lunes, 22 de febrero de 2016

DIÁLOGOS CON OTRAS DISCIPLINAS: Psicoanálisis y Teatro - Abril 2015




Fabiana Chirino, miembro de Apel SC  y el actor Arturo Lora en cálido y enriquecedor diálogo





Psicoanálisis y Teatro

“La Construcción del Personaje”

Por Fabiana Chirino O.

La figura del personaje en teatro ha experimentado una serie de modificaciones a lo largo de la historia, se ha manifestado de diferentes formas y expresado distintas concepciones de teatralidad. Desde la Grecia Antigua hasta hoy, las variaciones van desde el personaje realzado con máscara, túnica y coturno, hasta el personaje vinculado con el cuerpo sensible del actor, que compromete tanto su estructura física como sus procesos emocionales y psicológicos.

En estos contextos, surge el debate sobre la relación entre el personaje y el actor y la cuestión sobre si el personaje es el actor. Máximo Gómez señala que “a lo largo de la historia del teatro la distancia entre ellos se fue alejando y acortando” (Gómez; 2012: 5). Por ejemplo Robert Abirached, sostiene que la persona es la máscara y no el actor, de modo que “el personaje es sostenido por el trabajo del actor, que se adapta al marco que le impone la máscara” (Abirached: 1978: 23). En esta concepción el actor es quien torna verosímil y vivo al personaje que enmarca la máscara, existiendo una diferencia y distancia entre actor y personaje (máscara).

Durante la segunda mitad del siglo XIX, Marcos de Marinis plantea que “El actor, se acerca a través del yo soy a la identificación con el personaje (el yo soy) constituye una herramienta psicológica de la que se sirve el actor para iniciar el viaje de acercamiento al personaje”. Se trata de una concepción que implica mayor acercamiento entre actor y personaje.

En todas las concepciones persiste la idea de que el personaje no está acabado en el texto dramático y que es el actor quien construirá el personaje a través de un proceso lento de construcción- composición, partiendo de la primera información trazada por el dramaturgo. Para este proceso serán necesarios recursos técnicos u objetivos, pero también de recursos internos o subjetivos, que se enlazan en una compleja intersección. “La materialidad del personaje está compuesta por capas de diferentes texturas que abarcan aspectos subjetivos imaginarios, inmateriales, y aspectos objetivos como la estructura física del actor, sus gestos, su voz, sus acciones y que se amalgaman y estructuran a partir de las leyes del lenguaje escénico” (Gómez; 2012: 9).

Así, tenemos dos componentes que se articulan pero no se sustituyen, pues la distancia entre uno u otro no se puede abolir. Por un lado el actor, entendido como sujeto que realiza una acción performativa en al ámbito de un espacio con otro sujeto receptivo. “El actor es el sujeto que realiza una construcción interpretativa para tender puentes que acerquen el lado imaginario del personaje con su lado real” (Gómez; 2012: 9). Mientras que el personaje teatral, es un concepto que conjuga dos componentes inseparables: por una parte su lado visual, conformado por elementos tales como: forma, gesto, rasgo, cuerpo, voz, palabra y, por otro lado todo aquello posible de ser percibido desde lo visual y desde lo auditivo. “El personaje teatral, también está conformado por cualidades que no solo son construidas para el ojo o el oído y que junto a lo formal, posibilitan diversas lecturas e interpretaciones por parte del espectador, que lo completan” (Gómez; 2012: 11).

Estos aspectos vinculados a la construcción del personaje, me condujeron a reflexionar sobre el concepto de semblante en el psicoanálisis. Para Lacan el semblante está inicialmente vinculado con lo imaginario, pues remite a la raíz: similis, y a simul, que significan conjunto y simulacro. Pero más adelante lo vinculará con lo simbólico para decir que lo simbólico, el discurso, es semblante. Ya sea en relación a lo imaginario o a lo simbólico, para Lacan el semblante siempre se ubicó en relación de oposición a lo real. Miller en su libro De la Naturaleza de los Semblantes afirma “diré pues que desde la perspectiva de Lacan, y al menos en el psicoanálisis, no se debe dudar en separar el ser de lo real, y al situar al ser del lado del semblante; a mi entender este es el sentido exacto de la condensación lacaniana paretre (parecer -ser)” (Miller; 2005: 19).

