupuy. (2006). La maternidad y sus vicisitudes hoy. Ed. Siklos. Lima.
PUBLICADO EN: http://x.jornadasnel.com/Boletines/016.html





Hijos de la Ciencia
Texto enmarcado en el eje 4:  La ciencia, lo jurídico: los cuerpos de la maternidad.

Liliana Bosia
Mimbro de la Nel y Asociada de Apel scz

Freud nos proponía la maternidad como salida a lo femenino. En su época la madre naturaleza decidía quien podía ser madre y quien no. 
Desde el siglo pasado la tecno-ciencia en su empuje febril abrió la puerta de " para todos" es posible un hijo, desde 1978, año en que nace la primer bebé de probeta en Inglaterra hasta ahora la ciencia ha colaborado a muchas parejas en su deseo de ser padres pero también ha  desplegado una serie de opciones para la concepción de un hijo: inseminación artificial, fecundación en vitro, maternidad subrogada, donación de óvulos, donación de espermatozoides, alquiler de vientre, compra-venta de óvulos y espermatozoides.

Estas opciones amplían el espectro de la posibilidad de la maternidad y de la paternidad a parejas homosexuales femeninas, parejas homosexuales masculinas, mujeres solas y hombres solos, colocando al hijo como objeto (a) en el mercado de la oferta y la demanda.
Así también la manipulación genética que la ciencia permite hoy nos posibilita ordenar un hijo a la carta: de determinado color de ojos, de pelo , etc.
Ya no es más la naturaleza quien determina quien puede o no tener un hijo, la ciencia con su discurso capitalista de todo es posible permite que mujeres de edad avanzada lo sean como el caso de Daljinder Kaur en la India que se convirtió en madre a los 70 años o más recientemente la pareja inglesa que fueron padres a los 63 y 65 años.(1)
No le corresponde al psicoanálisis aprobar o no estos métodos y/o juzgar estas decisiones  pero si es competencia del psicoanalista escuchar en el uno por uno que estatuto tiene para cada uno la búsqueda de un hijo, que de un deseo no anónimo en esa búsqueda. Solo ubicar las diferencias subjetivas permitirá desarmar el universal de la búsqueda de un hijo que nos propone el discurso tecno-científico actual. (2)
Notas:
(1)www.bbc.com/mundo/.../2016/05/160511_salud_daljinder_kaur_dar_a_luz_70_india...
(2)Silvia Tendlarz, entrevista para LaLeo, boletín de las X Jornadas de la Ne




Voracidad, Capricho y Estrago Materno.


Fabiana Chirino            

¿Cuál es el fundamento de la articulación entre deseo materno, goce y estrago?, ¿Qué desarrollos sostienen la articulación en esta misma línea, la condición de maternidad, feminidad y capricho?.

Para esbozar una respuesta posible a estas interrogantes, partiré de la referencia de Lacan en el Seminario 5 donde señala que "la madre es una mujer a la que suponemos ya en la plenitud de sus capacidades de voracidad femenina..."[i], aludiendo a la condición estructural de lo femenino como aquello que se constituye en una capacidad de devoración, del hijo o del partenaire. Lo voraz en una mujer que se hace madre tiene que ver con su deseo, que se rige bajo una ley caprichosa que no es la del nombre del padre que ordena, regula y prohíbe. Lacan lo indica en el Seminario El Reverso del Psicoanálisis: "el papel de la madre es el deseo de la madre. Esto es capital. El deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual, que pueda resultarles indiferente. Siempre produce estragos”[ii].

Lo estragante de este deseo está vinculado al capricho, pues es un deseo, siempre de otra cosa, de un poco más, de un más allá del falo. Por ello Lacan usa la metáfora de la “boca de cocodrilo”, que puede cerrarse en cualquier momento devorando al sujeto que se encuentra allí, incauto. “Es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre. No se sabe qué mosca puede llegar a picarle de repente y va y cierra la boca. Eso es el deseo de la madre", dirá Lacan en el Seminario 17[iii].

Sin embargo, lo que puede detener o hacer de tope a la boca de cocodrilo, es el falo, efecto de la función operatoria de la metáfora paterna, que Lacan señala como algo tranquilizador, “hay un palo, de piedra por supuesto, que está ahí, en potencia en la boca, y eso la contiene, la traba. Es lo que se llama el falo.(…) Así que fue en este nivel como hablé de la metáfora paterna”[iv]. Esta función, limita, acota algo de ese deseo sin ley o más bien, regido por una ley del capricho o voluntad, que es un goce.

Sobre la condición caprichosa del deseo materno, Miller en su Seminario Los usos del lapso, señalará que lo que una mujer quiere, es querer y que, “querer el acto, una voluntad, es un goce”[v], goce que está especialmente recortado en la feminidad, ya se trate de su propio querer o del querer del Otro. Para Miller, la obra de Lacan señalará afinidades entre feminidad y voluntad, pues es “del lado de la mujer que la voluntad se desprende con un carácter absoluto, infinito, incondicionado”[vi], condición que ya en el Seminario 5 ubicará en relación a la madre, “se trata del capricho que figura en eso que se repite como enseñanza del capítulo del deseo de la madre, supuesto por el nombre del padre en la metáfora paterna” [vii].

Miller localizará la distinción entre la función de deseo y la de la ley, ubicando que “allí donde el padre tiene la ley, la madre tiene el capricho”[viii]. Relación entre capricho y ley, que se corresponde con la relación de lo simbólico y lo real. Lo real es sin ley, es azaroso, contingente, sin sentido y, lo simbólico, aquello que ordena, busca regularidades, diferencias, relaciones, causalidades, sentido. Sin embargo, lo simbólico no puede aprehender lo real del todo, es impotente en esa tarea pues siempre quedará un resto. Respecto al capricho Miller dirá que “es una voluntad fuera de la ley. La ley está ahí, se la ve venir con sus intenciones, su látigo, sus compromisos, ahí están los vínculos amos verdaderos, los compromisos de discurso; la ley está allí para frenar la voluntad”[ix], más la ley, no logra acotar el capricho que es lo que sale de su ordenamiento y razón.

Pero, por otro lado, Miller dirá que el capricho, al obedecer a una voluntad, es también una ley, no del deseo que incluye a la castración y a la falta, sino del goce. De allí que la asocia con el imperativo categórico de Kant, donde el “tú debes” tiene como contracara el “yo quiero”. Este aspecto se escucha permanentemente en clínica con niños en la voz de las madres cuando dicen: “yo quiero que mi hijo… esto o aquello”, “él o ella debe hacer tal cosa”, “lo único que quiero es el bien para mi hijo”. Para Miller, lo que ambos tienen en común “aun cuando el imperativo categórico no es alguien, es la ley que quiere eso”, es la calidad de absoluto del “yo quiero”. “Un capricho no se discute, como tampoco el imperativo categórico. Pueden guardarse sus buenas razones”[x] – dirá Miller. De la misma manera, esta lógica se escucha en la clínica y en la vida cotidiana, cuando algunas madres dicen a sus hijos “esto es así, porque sí”, “porque soy tu madre”, “porque lo digo yo”. No se discute, es una voluntad y un imperativo.

Para Miller, en el capricho como voluntad sin ley se encuentra positivizada “la asignación del capricho a la mujer como madre – lo que da cuenta de - las afinidades entre feminidad y voluntad”[xi]. Esta condición de goce, más allá del falo, pero no sin relación a él, es lo que encontramos como el punto potencial de estrago en toda madre, pues detrás de una madre hay una mujer, más o menos advertida de ello, dividida o no, taponada o no, por el hijo.