Para Lacan ser y parecer se confunden, de allí que podríamos pensar el personaje teatral como un semblante que se construye a partir de elementos imaginarios como las formas, vestuario, accesorios, escenografía y de elementos simbólicos, relacionados con el discurso y la trama de sentido que da vida a esa figura del personaje. Allí el actor se “con-funde” en mayor o menor medida con el personaje, pues no puede animarlo si no es con su cuerpo y con su subjetividad. Es decir, a pesar de que el personaje esté descrito en el libreto, será el actor quien encarne ese personaje, poniéndole el cuerpo y con ello haciendo carne de él.

Lacan propone dos neologismos “paretre” (parecer-ser), para señalar el punto en que el ser y el parecer se confunden en el semblante y, “parletre” (parlante -ser), para señalar al ser que habla y que al hablar goza. Dos aspectos que me parecen están presentes en el personaje teatral. El actor sostiene un semblante construido que es el personaje, pero detrás de ese semblante también se ubica como sujeto que habla y que dice más de lo que dicta el libreto, pues algo de su subjetividad se cuela en la representación de un personaje.

Mientras que el semblante pertenece al registro de lo imaginario y lo simbólico, lo real pertenece a otro orden. Miller señala que lo real es lo que no puede ser aprehendido o representado por lo simbólico ni lo imaginario, es lo que paradojalmente queda por fuera de la cadena que lo engendra. Cito a Miller “no obstante si percibimos que es consecuencia, que es del orden de lo que se sigue de una articulación de semblantes, desde esta perspectiva al menos, es del mismo registro. Es una consecuencia pero que salta de su lugar en la cadena, que logra ubicarse fuera de la cadena misma que la engendra” (Miller; 2005: 19). Es decir, lo real es lo que queda como resto de la cadena significante que no logra aprehender ese algo que no cesa de no escribirse.

En la naturaleza de los semblantes Miller, retoma la frase “el semblante cuesta tan caro como lo real”, pues el semblante tiene la propiedad de hacer existir lo que no hay, a modo de velo recubre lo que no existe. Por eso Lacan advierte que no se trata de extasiarse o creerse el semblante sino de hacer un uso posible de él. En este contexto, el analista también hace uso del semblante de Sujeto Supuesto a Saber, sabiendo que no existe un saber único y universal sobre el inconsciente, sino que cada sujeto irá construyendo un saber sobre su inconsciente en su propio recorrido.

Así, Miller señala la importancia de “distinguir cuidadosamente el saber de la inexistencia de la relación sexual este es, ese no hay, de lo incompleto y mostrar que esta inexistencia es un hecho de inconsistencia. Es necesario pasar por la inconsistencia para aislar el famoso objeto a como consistencia lógica, lo que queda del desastre de la inconsistencia del Otro del significante” (Miller; 2005: 19). Siendo esa inconsistencia del Otro, ese no hay, el real que no cesa de no escribirse.

Para el Psicoanálisis de Orientación Lacaniana, No hay Relación sexual, El nombre del padre pasa a ser los nombres del padre, La mujer no existe y El analista tampoco. A esta serie de no hay, se puede agregar al artista, pues todos estos elementos están marcados por una inconsistencia lógica, que no permite hacer de ellos un universal. Ante ello, queda la construcción singular, la que hace un analista, o un artista en un recorrido único y propio que le permita autorizarse como tal, no sin el lazo con el otro.

Ni fascinados o fusionados estragadamente con el semblante, ni descreídos de él, el psicoanálisis propone una salida posible con el buen uso del semblante, sabiendo que encubre lo que no hay, y que a pesar de ello, hay construcciones singulares que permiten a un analista y a un artista, saber hacer con un goce que es lo más propio y singular que tienen. 





Referencias Bibliográficas

Gómez, Máximo (2012). “Concepto de Personaje Tatral y sus Variaciones”. Cuadernos de Picadero. Instituto Nacional de Teatro. Ministerio de Cultura de la Nación Argentina.



Miller, Jaques Alain (2005). “De la Naturaleza de los Semblantes”. Buenos Aires Argentina: Paidós  



No hay comentarios:

Publicar un comentario

PARA SEGUIR LEYENDO...