Lacan en el Seminario 19, señalará que no era posible universalizar a la mujer, “aunque solo sea porque la raíz del no toda es que ella esconde un goce diferente del goce fálico, el goce llamado estrictamente femenino (…) La mujer es “no toda” porque su goce es dual” [xii]. En el Seminario 20 Aún, Lacan explica con precisión que el ser no-toda en la función fálica no significa que no esté inscrita del todo, “no es verdad que no esté del todo. Está de lleno allí” [xiii], lo que ocurre es que además de estar allí, está por fuera. Silvia Elena Tendlarz, dirá que una mujer no toda “presenta la duplicidad entre el goce fálico y el goce suplementario que se ubica del lado de S(A/)”[xiv].

Será desde esta posición de falta en ser que la mujer se dirige al hombre en busca del falo, que solo podrá encontrar a modo de tapón en el hijo en tanto objeto a causa de su deseo. Completitud imaginaria que ubica a la madre no del lado de la posición femenina sino en una posición masculina, en tanto tiene el objeto a que recubre imaginariamente su falta. Así, la maternidad se constituye, señala Tendlarz “en una forma de suplencia de La mujer que no existe, funciona como tapón del no toda”[xv]. Es por ello que una mujer vehiculiza algo del goce femenino, Otro goce, goce suplementario, en la maternidad, dando cuenta de los arreglos singulares de cada madre, una por una, con la función fálica y el goce que la habita.
De la voracidad del deseo materno, al capricho sin ley más que el de la voluntad, la obra de Lacan nos conduce a las vías del estrago, que va más allá de las buenas o malas intenciones de las madres y remite a la cuestión estructural del goce femenino en toda madre. En esta perspectiva, ¿qué decir de lo estructural y contingente del estrago?.

A nivel estructural el estrago se produce cuando no ha operado la metáfora paterna o cuando en su modo fallido, no ha permitido acotar algo de ese goce que deja capturado al sujeto como objeto del Otro materno, ya sea en el fantasma de la madre, como objeto fetiche o como objeto resto “dejado caer” del deseo del Otro. Estas tres posibilidades tendrán efecto de estructura, en el modo en que el sujeto configure un lazo con su cuerpo, con el otro, el goce y el deseo. Se trata de que el “palo en potencia” juegue su papel, lo que dependerá a su vez, del lugar que el hijo ha venido a ocupar en el deseo de la madre, pero también, del lugar que la madre en tanto mujer ocupa en el deseo del padre como hombre. Lo que posibilitaría la “separación entre madre y mujer”[xvi].

La pregunta por la feminidad dirigida a la madre y la imposibilidad de responder a ella con un universal de La Mujer, también puede producir estrago. Lacan en su texto El Atolondradicho, dice "el estrago caracteriza la relación de una mujer con su madre, cuando la niña o la mujer parecen esperar de la madre más sustancia que de su padre”[xvii]. Es decir, estructuralmente hay un imposible, que se constituye en la fuente del exceso de la espera femenina respecto de la madre como mujer. “Esta desmesura se encuentra correlacionada al real de la posición femenina - en el sentido de real como siendo del orden de lo imposible- lo imposible como 'lo que no cesa de no escribirse'”[xviii].   Esta lectura nos conduce a lo estructural del estrago en términos del No hay, No hay significante de La Mujer que la madre, ni ningún otro ser hablante, pueda transmitir.

Es así que cada mujer “será el resultado de su propia invención”, a partir de los significantes que provienen del discurso del Otro, de los semblantes que la madre y la cultura pueda transmitir y del arreglo singular con su propio goce. Sin embargo, es una construcción que no es universal ni ofrece garantías. En este punto, el estrago se produciría cuando la hija queda fijada en la desmesura de la demanda dirigida a la madre, suponiéndola toda.

Es por ello que la cuestión del estrago se produce por la conjunción entre mujer y madre. Ivana Bristiel dirá que “si se pierde esta distancia necesaria, que Lacan remarca, el niño devendrá “objeto” materno. La conjunción madre-mujer es estragante, la separación es lo que le permite al niño transitar ese estrago primero sin quedar fijado en él”[xix]. La distinción de la mujer y la madre, permitiría al hijo, no quedar capturado como el objeto que completa y tapona a la madre y que el goce de la madre como mujer, se dirija hacia el hombre.

Marita Hamman señala que el estrago “es efecto de un goce deslocalizado que irrumpe arrasando al sujeto, quien carece de soporte para situarse respecto de ese goce sin nombre ni medida” (mientras que el síntoma intenta fabricar alguno) [xx]. Se tratará de un temprano encuentro con el deseo y el goce de la madre en tanto mujer, que dejará una marca en lo real del cuerpo y el goce del parletre. De allí que, como señala Gustavo Dessal, en su conferencia Maternidad, locuras y estragos [xxi] existen casos, donde la marca del estrago materno no se borrará jamás, persistiendo una condición de melancolización que el sujeto podrá ubicar, hacer algo con ella, pero siempre estará allí, como una marca de su encuentro con el goce de la madre.

A nivel de la contingencia, podemos pensar el estrago como la respuesta del sujeto ante el encuentro con el deseo y goce del Otro, Marie-Hélène Brousse, vinculará el estrago con el hecho de que la madre “queda como el Otro no tocado por el intercambio fálico y la ley simbólica – donde - ella permanece como el objeto único del hijo”. Ante ello, una respuesta posible es ser el fetiche de la madre, que se asienta en el supuesto “que el Otro traumático (es decir, el Otro de la satisfacción sexual) está completo” [xxii]. Otra respuesta  será el intento de “arrancar a la madre lo que de todas maneras no entrará en el intercambio que no hay, y que, en tanto que arrancado, se convierte en un desecho" [xxiii], esta respuesta produce una desfalicización del objeto, con efectos de caída del deseo.

En este contexto, el estrago se constituiría en efecto de una insondable decisión del sujeto, como señala Brousse: “la elección del estrago ataca el valor fálico que el objeto tiene para el sujeto y funciona disociando los objetos a de su valor fálico. Es entonces una mortificación del falo, en la cual el imperativo superyoico de goce acaba con el deseo y su causa"[xxiv]. Marita Hamann, habla de un efecto estragante, que resulta como efecto de “algunos dichos maternos que, de la mano del superyó, avasallan al sujeto y ponen en marcha un circuito pulsional mortificante”, se trata de un encuentro contingente con unos dichos que son tomados por el sujeto como marcas de goce.

Ante lo estructural de la condición de estrago y lo contingente del encuentro con el goce de la madre, el análisis permitirá respecto a los dichos maternos, “refutarlos, inconsistirlos, indecidirlos, indemostrarlos”, para inventar un deseo en su lugar. Separar al sujeto del sentido gozoso de los dichos maternos, para localizar un goce propio y hacer con ello de una manera posible “separar lo que proviene de la madre de los efectos de lalangue sobre el cuerpo, que se atribuyen a la madre en la medida en que ha sido ella quien transmitió la lengua”.

El análisis dará entonces la oportunidad a una mujer de saber hacer con la soledad del Uno. Consentir al goce que hace a cada una radicalmente Otra para sí misma, pero también permitirá consentir a lo real del amor, “prestándose a ocupar el lugar de sinthome para un hombre”[xxv], y consentir a una maternidad “no toda” estragante.


Referencias Bibliográficas

[i] Lacan, J. (2011). El Seminario, Libro 5, Las formaciones del Inconsciente. Buenos Aires: Paidós. p. 212.
[ii] Lacan, J. (2004). El Seminario Libro 17, El Reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.p.118
[iii] Lacan, J. (2004). El Seminario Libro 17, El Reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós. p.118.
[iv]  Lacan, J. (2004). El Seminario Libro 17, El Reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.p.118.
[v] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 160
[vi] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 160
[vii] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 160
[viii] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 160
[ix] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 160
[x] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 166
[xi] Miller, J. (2010). Usos del Lapso. Buenos Aires: Paidós. p. 127
[xii] Lacan, J. (2012). El Seminario, Libro 19, O peor.  Buenos Aires: Paidós. p 101
[xiii] Lacan, J. (2005) El Seminario, Libro 20, Aún. Buenos Aires: Paidós. p. 166
[xiv] Tendlarz, S. (2005). Las Mujeres y sus goces. Buenos Aires: Colección Divas. p. 153
[xv] Tendlarz, S. (2005). Las Mujeres y sus goces. Buenos Aires: Colección Divas. p. 153
[xvii] Solano E. (2003), Dolor de la Feminidad: entre el ser y la existencia. En Clínica lacaniana, Buenos Aires: Tres Haches. pp. 49 y 50.
[xviii] Solano E. (2003), Dolor de la Feminidad: entre el ser y la existencia. En Clínica lacaniana, Buenos Aires: Tres Haches. pp. 49 y 50.
[xx] Harmann, M. (2014). Estrago. Eva-Lilith, Boletín de las VIII Jornadas de la NEL. disponible en: http://ampblog2006.blogspot.com/2014/08/eva-lilith-boletin-de-las-viii-jornadas.html
[xxi] Dessal, G. Seminario “Maternidad, locuras y estrago”. Cochabamba - Bolivia. 17, 18 y 19 de Mayo de 2018.
[xxii] Brousse, Marie-Hélène (2016). Saber hacer femenino con la relación. Las tres R: astucia, estrago y arrebato. 23 sep. XV JORNADAS "MUJERES", ELP. Disponible en: http://mujeres.jornadaselp.com/lazoamp/saber-hacer-femenino-con-la-relacion-las-tres-r-astucia-estrago-y-arrebato/
[xxiii] Brousse, Marie-Hélène (2017)Una dificultad en el análisis de las mujeres: el estrago de la relación con la madre. Ética & Cine | Vol. 7 | No. 2 | pp. 29-35. Disponible en: http://journal.eticaycine.org/IMG/pdf/JEyC_Julio_2017_06_Brousse_Una_dificultad.pdf 
[xxiv] Brousse, Marie-Hélène (2016). Saber hacer femenino con la relación. Las tres R: astucia, estrago y arrebato. 23 sep. XV JORNADAS "MUJERES", ELP. Disponible en: http://mujeres.jornadaselp.com/lazoamp/saber-hacer-femenino-con-la-relacion-las-tres-r-astucia-estrago-y-arrebato/
[xxv] Solano-Suárez, E., (2011). “Lacan, las mujeres”, La Causa freudiana, París, Navarin, n°79, p. 277.






Entre los cuerpos de la ciencia y lo jurídico: el cuerpo hablante




Por Alejandra Hornos


Desde el psicoanálisis, estamos advertidos, que la maternidad está lejos de ser un hecho natural; sabemos que en lo humano, lo natural está perdido. Esta experiencia involucra una serie de circunstancias cambiantes, secuencias y sucesos, eventos favorables o adversos; en los que no hay garantías del “buen encuentro” a producirse, entre una madre y un hijo. Sus vicisitudes imaginarias, serán efecto del trayecto de un campo simbólico, en el que se inscribe un acontecimiento de cuerpo. La maternidad se constituye entonces, en una experiencia que varía de mujer a mujer e inclusive, en la vida de una misma mujer (Barros, 2018:12).

En este mundo, en el que la ciencia se mueve al compás del discurso capitalista eludiendo el orden de lo imposible, la maternidad cobra espacio en contextos que en otros tiempos eran impensables. Los nuevos modelos familiares y el avance tecnocientífico planteado por las tecnologías de reproducción humana asistida, pluraliza aún más, la experiencia de la maternidad. El binomio padre- madre en la época del Otro que no existe, queda en cuestión. El padre, ya no es lo que era, su estatuto es el de un padre humillado y a su lugar vienen “Los derechos del hombre”, instrumentos simbólicos que intentan coordinar las relaciones entre las personas. La importancia del lazo social suple la inexistencia del Otro y no hay un lugar de garantía social, que diga cómo deben ser las cosas.  La acción de la ciencia, introduce nuevos objetos y se instala la urgencia de crear reglas de asociación entre los individuos. Con el objetivo, de establecer leyes que respondan a los principios de los “derechos humanos" correlativos a un “Estado de derecho”, surgen los comités de ética (Tendlarz,1998:8). El “cuerpo jurídico” se hace presente.
Este “cuerpo jurídico”, propio de las Instituciones, intenta normar la experiencia de la maternidad en lo que a ellas les compete. Si bien las instituciones no pueden existir más que en el registro de lo simbólico, no se agotan en el mismo, ya que la fundación, el funcionamiento y transmisión de una institución, está sostenido por elementos inconscientes en relación al deseo de quienes la conforman. El encuentro con lo contingente, con lo traumático del parlêtre, es inevitable. Las dimensiones imaginarias y simbólicas se enlazan en un espacio que posibilita la proyección de deseos, ya sea para realizarlos o defenderse de ellos, uniéndose a los ideales de la institución.
Más allá de la poderosa capacidad de trabajo que implica la función maternal, Marcelo Barros en su libro “La madre”, nos advierte que su función excede los cuidados expertos o negligentes. Se trata de una función de transmisión de un deseo, que no sea anónimo y en tanto tal, no puede ser comprado o vendido, no es plausible de ser convertido en mercancía. La función materna es tal, en tanto la sustente un deseo y no hay institución y cuerpo jurídico o científico; que pueda forzarlo. Sin embargo, podrá ofrecer las coordenadas, el contexto, para que algo de ello suceda.
En la época actual, la maternidad interrogada a partir de la multiplicidad de madres que los avances científicos y jurídicos posibilitan; ubica allí un real que escapa a la gobernabilidad discursiva. Hay que tener presente que todos los hijos son, en el fondo, adoptivos. Se trata del rescate de lo que se halla en una posición de objeto a, en el filo del ser y el no ser, entre el brillo fálico y el desecho. No hay respuesta científica y jurídica que responda qué es el niño para su madre y esa madre para el niño. Más allá de tener hijos, lo que se pone en juego en la maternidad es la oposición esencial entre el narcisismo y el amor de transferencia, solo desde la transferencia se puede “parir” algo (Barros,2018:15). La adopción de un hijo biológico o no, legal o simbólica, da lugar a una maternidad; un acontecimiento libidinal que puede tener lugar en las circunstancias personales y las configuraciones familiares más variadas. 
Entre el cuerpo científico y el cuerpo jurídico, que intentan normar la maternidad, el psicoanálisis se ocupa del “cuerpo hablante”. Un cuerpo, que al ser escuchado puede gestionar soluciones singulares atendiendo ese resto de goce imposible, que como analistas sabemos, que siempre queda. Ese real de la maternidad que lo jurídico no puede apresar.
El psicoanalista, más allá de lo jurídico y de lo científico, da lugar a lo analítico, se institucionaliza en el discurso que le es propio, intenta prescindir de los semblantes de las garantías que propone la civilización a la inquietante cuestión de lo que hablar quiere decir. Respecto a la maternidad, no será sin atender la particularidad del deseo que produjo al niño (Laurent, 2010:157).


Bibliografìa
  •           Barros, Marcelo. “La madre. Apuntes lacanianos”. 2018. Editorial Grama. Argentina. P:12
  •        Tendlarz, Silvia Elena. “El psicoanálisis frente a la reproducción asistida”. 1998. Editores contemporáneos. Buenos Aires. P:8
  •      Laurent, E. (2010) El niño como reverso de las familias en Uniones del mismo sexo. Diferencia, invención y sexuación. Ed. Grama. Buenos Aires, 2010. P.157

No hay comentarios:

Publicar un comentario

PARA SEGUIR LEYENDO...